La oración de los Redentoristas para bendecir la mesa para cada día del mes

Día 1

Almuerzo [Sal 27,8; Const. 81]

Tú, Oh Señor, eres fuerza para tu pueblo, refugio de salvación para tus consagrados. Bendice la comida que estamos a punto de tomar y haz que, nutridos abundantemente de tu Palabra, meditemos constantemente el misterio de la salvación a fin de que los problemas del mundo encuentren eco en nuestros corazones y respuesta en nuestra acción. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Sal 27,9; Rm 5,5; Const. 81]

Salva a tu pueblo, Oh Señor, y bendice tu heredad. Tú nos sustentas con la comida que también hoy pones sobre nuestra mesa. Alimenta igualmente nuestro espíritu con tu evangelio a fin de que, alentados por una esperanza viva y radiante, fundemos nuestra vida en la caridad que jamás decepciona. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Mt 6,25; Const. 83]

Señor Jesús, tú nos has enseñado que la vida vale más que la comida: haz que toda nuestra vida se alimente con la sabiduría de tu Evangelio a fin de que sepamos testimoniarlo y anunciarlo fielmente a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 2

Antes del almuerzo [Const. 2]

Gracias, Señor, por permitirnos experimentar en esta mesa la alegría de la comunión fraterna que, fundada en nuestra profesión religiosa, hace de todos nosotros un único cuerpo misionero. Bendice estos alimentos a fin de que, hoy y siempre, busquemos en ti el verdadero fundamento de nuestra fraternidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 6]

Alabado sea tu nombre por siempre, Oh Señor. Bendito seas por esta comida que hoy nos ofreces, y porque nos haces ser cada día siervos humildes y audaces del Evangelio de Jesucristo, Redentor y Dios, principio y modelo de la nueva humanidad. Él vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Al final [1R 19,8; Const. 27]

Como para tus profetas, que también la comida sea para nosotros hoy alimento que nos renueve en el servicio a tu Reino, Oh Señor. Concédenos caminar según tus huellas en nuestra vida diaria y buscar en todo los grandes signos de la salvación a fin de que, ahora y siempre, cumplamos tu voluntad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 3

Antes del almuerzo [Deut 2,7; Const. 20]

Tú bendices, Señor, el trabajo de nuestras manos, y sigues nuestro itinerario a través del desierto del mundo. Bendice esta comida a fin de que, fuertes en la fe, alegres en la esperanza, fervientes en la caridad, ardientes en el celo, conscientes de nuestra debilidad y perseverantes en la oración, sigamos con alegría al Salvador Jesús, y anunciemos su misterio con sencillez de vida y de palabra. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [Sal 113,26; Const. 19]

Nosotros, los vivientes, te bendecimos, Señor, ahora e siempre. Te damos gracias por el don de esta mesa. Danos también tu gracia a fin de que sepamos anunciar a todas las gentes de buena voluntad que siguiendo a Cristo, hombre perfecto, también ellas realizan plenamente su vocación. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Al final [2Cor. 4,10; Const. 41,1]

Gracias, Oh Padre, por los alimentos que hemos compartido. Concédenos el don de la libertad interior que da unidad y armonía a toda nuestra existencia; así, por amor y siguiendo el ejemplo de Cristo, también nosotros daremos la vida por los hermanos. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 4

Antes del almuerzo [1Jn 4, 10; Ap 21,1; Const. 6]

Gracias, Oh Padre, por la abundancia de tu Redención, por habernos amado el primero y por haber enviado a tu Hijo al mundo como víctima de propiciación por nuestros pecados. Bendice esta comida, y haz que, con tu ayuda, también nosotros podamos transformar todos los bienes en Cristo y caminar con él hacia una nueva tierra y un nuevo cielo. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 15]

Te tributamos gloria y alabanza a ti, Oh Padre, por esta comida que pones sobre nuestra mesa. Concédenos ser libres y estar dispuestos para proclamar tu obra de salvación en la continua búsqueda de nuevas iniciativas apostólicas y en el intento de llevar tu Evangelio a toda criatura. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [1Cor 9,22; Const. 49]

Te damos gracias, Dios omnipotente, por habernos alimentado con los dones de tu providencia. Continúa acompáñanos con tu gracia a fin de que, renunciando a nosotros mismos y a cuanto poseemos, seamos verdaderos discípulos de Cristo y nos hagamos todo a todos. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 5

Antes del almuerzo [Const. 1]

Bendito seas, Señor, por esta comida que estamos a punto de compartir. Con ella sustentas nuestro cuerpo y haces que sea más generosa nuestra participación en la misión de la Iglesia, sacramento universal de salvación. Renuévanos en nuestro fervor misionero a fin de que podamos anunciar a los más pobres las maravillas de tu amor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 135,25; Const. 11]

Eterna, Oh Señor, es tu misericordia; por ella alimentas a todo ser viviente. Bendice alimentos y afiánzanos como «apóstoles de la conversión» a fin de que, con fortaleza y dulzura, ayudemos a los hombres y a las mujeres de nuestro tiempo a hacer una opción radical por Cristo, que vive y reina contigo, en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 2]

Te sean dadas gracias, Señor, por habernos llamado a ser socios y ministros de Jesucristo en la gran obra de la Redención. Concédenos el mismo espíritu de los Apóstoles, haznos celosos en el apostolado a ejemplo de nuestros santos y beatos a fin de que – atentos a los signos de los tiempos – podamos servirte mejor en nuestros hermanos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 6

Antes del almuerzo [Const. 3]

Todavía son muchos, Oh Señor, los hombres y mujeres que no han conocido tu salvación. Son muchos también los que nunca han escuchado tu mensaje, o no lo acogen como «buena noticia». Bendice los alimentos que recibimos de tu bondad a fin de que nuestro servicio misionero sea cada vez más generoso. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Lc 4,18; Const. 3]

Señor Jesús, muchas veces y de diferentes formas has buscado tú a los pobres, a los débiles, al oprimido, a ellos les has anunciado un año de gracia, con ellos has querido identificarte. Te pedimos que bendigas esta comida y que nos ayudes también a reconocerte cada día en nuestros hermanos más abandonados. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 38]

Gracias, Padre bueno, por habernos reunido en esta mesa fraterna. Une también nuestras voluntades en Cristo y fortalece nuestro mutuo aprecio para que realicemos con alegría cuanto nos solicita el bien común al servicio de la caridad fraterna y del trabajo misionero. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 7

Antes del almuerzo [Const. 1]

Te damos gracias, Oh Padre, por habernos llamado a compartir la misión de tu Hijo Jesucristo proclamando a los pobres tu Palabra de salvación. Bendice la comida que estamos a punto de tomar, y haz que nos ayude a prestar un servicio cada vez más generoso a tu Iglesia. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Mt 18,20; Const. 34]

Señor Jesús, tú has dicho: “Donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo”. Alimenta también con esta comida la amistad evangélica que anima nuestra comunidad apostólica, y haznos signo fiel de tu amor en el mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Jn 4,19; Const. 56]

Oh Señor, tú no permites que a ninguno de tus hijos falte el pan cotidiano; danos la fuerza del Espíritu Santo a fin de que no nos cansemos de procurar el don total de nosotros mismos para mejor responderte, ya que tú nos has amado el primero. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 8

Antes del almuerzo [Lc 15,2; Const. 12]

Tú, Señor Jesús, te sentaste con frecuencia a la mesa con los pecadores para anunciarles la misericordia de Dios. Te damos gracias por compartir con nosotros esta comida que bendecimos en tu nombre. Haz que a través de los sacramentos de la reconciliación y de la eucaristía celebremos tu amor, edificando así la comunidad cristiana, signo de tu presencia en el mundo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [Const. 10]

Alabado seas, Oh Padre, por habernos llamado a colaborar en el misterio de la redención. Danos, junto a esta comida que bendecimos en tu nombre, tu Espíritu Santo, él, que dispone todas las cosas y sugiere las palabras más adecuadas a nuestra misión, aquéllas que abren el camino del corazón. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 143,2; Const. 60]

Gracias, Señor, nuestro incentivo y nuestra fortaleza, nuestro refugio y nuestra liberación. También hoy has alimentado nuestro cuerpo. Colma igualmente nuestro espíritu con tu presencia a fin de que, amándonos como verdaderos hermanos, seamos fieles a nuestra consagración a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 9

Antes del almuerzo [Rm 8,29; Const. 7]

Señor Jesús, incluso siendo como somos pecadores, tú nos has elegido, salvado y reunido en Cristo. Grande es la misión a la que nos has llamado: anunciar la altísima vocación de toda persona y del propio género humano. Bendice esta comida que hoy compartimos, y danos con ella la alegría de buscarte allí donde te encuentras y actúas de modo misterioso. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 103, 7; Const. 9]

Todos esperan en ti, Señor, y tú das a cada uno, a su tiempo, el alimento necesario. Te damos gracias por estos dones que compartimos. Haz que ellos nos lleven a estar cada vez más cerca de cada uno de nuestros hermanos. Así, con tu ayuda, con paciencia, con prudencia y con confianza, prepararemos el camino a tu Hijo que viene. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 13]

Alabado seas, Oh Señor, por esta comida que hemos compartido. Haz que ella nos ayude también a realizar nuestra labor misionera con serio empeño y valientes iniciativas. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 10

Antes del almuerzo [Const. 5]

Bendito seas, Oh Padre, por la comida que también hoy pones sobre nuestra mesa. Sustenta con ella nuestra labor evangelizadora a fin de que no nos cansemos nunca de liberar y de salvar con tu ayuda a toda persona humana que se siente oprimida. Haz que solidarizándonos con los pobres, promovamos sus derechos fundamentales de justicia y de libertad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Sal 110,5; Const. 10]

Día tras día, Señor, tú eres fiel a tu alianza y das el alimento necesario a quien te teme. Bendice esta comida que compartimos a fin de que nos ayude a realizar nuestra misión en la Iglesia: la proclamación explícita de tu Palabra para que todos se conviertan a ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Ped 2,5; Const. 12]

Gracias, Señor, por la comida que nos has dado. Otórganos también tu gracia para que sepamos promover y consolidar comunidades de fieles capaces de vivir dignamente su vocación de sacerdotes, reyes y profetas junto a tu Hijo Jesucristo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

 

Día 11

Antes del almuerzo [Sal 22,5; Const. 14]

También hoy has preparado para nosotros una mesa, Señor. Bendito seas por esta comida, y haz que ella nos confirme en el dinamismo misionero que caracteriza nuestra vocación haciéndonos cada día más atentos al clamor de salvación que se eleva del mundo, sobre todo de los más pobres y abandonados. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 16]

Gracias, Señor, por esta comida que bendecimos en tu nombre. Gracias por habernos llamado a esta familia religiosa, capaz de realizar a través de los siglos un inmenso trabajo misionero. Haznos dignos de tan generosa herencia a fin de que, hoy y siempre, anunciemos al mundo tu gran amor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 62]

Te damos gracias, Señor, por los alimentos que hemos compartido, don de tu liberalidad y signo de nuestra vida fraterna. Danos el mismo espíritu que animó a la primera comunidad de tus apóstoles para que, poniendo en común nuestros bienes, testimoniemos al mundo que tú eres Padre y te cuidas de todos tus hijos. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 12

Antes del almuerzo [Const. 19]

Descienda tu bendición, Oh Padre, sobre esta comida que estamos a punto de tomar. Haznos solidarios con los problemas que afligen a los hombres y mujeres de nuestro tiempo a fin de que, descubriendo en ellos los verdaderos signos de tu presencia y tu designio de salvación, podamos así, con nuestro trabajo, servir mejor a tu Iglesia. Por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Lc 11,3; Const. 41,1]

Señor Jesús, tú nos has enseñado a pedir cada día el pan necesario para nuestro sustento. Bendice estos alimentos y ayúdanos a vencer toda clase de egoísmo; haz también que abramos nuestro corazón a los hermanos llevando así a plenitud nuestra vocación apostólica. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 110,4-5; Const. 64]

Señor, bueno y misericordioso, también hoy nos has dado un signo de tu liberalidad y has manifestado tu munificencia. Al darte gracias por estos alimentos recibidos, te rogamos que nos hagas consecuentes con la ley del trabajo a fin de que cumplamos con nuestro deber y proveamos con nuestro esfuerzo a nuestro propio sustento y al de nuestros hermanos. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 13

Antes del almuerzo [Jn 6,27; Const. 19]

Ensalzado sea tu amor por nosotros, Oh Padre. También hoy nos das una comida que compartir. Haz que busquemos ante todo el alimento que no perece, tu Palabra encarnada, cuyo misterio ilumina la auténtica vocación de todo hombre y mujer. Por Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Antes de la cena [1Cr. 29,10-11; Est. Gen. 01]

Tuya, Señor, es la grandeza, la potencia, la gloria, el esplendor y la majestad, porque todo cuanto existe, en los cielos y en la tierra, es tuyo. Tuya también es la comida que hoy nos ofreces; haz que ella nos ayude a realizar nuestra misión a fin de que, colocados en el mundo como fermento evangélico, nos dediquemos con eficacia al anuncio de la salvación. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 118,12-14; Const. 58]

Bendito seas por siempre, Señor. En el seguir tus preceptos, más que en cualquier otro bien, está todo nuestro gozo. Al consagrarnos a ti hemos compartido tu amor por el mundo. Llena nuestro corazón de tu presencia a fin de que, atentos sólo a las cosas que te atañen, sirvamos mejor y amemos más a nuestro prójimo. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 14

Antes del almuerzo [Gen. 24,27; Const. 18]

Bendito seas, Oh Señor, Dios de nuestro padre Abraham, porque no cesas de usar tu benevolencia y tu fidelidad para con nosotros. Bendice la comida que estamos a punto de tomar, y ayúdanos a servir a Cristo en los hermanos a fin de que, colaborando con la Iglesia local y universal, edifiquemos un mundo como a ti te agrada. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Antes de la cena [Const. 43]

Descienda tu bendición, Señor, sobre esta comida. Y haz que nuestra comunidad se abra al mundo para que, a través de los contactos humanos, descubramos los signos de los tiempos y de los lugares y estemos más disponibles a las exigencias de la evangelización. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [2Cor 8,9; Const. 61]

Al darte gracias por estos alimentos recibidos, te rogamos, Señor, que nos conserves fieles al espíritu y al voto de pobreza, a imitación de Jesús que, “de rico se hizo pobre por nosotros, para que nosotros nos hiciéramos ricos con su pobreza”. Él es Dios, y vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

 

Día 15

Almuerzo [Sal 144,16; Est. Gen. 09]

Abres tú la mano, Señor, y sacias de bienes a todo viviente. Gracias por el alimento que hoy nos ofreces. Haz que no desoigamos el clamor de los pobres y de los oprimidos, sino que busquemos por todos los medios ir a su encuentro y tratar de ayudarlos para que puedan superar los males que los afligen. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 43]

Señor, que nutres y das alimento a todo ser viviente, bendice la comida que estamos a punto de consumir. Y danos tu gracia para que logremos comunicar a los demás la alegría del Evangelio y seamos fermento tuyo en el mundo y testigos vivientes de la esperanza. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Tito 2,12-13; Const. 42]

Al darte gracias por los dones que nos has prodigado, concédenos, Señor, vivir con sobriedad, justicia y piedad en este mundo, convirtiendo continuamente nuestros corazones a tu Palabra de salvación. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 16

Almuerzo [Sal 103, 15; Est. Gen 015]

Gracias, Señor, por el vino que alegra el corazón del hombre, el aceite que hace brillar su rostro, y el pan que sostiene sus fuerzas. Con estos alimentos nos das fuerza para formar a tu pueblo en la fe; ayúdanos a superar las dificultades que nos presentan las realidades de la vida actual. Haz que nunca nos desanimemos, incluso cuando nuestros esfuerzos nos parecen ser inútiles. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Mc 3,14; Hech 2, 42-45. 4, 22; Const. 22]

Ven, Señor Jesús, y comparte esta comida con nosotros como hiciste muchas veces con tus discípulos. Alimenta una relación de sincera amistad entre nosotros para que, uniendo nuestras oraciones y propósitos, nuestros trabajos y sufrimientos, nuestros éxitos y fracasos, y nuestros bienes materiales, sirvamos mejor a tu Evangelio. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 71]

Te damos gracias, Oh Padre, por tu generosidad. Haz que pongamos a disposición de los hermanos las energías de nuestra mente y de nuestra voluntad, los dones recibidos de la naturaleza y de tu gracia, para que cumplamos con fidelidad las tareas que se nos han confiado. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 17

Almuerzo [Const. 23]

Bendice, Señor, la comida que estamos a punto de compartir. Que ella nos dé la fuerza necesaria para continuar la misión redentora de Cristo en el mundo, haciendo de su persona el centro de nuestra vida y esforzándonos por adherirnos a él cada vez más firmemente. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

Cena [Mt 6,26-28; Const. 55]

Oh Señor, con tu sabiduría nutres a los pájaros del cielo y vistes de belleza los lirios del campo. Bendice nuestra comida y nuestra comunidad a fin de que no cesemos nunca de sentirnos verdaderos misioneros en cualquier edad que nos encontremos, en todo momento y ocasión, cuando nos sintamos bien y cuando estemos enfermos, en compañía y en soledad. Que tu Espíritu haga fecundo cada uno de nuestros gestos y cada una de nuestras palabras en pro de la salvación del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Tob 8,5; Const. 59]

Bendito seas tú, Dios de nuestros padres, y bendito sea tu nombre por todas las generaciones. Que los cielos y todas las criaturas te bendigan por los siglos. Nosotros te bendecimos ahora por los dones que nos has prodigado. Y te damos gracias por habernos llamado a la castidad perfecta. Haz que te pidamos cada día este don y lo custodiemos fielmente a fin de responder mejor a tu amor. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 18

Almuerzo [Tob 13,18; Const. 24]

Bendito seas tú, Dios de Israel, y benditos sean quienes alaban tu santo nombre. Con estos alimentos, tú sustentas nuestro cuerpo. Aviva también en nosotros el espíritu de contemplación a fin de que sepamos comprender con luz verdadera tu designio de salvación, distinguiendo la realidad de la ilusión. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Mt 4,4; Const. 24]

Que te sean rendidas alabanza y acción de gracias a ti, Señor, por la comida que sustenta nuestro cuerpo. Danos también vivir de toda Palabra que sale de tu boca a fin de que, con la ayuda de tu Espíritu, te reconozcamos presente en las personas y en los acontecimientos de cada día. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 41,1]

Gracias, Señor, por habernos manifestado tu bondad dándonos esta comida. Concédenos también los dones de la fidelidad y de la vigilancia a fin de que, purificando continuamente nuestro modo de juzgar y de actuar, busquemos en todo tu voluntad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 19

Almuerzo [Sal 27,8; Fil. 2,5ss; Const. 25]

Te bendecimos, Señor, fuerza de tu pueblo y refugio de salvación de tus consagrados. Alabado seas por los alimentos que alegran nuestra mesa. Y te damos gracias porque con la ayuda de tu Espíritu Santo no cesas de actuar en nosotros para que nos asemejemos a Cristo mientras suscitas también en nosotros sus propios sentimientos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Rom 14,17; Est. Gen. 021]

Tú reino, Oh Padre, no consiste ni en comida ni en bebida, sino que es justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Al darte gracias por estos alimentos, haz que ellos nos ayuden a trabajar por la salvación integral de la persona, promoviendo aquellas obras que ayudan a la promoción humana y social, especialmente de los más pobres. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Jn 6,38; Mt 20,28; Const. 71]

Señor Dios, creador del universo, por tu gracia cada estación produce sus frutos. Te bendecimos por la comida que hemos compartido. Concédenos también tu ayuda a fin de que, siguiendo el ejemplo de Cristo, cumplamos tu voluntad y demos nuestra vida por la redención de todos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Día 20

Almuerzo [Tob 3,11; Const. 21]

Bendito seas tú, Señor, Dios misericordioso; y bendito sea tu santo nombre por los siglos. Que todas tus criaturas te alaben por siempre. Te bendecimos cuando nos disponemos a consumir estos alimentos en virtud de la ley fundamental de nuestra vocación, que es la comunidad. Concédenos buscar en ella no sólo la unión material, sino también la comunión fraterna en el espíritu. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 53]

Oh Señor, que haces que no falte a tus hijos el alimento que los nutre, bendice nuestra mesa y consérvanos unidos a ti a fin de que busquemos siempre y únicamente tu gloria en la caridad misionera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Const. 23]

Honor y gloria a ti, Señor, por la comida que has puesto hoy también sobre nuestra mesa. Haz presente en el corazón de nuestra comunidad al mismo Redentor a fin de que, con su Espíritu de amor, él la forme y la sustente puesto que cuanto más estrecha sea nuestra unión con Él, mucho mayor será también nuestra mutua unión fraterna. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

 

Día 21

Almuerzo [Sab 17,26; Const. 28]

Grande es el don de la comida que también hoy nos permites compartir, Señor. Pero mayor es el don de tu Palabra con el que ofreces a tu Iglesia un valioso sustento y, a todos nosotros, el alimento del alma, un manantial puro y perenne de vida espiritual. Haz que asimilemos tu Palabra a fin de que, para todos nosotros, sea principio de vida nueva. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Const. 47]

Bendito seas, Señor, que en el único pan partido haces más sólida la unidad de tus hijos. Confírmanos en el gozo de la consagración bautismal y de la profesión religiosa a fin de que, como ministros del Evangelio, hagamos más eficaz la propia misión de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 67,36; Const. 26]

Te damos gracias, Señor, Dios de Israel, que das fuerza y valor a tu pueblo. Otórganos junto a esta comida también el don de la oración incesante, la misma que alentó a nuestro fundador san Alfonso, a fin de que, siguiendo su ejemplo, pongamos todas nuestras energías al servicio de tu Reino. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 22

Almuerzo [Jn 6,27; Const. 29]

Bendice, Oh Señor, los alimentos que también hoy recibimos de tu generosidad. Aumenta nuestra fe y nuestro amor a la eucaristía, comida que perdura para la vida eterna. Haz que en ella, manantial y cumbre de toda la vida apostólica, y signo de solidaridad misionera, encontremos y reavivemos el misterio de Cristo, Salvador de los hombres. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 4,34; Const. 31]

Derrama, Señor, tu bendición sobre estos alimentos. Nutre también nuestra vida con tu Espíritu para que, a través de la oración mental y de la contemplación de los misterios de nuestra Redención, hagamos de tu voluntad nuestro alimento diario, a imitación de Cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos.

Al final [Mt 10,38; Const. 51]

Te sean dadas gracias a ti, Oh Señor, dispensador de todo bien. Confírmanos en la total dedicación a la misión de Cristo a fin de que, haciendo nuestra su cruz en la virginal libertad del corazón, nos hallemos dispuestos para la salvación del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 23

Almuerzo [Const. 46]

Bendícenos a nosotros, Oh Dios de bondad, y bendice estos dones de ti recibidos. Haznos cada vez más fieles a la opción definitiva a la que hemos consagrado toda nuestra vida: el anuncio del Evangelio y el ejercicio de una más perfecta caridad apostólica. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Sab 16,20; Const. 41,1]

Bendito seas, Oh Dios de nuestros Padres, que saciaste a tu pueblo en el desierto con el maná, comida de elegidos. Bendito seas también por estos alimentos que ahora recibimos y haz que no nos falte nunca tu ayuda a fin de que nos esforcemos cada día más por revestirnos del hombre nuevo, hecho a imagen de Cristo, crucificado y resucitado de entre los muertos. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Lc 1,68; Const. 73,1]

Bendito seas tú, Señor Dios de Israel, porque has visitado y redimido a tu pueblo; y bendito seas igualmente porque también hoy has saciado nuestro cuerpo. Te suplicamos nos otorgues el don del Espíritu Santo a fin de que, a través del diálogo fraterno, indaguemos tu voluntad que habla por la voz de los hombres y los signos de los tiempos, y nos esforcemos igualmente en cumplirla. Por Cristo nuestro Señor.

 

Día 24

Almuerzo [Sab 11,26; Const. 52]

Todas las cosas son tuyas, Señor, amante de la vida. Te bendecimos por la comida que también hoy nos ofreces. Haz que cada vez sea más sólida nuestra caridad apostólica, principio unificador de toda nuestra vida, a fin de que siguiendo a Cristo Redentor cumplamos tu voluntad en pro de la salvación del mundo. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 3,27; Const. 11]

Nadie puede tomar por sí algo que no le haya sido dado del cielo. Por tanto, te damos gracias, Padre, por estos dones, signo de tu bondad. Danos con ellos celo misionero para que, con nuestra predicación, sepamos, con fuerza y dulzura, impulsar a los hombres y mujeres a ponerse de parte de Cristo a través de una opción de vida radical y decisiva. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Al final [Dan 3, 26; Const. 65]

Bendito seas tú, Señor, Dios de nuestros padres. Digno de alabanza y glorioso es tu nombre por siempre. Gracias por esta comida que hemos consumido. Confírmanos en la caridad misionera y en un tenor de vida pobre a fin de que, haciéndonos solidarios con los necesitados, nos convirtamos para ellos en signo de esperanza. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 25

Almuerzo [Col 4, 3; 1Ped 3,15; Const. 10]

Bendice, Oh Señor, estos alimentos y danos tu sabiduría a fin de que sepamos discernir el momento en que tú nos abres la puerta de la predicación y estemos siempre dispuestos a testimoniar la esperanza que tenemos dentro de nosotros mismos, Cristo, tu Hijo que contigo y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 1,3; Est. Gen. 035]

Todo lo que existe es don de tu providencia, Señor. Bendice esta comida, y recompensa con tu gracia a todos los que nos han hecho el bien y continúan haciéndonoslo: padres, familiares, colaboradores, amigos y bienhechores de la Congregación. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sir 32,13; Const. 83]

Te bendecimos, Señor, porque nos has creado y nos colmas de tus beneficios. Haz que nuestra fe, nutrida por tu Palabra, nos ayude a buscarte siempre, a reconocer los signos de los tiempos, a ver a Cristo en todos los hombres y a juzgar rectamente los valores del mundo. Te lo pedimos por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 26

Almuerzo [Tob 4,19; Const. 10]

En toda circunstancia te bendecimos, Señor, y te pedimos que seas tú nuestro guía en los caminos que debemos transitar. Bendito seas ahora también, Señor, por el don de estos alimentos. Asístenos con tu gracia a fin de que sepamos anunciar con confianza y constancia el misterio de Cristo, que vive y reina por los siglos de los siglos.

Cena [Jn 3,17; Const. 19]

Padre, tu has mandado a tu Hijo entre nosotros no para juzgar al mundo, sino para salvarlo por medio suyo. Danos, junto a estos alimentos que bendecimos en tu nombre, la sabiduría de conocer y dialogar con el mundo, y así colaboremos con tu ministerio de redención. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Sal 27,7; Const. 82]

En ti, Señor, nuestra fuerza y nuestro escudo, ponemos nuestra confianza. Te damos gracias por esta mesa. Y danos vivir nuestra parte de responsabilidad en la Congregación, que toda ella se forma y se desarrolla constantemente como respuesta a las exigencias de la humanidad. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

 

Día 27

Almuerzo [Tob 4,19; Const. 17]

Eres tú, Señor, quien prodigas todo bien y permites que nuestros deseos alcancen su buen fin. Derramas tu bendición sobre esta comida y danos el arrojo necesario para renovar nuestros métodos apostólicos, manteniendo aquellos que todavía son válidos, corrigiendo los defectuosos, y eliminando los inútiles a fin de que podamos responder mejor a las esperanzas de la Iglesia y del mundo. Por Cristo nuestro Señor.

Cena [Jn 15,11; 2Tm 3,16; Const. 28]

Señor Jesús, todo lo tuyo se lo comunicaste a tus discípulos a fin de que tu alegría estuviera en ellos y su gozo fuera colmado. Tú, estás también hoy presente en nuestra mesa; aviva nuestra fe a fin de que, como los apóstoles, estemos dispuestos a toda obra buena. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Lc 10,2; Const. 80]

Gracias te sean dadas por esta mesa, Señor, manantial de todo don perfecto. Danos tu Espíritu para que sepamos discernir el don de la vocación con que tú sigues llamando a tantos jóvenes. Tú, que eres el dueño de la mies, envía obreros a tu Iglesia haciendo que sean muchos los que elijan seguir las huellas de Cristo Redentor. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 28

Almuerzo [Tob 8,16; Const. 144b]

Bendito seas tú, Señor, porque nos alegras y nos tratas según tu gran misericordia. Derrama tu bendición sobre esta mesa y concédenos que, mientras procuramos los medios necesarios por el sustento y para nuestra actividad diaria, estemos lejos de toda excesiva preocupación humana, confiándonos en tu providencia de Padre. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Lc 20,38; Est. Gen. 036]

Tú, Oh Señor, no eres un Dios de muertos, sino de vivos, ya que todos viven por ti. Bendice estos alimentos que sustentan nuestro cuerpo, y da la vida eterna a los cohermanos difuntos que nos han precedido en el camino de la fe y han dado la vida por la abundante Redención. Por Cristo nuestro Señor.

Al final [Sal 23,6; Const. 142]

He aquí la generación que busca tu rostro, Dios de Jacob. Te damos gracias por esta comida. Infunde en nosotros tu sabiduría para que sepamos abordar en fraterna unión de mente y corazón los problemas de nuestra vida y encontremos una solución común, aquélla que sea la de mayor utilidad para la Iglesia. Por Cristo nuestro Dios.

 

Día 29

Almuerzo [Dt 8,3; Const. 139]

Tú, Oh Señor, has hecho que tu pueblo experimentara hambre y luego lo alimentaste con el maná para hacerle comprender que el hombre no vive solo de pan, sino de toda palabra que sale de tu boca. Bendice esta comida y suscita en nuestros Superiores la sabiduría y la mansedumbre del Buen Pastor. Aviva en todos nosotros el espíritu de servicio a fin de que unamos todas nuestras fuerzas en pro de la difusión del Evangelio. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

Cena [Fil. 2,7; Const. 48]

Descienda, Señor, tu bendición sobre estos alimentos. Y confírmanos en la caridad pastoral a imitación de Cristo que se «despojó de sí mismo asumiendo la condición de sirvo» y, sometiéndose a tu voluntad, llevó a plenitud en toda su vida la obra de la redención. Él vive y reina por los siglos de los siglos.

Al final [Est. Gen. 011]

Gracias, Oh Señor, que sustentas nuestra vida con los frutos de la tierra y de nuestro trabajo. Danos también tu gracia para que sintamos que nuestro primer y más grande deber es el de predicar el Evangelio a cuantos no conocen todavía el mensaje de Cristo ni su misericordia salvadora. Por el mismo Cristo nuestro Señor.

 

Día 30

Almuerzo [Sal 71,12; Est. Gen. 044]

Tú, Oh Señor, libras al pobre que clama y al mísero que no encuentra ayuda. Te bendecimos por esta mesa, y te rogamos que nos concedas seguir siendo sensibles a la pobreza y a los graves problemas sociales que hoy afligen a la humanidad, y que hagamos nuestras las legítimas aspiraciones de los pobres. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Cena [Est. Gen. 046,1]

Nunca te damos suficientes gracias, Oh Señor, por la comunidad que nos ofrece lo necesario para vivir. Bendice esta comida, y aviva en nosotros la comunión fraterna con todos los Redentoristas del mundo a fin de que, en todas partes, te den gloria a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [1Ts 5, 19; 1Cor 12, 31; Est. Gen. 049a]

Grandes y maravillosas son tus obras, Oh Señor. También hoy has hecho que no nos falte lo necesario para vivir. Danos tu sabiduría a fin de que, examinándolo todo, nos quedemos con lo mejor y recordemos que los dones más grandes son los que se orientan a la caridad, el «camino mejor entre todos”, tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

 

Día 31

Almuerzo [Lc 12,42; Const. 90]

En tu bondad, Oh Señor, distribuyes a su tiempo el alimento necesario. Bendice esta mesa, y haz que mejoremos cada día nuestra actividad misionera, acompañándola de una constante renovación de nuestra vida espiritual, científica y pastoral. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Cena [Lc 22,30; 1Cor 12, 7; Const. 92]

Señor Jesús, tú prometiste a tus discípulos que se sentarían a tu mesa en tu reino. Quédate hoy y siempre con nosotros, ayúdanos a tomar parte activa y responsable en la vida de la Congregación, y haz que estemos disponibles al servicio común y a la manifestación particular del Espíritu que se nos ha confiado. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

Al final [Jn 4,34; Const. 103]

Señor Jesús, tu dijiste: “Mi comida es hacer la voluntad del Padre, que me ha enviado, y llevar a cumplimiento su obra”. Infunde en nosotros tu Espíritu a fin de que nos examinemos en la concepción exacta que tenemos de nuestro puesto en el seno de la comunidad y sobre el modo adecuado de cumplirlo al servicio de la misión. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.

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