Los pastores y las ovejas son fundamentales para determinar el escenario de nacimiento de Jesús

Sobre la fecha del 25 de diciembre.

 

Michele Laconsole en su libro,¿Cuando nació Jesús?, hace una serie de reflexiones sobre el escenario del nacimiento, enfocando la humildad de los testigos, o sea los pastores y las ovejas “impuras” que tenían, así como respecto a la fecha del 25 de diciembre cristiana en contraposición de la romana del “sol invictus” que nació después para contrarrestarla.

 

 

Aprovechemos la Navidad para conocer esta singular historia relacionada con el nacimiento de Jesús.

LOS PASTORES Y SUS OVEJAS, TESTIGOS PEQUEÑOS DEL NACIMIENTO

Las cuestiones relacionadas con el nacimiento de Jesús- dónde, cuándo, cómo- han hecho correr ríos de tinta, y la fuente de este caudal parece estar lejos de agotarse. Entre las muchas cuestiones, además de la fecha, también está la de la presencia o no de los pastores en las cercanías de la pequeña ciudad en la que José y María encontraron su refugio de fortuna. Pastores al abierto, en invierno, en una zona en la que las temperaturas pueden llegar a ser rígidas, y en diciembre la nieve cae. Una respuesta a esta cuestión y una respuesta sugestiva, que además se basa en un estudio agudo e ingenioso, la de Michel Loconsole, un erudito presidente de ENEC, la asociación para las relaciones con el Oriente Próximo.

Loconsole sostiene en su libro recientemente publicado por la editorial San Paolo titulado “Quando è nato Gesù?”, que examinando algunas fuentes hebraicas, en esa tradición religiosa se contemplaban tres tipos de rebaños. La primera categoría comprendía animales de lana blanca, sin ningún tipo de mancha o variación de color. Es la categoría más apreciada, y no sólo desde el punto de vista comercial o estético. Desde el punto de vista religioso se consideraban «puras» y por lo tanto después de la jornada transcurrida en los pastos, podían volver a la majada, que a menudo se encontraba- y era lo mas probable en las poblaciones pequeñas- en el interior del pueblo o de la pequeña ciudad.

Un segundo grupo comprendía las ovejas con un manto de lana no totalmente cándido, sino en parte blanco y en parte oscuro. También a estas ovejas les estaba permitido volver al redil al caer la noche. Pero el lugar en el que se alojaban, obligatoriamente tenía que estar situado fuera del centro habitado, fuera de los muros de la ciudad si se trataba de una ciudad fortificada, y de todos modos fuera del casco urbano; como mucho, podía estar en el extrarradio.

Y luego había una tercera categoría, los rebaños de ovejas de lana oscura o completamente negra. Es seguramente un tipo considerado por el autor más raro que los dos precedentes. Y de todos modos, según el estudio histórico de Loconsole, merecía un trato particular. Estaba visto como un tipo de animal «impuro», tan impuro que no estaba permitido que se refugiara al caer el sol entre las murallas de la ciudad y ni siquiera en las zonas periféricas. Su existencia, en base a las normas rabínicas, tenía que transcurrir al abierto, de manera permanente; se puede pensar que transcurriera en lugares poco lejanos de los pastos habituales. Necesariamente, los pastores corrían su misma suerte.

Era impensable entonces, y ahora también, abandonar el ganado, aunque seguramente las noches en las colinas de Medio Oriente en invierno pueden ser de todo menos confortables. Por lo tanto, si era esta la situación de Israel en tiempos de Jesús, la presencia de los pastores en las cercanías de la cueva y el pesebre no era una invención (y además, ¿por qué? Los pastores no daban seguramente una cierta categoría al acontecimiento) del Evangelio de Lucas.

Todo lo contrario. Si todo lo anteriormente dicho tiene un sólido fundamento, y no nos parece que haya motivo de duda, podemos pensar que los pastores llevaron a saludar al Mesías precisamente a sus ovejas negras. Y eso es muy simpático, y también coherente con la futura misión de Jesús, que afirmaba que la causa de su venida eran los enfermos y no los sanos, que se relacionaba sin problemas con las «ovejas negras» de la sociedad judía de la época, publicanos y prostitutas.

Michele Loconsole aconseja pintar de negro las ovejas de nuestros belenes, ya que es muy difícil encontrar en el mercado estatuas de los animales que según su estudio oyeron los primeros llantos del Salvador. Se puede decir que en realidad también la presencia de los pastores, como primeros testigos del acontecimiento, está dentro de esta lógica.

También los pastores eran considerados impuros, según Loconsole, en el hebraísmo de la época, por el tipo de actividad que desarrollaban. Y podríamos añadir que este elemento forma parte de los detalles bastante poco «cosméticos» que dan un toque de veracidad a las crónicas de los Evangelios. Como el testimonio de las mujeres (que no podían ser oídas en los tribunales, y fueron acogidas con excepticismo incluso por los apóstoles) en tiempos de la Resurrección. Los pastores seguramente no eran «testigos excelentes» para una predicación que estaba dirigida a los judíos ortodoxos en el Siglo I de nuestra era.

NACIMIENTO DE JESUS VS. SOL INVICTUS

Pero entre las muchas cuestiones relacionadas con el nacimiento de Jesús y que han sido objeto de debate, está la de la fiesta del «Sol invictus» y la tesis según la cual el 25 de diciembre fue elegido por los cristianos para sobreponer la fiesta del nacimiento del Señor a una celebración pagana.

Pero Michel Loconsole en su libro trata de refutar este estereotipo. «Estudiando las fuentes de la época, parece en cambio que haya ocurrido exactamente lo contrario. De hecho, parece que ha sido la fiesta pagana del ‘Sol invictus’ la que fue pospuesta al 25 de diciembre, tratando de hacer sombra o de sobreponerla a la cristiana de la Natividad del Señor«.

Antes del 354 d. C., durante el reino de Licinio, la fiesta se celebraba en Roma el 19 de diciembre. Y se puede decir que esa fiesta astronómica, muy antigua, se celebraba en Roma y en todas partes en diversos momentos del año, entre los cuales a menudo los días entre el 19 y el 22 de octubre. La fuente más antigua que habla de la Navidad fijada el 25 de diciembre es Ippolito de Roma, que en el 204 hacía referencia a la fiesta celebrada por los cristianos. El culto al dios Sol fue introducido en Roma por el emperador Eliogabalo, entre el 218 y el 222, y se hizo oficial en el 274 con el emperador Aureliano, que el 25 de diciembre de ese año consagró el templo dedicado al culto del Sol Invictus.

Y como los paganos no celebraban únicamente la fiesta del «Sol invictus» el 25 de diciembre, y esa fecha se impuso sobre las otras sólo en la segunda mitad del siglo IV, ¿no surge la duda legítima de que la fecha del ‘Sol invictus’ en el calendario del Imperio Romano correspondiera a la legítima voluntad, por parte del establishment de suplantar o por lo menos de hacer sombra a la fiesta cristiana de la Navidad, celebrada ciertamente en Roma el 25 de diciembre con una anterioridad de por lo menos 70 años?

Fuentes: Vatican Insider, Signos de estos Tiempos

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