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Hace una semana debía de haber sido el fin del mundo o sucedido algún fenómeno natural de significancia o un cambio espiritual de relevancia. Por lo menos los primeros dos no se han visto, y el tercero es difícil de verificar.

El día anterior al 21 de diciembre planteamos nuestra posición, vea María no está anunciando nada especial para el 21 de diciembre de 2012 [2012-12-20],basada en que no había ningún anuncio sobrenatural confiable al respecto, sobre todo la ausencia de mensajes confiables en las apariciones de María.

Sin embargo, esto no significa que fenómenos sobrenaturales de significancia no vayan a suceder en algún momento en el futuro, más bien hay fuertes razones para creer que sucederán, de acuerdo a la tradición católica y lo que dice la Biblia, ver Profecías Católicas sobre el Fin de los Tiempos: un Gran Castigo Universal, y a lo que han sugerido algunas apariciones cercanas como Fátima, Garabandal, Medjugorje.

Por eso hay que estar siempre preparados para la llamada porque «ni el HIjo del Hombre sabe» (Mt 24, 26), «No sabéis ni el día de la hora» (Mt 25, 13), por lo que insiste Jesucristo a sus discípulos, animándoles a velar para estar siempre preparados, como las vírgenes prudentes.

Estos sucesos de los últimos tiempos preocuparon a Padres de la Iglesia cómo San Jerónimo (340-420), entre otras cosas, traductor de la Vulgata, la versión latina de las Sagradas Escrituras que goza del privilegio de la inerrancia teológica.

A San Jerónimo de Estridón, dálmata de origen y fallecido en Belén, se le atribuye también (sin que las evidencias sean palmarias) la inspiración de las Profecías del fin de los tiempos, un texto de 1492 cuyo autor anónimo, presumiblemente el mismo que escribió el Ars moriendi [El arte de morir], remite a aquel Padre de la Iglesia el establecimiento de dos signos espirituales y quince materiales como prolegómenos del fin del mundo. También San Pedro Damián (1007-1072) había considerado la paternidad jerominiana de esta tradición.

LOS SIGNOS ESPIRITUALES

El primero, enfriamiento de la caridad, incapaz ya de encender el corazón de los hombres. El autor compara la humanidad con un hombre que envejece y ve cómo se va apagando la llama del amor que un día lo mantenía vivo.

El segundo es el egoísmo convertido en dueño del mundo: la devoción o el sacrificio de sí mismo ya no tendrán sentido. El interés personal e inmediato se habrán convertido en ley universal.

LOS QUINCE SIGNOS MATERIALES DE SAN JERÓNIMO

Luego están los quince signos, uno por día, establecidos por el exégeta como precursores del final de los tiempos, y que Gonzalo de Berceo mismo reprodujo y comentó en una obra escrita en 1237.

Primer día: elevación del nivel del mar, «quince codos por encima de las montañas», según las citadas Profecías.

Segundo día: descenso del mar «y precipitación en los abismos hasta desaparecer de la vista», para volver luego a su nivel.

Tercer día: el incontenible llanto de los animales, que surgirán de las aguas y parecerá que se enfrentan en la superficie de los mares, y se pelearán en los aires.

Cuarto día: arde el agua, cuando torrentes de fuego recorran el mundo de Occidente a Oriente.

Quinto día: las plantas sudan sangre.

Sexto día: se derrumban los edificios tras un espantoso temblor de tierra.

Séptimo día: se quiebran las piedras tras chocar entre sí, grandes y pequeñas.

Octavo día: todo cae a tierra y se derrumban las montañas.

Noveno día: la tierra se allana.

Décimo día: estampida enloquecida de los hombres.

Undécimo día: se abren los sepulcros para que los muertos vuelvan a la vida.

Duodécimo día: caída de los astros.

Décimo tercer día: triunfo absoluto de la muerte.

Décimo cuarto día: arden el cielo y la tierra.

Décimo quinto día: resurrección de los muertos.

Fuentes: Religión en Libertad, Signos de estos Tiempos

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