Boston, Estocolmo, Londres, París son las últimas escaramuzas:
El corazón de occidente se está viendo conmovido por la guerra lanzada por los musulmanes radicales, que parece no obedecer a una organización que planifica y genera focos de conflicto, sino que es parte de una guerra cultural llevada a cabo por “lobos solitarios”, que están convencidos que deben instaurar un régimen islámico en occidente.
Boston, Estocolmo, Londres, París, son la muestra de estas últimas semanas del fracaso de las políticas multiculturalistas de un occidente, que al renegar de su propia identidad cultural, no se ha dado cuenta que ha abierto la puerta a un enemigo interno, violento, que quiere lo quiere colonizar.
LOS ÚLTIMOS ATAQUES
Dos bombas en Boston han despertado al público sobre el hecho de que existe el terrorismo jihadista. Los autores fueron dos hermanos chechenos, musulmanes, uno de los cuales se había convertido en una organización islámica radical, sobre el cual los servicios secretos rusos habían informado, en vano, a sus homólogos estadounidenses.
Esta semana los barrios de mayoría musulmana de Estocolmo, a partir de Husby, se pusieron a fuego y espada. Los asaltantes que atacan a la policía, queman coches y, lanzan cócteles molotov, al grito de «Allah Akhbar». La chispa fue causada por la muerta por la policía de un violent y armado con machetes, que amenazaban la vida de una mujer y había atacado a los mismos agentes.
Otros dos hombres armados con machetes, radicales islámicos en Londres mataron, cortando su garganta, a un soldado británico, Lee Rigby.Uno de ellos, Michael Abedolajo, dijo en su denuncia extemporánea filmada con un teléfono móvil:
«Ninguno de ustedes podrá sentirse seguro (…) Tenemos fe en Dios y nunca dejaremos de combatir contra ustedes«.
En París, el sábado pasado, un atacante barbudo que llevaba un vestido de «estilo árabe» apuñaló a un soldado francés en el cuello mientras estaba patrullando una zona de negocios del oeste de París. El hombre no identificado, se cree que es de origen magrebí.
HAY UN ENEMIGO INTERNO
Y ahora descubrimos, después de años de sueño, que hay un enemigo interno.Una persona adicta a las teorías de conspiración supondría que situación como la que estamos viviendo en el último mes, de cuatro grandes ataques en cuatro ciudades de occidente, siempre a cargo de radicales islámicos, parecería una ofensiva coordinada. En cambio no es así, lo cual es mucho peor.
Para unir los puntos de este mosaico de eventos es un solo plano, se debe tener claro que hay una única cultura, la del islam fundamentalista, y que no hay un diseño coordinado, pero hay muchas manifestaciones.
Abedolajo (el asesino de Londres), por ejemplo, se ha convertido del cristianismo al Islam, convencido por Iman radical Anjem Choudary. El cual, en un discurso en el aniversario del 11 de septiembre, proclamó:
«El Islam es superior y nunca será superado. La bandera del Islam se izará en Downing Street».
LAS DOS ARMAS DEL ENEMIGO
¿Cómo piensan los musulmanes ganar? Muy simple: con la procreación y el proselitismo.
Procreación: el Islam radical, según el iman, puede ganar incluso solo procreando hijos. En Londres vive cerca de 1 millón de musulmanes, de una población de 8. En algunos distritos, los musulmanes son ya la mayoría.
Proselitismo: después del 11 de septiembre los conversos al Islam se ha duplicado en comparación con años anteriores. Durante estos doce años de la guerra contra el terrorismo han aumentado los fundamentalistas entre los que, hasta hace poco, no eran musulmanes militantes.
Lo mismo es válido para Suecia, donde la inmigración, en vez de relacionarse con el trabajo, se basa en el asilo político. Sin embargo, merced al multiculturalismo y al discurso políticamente correcto, no existen estadísticas sobre la afiliación ideológica de los que han obtenido refugio en el país escandinavo, ¿cuántos de ellos han huido de los países que los oprimían por ser demasiado jihadistas?. Vemos los efectos de Estocolmo.
LA JIHAD EN OCCIDENTE
«Ninguno de ustedes podrá sentirse seguro», declaró Abedolajo con las manos goteando con la sangre del soldado que acababa de matar. Esta frase no es sólo de él.
El estratega de Al Qaeda, Abu Bakar Naji, cree que la guerra santa debe ser llevada a cabo en todo el mundo, dondequiera que haya una presencia musulmana. Predica el establecimiento de «zonas islámicas» dentro de las sociedades occidentales.
Él no quiere que los musulmanes se integren al estado occidental que los alberga, sino organizar «sociedades paralelas», con sus propias leyes e instituciones, con sus propias fuerzas de policía y ejércitos en las ciudades anfitrionas, bajo las narices de las autoridades.
Esta estrategia es peligrosa no sólo para los cristianos que serían perseguidos por los vecinos islámicos, como sucede en Nigeria o en otras sociedades»mixtas» en África.Y peligrosa incluso para los musulmanes que viven en el extranjero y no quieren tener nada que ver con el fundamentalismo. Naji se dirige principalmente a ellos. Su estrategia ha sido diseñada específicamente para llamarlos al orden, para que no se aferren en las tentaciones de una sociedad «infiel».
EL ESTREPITOSO FRACASO DEL MULTICULTURALISMO
Estas ideologías se alimentaron con el multiculturalismo que es ofrecido por las sociedades de Europa y América del Norte. Los líderes islámicos radicales, convencidos de que están colonizando, saben que pueden solicitar y obtener uno tras otro, todo lo que quieran.
Pueden tener sus tribunales que juzgan de acuerdo a la ley islámica y auxiliares de policía controlados por musulmanes (como en el caso del Reino Unido).
Pueden obtener barrios donde imponen costumbres islámicas (como en muchos barrios de las ciudades británicas, suecas, y en casi toda Europa).
Saben que un gobierno occidental, debe decidir si se hablar con una organización musulmana liberal o fundamentalista, y opta por hablar (y tal vez incluso financiar), con ésta última, como sucede habitualmente en los EE.UU..
Debido a que los musulmanes liberales se dan por sentado que no causan problema, el diálogo se orienta sólo a aquellos que predican el odio, en un vano intento de convencerlo de convertirse en un socio.
El Islam fundamentalista sabe que vive en una sociedad que rechaza su propia identidad y trata de imponer la suya propia.
Fuentes: La Nouva Bussola Quotidiana, Signos de estos Tiempos