En el mundo actual hay una conexión directa entre dos cosas aparentemente independientes:
– las teorías de la primacía de la tierra y
– el control de los seres humanos a través del aborto, la esterilización y la eutanasia en occidente.
Sin embargo la posición católica sobre el medio ambiente pone la tierra al servicio del hombre, como veremos abajo.
En el nuevo paganismo, el hombre es algo que debe ser sacrificado en nombre de la Tierra.
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Por eso es que se ha promocionado la discusión – en modo de pánico – sobre el calentamiento de la tierra, la contaminación ambiental y la escasez de recursos.
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Y marcha junto con la práctica de abortos masivos y la eutanasia.
La meta de estos procedimientos es crear el mecanismo para que las generaciones actuales en el poder decidan qué tipos de seres humanos seguirán habitando la Tierra y cómo se deben gobernar.
Benedicto XVI sentó la posición de la Iglesia respecto a la ecología y el medioambiente, que luego desarrolló más extensamente Francisco en «Laudato Si».
LA IDEOLOGÍA DE LA PRIMACÍA DE LA TIERRA
La opinión popular es que el hombre, por su misma presencia en ella, está «abusando» de la tierra.
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Se dice que la Tierra es «superior» al hombre.
A partir de eso, la moral comienza, no con el hombre, sino con la Tierra.
El hombre es segundo, y no primero.
Esta tesis de «la explotación de la tierra» por el hombre está en conflicto con la visión bíblica de que el hombre tiene «dominio» sobre los bienes de la tierra.
Esos bienes están ahí para ser usados por el hombre para conseguir sus objetivos, que no están especialmente centrados en la «tierra», aun cuando tienen lugar en este planeta.
Pero esta perspectiva saca a colación el controvertido tema: ¿Exactamente a qué grupo de la humanidad se destinarían a apoyar estos recursos disponibles? ¿A la actual? ¿A todos los hombres del pasado y del futuro? ¿Del futuro, pero no el presente?
HASTA AHORA LOS HOMBRES HAN VIVIDO CON LA ABUNDANCIA DE LA TIERRA
Toda la raza humana se está replicando constantemente; esta reproducción constante es la forma cómo la humanidad permanece existiendo en este planeta.
Una manera, sin duda impopular, para detener la «contaminación» humana sería sencillamente dejar de reproducirse – una especie de voto universal de castidad.
¡Pero esta no es una visión ampliamente atendida!
La raza humana ya ha vivido en este planeta por miles y de miles de años.
El hombre mismo aparece en la tierra como un rezagado, pero aun así propiamente pertenece a ella y sobre todo debido a su trascendente inteligencia.
Si asumimos que unos noventa a cien mil millones de seres humanos ya han vivido en la tierra, vemos que han sido «sostenidos» más o menos bien por la abundancia de la Tierra.
Y en contra de lo esperado, los miembros individuales de la especie están generalmente en mejores condiciones cuanto más tarde aparecen en el planeta, por lo menos en cuanto a sus condiciones físicas.
Esto demuestra cuán ricamente fue dotada la tierra desde su inicio.
Y aun hoy esta abundancia no puede ser entendida y usada, excepto por la perspicaz inteligencia humana.
O sea que está disponible para el hombre en función del conocimiento y el arte del hombre.
Cuando con gazmoñería hablamos de «preservar» recursos para «futuras” generaciones, nos topamos con una especie de enigma.
No tenemos idea de cuántas generaciones estarán por delante de nosotros en los próximos siglos o milenios.
Pretender que sí sabemos es pura arrogancia.
Algunos pensadores parecen asumir que existe una correlación uno a uno entre el número de las generaciones futuras y los decrecientes recursos disponibles.
¿CUÁL ES LA MISIÓN DEL HOMBRE EN LA TIERRA?
Los defensores de la “madre tierra” estiman que el hombre terminará cuando se agoten los recursos – a menos que escape a algún lugar del cosmos. Se dice que la misión humana «real», es mantenernos vivos y cómodos en este planeta tanto cuanto posible.
Este esfuerzo es la «grave» misión que enfrenta la humanidad contra la cual todos los otros propósitos palidecen hasta la insignificancia.
La alternativa al cielo se convierte en colonización interestelar o en mantener la tierra prístina
Sin embargo, no hay ninguna razón real para pensar de esta manera.
No es ciencia, como tal, sino una hipótesis escatológica secular diseñada para reemplazar, como dijo Benedicto XVI en Spe Salvi, la comprensión cristiana de la vida eterna.
Lleva todas las marcas de una nueva o revitalizada adoración antigua de la tierra. En otras palabras, su base empírica no es más que conjeturas.
El propósito del hombre en la tierra y la cantidad de recursos en la tierra, el sol y las estrellas puede no tener nada que ver con la otra.
O, los recursos pueden haber estado diseñados para sustentar al hombre durante el tiempo que el hombre esté destinado a existir para fines de su creación inicial, no simplemente para mantenerlo vivo el mayor tiempo posible.
Es muy posible, e incluso probable, que Dios o la naturaleza hayan proporcionado más que suficiente para sustentar el número real de personas que vivirán en este planeta.
El fin de la humanidad en la tierra puede corresponder o no con los recursos disponibles.
De hecho, los recursos probablemente no tengan mucho que ver con el propósito con lo que el hombre puede llegar a ser.
Su final puede ocurrir por colisiones de meteoritos, explosiones siderales, locura humana, o simplemente por el final de un «plan» divino.
La frase «No sabéis ni el día ni la hora» (Mateo 25:13) más bien sugiere que el fin de los tiempos tiene poco que ver con que los recursos sean escasos o abundantes.
SE HAN SOLUCIONADO LAS NECESIDADES EXISTENCIALES DEL HOMBRE HASTA AHORA PERO…
La verdad es que la humanidad ha sido capaz de averiguar lo que necesita sólo cuando llega el momento de necesitarlo.
Si tratamos de mantener vivos y prósperos a los siete mil millones de personas que viven actualmente en el planeta con la tecnología y el conocimiento del que se disponía en 1700, el mundo se derrumbaría rápidamente.
Del mismo modo, si asumimos que dentro de 300 años el conocimiento y la pericia serán los mismos de hoy en día, no hay duda de que no seríamos capaces de encargarnos de la población real que existirá en ese momento.
Pero aún así hay propuestas recurrentes para reducir la población actual del planeta a menos de mil millones, en nombre de la ecología, y se están materializando mediante los medios anti-vida.
Su «lógica» es muy clara. Los recursos se agotan rápidamente. Desaparecen por la cantidad de seres humanos existentes.
Por lo tanto, tenemos que reducir drásticamente el número de consumidores para adaptarnos a una base de recursos que durará mucho tiempo; ¿por cuánto tiempo? nadie lo sabe.
La salvación de la tierra justifica eliminar y controlar a las personas. Se rechaza la anti hipótesis que los recursos son abundantes y que el hombre puede calcular cómo utilizarlos para su bien y su prosperidad.
Se rechaza, no sobre una base de hechos, sino en base a lo que sólo puede llamarse fervor religioso o ideológico que ha colocado a la Tierra misma en el centro de la realidad.
Lo que este pensamiento significa es que existe algo más grande que la vida humana individual y su fin trascendente.
Este «ser» es, evidentemente, superior a un «dios» que ha implantado un orden natural de las cosas, incluyendo las cosas humanas.
Es un cálculo teórico de los ciclos progresivos de las vidas humanas (menos de mil millones) elegidas para seguir existiendo.
Para este remanente de «supervivencia» cualquier otra vida humana es subordinada.
Los «medios» para lograr este fin se justifican por la gravedad de las crisis tales como el calentamiento de la tierra y otras calamidades inminentes…
EL SÍMIL DE ‘DIOS’ SON LOS ELEGIDOS PARA SOBREVIVIR
La «ética» de la preservación planetaria supera a cualquier ética de virtud o propósito humano.
Lo que vemos aquí es una «religión» cuasi mística sin un «dios».
Lo que sustituye a «dios» son algunos de los mil millones de seres humanos elegidos para la supervivencia por la teoría y política de la capacidad limitada de la tierra y el uso excesivo por «demasiados» seres humanos.
El Dios de los Judíos y cristianos no es el mundo. Dios es el mismo Dios, incluso si el mundo no existe.
La creación no es un dios, tampoco lo es el Sol, la Tierra, o el Cosmos entero. Los seres humanos, individual o colectivamente, no son ni pueden ser «dioses».
A través de la era moderna, desde la Revolución Francesa, el pueblo, la nación, el estado, la humanidad, la raza, la clase, incluso el sexo o género, pueden ser considerados como candidatos para sustituir a «dios».
El último candidato para reemplazar a «dios» es la «tierra» en sí. Esta «diosa» no es nueva, por supuesto.
Una «Madre Tierra» es entendida como aquella que se encarga de todo; que se cierne sobre la vida y la muerte, el futuro y el pasado.
Hacer de la tierra el propio objeto central de nuestra preocupación y ética no es consecuente. ¿Por qué?
Si la tierra es «dios», ¿por qué es que alguna vez dejó que el hombre apareciera en ella para que actuara con torpeza?
Si, por hipótesis, tenemos demasiada gente (y no hay ninguna prueba de que así es), necesitamos reducir nuestra tasa de nacimientos y la cantidad de población.
NECESITAMOS DE LA EUTANASIA Y DEL ABORTO
Necesitamos instituir la eutanasia generalizada y de bajo costo, cuyos principios ya están en marcha en muchos países y estados, para librarnos de los pobres inútiles o personas que en otro respecto no son perfectos.
Necesitamos desmantelar aquellas tecnologías y estructuras (presas, puertos, carreteras, maquinas) que fueron diseñadas para respaldar a las poblaciones más grandes.
Necesitamos «planificar» la eliminación de las cantidades excesivas de humanos.
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Esta lógica muestra cómo cosas tales como la anticoncepción, la esterilización y las uniones homosexuales, intrínsecamente estériles como son todos ellas, tienen su atractivo: el «sexo» sin consecuencias.
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Y el sexo sin consecuencias conduce a la reproducción fuera del útero, a los laboratorios.
Y aún más, sería bueno sacar a los niños fuera del contexto personal de madres, padres y familias.
Debemos ponerlo en manos de la «ciencia» y del estado, en granjas de bebés, donde se puedan tratar «racionalmente».
De esta manera, los números y tipos de niños podrían ser más fácilmente regulados por el Estado.
Con tecnologías in vitro y otras tecnologías adicionales de fuera del útero, esto parece factible.
Los pobres deben ser sacados de su contexto no enriqueciéndolos, sino reduciéndoles sus capacidades reproductivas y la manutención para los niños «no deseados».
El aborto no es tan sólo un «anticonceptivo sustituto», sino una operación necesaria para librarnos de cada niño «no deseado» o «no autorizado».
China e India ya iniciaron este camino.
La conexión directa entre las teorías de la primacía de la tierra y el brutal control de los seres humanos a través del aborto, la esterilización y la eutanasia, simplemente no puede evitarse.
La religión sin «dios» indica a quién se le exigirán sacrificios, por lo que la reducción de la población mundial se convierte en un «sacrificio sangriento» en nombre de la tierra y su conservación.
Desde 1980, el mundo ha sido testigo de 1.3 mil millones de abortos.
Ahora vemos que los fetos abortados se utilizan para fines comerciales.
Estas bárbaras operaciones son vistas como «sacrificios sangrientos necesarios» para el bienestar de la «diosa» tierra.
La noción de que las personas humanas individuales de nuestra especie tienen una dignidad trascendental ya no se sostiene más.
Es lo que consideran causa de nuestros problemas ecológicos.
Así es como tenemos algo más grande que el hombre. No es «Dios» ni un «dios».
Es la misma tierra vista como nuestro único fin mientras flota alrededor del Sol, con aproximadamente mil millones de habitantes, sin ningún otro propósito que seguir adelante funcionando ella misma con «recursos disponibles» limitados.
LA VERDADERA POSICIÓN CATÓLICA: LA TIERRA AL SERVICIO DEL HOMBRE
Benedicto XVI fue quien sentó la posición de la Iglesia respecto a la ecología y el medioambiente.
E influyó notoriamente en la encíclica ambiental de Francisco, ‘Laudato Si’.
Escribió con frecuencia sobre el medioambiente y pidió a todos los católicos a ser mejores administradores de la creación de Dios.
Bajo el pontificado de este Papa, el Vaticano se convirtió en el primer estado soberano del mundo en convertirse en “carbono neutral”.
Lo que significa que todas las emisiones de gases de efecto invernadero del pequeño país se compensan con las energías renovables y créditos de carbono, gracias a los árboles adicionales y paneles solares.
También hizo uso de una energía más eficiente, parcialmente papamóvil eléctrico.
Durante el Día Mundial de la celebración de la Paz en 2010, el Papa Benedicto XVI eligió el tema “Si quieres promover la paz, protege la creación”.
“Todos somos responsables de la protección y el cuidado del medio ambiente”, dijo.
En su mensaje llamó a la Iglesia a ver el cuidado de la creación como una extensión de la atención de la Iglesia por la humanidad.
También se refirió al fenómeno de “refugiados ambientales” precediendo al desarrollo que luego continuó Francisco.
“¿Cómo permanecer indiferentes ante los problemas asociados con fenómenos como el cambio climático, la desertificación, el deterioro y la pérdida de productividad de amplias zonas agrícolas, la contaminación de los ríos y acuíferos, la pérdida de la biodiversidad, el aumento de las catástrofes naturales y la deforestación de ecuatorial y las regiones tropicales?
¿Cómo descuidar el creciente fenómeno de ‘refugiados medioambientales’, las personas que se ven obligados por la degradación de su hábitat natural a renunciar a ella – y con frecuencia también a sus bienes – con el fin de hacer frente a los peligros e incertidumbres del desplazamiento forzado?
¿Podemos quedarnos de brazos cruzados frente a los conflictos reales y potenciales que implican el acceso a los recursos naturales?”.
Y lo relacionó con los derechos humanos, como luego siguió desarrollándolo Francisco.
“Todos estos son problemas con un profundo impacto en el ejercicio de los derechos humanos, como el derecho a la vida, la alimentación, la salud y el desarrollo”.
En Sydney en 2008, dijo a los jóvenes de la JMJ que la preocupación por la creación y el cuidado de la humanidad están interconectadas.
“La preocupación por la no violencia, el desarrollo sostenible, la justicia y la paz, y el cuidado de nuestro medio ambiente son de vital importancia para la humanidad.
No pueden, sin embargo, entenderse prescindiendo de una profunda reflexión sobre la dignidad innata de toda vida humana, desde la concepción hasta la muerte natural, una dignidad otorgada por Dios mismo y por tanto, inviolable”.
En su exhortación apostólica del 2007 “Sacramentum Caritatis”, el Papa Benedicto XVI señaló que incluso la liturgia recuerda a los fieles la importancia de la creación de Dios cuando,
“El sacerdote dirige a Dios una oración de bendición y petición sobre el pan y el vino, ‘fruto de la tierra’ ‘fruto de la vid’ y ‘trabajo del hombre’”.
“Con estas palabras, el rito no sólo incluye en la ofrenda a Dios todos los esfuerzos humanos y la actividad, sino que también nos lleva a ver el mundo como creación de Dios, que produce todo lo necesario para nuestro sustento.
El mundo no es algo indiferente, materia prima para ser utilizada simplemente como mejor nos parezca.
Más bien, es parte de un buen plan de Dios, en la que todos estamos llamados a ser hijos e hijas en el Hijo de Dios, en Jesucristo”.
Por su parte Francisco señaló, citando a su predecesor, que una ecología del medio ambiente está directamente relacionada con una ecología humana adecuada.
“No puede haber una renovación de nuestra relación con la naturaleza sin una renovación de la humanidad misma.
No puede haber una ecología sin una antropología adecuada.
Cuando la persona humana es considerada simplemente como un ser entre otros, el producto del azar o del determinismo físico, a continuación, ‘nuestro sentido general de responsabilidad se desvanece’”.
Fuentes:
- http://www.catholicworldreport.com/Item/4082/the_divinization_of_the_earth_a_religion_without_a_god.aspx
- http://cuapress.cua.edu/books/viewbook.cfm?book=SOGF
- http://feeds.newadvent.org/~r/bestoftheweb/~3/AKh2AaT-V4w/mother-nature-is-one-unreliable-lady
- http://www.conoze.com/doc.php?doc=9066
- http://www.catholicregister.org/faith/item/25095-benedict-xvi-the-green-pope
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