La época de los grandes milagros de Dios que te contamos.
La fiesta más extendida en el mundo es la Navidad.
Todos los años, el 25 de diciembre, miles de millones de personas la celebran.
Estamos celebrando el cumpleaños de Jesucristo.
Y aunque el enemigo quiera borrar eso, cambiándole de nombre al día, no se ha podido sacar de encima las tradiciones navideñas, que apuntan al cristianismo.
Ni las inmensas gracias que Dios regala a los seres humanos ese día.
Porque es algo que viene instituido desde el cielo, no es una fiesta humana.
Aquí hablaremos sobre cómo las principales tradiciones navideñas apuntan a Jesucristo, aunque lo quieran ocultar, y sobre los milagros que Dios regala a los hombres ese día.
La historia más grande jamás contada es que Dios se hizo hombre, en la tierra, naciendo de una mujer.
Comienza 9 meses antes de su nacimiento, cuando el ángel Gabriel le dice a la Virgen María que fue elegida por Dios para ser la madre de Su Hijo.
Y a partir de ahí se despliega una historia llena de milagros, para convencer a la humanidad de que ese ser que había nacido, era Dios verdaderamente.
Y que nos había venido a salvar a los seres humanos y a mostrarnos el camino hacia el cielo.
Ese nacimiento dio cumplimiento a decenas de profecías que había recibido el pueblo de Israel a través de los siglos.
Y que muchos descreían porque no cumplía nunca, lo mismo que ahora.
Y unos reyes magos de oriente, vieron en el cielo una enigmática estrella que interpretaron era el augurio de un hecho excepcional y fueron guiados a Belén durante varios meses para rendir honores al recién nacido.
El niño nació milagrosamente y Su madre fue Virgen antes, durante y después del parto.
Y cuando su nacimiento Dios derramó una serie de gracias en todo el mundo.
Los animales se alegraban dando saltos, las flores y plantas reverdecían y exhalaban más perfume, brotaban fuentes de agua de la tierra y los seres humanos estaban llamativamente alegres.
Ese niño había sido engendrado en un tiempo histórico, en un lugar geográfico alejado, entre gente simple y pobre.
Nació en un establo y vivió en un hogar con un padre y una madre, lo que hoy es ya un milagro.
Y cuando llegó el momento, a sus 30 años, comenzó su vida pública y a predicar su mensaje de salvación.
Se rodeó de discípulos y perdonó pecados, realizó muchos milagros, curaciones y expulsó demonios.
Y tres años después el mundo y el maligno no soportaron su mensaje y le dieron muerte por crucifixión, momento en el cual el cielo se oscureció, y hubo varias señales de disgusto de Dios.
Al tercer día resucitó y envió a sus discípulos a evangelizar el mundo, les dio dones especiales y les pidió crear Su Iglesia.
Y a partir de allí comenzó la evangelización de los pueblos, en una historia de 20 siglos llena también de milagros.
El Papa Julio I eligió el 25 de diciembre para la fiesta de la Natividad, en el año 350, sobre la base de los cálculos de Dionisio el Exiguo y debido a la tradición.
Convirtiéndose en la segunda fiesta más antigua entre los cristianos, ya que la primera celebración que los primeros cristianos tuvieron fue la Pascua.
Desde ese momento el mundo festeja el cumpleaños de ese niño el 25 de diciembre.
Y lo hace a través de infinidad de tradiciones.
En el siglo VIII San Bonifacio fue a llevar el evangelio a las tribus germánicas del norte de Europa, quienes hacían sacrificios humanos a Odin y Thor, al pie de un roble sagrado para ellos.
Y un día del año 723 estaban por hacer un sacrificio y Bonifacio cortó el roble a hachazos, ante el horror de los germanos.
Y entre las raíces del roble apareció el brote de un abeto, que más tarde trasladó a su capilla, dando inicio a la tradición del árbol de Navidad.
Y en el año 1223 San Francisco de Asís hizo la primera escena de la natividad en una cueva fuera de la ciudad de Greccio, Italia, donde participó todo el pueblo a la luz de las candelas.
Fue una escena en vivo y en silencio, incluyendo un buey y un asno entre los demás personajes habituales.
Surgió así lo que llamamos pesebre, belén o nacimiento.
Mientras que el mundo reflotó la idea, presente en varias culturas europeas, de un hombre bonachón que durante el 25 de diciembre va por las casas llevando regalos a los niños, al que llaman Papa Noel o Santa Claus.
Pero para conformar este personaje recurrieron a un santo católico San Nicolás, que fue arzobispo de Myra en el siglo IV y sus restos están en Bari.
Tuvo los dones de bilocación y de hacer milagros, y una de las cosas que hacía era dejar regalos por las noches a las personas que necesitaban.
Aunque el mundo quiera quitarse de encima que la fiesta universal que festeja los 25 de diciembre es debido al nacimiento de Jesús, ese día suceden cosas milagrosas que reafirman que es un día santo para Dios, porque nació Su hijo en la tierra, y no es solo un día comercial.
Comenzando por la reunión de las familias y amigos, los reencuentros, las felicitaciones, los abrazos, los regalos.
¿Quién puede derramar tanto amor sino Jesús?
Ese día de Navidad también es la fecha del año en que más almas del purgatorio se liberan hacia el cielo, y por lo tanto necesitan de las oraciones finales de los vivos.
Esto fue confirmado por varias revelaciones, una por ejemplo es la de la Reina de Paz de Medjugorje en 1983, que dijo,
«No es el día de Todos los Santos, sino en Navidad, que el mayor número de almas dejan el Purgatorio».
Además, una monja tuvo una revelación en 1879, de que, por una gracia especial de Dios en ese día solamente, todas las almas del purgatorio, sin excepción, tienen una participación en las misas de la Iglesia, incluso las que están en los niveles más bajos.
Y coincidentemente el padre Segundo Llorente, misionero en el Círculo Polar Ártico en el siglo XX, tuvo una experiencia impresionante un día de Navidad en su primera parroquia.
Ese día abrió temprano la iglesia con la intención de tener una hora de oración para él solo.
Y quedó congelado porque estaba llena de gente extrañamente vestida con la ropa más pobre y en silencio total.
Un grupo pequeño estaba junto a la escena del pesebre contemplándolo.
En voz alta les preguntó cómo llegaron. Nadie respondió.
Y finalmente una mujer contestó, «Cosas extrañas suceden en la noche de Navidad», para luego desaparecer.
Eran almas que estaban haciendo el purgatorio en la Tierra y que probablemente se estaban preparando para salir hacia el cielo esa noche.
Ese día de Navidad, Dios derrama una sensación de paz en todos los seres de la tierra.
Por ejemplo, es célebre la tregua de Navidad en la primera guerra mundial de 1914.
Miles de soldados ingleses y alemanes salieron de las trincheras esa noche, cantaron villancicos juntos, compartieron la comida y pequeños regalos, y en algunos lugares hasta jugaron un partido de fútbol a la mañana siguiente.
Además hay infinidad de milagros de curación ese día, inexplicables para los médicos.
Y el Señor se revela más explícitamente.
Por ejemplo, en la misa de Navidad de 2013; se produjo un milagro eucarístico en Polonia.
Donde una hostia manifestó manchas de sangre humana, que fue corroborado por rigurosas investigaciones y aprobado el milagro en el 2016.
En resumen, la historia más grande jamás contada, el nacimiento del hijo de Dios en la Tierra como ser humano, ha producido entre nosotros la fiesta más popular en el mundo.
Sin embargo, nuestra cultura crecientemente apóstata, quiere borrar cualquier vestigio cristiano de esa fecha.
Lo ha hecho cambiandole el nombre, pero no han podido abolirla, porque es una fiesta otorgada por Dios para el mundo.
Cada tradición que sigue viva recuerda que festejamos el nacimiento de Jesús.
Y ese día el cielo derrama infinidad de gracias sobre la Tierra y produce una enorme cantidad de milagros para festejarlo.
Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre el signo cristiano que tiene la fiesta del 25 de diciembre y sus tradiciones más extendidas; todo habla de Jesucristo.
Y me gustaría preguntarte si en el lugar donde tu vives la mayoría de la gente tiene conciencia que ese día 25 de diciembre nació Jesucristo o no.
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