Las huellas de las Almas del Purgatorio que visitan la Tierra conservadas en un Museo.

Numerosos santos y místicos han recibido visitas de almas del Purgatorio para solicitar oraciones y misas para purificarse más rápido y elevarse al cielo prontamente.

Pero algunos dicen que son demonios o que son fantasías de los místicos.

Sin embargo Dios ha permitido que estas almas dejen pruebas físicas de su presencia en la Tierra y hay un Museo de Roma que conserva estas pruebas.

Aquí mostraremos las pruebas físicas que han dejado las almas del Purgatorio en la Tierra para probar que sí existe.  

Al lado del Palacio de Justicia, junto al Vaticano, existe una iglesia llamada «la pequeña catedral de Milán», porque su fachada es de estilo gótico, un estilo raro en Roma.

Allí en la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio se conservan objetos que muestran extrañas marcas de fuego, que han sido definidas como testimonios del más allá.

Se trata de un conjunto de sábanas, hábitos, tablillas y páginas de libros encerrados en vitrinas de cristal que muestran signos impresionantes: cruces, huellas ennegrecidas de dedos y de manos.

Son las marcas que supuestamente dejaron almas del Purgatorio que visitaron la Tierra.

El museo ha tenido enemigos dentro de la Iglesia, incluso se trató de cerrarlo en tiempos de Pío X, pero este pontífice se opuso.

¿Como se inició el museo?

A finales del siglo XIX se erguía la capilla de la Virgen del Rosario al lado de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, frente al Tiber.

El 15 de noviembre de 1897, el párroco francés Victor Jouet, estaba rezando frente al altar cuando una de las velas prendió fuego en el marco del cuadro de la Virgen.

Y el humo trazó una mancha que parecía un rostro.

Pronto miles de peregrinos llegaron a rezar durante horas frente a la mancha en la que veían un rostro de expresión afligida, melancólica, dolorida o de sufrimiento.

Para los fieles representaba la cara y el cuerpo atormentado de un hombre rodeado de llamas.

Jouet concluyó que era un alma atormentada por las llamas del Purgatorio

Se preguntó si en otros lugares se habrían registrado apariciones análogas, y comenzó a realizar investigaciones sin reposo.

Empezó a recorrer media Europa para recoger testimonios de la presencia visible de las almas del Purgatorio, en conventos y casas particulares. 

La búsqueda no resultó nada sencilla pero, al cabo de algunos años, el padre Jouet consiguió reunir muchos testimonios que parecían confirmar su hipótesis, de casos de almas que se encontraban en el Purgatorio y se habían manifestado a los vivos, pidiendo plegarias e intercesiones que apresuraran su llegada al Paraíso.

Al cabo de algunos años había reunido 280 marcas.

Se trataba de ropas, libros, camisas y otros materiales en los que aparecían manchas que mostraban diferentes figuras.

Entonces se dio cuenta que necesitaba espacio para poder exhibir sus reliquias. 

Se contactó con el ingeniero Giuseppe Gualandi y le pidió que concluyera los trabajos de la iglesia del Sagrado Corazón del Sufragio, iniciados en 1894, y anexara una habitación donde pudiera exhibirse la colección.

La construcción de la curiosa y extraña iglesia neogótica terminó en 1917.

Pero el Pequeño Museo de las Almas del Purgatorio se inauguró antes de terminar el siglo XIX.

Y en 1900 Jouet fundó la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús en Sufragio de las Ánimas del Purgatorio.

A la muerte de Jouet, en 1912, el obispo Gilla Gremigni y el padre Ricasoli solicitaron al Papa Pío X que permitiera destruir los casos menos documentados de la colección.

Seleccionaron los que poseían más certificaciones y aprobaciones de las autoridades y las 280 piezas se redujeron a 19, que dan testimonio de 12 casos.

Y fueron guardadas en una larga vitrina ubicada en un pasillo que conduce a la sacristía.

En la vitrina se pueden ver las reliquias, la mayor parte del país de origen de Jouet, Francia, encontradas entre 1637 y 1919.

La primera es una foto de la imagen que apareció después del incendio en la capilla de la Virgen del Rosario.

Veamos la historia de algunos casos.

Hacia 1731 la madre Chiara Isabella Fornari, era la abadesa de las clarisas del monasterio de San Francisco, en Todi.

Y el 1 de noviembre se le apareció el padre Panzini, abad de la ciudad italiana de Mantua, y su confesor.

Venía desde el Purgatorio a pedirle rezar misas por su alma.

La madre Chiara se encontraba trabajando en su telar y el sacerdote comenzó a dibujar, con la punta del dedo índice incandescente, una cruz en el telar de madera.

Mientras dibujaba colocó la mano izquierda sobre el telar y la impresión de la mano también quedó grabada sobre la madera.

Puso después la mano izquierda sobre una hoja de papel chamuscándola y dejó impreso los contornos de su mano.

Aterrorizada, la monja quiso huir, pero el alma del sacerdote la agarró con la mano derecha y el calor de la mano perforó la manga del hábito y la camisa de la religiosa, llegando hasta la piel.

En la túnica se pueden ver las marcas de la quemadura, mientras que en la camisa se ven marcas chamuscadas y algo que se dice que es sangre.

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Otro documento es el dejado por la madre de Joseph Leleux, que era un joven disoluto que vivía en la ciudad de Wodecq-But, Bélgica, en el siglo XVIII.

Veintisiete años después de la muerte de su madre, el 21 de junio de 1789, la mujer regresó en espíritu para ponerlo sobre aviso de los terribles castigos que podría tener de continuar con ese ritmo de vida.

La madre lo tomó por el brazo y le pidió que pusiera fin a su vida disoluta, y dejó la camisa de su hijo con la marca carbonizada de los dedos.

Joseph, asustado, se enmendó y corrigió el rumbo. 

Se dice que murió en olor de santidad en 1825.

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Otro caso. Cierta noche de 1814 la señora Marguerite Dammerlé, de Erlingen, Metz, Francia, se encontraba rezando en su recámara.

De pronto se le apareció una mujer gimiendo de dolor, vestida muy religiosamente como peregrina. Se presentó y le dijo:

«Soy tu suegra, muerta de parto hace treinta años.

Haz una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Marienthal por mí, y pide que se oficien dos misas por mi alma».

Cumplido su deseo, el espíritu de la suegra reapareció para agradecer y despedirse.

Pero antes de ascender al paraíso dejó un recuerdo, una huella de fuego en el libro de oraciones de Marguerite.

Luego se transfiguró, inundándose de felicidad y de luz, y desapareció rumbo al Cielo.

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Otro caso similar. En la noche del 21 de diciembre de 1838, Joseph Schitz estaba en su casa en Stralbe, leyendo un libro de oraciones.

Cuando de improviso, se estampó en una de las páginas la huella de una mano.

Le pareció sentir una presencia insólita, una ráfaga de viento frío y creyó escuchar una voz que reconoció la de su hermano, Jorge, muerto hacía poco.

Le decía que a pesar de la vida licenciosa que había llevado, consiguió salvarse.

Pero estaba sufriendo terriblemente en el Purgatorio.

Y suplicaba que hiciera rezar unas misas por su alma, para abreviar su estancia allí

Y lo probó dejando las marcas ennegrecidas de los cinco dedos de la mano derecha, perforando 9 hojas del devocionario en lengua alemana de Joseph.

Un caso más es el gorro de dormir de Jean Le Sénechal, de Ducey, Manche, Francia.

La señora Sénéchal murió en 1873, y le hizo prometer a su marido que mandaría rezar tres misas en sufragio por ella.

El marido no pidió las misas.

Y dos años más tarde se le apareció para preguntar por qué no había cumplido su último deseo.

Jean intentó tranquilizarla alegando que no pidió las misas por falta de dinero. 

La hija tenía, pero ¿cómo pedirle? Su hija no creería lo de la aparición.

Y para que la hija le creyera y pagara el costo de las tres misas, tocó el gorro de dormir del marido, dejando marcada toda la mano.

Jean llevó el gorro a su hija y obtuvo el dinero para las misas. 

En esa misma noche, el alma de Louise Le Sénechal fue vista elevarse hacia el cielo.

También en el museo se conserva la huella que habría dejado un avaro que había ordenado ser enterrado con una bolsa de dinero.

A los pocos días se le apareció a un amigo para pedir que se dijeran misas en su nombre y así poder salir del Purgatorio.

Y para pagar las misas, colocó la bolsa de dinero sobre la mesa y ahí quedó grabada una forma circular.

Y otro que dejaba dinero desde el más allá fue un sacerdote del monasterio italiano de San Leonardo de Montefalco.

Quien tras su muerte dejaba todos los días un billete de 10 liras en la puerta del convento para que hicieran misas por él.

Así hasta 300 liras, desde el 18 agosto al 9 de noviembre de 1919.

Y allí está una copia de uno de los billetes.

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A finales del siglo XX el padre Renato Bruni era el párroco encargado de la Sagrado Corazón del Sufrimiento y cuando le preguntaron si él y sus fieles realmente creían en las historias de estos objetos, se molestó y respondió,

«Por supuesto que sí, no veo por qué no. Estas son pruebas. Nuestro obispo investigó varias de ellas y todas fueron verificadas».

Pero los tiempos cambian y el párroco del año 2013, Roberto Zambolin, precisó en una entrevista que el valor del museo «es puramente humano y no constituye una prueba de la realidad del Purgatorio».

Son los tiempos que corren y por eso se oye hablar poco de este Museo, aunque sigue en funcionamiento.

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre el Museo de objetos que dejaron almas del Purgatorio que visitaron la Tierra, que está en Roma, y algunas de las piezas que hay en él. 

Y me gustaría preguntarte si crees que las piezas que hay en el museo fueron dejadas por Almas del Purgatorio que visitaron la Tierra o no.

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