Qué sucedió en las diversas partes del mundo cuando nació Jesús.
Hubo muchos mensajes que anunciaron el nacimiento de Jesucristo, incluso con siglos de anticipación.
Y sucedieron muchos signos en el mundo en el momento de su nacimiento.
Lo cual es indicio de que la primera Navidad fue preparada con mucha antelación, anunciada a todo el orbe y se derramaron muchas gracias sobre la Tierra en ese momento.
Aquí hablaremos sobre los fenómenos sobrenaturales que sucedieron alrededor del nacimiento de Cristo: las profecías previas confirmadas, lo que sucedió en la cueva de Belén y lo que sucedió en Jerusalén, Roma y Egipto.
En el Antiguo Testamento hay cientos de profecías sobre Jesús, sobre su nacimiento, su misión, su pasión, su muerte, su resurrección, su reinado.
Cristo saldría de Israel, sería descendiente de Abraham, Isaacy Jacob.
Nacería en la familia de David, en Belén, nacería de una virgen, sería Dios manifestado en la carne.
La venida de Cristo sería anunciada por un mensajero e incluso fue especificado tiempo de Su venida.
El Príncipe de la Paz nacería en un paréntesis histórico de paz.
El reinado romano de César Augusto fue una época de paz, prosperidad y felicidad.
Augusto tomó un censo imperial durante esta era de paz.
Y según San Beda el Venerable,
“Como un amante de la paz, Él iba a nacer en el momento del silencio más profundo.
Y no podía haber ningún indicio más claro de la paz que se levantara un censo en todo el mundo.
Augusto reinó en el momento del nacimiento de Cristo por una docena de años en la mayor paz, la guerra se arrullaba hasta dormir en todo el mundo”.
Pero la tradición sostiene que César Augusto recibió la información del oráculo de la Sibila Tiburtina, que un niño hebreo haría silenciar todos los oráculos de los dioses romanos.
La escritura menciona que el nacimiento de Cristo sucedió exactamente en el momento correcto, porque fue planificado desde el inicio de los tiempos.
Uno de los signos más importantes fue la Estrella que guió a los 3 reyes magos.
Santo Tomás de Aquino advirtió, de acuerdo a los relatos bíblicos, que esa estrella siguió un camino de norte a sur, que no es lo común en las estrellas.
Aparecía no solo de noche, sino también durante el día y algunas veces aparecía y otras se ocultaba.
No tenía un movimiento continuo: avanzaba cuando era preciso que los magos caminasen, y se detenía cuando ellos debían detenerse.
Y la estrella mostró el parto de la Virgen no sólo permaneciendo en lo alto, sino también descendiendo, porque no podía indicar claramente la casa si no estuviese cercana a la Tierra.
Por esto concluye que fue una especie de astro creado aparte de los otros, no en el cielo sino en la atmósfera próxima a la Tierra, y que se movía según la voluntad de Dios.
Pero también hay otros que estiman que la Estrella de Belén podría haber sido una conjunción astronómica inusual, de varios astros muy cercanos vistos desde la Tierra, y que parecían uno solo.
Y otros que hablan de un cometa.
Ese día de Navidad, María dijo a San José que el niño nacería a medianoche porque, en ese momento se cumplirían los nueve meses desde la Anunciación.
Antes del nacimiento, María estaba de rodillas, con los ojos levantados al cielo y con las manos juntas sobre el pecho.
Su semblante emitía rayos de luz y brillaba con indescriptible grandeza.
Inflamada del amor de Dios, su cuerpo se hizo tan espiritualizado, que ya no parecía una criatura humana y terrenal.
A medida que pasaban los minutos el resplandor en torno a la Virgen era cada vez mayor.
La cara de María estaba vuelta hacia el este, absorta en un éxtasis de oración.
Y hacia la medianoche, un canal de luz brillante bajó del cielo y terminó en la Virgen, con el acompañamiento de coros de ángeles.
Y en un abrir y cerrar de ojos, el niño Dios nació, glorioso y transfigurado como en el Monte Tabor.
Irradiaba una luz tan maravillosa y esplendente, que el sol no podría compararse.
Y los ángeles se podían escuchar suavemente, cantando cánticos de una dulzura maravillosa.
Los místicos han hablado de 10.000 ángeles que habían descendido a la gruta para adorarlo.
Los primeros en ver al niño fueron los pastores pobres, humildes y devotos de Belén.
Mientras tres de ellos estaban con sus rebaños en los campos a un kilómetro y medio de la gruta de la Natividad, se dieron cuenta con asombro de una nube extraña y luminosa flotando por encima de la colina, en la que se encontraba la cueva y el pesebre.
Y de repente, una luz brillante descendió sobre ellos y dentro de la luz percibieron la espléndida figura del arcángel Gabriel en forma humana.
Estos hombres sencillos se llenaron de miedo hasta que Gabriel les dijo tranquilizadoramente,
“No tengan miedo, porque he aquí os doy nuevas de una gran alegría para todo el pueblo. Porque ha nacido hoy en la ciudad de David, el Salvador, que es Cristo el Señor. Y esta es la señal: encuentren un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Mientras hablaba, el resplandor a su alrededor se hizo aún más brillante, revelando otros siete grandes ángeles de belleza extraordinaria.
Y luego toda una multitud de ejércitos celestiales, alabando a Dios y cantando en dulce armonía, una melodía suave y alegre.
“¡Gloria a Dios en las alturas y en la Tierra paz a los hombres de buena voluntad!”
Después de entonar este hermoso canto, los ángeles fueron a otros dos grupos de pastores a cierta distancia y le llevaron la misma noticia maravillosa.
Y estos hombres se dijeron unos a otros con entusiasmo:
“¡Vayamos a Belén y veamos esto que ha ocurrido, que el Señor nos ha dado a conocer a nosotros!”
Pero primero se dedicaron a recoger cuidadosamente los regalos adecuados.
Sólo hacia el alba fue que encontraron la cueva y golpearon con timidez en su entrada.
Los místicos cuentan que también se vio en el mundo una insólita alegría entre la gente de buena voluntad, pero temor en los corazones de los perversos, cuando el nacimiento.
Entre los primeros, vieron a la maestra de María llamada Noemí, a Simeón y a la profetisa Ana, a quién le fue comunicado el lugar del nacimiento en Belén.
También observaron la alegría de Juan Bautista en los brazos de su madre.
Vieron además que los animales se alegraban dando saltos, y las flores y plantas reverdecían y exhalaban más perfume.
Vieron brotar fuentes de agua de la tierra, especialmente cerca de la gruta del nacimiento.
Presenciaron que los rollos de las escrituras de los saduceos saltaban de su lugar en las bibliotecas, lo que atemorizó a algunos judíos, considerando que se trataba de una brujería.
Y vieron que los estaban presentes en el templo de Jerusalén tenían visiones del nacimiento.
Paralelamente se dieron varios sucesos extraordinarios en Roma.
Una estatua de Júpiter cayó de su pedestal y se destruyó, porque se le cayó el techo del templo encima.
Esto causó temor en la población, y preguntaron al ídolo de Venus cuál era la explicación, y el ídolo le respondió,
“Esto ha sucedido porque una Virgen ha concebido un Hijo sin dejar de ser virgen; y este Niño acaba de nacer”.
En el barrio judío de Roma, en el momento del nacimiento de Cristo, una fuente de aceite brotó de la tierra en la taberna de un hombre, en lo que hoy se llama Trastevere, la región al sur del Vaticano y al oeste del río Tíber.
Esta fuente de aceite reveló a los Judíos de Roma que el Mesías había nacido por fin, porque Mesías o Cristo significan “ungido con aceite.”
Muchos cónsules romanos pedían informes sobre este evento.
Al día de hoy, la Iglesia de Santa María in Trastevere marca la ubicación.
Los sacerdotes paganos consultaron sus registros con gran alarma.
Y en un momento dado el propio emperador tuvo una visión en el cielo de una mujer y el niño por encima de un arco iris.
Augusto reconoció que esta visión correspondía a la profecía sobre el niño hebreo.
Inmediatamente consultó a un oráculo, qué le dijo que había nacido un niño al que debían adorar y homenajear.
En respuesta a esta aparición de María y Jesús, Augusto edificó un altar en el Capitolio en honor de este niño con el título Ara Primogeniti Dei, que significa “Altar del Primogénito de Dios.”
Más de trescientos años después, el emperador cristiano Constantino el Grande, construyó una iglesia en este lugar de la aparición, que se llama Basílica Sanctae Mariae de Ara Coeli, que significa “Basílica de Santa María del Altar del Cielo”.
También un ídolo que profetizaba oráculos en Egipto de repente enmudeció y el Faraón hizo sacrificios para conocer el motivo del silencio.
Lo que obligó a hablar al ídolo, que dijo que debía desaparecer porque había nacido el Hijo de la Virgen.
Y allí el faraón levantó un templo en su honor y en el del niño.
Y se relata también que en ese momento los Reyes Magos vieron un arcoíris y a la virgen sentada sobre la media luna, con espigas de trigo a la derecha y cepas de vid a la izquierda.
Y delante de la Virgen se elevó un cáliz de donde vieron salir al niño.
Luego del costado derecho del niño salió una rama, de la que emergió una iglesia, y la virgen hizo entrar al cáliz, al niño y a la hostia en la iglesia.
Y posteriormente vio que la iglesia se transformó en una especie de Jerusalén Celeste.
Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los sucesos que ocurrieron cuando el nacimiento de Jesús en todo el orbe y las gracias derramadas a las personas de buena voluntad.
Y me gustaría preguntarte cómo te imaginas el nacimiento de Jesús, lo que sucedió en la cueva y en el resto del mundo.
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