Santísima Virgen de la Misericordia, admítenos en tu presencia amorosa, acógenos bajo tu manto maternal; no nos deseches, pues venimos con corazón arrepentido, anhelando conversión y perdón. Bondadosísima Señora, Perdón y compasión. El pecado ha ofuscado muchas veces en tus hijos la luz de la razón y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús. Pero Tú eres madre y serás también intercesora, danos gracia, misericordiosísima Señora, para ofrecerte siempre, en adelante, mucho amor y mucha gracia. Así sea.
La novena comienza el 9 de marzo.
Ver Historia de la advocación en: NUESTRA SEÑORA DE LA MISERICORDIA DE SAVONA, ITALIA ( 18 DE MARZO)
Oración preparatoria para cada día
¡Santísima Virgen de la Misericordia! Admítenos en tu presencia amorosa, dejanos ocupar un rinconcito en el templo de tus prodigios maternales; no nos deseches, pues venimos con corazón arrepentido anhelando conversión y perdón, bondadosísima Señora, perdón y compasión. El pecado ha ofuscado muchas veces en tus hijos la luz de la razón, y han sido ingratos ofendiendo a tu Jesús: pero Tú eres madre y serás también intercesora. Danos gracia, misericordiosísima Señora, para ofrecerte siempre, en adelante, mucho amor y mucha gloria. Así sea.
Día Primero
Tu aparición en aquel valle desierto de Savona, nos brinda una prueba más en favor del amor que profesas a los hombres. Dejas ese Cielo de pureza y hermosura, para venir a la tierra a ofrecernos la paz, el perdón y la piedad. ¡Madre amorosísima! Ven a nuestro lado con frecuencia a darnos fuerza para la virtud y el bien, y a traernos de Jesús su perdón, y su amistad.
Se rezan: tres Ave Marías y se pide la gracia que se desea alcanzar.
Obsequio a María: Actos de gratitud a la Ssma. Virgen.
Oración final para cada día
¡Oh Madre de Misericordia! Tú que en grito suplicante nacido de tu Corazón compasivo, de Madre de pecadores, dijiste, dirigiendo tus manos a la tierra mientras tus ojos se clavaban en el cielo: «!Misericordia, Hijo mío, misericordia quiero y no justicia!»; repite hoy esta súplica en favor de estos hijos que te invocan, poniendo en tu seno toda esperanza de amor y de perdón. Acoge, Madre, la ardiente plegaria que el alma informa, para que viviendo santamente en la tierra, reinemos Contigo y tu Divino Hijo eternamente en la gloria. Amén
Día segundo
¡Oh Madre clementísima!, transportados en espíritu, vamos a aquel valle afortunado, donde posaste un día tu bendito pie. La soledad es el lugar de tus preferencias: haz, Madre amorosa, que la amemos en verdad, pues allí, en la escuela del silencio, se aprende la ciencia del amor, del sacrifico y la abnegación cristiana, triple escala que ha de conducirnos al cielo.
Obsequio: Practicar la soledad interna
Día tercero
La humildad y la sencillez son las prendas que deseas hallar en tus devotos; bien prueba esto la elección que haces del pobre Antonio para revelarle los deseos del cielo. Implanta, Madre querida, es estos corazones que por ti laten, estas bellas virtudes para que selladas con este signo, nos admitas un día en la gloria. Amén.
Obsequio: Actos de humildad
Día cuarto
Las tinieblas del pecado reinaban por todas partes cuando la luz de tu pureza inmaculada inundó la tierra de gracias y portentos. ¡Virgen purísima! Protégenos bajo tu manto, que es salvaguardia contra el vicio y el error, y nuestro corazón permanecerá incontaminado y puro, aún en medio del desorden de este mundo corruptor.
Obsequio: Actos de caridad
Día quinto
Antonio se intimida al verte tan radiante de candor de cielo: y Tu Madre piadosísima, disipas sus temores con el lenguaje de la misericordia: «No temas, yo soy María», es la frase que brota de tus labios y cual bálsamo benéfico le anima. ¡Madre clementísima! Míranos con ternura y repite con frecuencia a nuestro oído esta frase alentadora, y sea tu devoción la esperanza que nos sonría en esta vida y nos estreche en el Cielo.
Obsequio: Invocar muchas a María.
Día sexto
¡María piadosísima!, Tu aconsejas a Savona y en ella a todo el mundo la mortificación y la oración, como fuente de castos pensamientos , saludables consejos y hermosas resoluciones . Danos, pues, te lo pedimos con las más vivas instancias ese espíritu de piedad y abnegación que tanto te agrada, para que así nos reconozcas por hijos.
Obsequio: Rezar el Rosario con devoción.
Día séptimo
¡Oh! ¡Madre clementísima! Háblanos con el lenguaje mudo de la santa inspiración y haz que la acatemos siempre, practicando santas obras, a imitación de aquel pueblo savonés que acogiendo tu inspiración divina, construye un Santuario a Tu Misericordia, abre asilos y levanta altares que han de perpetuar a través de los siglos tu culto soberano.
Obsequio: Obedecer a las inspiraciones divinas.
Día octavo
¡Madre amorosísima! Tu eres la medianera entre la justicia de un Dios irritado y la malicia de u pecador obstinado. Tu eres la que con mirada suplicante de amor desarmas la cólera del Eterno y nos lo tornas propicio. Gracia, bondadosísima Señora, concedemos la gracia de invocarte siempre con amor y confianza y aseguraremos el perdón.
Obsequio: Actos de amor ala santísima Virgen.
Día noveno
¡Santísima Madre! En este último día venimos a suplicarte de rodillas ante tu trono de amor, besando tu mano dadivosa, una triple bendición que nos asegure: la pureza de la vida, la energía para el bien y una muerte justificada en tu regazo amoroso. Sí Madre, clemente, salva nuestra alma y une a ella la de los seres que amamos.
Obsequio: Comunión muy fervorosa