Su fiesta se celebra el 10 de diciembre y su novena comienza el 1º de diciembre.
Una tradición del siglo XIII nos cuenta que la Santa Casa donde nació la Virgen María y recibió el Anuncio de la Encarnación del Hijo de Dios y en donde vivió con Jesús y San José, fue trasladada por ángeles primero de Nazareth a Dalmacia y en 1294 de ahí a Loreto en Italia.
SEÑAL DE LA CRUZ
ACTO DE CONTRICIÓN
ORACIÓN
¡Oh, Madre mía! desde tu Casa de Loreto nos invitas, cariñosa a que nos acerquemos a ella con palabras de la Sabiduría: “Bienaventurado el hombre que me escucha, y vela continuamente a las puertas de mi Casa, y está en observación en los umbrales”. (Prov. 8,34).
Presuroso y con un corazón contrito y humillado acudo a tu santa Casa, Madre querida, para que por la meditación constante de los grandes misterios que en ella se operaron me excite a la práctica de las virtudes que tú me enseñas, me abras sus puertas y más tarde las del cielo. Así sea.
DÍA PRIMERO
¡Oh, Madre mía! Tu Casa fue envuelta por el poder infinito de Dios, para que el pecado no penetrara en ella en el momento feliz de tu Concepción Inmaculada. Te suplico me hagas participante del cúmulo casi infinito de gracias que entonces derramaron a porfía sobre ti, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y me alcances, en particular, tal pureza de cuerpo y alma, que merezca ser en tu Casa digno hijo tuyo y hermano de Jesús, Así sea.
EL ÁNGELUS
V. El ángel del Señor anunció a María.
R. Y concibió por obra y gracia del Espíritu Santo.
_ Dios te salve, María, etc.
V. He aquí la esclava del Señor.
R. Hágase en mí según tu palabra.
_ Dios te salve, María, etc.
V. El Verbo se hizo carne.
R. Y habitó entre nosotros.
_ Dios te salve, María, etc.
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
ORACIÓN
Dígnate, Señor, infundir tu gracia en nuestras almas, a fin de que, habiendo conocido por la voz del ángel el misterio de la Encarnación de tu Hijo, podamos llegar por los méritos de su pasión y cruz, a la gloria de la resurrección, por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
ORACIÓN FINAL
¡Oh, Madre y defensa mía! Tu casita de Loreto fue la fortaleza desde la cual derrocaste el poder del infierno y el primer Sagrario del mundo que preservaste de la profanación de sus enemigos.
Ven a mi corazón, sea él tu nueva casa que defiendas contra la multitud de enemigos que la asedian; permanece en ella con Jesús, tu hijo, para que yo sea como un sagrario en este mundo hasta que me introduzcas en el cielo. Así sea.
DÍA SEGUNDO
(En este día y siguientes, lo mismo que el primero, excepto la oración propia).
Tu nacimiento, ¡Oh, Estrella de la mañana!, llenó el cielo de alegría y la tierra de honor y felicidad. Tu Nombre dulcísimo, que entonces se oyó por primera vez en la Santa Casa repercutió con celestial melodía en el mundo entero, llevando la esperanza a los mortales. Disipe tu luz las tinieblas del pecado que me envuelven desde que nací, y tu Nombre se grabe en mi alma, como señal de los moradores de tu Santa Casa en este mundo, y sea prenda de mi eterna morada en el cielo. Así sea.
DÍA TERCERO
¡Oh, Niña encantadora de Loreto, Tú eres el lirio entre espinas, blanco por la pureza de tu cuerpo, oro por el fervor de tu caridad y fragante por la humildad de tu corazón.
Que estas virtudes de tu niñez, cuyos perfumes impregnaron los muros de tu casita de Loreto, saturen también mi corazón, para que así como ella fue trasladada a Loreto para no ser profanada, sea yo también llevado al cielo. Así sea.
DÍA CUARTO
¡Oh, Madre mía! Al tomar el Verbo de Dios la carne inmaculada que Tú le prestaste, te hiciste Madre de Dios y a nosotros hermanos de Jesús. Concédeme que al contemplar en la Encarnación el más grande de los misterios obrados en tu Santa Casa, mi carne flaca se una con tu espíritu y el de Jesús, para que pueda formar parte de la Sagrada Familia de la que Tú eres Madre tierna, en cuyo seno quiero vivir y morir. Así sea.
DÍA QUINTO
¡Oh, Madre del Amor Hermoso! La primera impresión del amor maternal hacia el Hijo que llevabas en tus entrañas, derritió tu alma santísima. Deja caer sobre mi duro corazón siquiera una gota de ese amor hermoso, que lo purifique e inflame para amar como Tú amaste en este mundo y ser amado de Dios en el otro. Así sea.
DÍA SEXTO
¡Virgen suavísima! Tu castísimo esposo José, consolado por tu intercesión amorosa te veneraba lleno de fe en compañía de la corte celestial, mientras fuiste el Sagrario vivo de mi Jesús.
Fortalece mi espíritu; consuélame en mis temores y dudas; y, ya que te venero en este misterio con José, tu esposo, los santos del cielo y los justos de la tierra, no me falte tu compañía y la de tu Santo Esposo en la hora de la muerte. Así sea.
DÍA SÉPTIMO
¡Madre obedientísima! Con el fin de dar cumplimiento a las profecías y sumisa también a la voluntad del César, te dirigiste a la ciudad de David, dando a luz allí al Verbo Encarnado; pero una vez que lo presentaste en el Templo, volviste presurosa a Nazareth, para darle posesión de tu Santa Casa.
¡Madre mía! Ya que te he seguido hasta Belén, y allí contigo he adorado a Jesús, no me cierres las puertas de tu casa bendita; quiero en ese recinto dichoso, amarlo más y más, para seguir amándole en el cielo. Así sea.
DÍA OCTAVO
¡Oh, Madre dolorosa! Las amarguras y tormentos de la Pasión, vistos en lontananza, inundaron tu Santa Casa, durante la infancia de Jesús, permaneciendo Tú amorosamente resignada, en unión con Jesús, tu Hijo y tu castísimo esposo José.
Ya que las aflicciones y penas merecidas por mis pecados, han llegado hasta el seno de mi familia, concédeme la misma resignación a mí y a todos los míos; a fin de que asemejándonos a tu Sagrada Familia, tengamos la misma recompensa en el cielo. Así sea.
DÍA NOVENO
¡Oh, Madre mía! Felices han sido los días que he pasado en tu Santa Casa. Los misterios inefables, que contigo he meditado, llenan de luz mi inteligencia y mi corazón de esperanza y amor. Mil gracias, Madre mía. En este templo de Loreto, enriquecido con las mismas gracias de la casa donde naciste, procuraré tu gloria al mismo tiempo que el provecho de mi alma. Tu casa será mi casa y tu cielo será mi cielo. Así sea.
ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LORETO
¡Oh, misericordiosa Virgen de Loreto, abogada y protectora de los hogares! Derrama sobre nosotros, que nos ponemos bajo tu amparo, tu santísima bendición y aparta de nuestras almas y de nuestros hogares, las divisiones, los conflictos y las tensiones entre los que en ellos habitan. Alivia nuestras penas. Enséñanos a vivir con armonía y haznos capaces con tu auxilio, de encontrar los recursos y saber construir con ellos un verdadero hogar. Consérvanos siempre un techo donde cobijarnos, una habitación donde compartir con nuestros familiares y amigos un ambiente de paz, en el que podamos amarnos y servirnos recíprocamente.
Piadosísima Virgen, acoge nuestros ruegos con la dulzura y piedad que Dios ha puesto en tu corazón. Te lo pedimos por tu hijo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
CONSAGRACIÓN
Santa Familia de Nazareth, modelo de todas las familias cristianas, nosotros te bendecimos y te veneramos con el alma en fiesta.
Nos consagramos a ti, para que nuestra morada llegue a ser un santuario de la presencia de Dios, cuna de nuevas existencias donde padres, hijos, ancianos y jóvenes crezcan en el amor recíproco.
Santa Familia de Nazareth, irradia, desde la Colina Lauretana, sobre el mundo: luz, fe y fuerza de amor. Protege nuestras familias y dirígelas por los caminos de las bienaventuranzas evangélicas. Amén.
Virgen de Loreto: ¡Ruega por nosotros!