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La novena de la Virgen de Luján tiene la finalidad de preparar el corazón para su fiesta del 8 de mayo. La novena comienza el 29 de abril.

Recopilamos 2 novenas, la de la Peregrinación a Luján y la de Mariología.org.

NOVENA DE LA PEREGRINACION A LUJAN

PRIMER DÍA: La Madre de Jesús quiso estar presente en nuestra tierra para darnos a su Hijo.

Fieles a la fe que recibimos, adoramos a Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo. Y veneramos a la Virgen María, la Madre de Jesús. Sabemos que en la historia de nuestra salvación, ella tiene un lugar único. Aceptó ser la Madre del Hijo de Dios y estuvo siempre unida a él. Para hacerla Madre de Cristo, Dios la preservó del pecado ya antes de nacer; por eso la veneramos como la Inmaculada, la Limpia y Pura Concepción, la “llena de gracia”. Desde el cielo, junto a Jesús resucitado, cuida y acompaña a los hermanos de su Hijo que todavía peregrinamos en esta tierra.
La evangelización en nuestro continente estuvo marcada por un gran amor a la Madre de Dios, que siem-pre dio señales de su compañía y cuidado. Así, una imagen sencilla de su Limpia y Pura Concepción, quiso quedarse en el río Luján en 1630. Su presencia silenciosa a través de la historia nos acerca el amor mise-ricordioso de Dios, que quiso hacerse hombre para darnos su Vida.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
De la Carta a los Gálatas:
“Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley, para redimir a los que estaban sometidos a la Ley y hacernos hijos adoptivos.” (4, 4-5)

RECEMOS AHORA CON EL CANTO DE LA VIRGEN:
Lc 1, 46-55
Antífona: El Señor hizo en mí maravillas.

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.

Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles,
de generación en generación.

Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.

Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
a favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: El Señor hizo en mí maravillas.

INTENCIONES:
– Amada y pura madre de Luján: te escribo estas líneas para agradecerte que hayas aceptado en tu mise-ricordioso corazón que seamos tus hijos, aunque seamos rebeldes y tantos dolores te causemos…
– María, te pido que me des fuerza para poder seguir tu ejemplo de madre, hija, esposa. Y que la luz de tu Hijo Jesús no deje de brillar en nuestro país. Danos esperanza.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SEGUNDO DÍA: La Virgen de Luján nos recuerda que Dios va haciendo la historia junto a su pueblo.

Como dice el dicho, “el hombre propone y Dios dispone”…
En el año de 1630, un hacendado portugués de Sumampa, Santiago del Estero, encargó a un amigo suyo de Pernambuco, Brasil, una imagen de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Éste le envió dos imáge-nes pequeñas, hechas de tierra cocida: una de la Limpia y Pura Concepción, y otra de la Virgen con el Niño Jesús dormido en sus brazos. Ambas fueron conducidas por mar desde el puerto de Pernambuco al de Buenos Aires, y después, en carreta, tomaron rumbo al norte por el “camino viejo”.
Dios quiso intervenir en este “camino” y lo cierto es que, quien llegó a Sumampa fue la imagen de la Vir-gen con el Niño. Para la otra imagen, el Señor tenía otros planes…

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del libro del profeta Isaías:
“Los pensamientos de ustedes no son los míos, ni los caminos de ustedes son mis caminos –oráculo del Señor-. Como el cielo se alza por encima de la tierra, así sobrepasan mis caminos y mis pensamientos a los caminos y a los pensamientos de ustedes.” (55, 8-9)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 25
Antífona: Muéstranos, Señor, tus caminos.

Muéstrame, Señor, tus caminos,
enséñame tus senderos.
Guíame por el camino de tu fidelidad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y mi salvador,
y yo espero en ti todo el día.

El Señor es bondadoso y recto:
por eso muestra el camino a los extraviados,
él guía a los humildes para que obren rectamente
y enseña su camino a los pobres.

Todos los senderos del Señor son amor y fidelidad,
para los que observan los preceptos de su alianza.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Muéstranos, Señor, tus caminos.

INTENCIONES:
– Te pido que me ilumines y me guíes en el difícil camino de elegir mi carrera y poder aclarar mi cabeza.
– Dame la calma que necesito para ver mi camino, ilumíname, te lo ruego, sólo sé que a pesar de todo siempre tuve dentro mío ansias de vivir.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

TERCER DÍA: La Virgen de Luján nos invita a no dejar de maravillarnos ante los signos que Dios reali-za entre nosotros.

Para ir hacia el norte, desde Buenos Aires, la carreta que llevaba las imágenes de la Virgen debía hacer varias paradas. La segunda fue cerca del río Luján, en la estancia de Rosendo (actualmente Villa Rosa, partido de Pilar). Fue en ese lugar donde ocurrió el milagro: como la carreta no podía avanzar decidieron descargarla; y sucedió que al bajar uno de los cajones avanzaba normalmente. Si se cargaba ese cajón, volvía a detenerse. Al abrirlo, encontraron la imagen de la Limpia y Pura Concepción. Conmovidos, el ne-gro Manuel y otros testigos, entendieron que la Virgen había elegido ese lugar y decidido quedarse allí.
Hoy también reconocemos en ese signo el amor que Dios nos tuvo, y el modo admirable en el que quiso dejar a su Madre entre nosotros, antes de que fuéramos nación.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Marcos:
“La gente quedó asombrada y glorificaba a Dios diciendo: ‘Nunca hemos visto nada igual’.” (2, 12)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 117
Antífona: Alaben al Señor, todos los pueblos.

¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidel
idad permanece para siempre. Aleluya.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Alaben al Señor, todos los pueblos.

INTENCIONES:
– Siempre recordaré, mientras viva, el milagro que se produjo en mí en 1999… Ayudaste a mi matrimonio y a mi familia toda. Te pido, Madre, la bendición y la protección para todos…
– Virgen de Luján: gracias por haberle curado a mi esposo…
– Virgencita de Luján: te doy gracias por haberme escuchado en el momento que te necesité. Gracias por haber ayudado a mi bebé a salir del problema que tuvo cuando nació.
– Vengo a tus pies, mi Santa Virgen de Luján, a cumplir con mi promesa, casi ya cumplida por tus plega-rias… Ya podemos decir: “nuestra casa”, ya la tenemos, de por vida te rezaremos por esta bendición.
– Virgencita querida, te pido que hagas el milagro por el bien de mis nietitos, de mis hijos y toda mi fami-lia. Gracias. Una abuela desesperada.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

CUARTO DÍA: El amor de la Virgen nos da la libertad para estar al servicio de nuestros hermanos.

El negro Manuel fue traído de África como esclavo, cuando tenía unos 25 años. Fue comprado en Brasil y traído a Buenos Aires, junto con las imágenes. Después del milagro se dedicó, hasta su muerte, por más de 50 años, a servir a la Virgen. Cuenta la tradición que muchos enfermos recobraban la salud cuando Manuel los ungía con el aceite de la lámpara que ardía en honor de Nuestra Señora. Se sabe que estuvo unos años casado con una mujer criolla llamada Beatriz, que era esclava de la misma familia a la que pertenecía; y luego enviudó.
Para que pudiera seguir cuidando la imagen, fue comprado a sus antiguos dueños gracias a una colecta popular, aunque él ya decía: “Soy de la Virgen, nomás”.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Juan:
“Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.” (15, 15-17)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 102
Antífona: El amor del Señor permanece para siempre.

Bendice al Señor, alma mía,
que todo mi ser bendiga su santo Nombre;
bendice al Señor, alma mía,
y nunca olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus dolencias;
rescata tu vida del sepulcro,
te corona de amor y de ternura;
el Señor hace obras de justicia
y otorga el derecho a los oprimidos.

Como un padre cariñoso con sus hijos,
así es cariñoso el Señor con sus fieles;
él conoce de qué estamos hechos,
sabe muy bien que no somos más que polvo.
Pero el amor del Señor permanece para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: El amor del Señor permanece para siempre.

INTENCIONES:
– Virgen de Luján, gracias por darme la libertad y poder estar con mi familia. Ayudame en todo momento, líbrame de toda tentación y nunca más separarme de mi familia.
– Virgencita de Luján, te pido bendición por los que están privados de su libertad, que pronto tengan su libertad. Gracias.
– Señor, gracias por mirarme y bendecirme con una familia hermosa; te pido pan, trabajo y salud para todos los argentinos. Amén.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

QUINTO DÍA: Desde el cielo, el negro Manuel nos anima a acercar a la Virgen a nuestros hermanos y a rezar por sus necesidades.

La primera ermita que le construyeron a la Virgen estuvo terminada en 1633. Pero a pesar de que crecía la fama de los milagros y gracias que Ella concedía, el lugar quedó más tarde abandonado durante unos cuarenta años. Sólo el negro Manuel mantuvo vivo en ese tiempo el culto a “Nuestra Señora de Luján”, como ya se la acostumbraba a llamar. Él era quien recibía a los peregrinos, rezaba por sus necesidades, cuidaba de la ermita y de la imagen, y contaba la historia del milagro.
Su gran amor a la Señora y la fidelidad a su servicio durante esos años, permitieron que hoy conservemos la imagen de la Virgen y guardemos en la memoria su presencia milagrosa entre nosotros.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Mateo:
“En aquel tiempo, Jesús dijo: ‘Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, por haber ocultado estas cosas a los sabios y a los prudentes y haberlas revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así lo has que-rido. Vengan a mí todos los que están afligidos y agobiados, y yo los aliviaré. Carguen sobre ustedes mi yugo y aprendan de mí, porque soy paciente y humilde de corazón, y así encontrarán alivio. Porque mi yugo es suave y mi carga liviana’. ” (11, 25-26. 28-30)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 27
Antífona: Señor, no me dejes ni me abandones.

El Señor es mi luz y mi salvación,
¿a quién temeré?
El Señor es el baluarte de mi vida,
¿ante quién temblaré?

Aunque acampe contra mí un ejército
mi corazón no temerá;
aunque estalle una guerra contra mí,
no perderé la confianza.

No alejes con ira a tu servidor,
tú, que eres mi ayuda;
no me dejes ni me abandones,
mi Dios y mi salvador.
Aunque mi padre y mi madre me abandonen,
el Señor me recibirá.

Yo creo que contemplaré la bondad del Señor
en la tierra de los vivientes.
Espera en el Señor y sé fuerte;
ten valor y espera en el Señor.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Señor, no me dejes ni me abandones.

INTENCIONES:
– Santísima Virgencita de Luján: …te pido… que mejoren las cosas del país. Quisiera ver crecer a mi nieto mejor…
– Virgen de Luján: …no te podés imaginar el dolor que siento al ver a mis papás peleados, cuidalos mu-cho, que los amo. Gracias, y que mejore la Argentina, que no haya más chiquitos con hambre…
– Te agradezco, Madre, por enseñarme el lenguaje del amor y cobijarme en los momentos de soledad. Pero mi fe es limitada, te pido que me ayudes a acrecentarla.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SEXTO DÍA: En Luján, tenemos una casa para estar con la Virgen. Pero Ella también quiere peregrinar con nosotros.

La señora Ana de Matos, que tenía u
na estancia unas 5 o 6 leguas de distancia de la de Rosendo, al ver el abandono en el que había quedado la ermita decidió ofrecerle un lugar más digno a la Virgen y construir, con el tiempo, una capilla para que la pudieran venerar los peregrinos. Así, con una procesión que duró dos días, la Virgen peregrinó junto a sus hijos hasta el lugar donde se construiría el nuevo templo.
También Ana de Matos, como el negro Manuel, fue un instrumento de Dios para servir a su pueblo. Gra-cias a ella, nuestra Madre pudo tener una casa para seguir recibiendo a sus hijos; y las tierras que le donó a la Virgen dieron origen a la actual ciudad de Luján.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Lucas:
“En aquellos días, María partió y fue sin demora a un pueblo de la montaña de Judá. Entró en la casa de Zacarías y saludó a Isabel. Apenas ésta oyó el saludo de María, el niño saltó de alegría en su seno, e Isa-bel, llena del Espíritu Santo, exclamó: ‘¡Tú eres bendita entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que la madre de mi Señor venga a visitarme? Apenas oí tu saludo, el niño saltó de alegría en mi seno. Feliz de ti por haber creído que se cumplirá lo que te fue anunciado de parte del Señor.” (1, 39-45)

RECEMOS AHORA CON UN SALMO:
SALMO 84
Antífona: Feliz quien ama al Señor y marcha en sus caminos.

¡Qué amable es tu Morada,
Señor del universo!

Mi alma se consume de deseos
por los atrios del Señor;
mi corazón y mi carne claman ansiosos
por el Dios viviente.

Hasta el gorrión encontró una casa,
y la golondrina tiene un nido
donde poner sus pichones,
junto a tus altares, Señor del universo,
mi Rey y mi Dios.

¡Felices los que habitan en tu Casa
y te alaban sin cesar!
¡Felices los que encuentran su fuerza en ti,
al emprender la peregrinación!

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Feliz quien ama al Señor y marcha en sus caminos.

INTENCIONES:
– Virgencita: queremos agradecerte por estar siempre con nosotros, por guiarnos e iluminarnos… Te pido por mi familia aquí presente en tu casa.
– Virgen de Luján: quisiera encomendar en tus manos la felicidad de cada persona que te visita esforzán-dose para llegar a tu Basílica y pedirte por los que hoy no están.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

SÉPTIMO DÍA: A través de la Virgen, Dios nos da alivio y consuelo para nuestros dolores.

En 1684, el padre Pedro Montalbo viajó desde Buenos Aires afectado por ahogos asmáticos. Quería vivir o morir cerca la Virgen. Fue recibido por el negro Manuel, que como a otros enfermos, lo ungió con el acei-te de la lámpara que ardía en honor de la Virgen; y le expresó que si se curaba, sería el primer capellán de la Virgen de Luján. Y efectivamente, luego de sanarse, el padre Pedro la sirvió durante 16 años, hasta su muerte.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
De la segunda carta a los Corintios:
“Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consue-lo, que nos reconforta en todas nuestras tribulaciones, para que nosotros podamos dar a los que sufren el mismo consuelo que recibimos de Dios. ” (1, 3-4)

RECEMOS:
DEL PROFETA ISAÍAS (Cap. 38)
Antífona: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

Yo decía: En lo mejor de mis días me tengo que ir:
he sido destinado a las puertas del abismo
por el resto de mis años.
Yo decía: Ya no contemplaré al Señor
en la tierra de los vivientes;
no veré más a los hombres
entre los habitantes del mundo.

Estoy piando como una golondrina,
gimo como una paloma.
Mis ojos se consumen de mirar a lo alto:
¡me oprimen, Señor, sé tú mi fiador!

Mi amargura se cambió en bienestar:
tú has preservado mi vida
de la fosa del aniquilamiento,
porque has arrojado detrás de tus espaldas
todos mis pecados.

Porque tú me salvaste, Señor,
haremos resonar nuestras liras
todos los días de nuestra vida
junto a la Casa del Señor.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Protégenos, Señor, todos los días de nuestra vida.

INTENCIONES:
– Virgen Madrecita mía: traje a mi hijo a hacerlo tu hijo y así por intermedio tuyo Dios deposite sus manos en él. Tiene problemitas de salud, que con tu ayuda y la mano del Padre va a superar… Gracias, Madre.
– Virgencita: te voy a pedir por una compañera que estuvo internada conmigo. Es una persona muy bue-na conmigo y te quiere mucho.
– Virgen de Luján, gracias por sanar a mi hijo y ayudarme a mí a superar mis problemas de salud.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

OCTAVO DÍA: A los pies de nuestra Madre de Luján, descubrimos una historia en común y nos reco-nocemos hermanos.

El milagro de la Virgen de Luján ocurrió hace muchos años. Sin embargo, el suceso de los cajoncitos y la carreta inmóvil ha llegado hasta nosotros. Alguien nos lo contó. Nuestros padres o abuelos; los catequis-tas o algún sacerdote. Lo cierto es que sabemos, por muchas voces que lo han trasmitido, que la Virgen quiso quedarse en Luján.
La figura del Negro Manuel cobra mucha importancia también en este aspecto: fue testigo presencial del milagro y lo contó a los peregrinos que visitaban a la Madre. Su fidelidad y constancia hizo posible que hoy este hecho estuviera en la memoria del Pueblo de Dios en nuestra Patria.
La tradición continuó y continúa. Quienes hoy visitan a la Virgen, aunque no sepan su historia al detalle, experimentan su cariño y lo trasmiten a sus hijos, a sus amigos…

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Lucas:
“Jesús les dijo entonces esta parábola: Si alguien tiene cien ovejas y pierde una, ¿no deja acaso las no-venta y nueve en el campo y va a buscar la que se había perdido, hasta encontrarla? Y cuando la en-cuentra, la carga sobre sus hombros, lleno de alegría, y al llegar a su casa llama a sus amigos y vecinos, y les dice: Alégrense conmigo porque encontré la oveja que se me había perdido.” (15, 3-6)

RECEMOS:
SALMO 145
Antífona: Alabaremos tu nombre por siempre, Señor.

Te alabaré, Dios mío, a ti, el único Rey,
y bendeciré tu nombre eternamente;
día tras día te bendeciré,
y alabaré tu nombre sin cesar.

¡Grande es el Señor y muy digno de alabanza:
su grandeza es insondable!

Cada generación celebra tus acciones
y le anuncia a las otras tus portentos:
ellas hablan del esplendor de tu gloria,
y yo también cantaré tus maravillas.

Ellas publican tus tremendos prodigios
y narran tus grandes proezas;
divulgan el recuerdo de tu inmensa bondad
y cantan alegres por tu victoria.

Mi boca proclamará la alabanza del Señor:
que todos los vivient
es bendigan tu santo Nombre,
desde ahora y para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Alabaremos tu nombre por siempre, Señor.

INTENCIONES:
– Después de tantos años sin poder venir, pude al fin conocer la iglesia de Luján, que vine cuando tenía un año…
– Virgencita de Luján: este sábado vine primero que nada, a cumplir con mi ofrenda de agradecimiento, por la petición que en su momento te supo hacer mi abuela tan amada (Dios la tenga en su gloria), luego de tantos años. Yo te ofrezco mis plegarias, te ofrezco mis servicios, para con quienes lo necesiten.
– Virgencita, ayudaste y escuchaste las plegarias de mis papás, hoy te pido que con misericordia escuches y recibas las mías.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

NOVENO DÍA: Desde Luján, Jesús nos sigue diciendo: “Ahí tienes a tu Madre…”

Los argentinos sabemos que en Luján tenemos a nuestra Madre. Es como si Jesús nos hubiera dicho a nosotros lo mismo que le dijo al discípulo estando en la cruz: “Ahí tienes a tu madre”. Su casa es meta de muchos caminos. Sus manitos juntas reciben nuestras oraciones y se las acercan a Dios. Sus ojos buenos atraen nuestras miradas y su manto nos cubre. Su bendición nos reanima y renueva. Es nuestra, pero es de todos: su corazón es tan ancho como el mundo y ninguno de los que la invoca con fe queda sin su cuidado, sea argentino o no.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
Del evangelio de san Juan:
“Junto a la cruz de Jesús, estaba su madre, con su hermana María, mujer de Cleofás, y María Magdalena. Al ver a su madre y cerca de ella al discípulo a quien él amaba, Jesús le dijo: “Mujer, aquí tienes a tu hijo”.
Luego dijo al discípulo: “Aquí tienes a tu madre”.
Y desde aquel momento, el discípulo la recibió en su casa.” (19, 25-27)

RECEMOS CON UN SALMO:
SALMO 121
Antífona: Nuestra ayuda viene del Señor.

Levanto mis ojos a las montañas:
¿de dónde me vendrá la ayuda?
La ayuda me viene del Señor,
que hizo el cielo y la tierra.

El Señor es tu guardián,
es la sombra protectora a tu derecha:
de día no te dañará el sol,
ni la luna de noche.

El Señor te protegerá de todo mal
y cuidará tu vida.
El te protegerá en la partida y el regreso,
ahora y para siempre.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…

Antífona: Nuestra ayuda viene del Señor.

INTENCIONES:
– Mamita, gracias por dejarme venir a verte, te amo y sos mi protectora.
– Yo soy una fiel tuya, como todas las peregrinaciones yo estoy ahí, yendo caminando, aunque el tiempo esté lindo, feo, con viento o lluvioso, yo siempre estoy ahí; te quiero y confío en vos…
– Virgencita de Luján, te doy gracias por la salud de todos mis familiares y te pido que nos des a todos la felicidad y la paz que nos hace falta en el mundo. Yo soy de Sucre, y espero que estés allá.
– Gracias Madre por escucharnos y ayudarnos, por darnos fuerzas para seguir y porque a pesar de todo, somos un pueblo que sigue en la lucha, sin perder la fe.
– Virgen de Luján: yo sé que hoy es un día muy especial para vos porque te visitan grandes, chicos, jóve-nes de toda clase y de todo lugar. Por eso yo te pido de corazón que llegues a cada una de estas perso-nas, especialmente a los jóvenes que están quebrados, angustiados por la desocupación y especialmente por la droga… Te quiero y gracias por estar siempre.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

XX DÍA: El amor de la Virgen nos da la libertad para estar al servicio de nuestros hermanos.

El negro Manuel, un esclavo traído de África, cuidó la imagen de la Virgen, contó su historia y recibió a los peregrinos. Muchos enfermos recobraban la salud cuando Manuel los ungía con el aceite de la lámpara que ardía en honor de la Señora. Siempre decía: “Soy de la Virgen, nomás”.

LEAMOS CON ATENCIÓN LA PALABRA DE DIOS:
“Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su Señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.” (15, 15-17)

INTENCIONES:
Virgen de Luján, gracias por darme la libertad y poder estar con mi familia. Ayudame en todo momento, librame de toda tentación y nunca más separarme de mi familia.

(Podemos agregar otras oraciones.)

Padre Nuestro…
Dios te salve, María…
Gloria al Padre, al Hijo…

ORACIÓN FINAL: Virgencita de Luján, Madre de los que vivimos en esta tierra Argentina, ¡gracias por que-darte con nosotros! Estamos como Jesús, en la cruz; doloridos, pero esperando la vida. Sostené nuestros brazos. Cubrinos con tu manto. Cuidá a nuestro pueblo. Virgencita de Luján, somos tus hijos. Amén.

NOVENA A LA VIRGEN DE LUJAN DE MARIOLOGÍA.ORG

Oración Principal
Divino Jesús, que, en la hora suprema de vuestra agonía, para no dejarnos en la orfandad: en la persona del evangelista San Juan, nos honrásteis con el nombre de hijos de vuestra propia Madre y dísteis a Ella, la misión amorosa de ser la Madre de la humanidad; venimos a postrarnos a vuestros pies, para rendiros el homenaje de nuestra gratitud, por esa fineza de vuestro amor paternal.

No nos dejásteis, así, solos en el mundo, en el momento de vuestra muerte y de vuestra partida. María ha sido la verdadera Madre de la humanidad y nosotros, sus hijos, hemos recibido de Ella, los inmensos beneficios de su inagotable amor. Desde la hora en que acompaña a vuestros discí-pulos, en el cenáculo y los guía, a través de trabajos apostólicos, en sus años de vida sobre la tierra, hasta la hora presente, después de su muerte, sus caricias amorosas han rozado la frente del mundo, para consuelo y aliento de sus penas, para alegría de sus triunfos y para guía de su tránsito por la vida, hacia la feliz eternidad. Y unas veces con sus escapularios y otras con sus rosarios, ya desde un trono de espinas, ya desde una columna, ora en las grutas de los montes, ora en la espesuras de las selvas, que siempre que en la sublime visión de su belleza; descendió a la tierra bajo innumerables advocaciones, fue la Madre de misericordia, cumpliendo la divina mi-sión que Vos le encomendásteis, en la cumbre del Calvario.

Señor, este pueblo, postrado hoy ante vuestras aras, también ha merecido su especial favor; también él puede llamarse su hijo y darle el dulce nombre de Madre, porque así se ha mostrado, al elegir un rincón de esta tierra, para fuente de sus gracias. Su imagen bendita que, un, día,. se de-tuvo en Luján, para morar en é1, no es otra cosa que un venero de los amores maternales de Ma-ría, difundidos por, todos los ámbitos de la patria.

Señor: gracias infinitas os sean dadas, porque al darnos a vuestra propia Madre por Madre del mundo, nos la dísteis, de una manera especial, en la advocación de Ntra. Sra. de Luján, que es la dicha, el tesoro y la gloria de la devota Nación Argentina,´que la proclama, con justicia, Reina del Plata y Madre de su pueblo.

PRIMER DÍA

Inmaculada Virgen María, que en un exceso de vuestro amor maternal, hicisteis al pueblo argenti-no el honor. de vuestra visita y el obsequio de vuestra eterna compañía; el pueblo que así favore-císteis, siente, hoy, la inmensa alegría de recordar vuestra venida prodigiosa y meditar, ante vues-tras aras, esa sublime manifestación de vuestro amor.

Y ante sus ojos, llenos de lágrimas de placer, contempla aquel convoy formado de carretas, que llevando vuestra efigie, se detiene, de improviso, en los campos de Luján: asiste al espectáculo extraordinario que ofrecen los bueyes que arrastraban la carga y que aunque aguijoneados, con fiereza, por sus conductores, se niegan a seguir adelante, y ve finalmente, cómo retirada del car-gamento vuestra preciosa imagen, se puede continuar la marcha y cómo, a raíz de ese prodigio, os quedáis entre nosotros, para no abandonarnos jamás. Y recordando todo eso, lleno de entu-siasmo, los saluda reverente, se postra ante la milagrosa efigie y saluda en vuestra aparición, a la que. va a ser, desde esa hora, la Madre del pueblo en el cual sentáis vuestro trono de Reina. ¡Cómo no bendeciros, Inmaculada Virgen María, por tan singular favor!

¡Cómo no aclamaros nuestra Madre, si todo ese prodigio es obra de vuestro corazón maternal, que precisamente se queda en medio del pueblo argentino para prodigarle su amor

!Que sea, para Vos, agradable morada nuestra tierra; que sea para nosotros, feliz presencia la vuestra; el pueblo os ama con delirio: Vos amáis al pueblo y en medio de esos amores, qué bien estáis entre nosotros, y nosotros con Vos, qué felices que somos. No os vayáis jamás de aquí, con vuestro amor. No os perdamos jamás nosotros, con nuestra ingratitud.

Deprecaciones

Seáis bien venida, oh María a nuestro pueblo. Permaneced en él eternamente. Sed su Reina y Madre, pero Madre de misericordia.

Dios te salve, María…

(Cantada y rezada)

Santificad, Señora, al pueblo que elegísteis, Para que vuestra venida sea una prueba de su salvación.

Dios te salve, María…

Así como vuestra visita a la madre del Precursor, hace aún sonar, en nuestros templos, las notas del Magnificat; que por esta visita que hacéis al pueblo argentino, vuestro nombre suene siempre en sus labios y se grabe en su corazón

Dios te salve, Maria…

SEGUNDO DÍA

¡Oh, Virgen de Luján! Ya estáis en nuestro pueblo. Ya el prodigio de vuestra venida os ha mereci-do un trono en la humilde llanura de Luján, con la primera capilla levantada en vuestro honor y un trono más hermoso todavía, en el sencillo corazón de los moradores de las pampas. El campesino os saluda con la plegaria aprendida en la infancia y el errante gaucho detiene su corcel frente a vuestra ermita y pronuncia ante Vos, la oración que el corazón le dicta. Vuestro corazón de Madre goza ante esa pureza de amor incontaminada y un himno de gratitud suena en torno vuestro, en retribución de traídos por el imán de los hogares se agrupan cerca de vuestro trono y unen al arrullo del río, que besa vuestras plantas, el rumor de sus faenas. Ya sois, Señora, la fundadora de una villa, la que llevará vuestro mismo nombre y tendrá el orgullo de ser, más tarde, el tabernáculo de vuestras glorias. ¡Ah! Bien podemos repetir con la Sagrada Escritura que no se ha hecho cosa tal, con todas las naciones. Eso lo reservabais para este pueblo predilecto vuestro, que no se cansa de repetir lo que ha grabado alrededor de vuestra imagen: La Virgen de Luján es la primera fundadora de esta Villa.

Fundadora; porque sois Madre, Ilenásteis de hijos devotos vuestros, toda la comarca. Fundadora: multiplicad los devotos, los hombres de fe, los pueblos creyentes, para que nuestra nación os tenga siempre por madre y bajo vuestro patrocinio, no se pierda jamás, en el naufragio de la duda y de la incredulidad.

Deprecaciones

Fundadora de la Villa de Luján, sed también el fundamento de nuestra vida espiritual, para que jamás se derrumbe el edificio de nuestra fe.

Dios te salve, María…

(Cantada o rezada)

Virgen de Luján, que se apoye siempre en Vos la familia argentina y que su escuela enseñe a las generaciones infantiles, a fundamentar su porvenir,
sobre la base inconmovible de la moral.

Dios te salve, María…

Sed, poderosa Señora, el sostén de nuestras instituciones y cuando súbditos y mandatarios ,se descarrilen del sendero del bien, dadles la fortaleza necesaria
para que encaminen, nuevamente sus pasos, por el camino de la virtud.

TERCER DÍA

Ya lo suponía el pueblo, oh Madre de misericordia! A qué habíais venido a nuestra tierra? – A abrirnos el caudal de vuestros favores.-Y apenas estáis, entre nosotros, ya corre, por doquiera, la fama de vuestra generosidad maternal. Los que necesitan del auxilio del cielo, los que sufren, los que lloran, corren a vuestros pies y basta una sola Ave María rezada ante vuestras aras, un sollo-zo llegado hasta vuestro oído, para llenar de alegría, los corazones afligidos. Y como si eso no bastara, Vos misma iréis, peregrina bajo la luz de las estrellas, buscando en el tugurio del enfermo humilde, que no ha podido llegar hasta vuestro trono, una miseria que salvar, una pena que cal-mar, una lágrima que enjugar y hasta el lodo que se ha pegado a vuestro manto, en el camino, y que desprende de él, un humilde esclavo vuestro, servirá de bálsamo maravilloso, para aliviar y curar los dolores de la tierra.

¡Oh, Madre de Luján! ¡Cómo te muestras así Madre y Madre de misericordia, inspirando nuestra confianza hacía vos!
Escuchadnos, Señora. Monstra te esse trem; mostradnos que seguís siendo esa Madre. Hay mu-chos que sufren; hay muchos que lloran. Compadecéos de todos ellos. Pero junto con las mise-rias materiales, los más sufren de enfermedades morales. Sed su remedio. Son vuestros hijos; que no se pierdan. Llamad a las puertas de sus corazones: visitadlos con vuestras inspiraciones y prodigadles el auxilio para su conversión, para que todos, Señora, sin que falte uno solo, os acla-men Madre, también en la eternidad.

Deprecaciones

Madre de los humildes, caritativa Virgen de Luján, no olvidéis a los que sufrimos, en este valle de lágrimas

Dios te salve, María…

Sagrada Virgen María, piélago inmenso de inagotable caridad, haced que el amor de los hermanos reine entre nosotros y que en medio de vuestro pueblo, se mantenga siempre ardiendo, la hoguera de la caridad cristiana.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, que habéis socorrido, tantas veces nuestras pobrezas materiales, que vuestro auxilio sea también, para nuestra indigencia espiritual,
haciéndonos ricos de las virtudes, que conducen al cielo.

Dios te salve, María…

CUARTO DÍA

Virgen Santísima, aclamada por la Iglesia, Auxilio de los cristianos, cómo podía faltar ese auxilio vuestro a un pueblo que, confiado en Vos, ha llamado infinitas veces a las puertas de vuestro amor, para implorar vuestra misericordia. Tenían que venirnos, con vuestra venida, todos los bie-nes; ella era una prenda del auxilio que habíais de prestarnos, y he ahí que en las horas de los grandes peligros escuchásteis, benignamente, las plegarias de vuestro pueblo.
Pudieron las nu-bes del cielo negar a nuestras campiñas su benéfica lluvia y los rayos abrasadores del sol amena-zar la vida de nuestras mieses; pero ¡ah! los lamentos del labriego llegarán a vuestro corazón y terminarán las sequías y los campos se cubrirán con la esmeralda de las hierbas y el oro de los trigales.

Pudieron las hordas salvajes del desierto lanzarse airadas contra las indefensas poblaciones y hacer sonar su grito de exterminio, anunciando el saqueo, el incendio y la matanza. Todo debía ser en vano, porque ese pueblo devoto vuestro, que postrado ante vuestra prodigiosa imagen de Luján os invocaba en medio de su angustia, con ilimitada confianza, contaba con vuestro auxilio. Y vuestro poder había de manifestarse en su favor, añadiendo una prueba más a las muchas que ya le habíais dado de vuestro amor maternal. Y los indios perderán su camino, desbaratados por vuestro poder, y la borrasca pasará muy lejos, anunciando, en su bramido, el pararrayos invisible que la había disipado.

¡Oh, generosa Madre, ante este nuevo prodigio, cómo no se ha de afirmar nuestra fe en vuestro poderoso auxilio, hoy que la indiferencia general, como una larga sequía, está marchitando el fer-vor de nuestra devoción, y cuando las hordas infernales avanzan por el mundo para matar nues-tras almas, y que no tenemos otra defensa, en contra de ellas, más que ese auxilio vuestro! Vos, que sois un ejército en orden de batalla, detenedlas, aniquiladlas, para que, gozosos, podamos vernos libres del malón del infierno y os aclamemos, Virgen de Luján, como el escudo de nuestras luchas y la fuerza incontrastable contra los enemigos de nuestra salvación.

Deprecaciones

Madre bondadosa de Luján; cuando la aridez de nuestro espíritu nos esté por llevar a la tibieza y a la indiferencia, haciéndonos perder vuestra devoción, que el riego fecundante de vuestras gracias, nos haga renacer en el fervor de la piedad.

Dios te salve, María…

Consuelo de los afligidos, en nuestros peligros, en nuestras angustias, en nuestras necesidades, sed nuestro poderoso auxilio y libradnos de todo mal

Dios te salve, Maria…

Virgen de Luján, defensa nuestra, sed nuestro escudo cuando las hordas de Lucifer nos ataquen para hacer a nuestras almas cautivas del pecado.

Dios te salve, María…

QUINTO DÍA

¡Oh Virgen Santísima! No en vano, el pueblo predilecto vuestro ha requerido el auxilio de vuestro amor. Cada vez que os ha llamado, le habéis respondido con gran prodigalidad. Todos sus males han encontrado un alivio en ese vuestro amor inagotable. Bien decía San Bernardo que jamás habíais desoído a quien os implorara con verdadera fe. Cuantas veces la naturaleza se ha rebela-do en contra nuestra, habéis sabido remediar nuestros males; cuantas veces el peligro nos ha amenazado con la crueldad de los perversos, os habéis dignado conjurar ese, peligro.

Pero aun faltaba vuestro poder contra los enemigos exteriores de vuestro pueblo, y no quisísteis que este poder dejara también de manifestarse. Y cuando ejércitos extraños invadieron nuestro suelo, para quitarnos la libertad y hasta la fe, arrastrándonos a la herejía que podía arrebatarnos vuestro amor, bastó la plegaria del pueblo y de sus jefes, para que le infundierais valor a fin de arrojar de nuestra tierra al audaz invasor.

Dispersados por las fuerzas de la poderosa Albión los soldados de nuestra defensa, en las prime-ras embestidas, ¿a quien habían de acudir en medio del peligro, sino a Vos que erais la Madre del pueblo? Y a Vos acudieron, y con vuestro aliento y con vuestro nombre en los labios, salvaron al pueblo de la extraña dominación y de una herejía que había de seguirla, privándonos de vuestro culto y, con él, del consuelo y la dicha de nuestros devotos corazones.

Virgen de Luján, seguid velando en defensa nuestra, para que nuevas herejías no vengan a invadir nuestra tierra, a fin de que vuestro culto reine siempre entre nosotros, y si en mala hora cayera sobre la patria la tempestad de doctrinas malsanas, dadnos otra vez fuerza y valor para vencerlas y ahuyentarlas de nuestro pueblo.

Deprecaciones

Poderosa Señora, destruid las fuerzas del príncipe de las tinieblas, cada vez que pretenda invadir el pueblo de vuestro amor.

Dios te salve, María…

Salvadnos oh María, de la invasión del error; conservadnos en nuestra fe y que no haya nada en el mundo que sea capaz de arrancarnos de vuestros brazos de cariñosa Madre.

Dios te salve, María…

Iluminad, Señora, la mente de vuestros devotos, esclareced su conciencia, santificad su corazón, para que puedan descubrir los engaños de sus enemigos y rechazar las dádivas con que se quieren comprar sus creencias.

Dios te salve, María…

SEXTO DÍA

¡Reina del Plata! ¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo os debe la vida de su libertad! /Madre de la Patria! ¡Cómo no llamaros así, si nuestro pueblo nació en vuestros brazos! ¿Qué significan esos trofeos gloriosos: esas banderas ; esas espadas, que penden de los muros de vuestro san-tuario y a los pies de vuestra imagen?

¡Ah! ¡Es la gratitud de la patria a la Madre de su libertad!

Ante vuestras aras, se postraron los libertadores: los que no pudieron llegar a vuestro santuario, pidieron las plegarias de sus capellanes, implorando vuestra ayuda, en la gran cruzada de la liber-tad.

Triunfaron, después, en sus homéricas luchas y no olvidaron que las hogueras de gloria, que se encendieron en Salta y Tucumán, en Maipo y Chacabuco, procedían de la chispa de vuestros amo-res con que caldeásteis el corazón de los héroes e iluminásteis el sendero de sus hazañas. Por-que Vos, que habíais venido prodigiosamente a esta tierra feliz, la sacásteis del dominio extraño para hacerla libre, a fin de que consciente de sus destinos, marchara por la senda de la prosperi-dad, a la par de los pueblos independientes. Porque, por eso, escuchásteis las plegarias de los grandes capitanes, que después de sus acciones guerreras reconocieron, agradecidos, vuestra intercesión en favor de la patria.

¡Oh trofeos gloriosos colocados al pie de María de Luján: decid a esa Reina de la Patria, a esa Ma-dre del pueblo, que diez millones de argentinos le agradecen ,hoy su auxilio en favor de la libertad de la patria y que claman, ante Ella, para que siempre sea el escudo de nuestra nación; que con-serve a su pueblo, que guíe a nuestros gobernantes y que se muestre siempre nuestra Madre, y que nosotros no nos hagamos indignos del nombre de hijos suyos, olvidando sus beneficios y la gratitud que le debemos por habernos dado la libertad, el más preciado don que Dios ha concedi-do al hombre.

Deprecaciones

Virgen de Luján, en vuestros brazos,. nació el pueblo argentino; sed su Madre, al través de todos los tiempos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, Madre de la patria; guiadla siempre por el sendero de la dicha y de la prosperidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, Madre de nuestra libertad; velad continuamente, por esa, libertad y que el pueblo argentino no sea jamás esclavo y mucho menos esclavo de las pasiones y de los vicios, que constituyen la peor de las esclavitudes.

Dios te salve, María…

SÉPTIMO DÍA

Virgen de Luján: el pueblo de vuestros amores, por quien tantos prodigios habéis obrado, cal-mando sus penas, llenando sus anhelos, librándolo de los peligros y dándole la libertad, no olvida vuestros favores, por doquier publica vuestra bondad de Madre y hace surgir del fondo de su co-razón, una nota solemne de gratitud, hacia Vos.

Mirad cómo en devotas peregrinaciones acude a vuestro santuario. Son miles y miles los romeros que se apiñan, periódicamente, en vuestra basílica, con la plegaria ferviente y el elogio cálido en sus labios Todos se disputan el honor de llegar al camarín donde mora vuestra milagrosa efigie, y forman compactas columnas frente a vuestras aras. Son los padres y los hijos, los pobres y los ricos, los sabios y los ignorantes, sacerdotes, militares, magistrados, en una palabra, es el pueblo entero que se postra a vuestros pies. Todos han recibido vuestros favores, todos han pasado vuestro poder y van a rendiros su gratitud y a implorar, nuevamente, vuestra protección.

¡Oh, Madre! ¡Qué inmenso hogar habéis formado entre nosotros! Mirad: Todos son hijos vuestros. Recibidlos a todos, bendecidlos, alentadlos. Muchos serán hijos pródigos, que vuelven al hogar materno por haber oído vuestro llamado. ¡Que encuentren en Vos, la maternal misericordia!

Muchos serán, como el joven del Evangelio, hijos fieles desde sus primeros años. Fortaleced su fe para que la conserven siempre. Y así, unos y otros continúen llenando vuestro templo, formando esas columnas grandiosas de peregrinos que os visitan, y sean ejemplo para los demás y porta-voces de vuestros amores, a fin de que no quede un solo habitante de la Argentina que no os visi-te en Luján, en vuestro camarín, en ese tabernáculo de vuestro amor y manantial de vuestras gra-cias.

Deprecaciones

Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos, al pie de vuestro trono. Vienen a imploraros. No desoigáis sus ruegos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, contemplad a vuestros hijos, al pie de vuestro trono. .Vienen a agradeceros vuestros favores. Aceptad el homenaje de su gratitud

Dios te salve, Maria…

Virgen de Luján, grande es el número de vuestros devotos. Multiplicadlos, aún, como las estrellas del cielo y las arenas de la mar.

Dios te salve, María…

OCTAVO DÍA

¡Reina de la paz ! Así os proclama la Iglesia, y bien que lo sois, Santísima Virgen María ¡Cuánta calma no habéis llevado a los corazones en las horas de las grandes angustias!

La paz, la hermosa paz del corazón, nos ha venido de Vos, Señora, porque lo mismo en los peli-gros corporales como en los del alma habéis sido nuestro consuelo, unas veces salvando nuestra vida material con vuestro auxilio, y otras nuestra vida espiritual, haciéndonos encontrar la gracia que habíamos perdido. ¡Reina de la paz! Pero para nosotros lo habéis sido, de una manera espe-cial, bajo el título de Virgen de Luján.

Todos aun lo recordamos. Eran aquellos días de angustia en que el cóndor transandino miraba, de hito en hito, el sol de nuestra bandera. La guerra, la devastadora guerra, amenazaba nuestra paz y ya la intranquilidad invadía el hogar, la sociedad y la nación.
¡Qué cuadro de desolación, aun concientes de nuestro poder, se presentaba a nuestros ojos! Pero acudimos a Vos y ante vuestro altar os dijimos: Reina de la paz, rogad por nosotros, y prodigio-samente quedaron unidos en estrecho nudo, frente a vuestro camarín, el tricolor de la bandera chilena y el bicolor celeste y blanco de nuestro pabellón.

Y aún están a vuestros pies, simbolizando a los dos pueblos hermanos, que os proclaman la Re-ina de la paz. ¡Reina de la paz! En vuestras manos está nuestra paz. Que jamás ella sea turbada por el fantasma de la guerra: que nunca nuestros fértiles campos se inunden con la sangre de vuestros hijos, y si alguna vez, por nuestras deslealtades, merecemos ese castigo, que sea sólo en parte, Protectora de nuestro pueblo, para que traigamos también, a vuestros pies, los trofeos de la victoria, como los trajeron nuestros heroicos generales en las horas de la libertad.

Deprecaciones

Virgen de Luján, que la paz reine siempre en este pueblo, que confía en Vos.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, alcanzadnos la gracia de vivir, continuamente, en paz con nuestro Dios, sin que el grito de rebeldía de Lucifer suene jamás, en nuestros labios.

Dios te salve, María…

Reina de la Paz, rogad siempre por nosotros.

Dios te salve, María…

NOVENO DÍA

¡Virgen querida de Luján! Tres siglos han pasado, desde aquel día glorioso para nuestra tierra, en que os quedásteis en los campos de Luján, para elegir y santificar nuestro pueblo, a fin de que vuestro nombre permaneciera, entre nosotros, eternamente. Desde entonces, puede decirse que han pasado tres siglos de favores vuestros en beneficio del pueblo argentino. ¡Cómo hemos res-pondido a tanta generosidad! ¡Cómo hemos pagado tanto amor!

¡Ah, Señora! Todo es poco para vuestra gloria. Pero no os hemos olvidado y os pedimos que aceptéis el obsequio humilde de nuestra gratitud.

Pobre, pequeño era vuestro primer santuario. Os debíamos un trono mejor y el caudal del rico y el óbolo del pobre fueron colocando, una a una, las piedras de la basílica, que hoy es vuestra mora-da de Reina. Pobre, humilde era vuestra veste y la corona que ceñía vuestras sienes de emperatriz y el caudal del rico y el óbolo del pobre fabricaron la diadema de oro y de perlas, que adorna vues-tra frente.

Obras materiales, tienen sobre su valor de tales, un valor digno de Vos. Cada piedra de vuestro templo, cada perla de vuestra corona es un corazón argentino rendido a vuestros pies, un corazón argentino, cuyo amor hacia Vos, tiene la eternidad de la piedra y cuya fe resplandece, con más luz que todos los diamantes de la tierra. Las flechas de sus campanarios que rasgan las nubes, son las oraciones fervientes del pueblo, que aspiran llegar a vuestro trono celestial y la bronceada voz de sus campanas es el himno elevado a vuestra historia y que repiten, sin cesar, los labios de vuestros hijos.
En una palabra, todo es la gratitud del pueblo argentino, a Vos, Virgen Santísima, Fundadora de la Villa de Luján, protectora del pueblo, Reina de la patria, Generala de sus ejércitos, Madre de su libertad!

Deprecaciones

Virgen de Luján, coronada por la gratitud de vuestro pueblo, hacednos dignos de conseguir la corona de la inmortalidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, a quien nuestra piedad ha erigido un santuario, convertid nuestros corazones en verdaderos santuarios de virtud y santidad.

Dios te salve, María…

Virgen de Luján, bendecid los pueblos, en cuyo templo, se os ha erigido un altar; bendecid los hogares, de cuyos muros penda vuestra imagen; bendecid las congregaciones, que llevan vuestro nombre; bendecid a los que prendan sobre sus pechos, vuestra medallas y escapularios; bendecid
a todos los que propaguen vuestra devoción y finalmente, bendecid a los que pronuncien vuestro nombre, con devoción y amor.

Dios te salve, María…

Oración Conclusiva
Omnipotente y sempiterno Dios, que habéis dispuesto que la Santísima virgen sea nuestra inter-cesora, ante vuestro divino poder; aceptad propicio nuestra devoción hacia Ella, bajo el título de Ntra. Sra. De Luján, a fin de que por sus méritos y por sus ruegos, obtengamos el don de vuestra santa gracia, en la vida y la dicha de nuestra salvación en el cielo. Amen.

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