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La Virgen María durante el transcurso de su vida en la tierra, paso por diferentes momentos: alegrías, tristezas.

En Guatemala se conserva una imagen milagrosa de uno de esos dolores: cuando el Niño Jesús se pierde y aparece al tercer día en el templo.

La importancia de su celebración radica en el mensaje que de la mano de la Virgen es más fácil encontrar a Jesús y no perderse.

En otros países la devoción al Niño perdido estuvo muy extendida, pero en la actualidad son muy pocos quienes la mantienen.

 

LA VIRGEN Y SAN JOSÉ PIERDEN A JESÚS

Veamos el pasaje en que se fundamente la advocación.

“Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua.

Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.

Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos.

Pero al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca.

Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles.

Todos los que le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas.

Cuando le vieron, quedaron sorprendidos, y su madre le dijo:

“Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo, angustiados, te andábamos buscando.”

Él les dijo:

“Y ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?”

Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio.

Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos.

Su madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres.” (Lc 2: 41-52)

En este pasaje se nota como sin discutir San José y la Virgen se preguntan dónde ha quedado Jesús.

Y lo buscan. Lo encuentran en el templo.

Es Jesús quién cree que debe empezar ya su obra, pero también es un simbolismo de sus tres días en el sepulcro y de su resurrección.

También demuestra que Jesús vivió sujeto a ellos obedeciendo en todo.

¡Con cuanta mayor insistencia hemos de pedir a la Virgen y San José, sabiendo que es más fácil que ellos consigan las gracias necesarias para nosotros!

También muestra como la Virgen pasará por el dolor de la pasión de Señor, por eso al tercer día que lo encuentra, la que habla es Ella, porque San José ya ha muerto, en ese momento.

Él es solo un observante desde el cielo.

La riqueza de este pasaje consiste en reconocer que no importa cuán perdido este uno o lejos de Dios, la Virgen y su esposo son estrella que acercan a la persona al cielo.

 

LA HISTORIA DE LA ADVOCACIÓN

Cuenta la leyenda que en la noche se vislumbraba una luz que se movía de arriba hacia abajo.

Silvestre de Paz fue al día siguiente a localizar donde se había visto la luz y lo único que encontró fue un tronco de cedro.

Éste lo recogió y se lo llevo a su casa.

En la noche el tronco desprendía una luz, observando tal acontecimiento se le ocurrió mandar hacer una imagen de la Virgen María.

Otra leyenda dice que un árbol de cedro se estaba quemando.

Mientras el árbol se llenaba de llamas, las personas que lo miraban se daban cuenta que tenía una forma de la Virgen.

Era la Virgen de Dolores.

Las diferentes tradiciones que relatan el origen milagroso de la imagen, llevan a pensar la importancia que tuvo esta en Santiago de los Caballeros de Guatemala.

La escultura fue encargada a Manuel de Chávez por Silvestre de Paz.

Dice Francisco Ximénez:

“Tomando entre sus manos el mancebo Manuel la obra, dentro de un mes la dio acabada, tan perfecta y tan hermosa, que bien se conocía que allí andaba la mano del Altísimo.”

El costo de la hechura fue de 48 tostones en aquel año de 1701.

Silvestre de Paz construyo una capilla en 1703 en donde habían visto la luz que se movía de arriba hacia abajo.

Por eso uno de los nombres que se le daría sería el de “Virgen de la Luz”.

También fue conocida como la “Virgen del Tronco” por su origen milagroso.

Era tanta la devoción que tenía que ya en 1707 poseía su cofradía, que estaría vigente hasta los terremotos de Santa Marta.

En 1710 el Alférez D. Juan de Estrada construiría una capilla más grande y con mayor detalle y una casa de ex votos, ya que eran muchos los peregrinos que subían a ver a la Madre y hacer diversas promesas.

Su fiesta en un inicio era el 14 de enero, después se trasladó al domingo después de Epifanía.

 

PROCESIÓN

En el entonces Santiago de los Caballeros de Guatemala, cuando aún la celebraban el 14 de enero, sacaban una memoria de lo que había sucedido a Jesús a los 12 años.

Se sacaba en procesión una réplica el 12 y 13 de enero, que salía acompañada por el Señor San José, que consistía en rezos.

El primer día la procesión salía en busca de Jesús, al hacer su recorrido llegaban a la estación donde se guardaba el anda de la Virgen y la de San José para salir al día siguiente, en el que se hacía lo mismo.

El día 14 la procesión llegaba a la Ermita de Ntra. Sra. De los Dolores del Llano, donde se encontraba el anda con su Hijo y después del protocolo subían a la Ermita de los Dolores del Cerro.

Con los terremotos de Santa Marta en 1773, fue trasladada al Valle de la Ermita el 18 de mayo de 1784.

Tanta importancia tenía que era recibida con repique general de campanas y colocada en el altar mayor de la Parroquia de Nuestra Señora de Candelaria.

 

SU LUGAR

Dentro de este templo ocupó una capilla, que fue demolida por la ampliación de la 1era. Calle, trasladándose a la Capilla de Jesús Nazareno dentro del mismo.

Posteriormente se colocó frente a esta capilla, al lado del altar mayor derecho.

En el año 2013 se empieza a usar el Septenario, estreno que fue donado por un devoto.

Ya que en los inventarios de 1780, tenía su Rosario, intentando así ir recobrando un poco el espíritu original.

 

LA ESCULTURA

La imagen era de talla completa, estofada y policromada.

Posteriormente se convirtió en una imagen de bastidor.

De su composición original, puede ser perceptible a través de las varas en plata de la Cofradía.

Donde la Virgen se observa de pie, con su manto sobre el brazo.

La mantilla o la tela que cubre su cabeza y cae en su pecho.

Da la apariencia de estar girada con su pierna semi flexionada.

En su medalla, del otro lado se encuentra el Nazareno.

Las insignias debieron de ser anteriores a la transformación de la Virgen de Dolores, pues posteriormente en un grabado se le observa ya con trajes.

La imagen debió de sufrir en algún momento del siglo XVIII.

Pudo ser por causa de la naturaleza, en la que perdió esta manufactura de talla completa.

El inventario que se realiza en 1780 dice que tiene 8 vestidos de tela, de brocado en oro y plata. Destacando el de serafines y estrellas.

Esto hace pensar que la Virgen ya tenía de algunos años antes del terremoto de 1773. Esto es lo que el inventario recoge.

Anteriormente al uso de trajes la Virgen está vestida, en su talla, como la mayoría de imágenes iconográficas de la advocación.

En el grabado se le ve los diferentes atributos que posee.

El manto, la tunicela, el septenario o bien el rosario, la daga, resplandor de 12 soles, la chispa y la peana.

También es un grabado que es adaptado de la forma perceptible original, para poder ser trasladado a la futura estampa.

 

CON EL NIÑO PERDIDO

La Virgen contaba con una imagen del Señor San José y del Niño Jesús perdido; pero estas desaparecieron.

Su fiesta, que era el 14 de enero, al modificar el calendario litúrgico desapreció como tal.

En los días en que es leído el pasaje de San Lucas puede también ser celebrada la fiesta.

En la actualidad los pocos devotos de esta devoción le siguen rezando para el 14 de enero tal y como la novena lo indica.

En cuanto a la Virgen se vincula más al día 15 de septiembre, por ser día de los dolores de Nuestra Señora.

En la cuaresma, que tiene siete sábados, en la antigüedad se recordaban con los siete dolores de la Virgen.

Por eso el tercer sábado es el día especial de la Virgen, aunque en la actualidad sale en procesión el cuarto sábado de cuaresma.

 

SIGNIFICADO DEL NIÑO PERDIDO

El Niño perdido nos vincula al amor de la Virgen y San José por Él; pero también por nosotros.

Es una familia donde están los padres y el hijo.

Así nosotros somos hijos para la Virgen y para Jesús hermanos.

Ella ya sabe que Cristo está con Dios, y ni Ella ni Él se van a perder. Pero nosotros sí.

Así que la Virgen de los Dolores del Cerro se convierte en faro de luz, y camino hacia el puerto.

San Bernardo la llama estrella, San Juan Pablo II puerto.

San Pascasio Radberto escribe en el siglo IX:

María es la Estrella del Mar a la que debemos seguir con nuestra fe y comportamiento mientras damos tumbos en el mar proceloso de la vida.

Ella nos iluminará para creer en Cristo nacido de ella para salvación del mundo.”

Otros autores cristianos confiando en la importancia del pasaje, destacan las distintas posiciones en las que el pasaje de San Lucas puede ser leído.

En el lugar de los doctores debemos estar nosotros queriendo escucharlo, sin soberbia.

Se nos presenta sencillo, sin ninguna gloria.

Los padres de Jesús lo han encontrado donde menos pensaban, así es también puede pasarnos a nosotros hallarlo en el lugar menos pensado.

Por eso es importante pedir la gracia de estar siempre con Él, de perseverar.

Lo más importante también es estar con el Padre, y hacer su voluntad, ofreciendo todo para permanecer a su lado.

Por eso la Virgen refleja ese sentir también.

Ella humildemente calla al oír la respuesta de Jesús, acoge la Palabra del ángel y la acepta.

También la anunciación llego en el momento menos esperado, Ella ya estaba casada con José, aunque no vivieran juntos.

Ella ya tenía planes, y se hizo esclava del Señor. Dejando todo para hacer la voluntad del Todopoderoso.

A la Virgen de los Dolores del Cerro le dedican aquella canción que dice con toda razón, pues resume con claridad como Ella se hizo la Madre de Dios y la auxiliadora, entre nosotros y Jesús:

“Salve Estrella guía,
Dolorosa del Cerro,
condúcenos hacia
Cristo Santo Cerro. (…)

Mana de ti belleza
Sois rico perfume,
Devoción insigne,
Vaso de la pureza.

Alianza del Arca Nueva,
Portadora de Cristo,
Sostén del acá;
Pendón de Salvación.

Cardos y espinas,
Dolores en tu alma
Por el niño perdido,
El hijo que amas.”


Enrique Alfaro, de Guatemala, Profesor de Arte y Teología

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