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El 1º de noviembre de 1775, un terremoto y maremoto azotaron Lisboa, Cádiz y otras ciudades andaluzas

Rompiendo las olas de este último los muros de contención portuarios.

ns de la palma cororonada de cadiz

Cuenta la historia que el maremoto empezó a ceder durante el rezo del rosario dirigido por el fraile capuchino Fray Bernardo de Cádiz.
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Quien lo centró en torno al estandarte de la imagen de Nuestra Señora de la Palma.
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De ahí la atribución al fraile el logro, a raíz de exhortar a las aguas a retirarse mediante el grito «¡Hasta aquí, Madre mía!».

El terremoto alcanzó los 9 grados en la escala de Richter.

La mayor catástrofe natural de la Historia de Europa en los últimos milenios.

Decenas de miles de muertos: el terremoto y posterior maremoto que la mañana del Día de Todos los Santos de 1755 azotó el continente europeo, fue de unas dimensiones tales que sólo las imágenes del “tsunami” asiático pueden servirnos de triste medio para alcanzar a comprenderlas.

Tuvo su epicentro en el Océano Atlántico, a unos 200 kilómetros al sudoeste del Cabo de San Vicente (extremo sudoriental de la Península Ibérica).

Y se dejó sentir a través de toda Europa hasta los países nórdicos, azotando el Norte de África y llegando incluso a notarse en el Caribe.

Dado su epicentro, Portugal y España fueron dos de los países más castigados.

Especialmente conmovedor fue su efecto en la capital de Portugal, hecho que hizo pasara a denominársele «el terremoto de Lisboa».

En efecto, de una población lisboeta de unos 275.000 habitantes, se calcula que murieron unos 90.000.
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Y la inmensa mayoría de los vecinos de la capital portuguesa perdieron sus viviendas.
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El 85% aproximadamente de las edificaciones de la ciudad quedaron destruidas.

Los informes contemporáneos indican que el sismo duró entre tres y seis minutos.

Y unos veinte después del mismo se produjo un maremoto con olas de entre seis y veinte metros de altura (auténticos bloques de pisos), que engulleron casi por completo Lisboa y otras poblaciones portuguesas, hispanas y norteafricanas.

procesion de la palma coronada de cadiz

 

EL EFECTO DEL MAREMOTO EN CADIZ

El día de Todos los Santos de 1755 amaneció radiante en Cádiz.
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Sobre las 9 de la mañana aconteció un terremoto con epicentro en el Atlántico.
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En Sevilla hubo nueve víctimas, dañó el 89% de las viviendas y afectó a la Giralda.
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En Madrid cayó una cruz de una fachada ocasionando la muerte de dos niños.

Pero lo peor estaba por llegar.

Poco más tarde, el maremoto provocado por el movimiento sísmico termina de destrozar Lisboa (muchos sobrevivientes se habían refugiado en los barcos del río de los incendios que había en la ciudad).

Arrasa las poblaciones del Algarve, mata a la mitad de los pobladores de Ayamonte (entonces un poblado de pescadores de unos 2000 habitantes).

Daña El Puerto de Santa María y Sanlúcar de Barrameda.

Provoca graves destrozos al Santuario de Nuestra Señora de Regla y en los corrales de pesca de Chipiona, e inunda completamente Conil, donde las aguas penetraron 8 kilómetros tierra adentro según las crónicas.

Las olas llegaron hasta Martinica, Barbados, América del Sur, Finlandia…

La capital gaditana, Cádiz, junto a poblaciones como Conil (totalmente arrasada), fue uno de los enclaves peninsulares que más sufrieron las consecuencias de la catástrofe.

En Cádiz, olas de 18 metros rompieron la muralla oeste de la ciudad.

Posiblemente estas murallas fueron las que salvaron a la ciudad de su aniquilación.

El agua, siguiendo el cauce del antiguo canal que atravesaba la capital en tiempos de fenicios y romanos, cruzó completamente Cádiz desde la Caleta hasta el muelle, donde causó importantes daños.

En El Puerto de Santa María y otras localidades del litoral atlántico, la jornada fue igualmente aterradora.

El presbítero portuense Joseph Fernández Mancebo dejó escrito en 1756 que en su localidad «a poco rato creció el río con tanto ímpetu que anegó todas las casas de la Ribera y llegó hasta la calle de la Victoria, cosa nunca vista».

estandarte hasta aqui madre mia

 

«HASTA AQUÍ, MADRE MÍA»: LA PIEDAD ANDALUZA ANTE LA CATÁSTROFE

En el caso andaluz, la figura de María fue, a lo largo y ancho de su territorio, la predilecta, a la hora de buscar auxilio ante el desamparo material y el desconcierto espiritual.

Una vez más, encontramos en ello una manifestación del calado real de la Contrarreforma en el subconsciente colectivo, pues, no en vano, la defensa del carácter intercesor y protector de la Madre de Cristo había sido revitalizada por el Concilio de Trento para marcar vigorosamente las distancias respecto a la Reforma Protestante y su cuestionamiento del culto a la Virgen y a los santos.

Si a ello unimos la exaltación de la Eucaristía que el Cabildo Catedralicio sevillano (engarzándola a la devoción a la Inmaculada Concepción), realizó a raíz del desastre (Lutero, como es sabido, había cuestionado la presencia real de Cristo en el sacramento eucarístico), se constata cómo los aires nuevos que soplaban en los cerebros de la nueva Europa apenas si lo hacían en los de las élites y clases populares andaluzas de mediados del siglo XVIII, imbuidas aún del entusiasmo tridentino.

La leyenda y la memoria gaditana cuentan que:

Fray Bernardo, un fraile capuchino que oficiaba misa en La Viña en 1755 no lo dudó al ver las aguas amenazantes.
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Tomó el crucifijo, y un capellán, el estandarte de la Virgen de la Palma.
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Lo clavó en la calzada y el padre exclamó: «Hasta aquí, Madre mía».
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Entonces, las aguas no siguieron.
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La imagen de la patrona, la Virgen del Rosario, fue también sacada del templo y situada frente al mar.

El estandarte se venera aún en la iglesia de donde fue sacado para detener el maremoto.

Y a los niños gaditanos se les sigue enseñando el punto donde las aguas se detuvieron. 

palma de cadiz

 

LA IMAGEN

La escultura de la Virgen de la Palma es una representación de la Inmaculada Concepción, de estilo barroco del siglo XVII.
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Esta imagen junto con otras del siglo XVIII se venera en el retablo mayor, realizado en el siglo XIX y de estilo neoclásico.

El 1 de Noviembre de 1987 se produce la Coronación Canónica de la Señora de la Palma por parte del Obispo, debido a su gran devoción y al milagro del maremoto, siéndole impuesta también la medalla de oro de la ciudad.

La talla de Nuestra Señora, se adscribe al círculo de Fernando Ortiz, procediendo del Convento de Capuchinos y siendo cedida a la Iglesia en 1947.

Fue restaurada por Francisco Buiza y corregida de policromía por Álvarez Duarte

La Señora luce saya y manto de raso crema bordado en oro del siglo XVIIII, que fue restaurado por Piedad Muñoz de la Albaida, teniendo también bordados el pecherín y las mangas a juego, siendo restaurado y pasado a nuevo tisú el manto por Juan Carlos Romero en 2005.

La Virgen sale cada 1 de Noviembre con ráfaga de ocho dorada y cetro, obra de Jesús Domínguez junto con la corona de coronación canónica obra de los Talleres Díaz Roncero de 1987 de oro, esmeraldas y piedras.

En ella sobre zócalo decorado con flores y escoltado de dos líneas de perlas, se desarrolla un bajo canasto con óvalos enmarcados por geometría barroca, de éste arrancan tres imperiales repujados en oro y otros tres en perlas, del interior de los cuales cuelga la Paloma del Espíritu Santo. Sobre la unión de los imperiales, aparece el orbe enriquecido con brillantes.

La ráfaga tiene composición ligeramente oval, decorada con rocallas, hojarasca y flores, rematándose en una hermosa cruz de oro y esmeraldas.

iglesia de la palma coronada cadiz

 

IGLESIA PARROQUIAL DE NUESTRA SEÑORA DE LA PALMA CORONADA

La Iglesia de la Palma de Cádiz, al igual que otras de esta ciudad se asocia a la figura del misionero capuchino fray Pablo de Cádiz, religioso devoto de la Virgen María que tuvo a bien fomentar los rosarios públicos, a los que dotaba de una peculiar organización que los hacía similar a una cofradía.

Así, fundó en esta ciudad un total de quince Compañías del Rosario repartidas por diferentes iglesias, hospitales o ermitas.

Y para fijar una sede a la del Ave María, formada por devotos del Barrio de La Viña se levanta una capilla entre los años 1693 y 1696.

Esa capilla sufre grandes daños a causa de un incendio en el año 1754.
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Y como consecuencia de ello se procede a la construcción de la iglesia actual, cuya construcción se termina en 1768.
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Siendo bendecida por el entonces obispo de la ciudad, fray Tomás del Valle.

Esta iglesia, de planta circular, se construye en el estilo barroco propio de la época.

Sus muros, organizados según pilastras pareadas entre las que se incluyen huecos y hornacinas, se encuentran recorridos por una doble balconada a distintas alturas sobre cornisas, que se interrumpen en el frente principal para dejar paso al altar mayor, y se cubre con cúpula de media naranja.

El Retablo mayor, situado a eje con la entrada, es de estilo neoclásico del siglo XIX. A un lado se abre una profunda capilla donde reciben culto los titulares de la popular Hermandad de la Misericordia.

Exteriormente cuenta con una fachada sencilla donde destacan una capilla exterior sobre la puerta de acceso que se decora con un vistoso bocetón barroco, y la torre.

Ésta, situada en el quiebro que forma la calle, se compone de un total de cuatro cuerpos de altura de base cuadrada, toda ella realizada en piedra, al igual que prácticamente todo el resto del edificio.

Cuenta con pequeños balcones curvos en el cuerpo superior donde se alojan las campanas, y se remata en chapitel piramidal de base cuadrada revestido de ázulejos vidriados.

Fuentes:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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