El 28 de enero de 1840, Sor Justina estaba en su retiro de noviciado y se encontraba orando en la Capilla del convento.
Cuando de pronto tuvo una aparición de la Santísima Virgen.
En La Rue du Bac de París se encuentra el Convento de las Hermanas de la Caridad de San Vicente de Paúl.
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Personas de todo el mundo van a allí para orar en la Capilla y pedir la intercesión de la Virgen Inmaculada.
Su fama comenzó en 1830, cuando Santa Catalina Labouré experimentaba las visiones de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa.
Durante el curso de estas visiones, la Virgen prometió que todos los que fueran allí con Fe recibirían inmensas gracias a través de su intercesión, a través de su Divino Hijo.
La historia del Escapulario Verde empieza en la misma Capilla, pero nueve años después, y con otra Hermana, Justina Bisqueyburu.
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Es a ella a quien Nuestra Señora del Escapulario Verde se le apareció.
MARÍA CON VESTIDO BLANCO DE SEDA Y MANTO AZUL
La Virgen Santísima se le apareció con un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies.
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Sobre su vestido un manto azul claro.
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Su cabello caía sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo.
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Sor Justina notó que las manos de la Virgen estaban cerca de su pecho y sostenían su Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes.
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La Virgen no trasmitió ningún mensaje.
Esta misma visión se repitió al final del retiro y en otras cinco ocasiones durante el curso de su noviciado.
En ninguna ocasión la Virgen Santísima pronunció palabra alguna, sin embargo los detalles en cada una de las visiones fueron iguales.
UNA VISIÓN DIFERENTE A LAS ANTERIORES
Después de que Sor Justina hizo su profesión religiosa, la congregación la envió a un pueblo llamado Blangy, allí trabajaría con las Hermanas de su Orden.
Al poco tiempo de haber llegado, la comunidad estaba reunida para celebrar la fiesta del Nacimiento de la Santísima Virgen María.
Sor Justina se encontraba en oración meditando sobre la grandeza de esta celebración.
De pronto tuvo una nueva visión, esta vez diferente a la de ocasiones anteriores.
La Santísima Virgen se le aparece vestida igual que en las otras ocasiones: con un vestido de seda blanca cubierto por el manto azul pálido, y en sus manos sosteniendo el Inmaculado Corazón, resplandeciente con las más intensas y deslumbrantes llamas que salían de él.
Pero, tenía algo diferente: en su mano izquierda sostenía lo que parecía ser un Escapulario o insignia de alguna clase.
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A diferencia de otros Escapularios (como el carmelita, por ejemplo), éste tenía un sólo cuadrado de tela en lugar de dos.
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El cuadrado de tela estaba atado con cordones verdes.
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En él estaba una imagen de la Virgen de la misma forma en que se la había aparecido a Sor Justina en sus anteriores visiones, sosteniendo en su mano derecha su Inmaculado Corazón.
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Al voltear la imagen, la religiosa vio «un Corazón ardiendo con rayos más deslumbrantes que el sol y tan transparente como el cristal.»
MARÍA EXPLICA EL SIGNIFICADO DE SU APARICIÓN
Durante esta visión se le dio a conocer por una revelación interior el significado de esta aparición.
Esta visión representaba un nuevo medio para alcanzar gracias: el Escapulario del Inmaculado Corazón.
Este escapulario sería un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente aquellas que no tienen Fe.
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Y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios.
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Se le hizo también saber, a la religiosa, el deseo de la Madre de Dios de que el escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción.
El escapulario verde es un sacramental. En apariciones subsiguientes la Virgen se apareció de la misma forma, insistiendo en que se propagara la devoción a este escapulario.
Finalmente, los Escapularios se empezaron a fabricar y a ser distribuidos por las Hermanas en París, luego por toda Francia y fuera de ella.
Con este fin, las Hermanas habían recibido la aprobación formal y el impulso necesario de Su Santidad, Papa Pío IX, en 1870.
CÓMO SON LOS ESCAPULARIOS
La forma de este escapulario consiste en un trozo de tela verde, con una doble representación gráfica:
En el anverso lleva la imagen de María, mostrando su corazón virginal, en el centro de su pecho, sosteniéndolo con sus manos inmaculadas.
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Su Corazón aparece traspasado por una espada y coronado de llamas.
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Este mismo Corazón, en gran tamaño, aparece en el reverso, rodeado por el óvalo que forma esta inscripción:
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“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”
Presidiendo el óvalo de la inscripción figura una cruz de oro.
El fin específico de este escapulario es la invitación a orar, a recurrir al Inmaculado Corazón de María con confianza y pedir, sobre todo, por los pecadores.
Hay que recitar, nos dijo Sor Justina, por lo menos una vez al día la jaculatoria del reverso.
DON PARA LOS ENFERMOS. LAS GRACIAS DEL ESCAPULARIO
Este escapulario ha sido dado por Nuestra Señora, particularmente como un don para los enfermos.
Se le puede poner en sus ropas, en su cama o en su habitación.
Si la persona a quien se le aplica no dijera la jaculatoria, el que le haya proporcionado el escapulario, puede decirla por el enfermo.
Los prodigios que ha producido este escapulario atestiguan la bendición y el cumplimiento de la promesa de la Virgen a todos los que lo lleven y digan la jaculatoria:
“Hará grandes conversiones, particularmente para alcanzar la buena muerte a los pecadores y a los que no tienen fe”.
El Escapulario Verde no requiere ninguna fórmula particular de investidura sino solo la bendición de algún sacerdote católico.
Entre los favores obtenidos citaremos los siguientes:
Un enfermo, enemigo de toda religión, que se ponía frenético a la sola visita de un sacerdote, aceptó un Escapulario Verde el 19 de septiembre de 1842.
Once días más tarde, saliendo del comedor se retiró al cuarto contiguo, cayó de rodillas y cogiendo el Escapulario Verde, a quien llamó su “Agente intermediario”, lo besó y bañó de lágrimas, prometiendo a Nuestra Señora confesarse en el término de una semana.
Este término le pareció muy largo pues al día siguiente recibió los Sacramentos.
En el año de 1844, un muchacho de 14 años, de depravadas costumbres, recibió la Insignia del Inmaculado Corazón de María y a los pocos días se efectuó su conversión.
En Constantinopla, un griego cismático se convirtió por medio de esta Insignia Verde del Inmaculado Corazón y al mismo tiempo fue curado de una horrorosa lepra.
Muchos ejemplos semejantes pueden citarse.
La Insignia Verde fue aprobada en dos ocasiones por el Santo Padre, Pío IX, en 1863 y 1870.
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Sus palabras fueron: “Escribid a esas buenas Hermanas que yo las autorizo para hacerlos y distribuirlos”.
“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros, ahora y en la hora de nuestra muerte.”
ANNA MARIE Y EL APOSTOLADO DEL ESCAPULARIO VERDE
Se puede pertenecer, como miembro, al Apostolado del Escapulario Verde y recibir los beneficios espirituales de esta asociación que busca la conversión de las almas.
Su patrono es San Vicente de Paul (1581-1660).
Anna Marie, una mujer que fue curada milagrosamente de una enfermedad del lenguaje que padecía desde niña.
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En 1997 recibió del Señor la misión de formar un grupo de oración que se llamaría el «Apostolado del Escapulario Verde», mientras residía en Conyers, Georgia.
En 1998, tuvo una visión muy clara en la que se le hacía ver que, para que Nuestra Madre Dolorosa dejara de llorar, lo que tenía que hacer es acercarle más almas a Ella mediante el uso de Escapularios Verdes bendecidos.
En la página web Apostolate of Green Scapular se recogen los mensajes que Anna Marie ha recibido desde 2001 hasta 2013.
Visión de Anna Marie, el 22 de julio de 2012
Anna Marie:
«Mientras rezaba un rosario, fui testigo de una visión increíble y aterradora.
El Señor me llevó al espacio, al lado de un sol ardiente. Las llamas eran impresionantes y daban miedo.
El fuego seguía emergiendo del sol. Era algo asombroso. El fuego no estaba caliente; yo no sentía el calor del sol.
Entonces el Señor me mostró que una enorme bola salía disparada del sol.
Me di cuenta de que este gran meteoro de fuego disparado por el sol era un castigo de nuestro Padre Celestial.
Supe que esta bola de fuego salida del sol iba a herir la tierra
«He puesto esta temible ira de Dios nuestro Padre en un Escapulario Verde bendecido para pedir a todos que rueguen a Dios por su misericordia.
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Dios los bendiga a todos, queridos apóstoles de nuestro dulce Santo Jesús y la Madre María”.
La Sagrada Escritura habla de los juicios de Dios sobre su pueblo por sus muchos pecados: «No había de castigar esto, dice el Señor? Y no mi alma vengarse de una nación?» (Jeremías 5, 9).
EL TESTIMONIO DE CONVERSIÓN MÁS ESTREMECEDOR
Fue el del asesino de Monseñor Affre, respetado miembro de la Iglesia local reconocido por haber dado, en su momento, la aprobación al Escapulario Verde del Inmaculado Corazón de María.
El 25 de junio de 1848 Monseñor Affre fue mortalmente herido por un insurgente, cuando se dirigía a reconciliar a los parisinos que se mataban entre ellos.
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Murió el 27 de junio, después de haber perdonado a su asesino.
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La investigación posterior jamás llegó a resultados concluyentes.
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Ningún nombre o rostro fue asignado como responsable.
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Pero la gracia todopoderosa de Dios nos lo hizo descubrir….
Dejemos la palabra a una Hija de la Caridad (Congregación fundada por S. Vicente de Paul)
“Un día, (era por 1859), relata sor Dufès, fuimos advertidas, por un miembro de la Congregación de San Vicente de Paul, que había en la Parroquia Saint Paul-Saint Louis, un hombre terriblemente enfermo que no pasaría la noche. Agregó además: “Yo visito esta familia desde hace años.
Esperaba tener éxito estando cercano al enfermo y conseguir su confesión, pero veo que no obtengo nada, al contrario.
El enfermo está tan agriado que hoy me echó a la calle. No quiere ni escuchar la palabra ‘sacerdote’.
Quiere morir sin sacramentos.
Estoy desolado y vengo a suplicarle querida Sor, que envíe alguna de sus hermanas para visitar a nuestro pobre enfermo, esperanzado en que tenga más suerte que nosotros.”
Hice llamar a la religiosa de la parroquia, sor Louise Puntis, y le solicité presentarse inmediatamente en casa del enfermo recomendándole de obrar con la mayor delicadeza posible, para no amedrentarlo ni exponerse de esta manera a un nuevo rechazo.
La religiosa, dócil a esa recomendación, no precipitó absolutamente nada.
Habiendo encontrado al enfermo menos mal de lo que se le había retratado, creyó certero no abordar el asunto de la confesión.
Al día siguiente, se apresuró en volver a verlo, encontrándolo bastante mal. Una vez informada de su estado de salud, le dijo al enfermo:
“Me parece encontrarlo más demacrado que ayer, está Ud. sufriendo mucho más, ¿no es cierto?
Vamos mi querido señor, ponga su confianza en Dios, es tan bueno, es un buen Padre!. Si ud se lo pide, El lo aliviará.
Para esto, debe ud. ponerse en gracia mediante una buena confesión. Voy a darle una medalla de la Virgen.
Diga conmigo la oración: Oh, María, sin pecado concebida, ruega por nosotros, que recurrimos a ti”.
El enfermo rechazó la medalla y no quiso tampoco pronunciar la invocación.
Empezó a insultar y sacó de debajo de sus frazadas un enorme bastón con el cual desafió a la religiosa y a otras personas a no acercarse a él.
Quedamos desconcertadas, desesperando por hacer decidir a este pobre moribundo de recibir al sacerdote, cuando nos vino el pensamiento de servirnos del escapulario verde.
Lo pusimos en su cama, sin que él se diera cuenta. Más tarde le preguntamos cómo estaba.
Nos respondió que muy mal porque lo atormentábamos con obligarlo a confesarse. Y agregó:
‘Si vienen ustedes por este asunto, pueden retirarse. Quiero morir tal como estoy, sin ver ni un cura delante mío’
Por supuesto, le contesté, Ud es libre de recibir un sacerdote o no, como también de salvarse o de condenarse.
Ud sabe que hay un cielo para los buenos y un infierno para los malos. Elija. Usted es dueño.
‘Déjeme tranquilo, le pido que se retire y no vuelva nunca más, si sólo tiene que decirme esto’
Estábamos afligidas por su obstinación. Se extendió en blasfemias contra Dios, contra María, y lo dejamos solo, desoladas por lo que veníamos de escuchar, pero dejamos el escapulario en su cama.
MARÍA, TODA LUZ, HABRÍA DE TRIUNFAR EN ESE CORAZÓN
Apenas llegamos a la casa, que nos vinieron a buscar. El enfermo quiere comunicarle a la religiosa algo muy importante. La hermana voló a su encuentro.
“Voy a morir, dijo a la sor, ya lo presiento. No puedo presentarme delante de Dios en el estado en que me encuentro.
No sé lo que me está sucediendo. Quiero ver un sacerdote; pero, hermana, no puedo recibir los sacramentos, no estoy casado y además mi mujer es protestante.
Necesito dispensas especiales y no tendrán tiempo de avisar al arzobispado”
Luego agregó:
‘Soy tan culpable! Ud tiene delante suyo a un asesino!
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Soy yo el que mató a Monseñor Affre en la barricada del barrio Saint-Antoine.
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Sólo lo confesaría a un solo sacerdote: el Abad Dumas, vicario de la parroquia Saint-Paul-Saint Louis.
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Vaya a buscarlo hermana y dígale que el enfermo que lo hace llamar es el hombre que le tendió la mano para ayudarlo a bajar de la barricada en el momento en que fue muerto Monseñor y es el que lo acompañó a su domicilio con el arma en las manos. Dígale mi confesión.
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El sabrá reconocerme, estoy seguro”
Viéndolo tan sobreexcitado le hicimos hacer una breve plegaria y la invocación del escapulario verde, al cual besó con respeto.
‘Apresúrese, hermana, voy a morirme y ud no tendrá el tiempo suficiente para llegar’
Pero María, refugio de pecadores, venía de realizar tan grande milagro, que bien podía hacer uno más.
El abad Dumas llegó muy pronto, se acercó a la cama, habló con el enfermo y lo encontró en disposición para confesarse, lo cual haría con toda la sinceridad de su alma, y testimoniando su deseo de recibir la Santa Comunión.
Pero había que obtener del arzobispado las dispensas necesarias para el matrimonio.
Dada la situación supuso que la autorización sería inmediata. Con rapidez se dirigió al arzobispado. El enfermo pareció mejorar.
Y lo estaba, en efecto. Su alma tranquila, gustando de una paz que ni el mismo comprendía, según nos dijo, una paz del Cielo.
El abad no tardó en llegar, con la dispensa en orden y nuestro querido enfermo estaba listo para recibir el sacramento del matrimonio.
Entonces, deseando ver a su esposa entrar en el seno de la iglesia católica, le dijo:
‘Me tienes que prometer que abjurarás’
Su esposa así lo hizo y retuvo su promesa. Algunos meses después, ella realizaba su abjuración en nuestra capilla.
Cuando el abate Dumas llegó con la Santa Eucaristía, el enfermo se levantó de su lecho, la adoró profundamente y estalló en llanto, pidiendo perdón en voz alta.
El sacerdote lo comprometió en poner su confianza en el Señor y luego de una corta exhortación le dio, siguiendo el rito parisino, la extremaunción, luego el Santo Viático, que el enfermo recibió con fe y amor.
No cesaba de llorar y repetía:
‘Es por María, refugio de pecadores a quien le debo mi conversión’
Una hora más tarde, entregó su alma a Dios. Y nosotros, testigos de este prodigio, repetíamos después del desenlace:
‘Sí, verdaderamente, es a María, refugio de los pecadores, que debemos esta conversión milagrosa, es por la feliz influencia del Escapulario Verde. Gloria a María!’
Soeur Dufes, Fille de la Charité-
‘La que suscribe, sor Louise Puntis, declaro haber sido la religiosa de la parroquia enviada por Sor Dufès para asistir al enfermo y atestiguo que es verdad y cierto el relato precedente’ Sor Puntis. — con Carla Merino y Daniel Jesùs Giordano. 9 de julio de 2013.
AHORA TENDRÁS TODO CLARO DE ESTA ADVOCACIÓN EN ESTE RESUMEN:
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El 28 de enero de 1840, Sor Justina estaba en su retiro de noviciado y se encontraba orando en la Capilla del convento, cuando de pronto tuvo una aparición de la Santísima Virgen.
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La Virgen Santísima se le apareció con un vestido largo de seda blanca dejando al descubierto sus pies. Sobre su vestido un manto azul claro. Su cabello caía sobre sus hombros y no estaba cubierto por un velo.
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Sor Justina notó que las manos de la Virgen estaban cerca de su pecho y sostenían su Inmaculado Corazón, del cual salían llamas resplandecientes.
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La Virgen no transmitió ningún mensaje. -
Esta visión representaba un nuevo medio para alcanzar gracias: el Escapulario del Inmaculado Corazón.
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Este escapulario sería un poderoso instrumento para la conversión de almas, particularmente aquellas que no tienen Fe.
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Y que por medio de él, la Santísima Virgen obtendría para ellos, mediante su Hijo, la gracia de una muerte en gracia de Dios.
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Se le hizo también saber, a la religiosa, el deseo de la Madre de Dios de que el escapulario fuese propagado por todas partes para que estas gracias particulares, lleguen a todas las almas que abracen esta devoción. -
La forma de este escapulario consiste en un trozo de tela verde, con una doble representación gráfica.
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En el anverso lleva la imagen de María, mostrando su corazón virginal, en el centro de su pecho, sosteniéndolo con sus manos inmaculadas.
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Su Corazón aparece traspasado por una espada y coronado de llamas.
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Este mismo Corazón, en gran tamaño, aparece en el reverso, rodeado por el óvalo que forma esta inscripción:“Inmaculado Corazón de María, ruega por nosotros ahora y en la hora de nuestra muerte”. -
El 25 de junio de 1848 Monseñor Affre fue mortalmente herido por un insurgente, cuando se dirigía a reconciliar a los parisinos que se mataban entre ellos.
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Murió el 27 de junio, después de haber perdonado a su asesino.
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La investigación posterior jamás llegó a resultados concluyentes.
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Ningún nombre o rostro fue asignado como responsable. Pero la gracia todopoderosa de Dios nos lo hizo descubrir.
Fuentes:
- http://www.corazones.org/maria/escapulario_verde.htm
- http://www.greenscapular.org/
- http://es.wikipedia.org/wiki/Escapulario
- http://www.mercaba.org/ARTICULOS/E/escapulario_tiene_3_significados.htm
Artículo redactado por Gabriela Cárdenas Currenti
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