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La imagen de la Virgen de Talpa fue llevada a Talpa en el año de 1585; desde entonces ha concedido cientos de milagros, como lo fue su prodigiosa renovación, ocurrida cuando la imagen en mal estado iba a ser enterrada, y al ser colocada en un hoyo, en medio de un resplandor, se observó que la imagen se había inexplicablemente renovado.
El pueblo de Talpa también le agradece a su Virgen la milagrosa restauración de la torre izquierda de su Basílica, que debido a un fuerte sismo había quedado peligrosamente inclinada, pero ese mismo día, por la tarde, otro temblor puso la torre en su lugar…

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Sobre las imponentes montañas del noroeste del estado de Jalisco, en el occidente de México cruzado por la gran sierra madre occidental se encuentra el municipio de Talpa de Allende. Se localiza a 190 kilómetros al oeste de Guadalajara. Es un pintoresco pueblito cercano al Pacífico.

Talpa viene de Tlalpan, que en la lengua indígena de los “nahuatl” significa tierra alta, tal vez por los 1240 metros sobre el nivel del mar.

La cabecera es el poblado de Talpa situado en medio de un fértil valle rodeado de colinas siempre verde siempre apacible. Talpa, el pueblo santuario que tiene como centro la basílica de Nuestra Señora del Rosario, es a lo largo del año punto del destino de grandes romerías que desde tiempos remotos se dan sita en Talpa de Allende.

 

LA IMAGEN

El origen de la imagen de la virgencita milagrosa, se remonta al siglo XVI en un pueblo de Michoacán de esos que rodeaba al lago de Páscuaro hecha de material de caña de maíz, aunque no se precisa que tallos fueron usados ya que por la renovación es muy difícil saber el nombre de la materia prima.

Ningún documento hace saber el nombre del autor de esta sagrada escultura sin embargo el documento de: “La auténtica” dice que la imagen procede de manos poco conocedoras de la anatomía humana, de ahí que se crea que el escultor fue un indio Purepecha que supo imprimir en la imagen gracia y delicadeza inspirado tal vez por su amor a la Santísima Virgen.

La escultura realizada por el anónimo indígena, apenas medía 38 centímetros y gozaba de angelical belleza, por un rostro que brotaba tranquilidad infinita representando a María Santísima.

 

EL SACERDOTE SAN MARTIN

Hasta el pueblo de Santiago de Talpa fundado por los conquistadores españoles, luego de descubrir ricos yacimientos minerales, llegó el sacerdote Manuel de San Martín acudiendo al llamado de los colonizadores para que atendiera sus necesidades espirituales y catequizara a los naturales.

Este sacerdote fue quién a su paso por los pueblos ribereños del lago de Páscuaro adquirió la pequeña imagen y la llevó hasta Talpa; la escultura representaba a la Santísima Virgen con el Niño en brazos era entonces la clásica advocación de Santa María de Jesús, Nuestra señora del Rosario.

Instalado el padre San Martin y con la cooperación de los ricos mineros y los naturales, edificó una humilde capilla con paredes de adobe techo de paja y el altar de piedras naturales que es donde se colocó a la pequeña imagen.

Sucedió que los españoles, en su afán de explorar la región a principios del siglo XVII, descubrieron un nuevo material en los Reyes Postotipac lo cual motivó la emigración tanto de titulares como de naturales, dejando casi en total abandono a Talpa y sus minas, quedándose solamente aquellos colonos que se dedicaban a la agricultura y ganadería.

Fue así como el padre San Martín también abandonó Talpa llevándose con él aquella imagen de la virgen de Santa María del Rosario.

Los ricos minerales atrajeron a más mineros convirtiendo a los Reyes en un próspero y floreciente lugar lo cual provocó que el sacerdote construyera una nueva y más amplia capilla.

Para el nuevo templo, el padre san Martín encargó una imagen de tamaño natural de la Virgen María, que fue traída a lomo de mula custodiada por un grupo de hombres colocándola luego en el altar principal, así, la imagen de caña fue cambiada a un altar lateral quedando casi olvidada e inadvertida por los fieles de lugar.

Pero había un indígena llamado Diego Felipe que emigró también a los Reyes Postotipac, pero que no se olvidó de la imagen, y no se sabe como se la llevó a su casa, y allí levanto un altar donde la familia le rezaba.

 

LA VUELTA DE LA IMAGEN A TALPA Y SU DETERIORO

Según el documento de “La Autentica” se sabe que siendo ya viejo el indio Diego Felipe, recibió un día la visita de su hijo Francisco Miguel que vivía en Talpa y temeroso de que la muerte lo sorprendiera decidió regalársela diciéndole que le tuviera a la imagen una gran veneración, ya que ella lo había salvado de muchos peligros y le había también concedido muchos favores.

Así la imagen retornó a Talpa y ya en la capilla quedó junto al patrón del pueblo que era el apóstol Santiago. Los encargados de cuidar el arreglo y el aseo del modesto templo, eran los descendientes del indio Diego Felipe entre ellos su nieta María Tenache.

El sacerdote era párroco de Guachinango y solo visitaba Talpa unas veces al año. Así pasaron los años y casi nadie se daba cuenta de que la pequeña imagen se estaba deteriorando por causa de los insectos y la humedad perdiendo su belleza primitiva y por eso la gente le fue perdiendo devoción quedando su rostro y su cuerpo cada día mas maltratados.

En el mes de agosto de 1644 se prepararon las fiestas patronales de la Virgen de la Limpia Concepción y del apóstol Santiago, protectores de Talpa, celebraciones que llenaban de entusiasmo a los feligreses fue entonces cuando el sacerdote Pedro Rubio Félix dirigió su mirada al altar mayor y en medio de las flores y adornos encontró que algunas imágenes, un crucifijo y la virgen, estaban viejas y destruidas, y pasadas las fiestas antes de abandonar el lugar, encomendó que aquellas imágenes fueran envueltas en lienzos y sepultadas, con todo respeto, en un hoyo que harían en la sacristía de la iglesia.

 

LA VIRGEN RESPLANDECE

Cuenta la historia que el indio Francisco Miguel que había trasladado a la imagen de Los Reyes a Talpa, y su hija María Tenache encargada de cuidar los objetos del culto, cumplieron las órdenes del párroco, era el 18 de septiembre de 1644. Solo faltaba el sepelio o inhumación de las imágenes viejas que estaban en el altar del templo y entre ellas estaba la de la virgen hecha de pulpa de caña.

Conforme a las disposiciones del señor cura, se abrió en el piso un hoyo dejando todo listo para que María Tenache sepultara las imágenes.

A las primeras horas del 19 de septiembre, María Tenache, su padre y otras personas se dirigieron a la iglesia. Serían las 10 u 11 de la mañana, cuando llegaron al templo, se dirigió altar y retiró las flores para quitar las imágenes viejas que deberían sepultar.

Tomó unos lienzos para envolver las esculturas primero la imagen de Jesús crucificado envolviéndolo con cuidado y colocándolo en el hoyo. Luego cuando extendió sus brazos para tomar a la Virgen del Rosario, es ese momento ésta se revistió de una luz vivísima y de un resplandor intenso y deslumbrante como si hubiera sido tocada por el altísimo. María Tenache sintiéndose sin fuerzas por la impresión cayó al suelo desmayada, los demás indígenas sorprendidos le preguntaron que le pasaba, María respondió: “La Virgen despedazada estaba echando resplandores”.

Ese día se escucharon en el sagrado recinto, llantos, oraciones, cantos, expresiones de admiración entre los presentes y nadie se atrevió a tocar la bendita imagen, y muy pronto el altar estuvo lleno de flores y las campanas anunciaron el milagro repicando solas.

Después pusieron a los pies de la virgen los dos únicos cabos de vela que encontraron, pensando que lo más oportuno sería informar al padre Pedro Rubio Félix de tan gran suceso, y precisamente fue Francisco Miguel el encargado de ir a buscar al padre, el que le ordena regresar a Talpa encargándole que tuviera mucho cuidado con la imagen.

Regresó don Pedro lo más pronto que los caminos lo permitían. Tomó algunas precauciones antes de partir: buscar cera para encender velones, de la que sólo pudo recoger después de varias requisas unas seis libras; la compañía de varios testigos españoles y especialmente un notario para labrar un acta. A la comitiva se unieron más vecinos, ya que se había corrido el rumor del prodigioso suceso y todos llegaron a Talpa el 22 de septiembre, tres días después de la maravilla.

 

LA IMAGEN RENOVADA

Después de mirar a la Virgen por un largo rato el Notario tomo a la imagen en sus manos para verificar con el tacto lo que sus ojos miraban, tocó la escultura y con gran sorpresa comprobó que era nueva, maciza y pesada, con gran cuidado volvió a ponerla sobre el altar postrándose ante ella para hacer oración.

Una vez que terminó, salieron del templo reunieron a los principales del pueblo y don Pedro dispuso lo necesario para celebrar aquella tarde solemnes vísperas y al día siguiente una fiesta de acción de gracias.

Los cirios tan laboriosamente recogidos se consumieron al terminar el oficio, pero las dos candelitas de los indígenas continuaban ardiendo sin apagarse desde el 19, por lo que el escribano añade al acta este segundo milagro.

Don Pedro refiere que los resplandores ígneos no los vio en persona, por lo que dejó constancia en su informe de lo que experimentó con sus propios sentidos, considerando entonces como primer milagro la renovación y solidificación del material, porque la imagen se volvió dura, maciza y pesada, después de haberla conocido corroída y liviana de tan carcomida que estaba y de haberla sopesado dos veces con sus manos.

Así fue como desde el 22 de septiembre la imagen renovada fue puesta en el altar principal de aquella iglesia tomando así el lugar de la Limpia Concepción de María y del apóstol Santiago; cabe señalar que en ese entonces no se pensaba que la Virgen del Rosario fuera la patrona del pueblo esto fue obra de los años y de las generaciones posteriores.

Durante su estancia en Talpa, el Padre Rubio Félix celebraba diariamente el santo sacrificio a los pies de la imagen renovada encendiendo cada vez aquellos cabos de vela de los indígenas.

A la imagen renovada se le hizo un nuevo tabernáculo. El templo actual data de 1782 con mezcla de varios estilos gracias a los agregados sucesivos, que sin embargo ofrecen un aspecto unitario. El papa Pío XII lo declaró basílica menor durante su pontificado, aún sin reunir todos los requisitos canónicos, en razón de la devoción y ardiente amor de los fieles.

 

MILAGROS

El documento conocido como “La auténtica” donde quedaron escritos los relatos y testimonios de los que vivieron de cerca el milagro, y que fueron debidamente notariados, se encuentra en una tabla que está en la sacristía de la iglesia de Talpa para perpetuar los hechos ocurridos y que no fueran alterados por la fantasía o imaginación humana, este documento después de varias copias quedó destruido por los avatares del tiempo.

En esos tiempos se supo de otros milagros como curaciones de enfermos además de un hecho prodigioso: sacándola en peregrinación, al regresar otra vez a su templo, la sacra imagen no necesitaba pregoneros que la anunciasen, porque las campanas repicaban solas, aún siendo de noche y estando el templo cerrado y solitario.

Otro milagro digno de mención se debe a la incredulidad de un habitante talpeño; éste no creía en la renovación de la imagen, de modo que esperando se quemase, acercó un cigarrillo encendido a la mejilla de la Virgen e inmediatamente la faz quedó hollada con una quemadura que generó una llaga viva, que motivó la inmediata conversión del escéptico, quien para pedir perdón inició una peregrinación de rodillas desde varios kilómetros por un sendero tan áspero y fragoso que al llegar exhaló su último aliento.

 

LA DEVOCIÓN

A pesar de que ya han pasado muchos años, La Virgen de Talpa no pierde su popularidad y cada vez aumenta más el número de creyentes que llegan de todas partes incluyendo la unión americana.

Peregrinos de la región del occidente de México, del noroeste y hasta de los Estados Unidos acuden a posarse a los pies de la milagrosa imagen, muchos de ellos después de recorrer a pie largas distancias a través de los difíciles caminos de esa región montañosa, sacrificios y privaciones que se ven compensados con la alegría que les da su fe al llegar al santuario para dar gracias a la pequeña imagen morena que tantas gracias derrama sobre sus hijos, Y que por mas de 3 siglos sigue impregnando a Talpa con el deseo de cumplir sus mandas y promesas.

Los talpeños le celebran anualmente cuatro fiestas. El 12 de mayo evoca el aniversario de su coronación en 1923. El 10 de septiembre, fiesta del baño y cambio de vestido de la imagen; ese día la Sra. de Talpa sale en procesión por las calles de la población haciendo su recorrida sobre bellísimas alfombras florales. El 19 de septiembre, fiesta de la renovación de la materia de su imagen, o sea del milagro propiamente dicho. Y el 7 de octubre se la honra por su advocación de Nuestra Señora del Rosario.

 

BASILICA DE NUESTRA SEÑORA DE TALPA

Este templo, que data de 1755, se levantó con la finalidad de albergar a la imagen de Nuestra Señora del Rosario de Talpa, que llegó en 1585 y fue ubicada en el templo en 1782.

El 27 de noviembre de 1946 le fue concedido el título de «basílica menor» por el papa Pío XII, lo cual se confirmó en un acto aquí mismo, el 12 de mayo de 1947.

Este santuario tiene un atrio rectangular con tres accesos y tres portadas de cantera gris, que constan de arco de medio punto decorado con relieves de motivos vegetales y flanqueados por pares de columnas estriadas y capitel compuesto.

Su fachada principal es de cantera y consta de dos cuerpos con remate, todos ellos decorados con columnas salomónicas y nichos con esculturas. A los lados de la fachada están las torres de dos cuerpos con arcos y columnas adosadas de capitel jónico. En el interior, de planta de cruz latina, podrás apreciar ocho retablos neoclásicos, bóvedas de arista, cúpula de media naranja, vanos con vitrales y, en las pechinas, pinturas de los cuatro evangelistas.

El retablo principal, con ciprés al centro, tiene una escultura de la Virgen del Rosario de 46 centímetros de alto, adornada con un resplandor, una corona, una media luna y un cetro, todo de oro con piedras preciosas; su vestido está confeccionado con finas telas bordadas en oro y rica pedrería, y, desde los inicios del siglo XX, se le cambia el vestido el 10 de septiembre de cada año en una tradicional ceremonia llamada «el baño de la Virgen».

VIDEO

Nuestra Virgen del Rosario de Talpa

Peregrinación con la virgen de Talpa 2008

VIRGEN DE TALPA 2009


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