Qué esperan obtener modernistas y masones con la operación contra Joseph Ratzinger.

Se ha descubierto una operación contra el legado de Benedicto XVI, cuya punta visible viene desde la Iglesia Alemana.

Pero que responde a los intereses progresistas dentro de la Iglesia.

Y a la masonería que desde hace siglos está actuando para deshacerse de ella.

Aquí hablaremos sobre cómo es esta operación, a quienes involucra, cuáles son los métodos más visibles que usa y a qué situación quieren llegar.

La Iglesia de Alemania se está convirtiendo en la avanzada de los sectores liberales y modernistas de toda la Iglesia, que quieren cambiar la doctrina que viene desde los Apóstoles.

Quieren protestantizar el catolicismo de modo luterano, usando las mismas armas de Lutero.

Nos están proponiendo que uno es salvado sólo por la fe, lo que significa que si haces obras incongruentes con la fe no importa.

Si violas, adulteras, matas, pero sigues creyendo en Dios, estás justificado. 

Esta es la puerta de entrada para que la Iglesia acepte pecados que estaban condenados por el Señor.

Y por lo tanto es herético.

Y la otra tesis luterana que adoptan es la libre interpretación de la revelación, de las escrituras, no me importa lo que diga la enseñanza tradicional de la Iglesia sobre la escritura dicen, mi teología tiene otra.

Lo cual es cismático.

Y es la puerta de entrada para cambiar la doctrina tradicional de la Iglesia de modo formal y permanente. 

De modo que este movimiento sinodal de los obispos y laicos alemanes, está proponiendo la herejía de aceptar pecados que el Señor condenó y haciendo el planteamiento cismático de plasmarlo permanentemente en la doctrina de la Iglesia.

Sin embargo, no debemos pensar que se trata sólo de ellos.

Ellos sólo son una avanzada de los modernistas que han tomado gran parte de la Iglesia, sobre la base de una interpretación progresista del Concilio Vaticano II.

Y apoyados por fuerzas externas masónicas, que han trabajado desde hace siglos para cambiar a la Iglesia, y que operan básicamente a través de los medios de comunicación.

Y ahora han lanzado una gran ofensiva, cuando el Vaticano comienza el Sínodo sobre la Sinodalidad, para lograr algunos de los cambios que aspiraban hacer a partir del Sínodo de la Amazonia de 2019.

Que fueron frustrados en parte, por las manifestaciones de Benedicto XVI, sobre la conveniencia de mantener el celibato sacerdotal, quien le pidió a Francisco que vetara esa posibilidad.

Y ahora van por más que la abolición del celibato sacerdotal, como lo denota el planteamiento de un grupo al Sínodo Alemán, para cambiar la doctrina de la Iglesia sobre la sexualidad humana, sobre lo que hemos realizado un video.

Y que fue bien recibido por varios obispos.

Y también lo denotan las declaraciones que aparecieron del Cardenal alemán Reinhard Marx, que aboga por la ordenación de sacerdotes no heterosexuales.

Mira bien, sucedieron cuatro cosas juntas.

Primero, un grupo alemán presentó a su Sínodo la ponencia para cambiar la doctrina sobre la sexualidad y muchos obispos lo vieron bien.

Segundo, el cardenal Marx anunció que es partidario de la ordenación de sacerdotes no heterosexuales.

Tercero se lanzó un ataque furibundo contra Benedicto XVI que fue mencionado por un informe que estudió los casos de abusos sexuales en la Iglesia Alemana.

Donde se mencionan 4 casos en que el ex obispo Joseph Ratzinger estuvo involucrado indirectamente, en algún momento dentro de los 5 años en que fue obispo.

Y que curiosamente no implicaron ningún abuso, sino decisiones sobre sacerdotes que antes habían abusado, en los que Ratzinger no participó.

Pero los medios operaron diciendo que Benedicto XVI fue acusado de encubrir abusos sexuales.

Y cuarto, el presidente de la Conferencia Episcopal alemana Georg Bätzing declaró que Benedicto XVI debía pedir perdón a las víctimas de abuso sexual.

Más aún, le pidió a Benedicto XVI que se deshiciera de sus asesores y allegados que lo aconsejan mal, en un ataque al entorno teológico de Ratzinger.

La denuncia contra Benedicto XVI es absolutamente desproporcionada, no la comentaremos aquí, puedes leerla en internet.

Pero aquí queremos llamar la atención sobre la operación que están montando para presionar al Sínodo Alemán y luego al Sínodo del Vaticano.

Su objetivo con el involucramiento espurio de Benedicto XVI con los abusos sexuales, no es atacar a un anciano frágil de salud, sino debilitar a la doctrina tradicional que él representa, que hoy es el mayor escollo para cambiar la doctrina de la Iglesia.

Cuando Joseph Ratzinger era Prefecto de la Doctrina de la Fe bajo Juan Pablo II, el Papa le pidió que se hiciera cargo del tema de los abusos de sacerdotes, que le habían superado, estaba enfermo y con dificultades para tratar con la curia Vaticana.

Y entonces Ratzinger montó una operación para liquidar al mayor símbolo de esa corrupción, que era el padre Marcial Maciel.

Él y sus allegados montaron una operación reuniéndose fuera del Vaticano, utilizando teléfonos y emails distintos para que no fueran descubiertos y combatidos, y al final pudieron incriminar a Maciel, cayó en desgracia y fue condenado.

Y a partir de ahí Ratzinger logró cambiar el Código de Derecho Canónico endureciendo las penas para los culpables de abuso y exigiendo a los obispos otros controles.

Estableció algunas normas nuevas, como la prohibición de entrada en los seminarios de aspirantes no heterosexuales.

Y fue el primer prelado que pidió perdón públicamente por los abusos como Prefecto de la Doctrina de la Fe.

Hay un antes y un después en la Iglesia luego que Ratzinger se hiciera cargo de combatir el flagelo de los abusos.

Y esa estrategia es la que mantiene a grandes rasgos luego Francisco, aunque atenuada su severidad.

Benedicto XVI ha sostenido, al igual que Francisco, y han mostrado pruebas, que la proporción de abusadores dentro de la Iglesia es inferior que en otras denominaciones y que en otras instituciones no religiosas.

Pero también han dicho que hay una clara influencia demoníaca, porque no tiene lógica que personas que abrazan la fe hagan tales actos.

Y han mostrado pruebas también de que la estrategia utilizada por el Vaticano ha dado buenos resultados, se ha parado la multiplicación de casos, y los que se están descubriendo son básicamente los que se han dado en el pasado, en especial en las décadas de 1970 a 1990.

Pero el gran punto por el que Benedicto XVI es atacado por los progresistas, es por su tesis sobre el Concilio Vaticano II, es eso lo que quieren destruir.

Su tesis es que la única forma católica de analizar el Concilio Vaticano II es a través de la lógica de la continuidad, o sea integrar sus resultados a la herencia histórica y doctrinal de la Iglesia.

Para que no haya rupturas radicales con la enseñanza tradicional de la Iglesia.

Porque si se lo quiere analizar desde la lógica de la discontinuidad, o sea que fue una revolución para la Iglesia, entonces se van a producir cismas y herejías.

Una por el lado de los Lefevbristas, que no aceptan su letra.

Y otra, la más en auge hoy, por parte de quienes hacen una lectura progresista de las conclusiones, y se ven legitimados para hacer cambios profundos, incluso en la doctrina de la Iglesia, porque aprecian en el Concilio la semilla que los habilita para esas acciones.

Por ejemplo, la conclusión de volver a poner a Jesucristo como centro de nuestra fe y de la pastoral, fue interpretada por algunos progresistas como que había que despreciar las devociones marianas y a los santos.

E incluso quitar de las iglesias la iconografía de vírgenes y santos, llegando al extremo de blanquear las paredes de los templos, perdiendo valiosas obras de arte.

O tapando con yeso nichos con sus imágenes adentro, que con el paso del tiempo y ya atenuado el furor, se han ido recuperando.

Y una de las cosas que más duele a los progresistas y al mundo externo a la Iglesia, es la interpretación de Ratzinger, de que los abusos dentro de la Iglesia son consecuencia de una pérdida de la fe producida por la revolución cultural de los años 60, que tuvo su eje en la revolución de la sexualidad.

Esta revolución penetró en la Iglesia, particularmente en los seminarios, y atacó a la teología moral fundada en la ley natural.

Y las consecuencias fueron devastadoras, por culpa de muchos pastores que no quisieron ver y contrarrestar esta deriva relativista.

Por todas estas cosas, es que el pontificado de Benedicto XVI ha sido más atacado que cualquier otro en el último siglo, por los medios de comunicación.

Y ahora su legado es el que quieren destruir, porque les impide realizar la operación de diluir la doctrina de la Iglesia que viene desde los apóstoles.

En resumen, hay una operación montada por los sectores progresistas de la Iglesia y de los masones fuera de ella, para que la Iglesia cambie su doctrina en varios puntos.

La Iglesia de Alemania es la punta de lanza, pero está presente en toda la Iglesia y en los medios de comunicación.

Y han lanzado un ataque mediático contra Benedicto XVI, para debilitar su escuela, que aboga por la conservación de la herencia doctrinal y la tradición de la Iglesia, que viene de los apóstoles.

Esta es la lucha que habrá en el Sínodo sobre la Sinodalidad, del Vaticano, que está comenzando y que transcurrirá en medio de la presión que le hará el Sínodo cismático de los obispos alemanes.  

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre la operación en curso para desprestigiar el legado que deja el hoy anciano Benedicto XVI.

Y me gustaría preguntarte si has percibido que los progresistas dentro de la Iglesia quieren modificar la doctrina de la Iglesia o no.

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