CREO EN ÉL
Creo en Él, el que vendrá, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob que liberó a nuestros padres cuando eran esclavos e hizo pacto con ellos y que hoy nos sigue llamando a la libertad, al amor y a la justicia…
CREO EN ÉL
Creo en Él, el que vendrá, el Dios de Abraham, Isaac y Jacob que liberó a nuestros padres cuando eran esclavos e hizo pacto con ellos y que hoy nos sigue llamando a la libertad, al amor y a la justicia.
Creo que puso la tierra en las manos del hombre para que la domine y la haga habitable en la hermandad. Creo que se identifica con los oprimidos y reclama la sangre de Abel cada mañana y cada tarde.
Creo también en Jesucristo, su hijo, nuestro hermano, Signo y manifestación definitiva del Padre, palabra suya hecha carne, que nació de la Virgen María, al ser transformada por el Espíritu Santo en templo de su divinidad, y vivió pobre entre los pobres y nos trajo las buenas noticias y murió ajusticiado según las leyes por un tribunal romano, pero vive y está sentado a la derecha del Padre y nos ha abierto la esperanza de que también nosotros estaremos con Él
Creo en el Espíritu Santo, que nos habló por los profetas de la justicia y del amor y sigue con nosotros y actúa en la comunidad de los creyentes.
Creo en la Iglesia, Sacramento de Salvación y Sacramento de Unidad.
Creo que Dios ha puesto verdad, bondad y belleza en todos mis hermanos hechos a su imagen, aunque pertenezcan a otra Iglesia, o tengan otro credo.
Creo que, al final se establecerá plenamente el Reino de Dios, triunfará la justicia, y habrá paz y fraternidad entre los hombres.
MARÍA DE BELÉN
María de Belén, tú nos diste a Jesús, el Dios con nosotros, el Dios que nos salva, el Emmanuel: nos lo diste en la primera Nochebuena de la historia, y los primeros en recibir la noticia fueron los pequeños, los humildes, los pastores.
Nosotros queremos recibir hoy, otra vez, la Buena Nueva del nacimiento de Jesús. Queremos que Jesús nazca en nuestro corazón.
Por eso te pedimos que tú misma nos prepares dándonos un corazón pobre, humilde y pequeño, silencioso y contemplativo, dispuesto a la ofrenda y al don; un corazón como el tuyo.
María de Belén, haznos experimentar de este nuevo nacimiento, y mientras tanto haz que realicemos contigo un mismo camino de espera y de esperanza.
Amén.
Cardenal Eduardo F. Pironio
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Preparado para que, cuando Tú llames, yo te abra
Despierto para que, cuando Tú te acerques, te deje entrar
Alegre para que, cuando Tú te presentes, veas mi alegría
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Que, el tiempo en el que vivo, no me impida ver el futuro
Que, mis sueños humanos, no eclipsen los divinos
Que, las cosas efímeras, no se antepongan sobre las definitivas
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Y que, cuando nazcas, yo pueda velarte
Para que, cuando vengas, salga a recibirte
Y que, cuando llores, yo te pueda arrullar
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Para que, la violencia, de lugar a la paz
Para que los enemigos se den la mano
Para que la oscuridad sea vencida por la luz
Para que el cielo se abra sobre la tierra
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Porque el mundo necesita ánimo y levantar su cabeza
Porque el mundo, sin Ti, está cada vez más frío
Porque el mundo, sin Ti, es un caos sin esperanza
Porque el mundo, sin Ti, vive y camina desorientado
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Prepara mi vida personal: que sea la tierra donde crezcas
Trabaja mi corazón: que sea la cuna donde nazcas
Ilumina mis caminos: para que pueda ir por ellos y encontrarte
Dame fuerza: para que pueda ofrecer al mundo lo que tu me das
QUIERO ESTAR EN VELA, SEÑOR
Entre otras cosas porque, tu Nacimiento,
será la mejor noticia de la Noche Santa
que se hará madrugada de amor inmenso en Belén.
¡VEN, SEÑOR!
QUIEN DESESPERA, ES PORQUE NO ESPERA
En Adviento, quien desespera, es porque no espera ni quiere esperar en nada ni en nadie.
En Adviento, quien no espera, es porque –tal vez- sólo espera en sí mismo.
En Adviento, quien aguarda, es porque sabe que lo bueno está por llegar.
En Adviento, quien confía, es porque intuye que Alguien está por llegar.`
¿Qué tienes Adviento que truecas la noche en día y transformas la soledad de vértigo en compañía?
¿Qué tienes Adviento que nos empujas y nos animas contra toda desesperanza?
¿Qué tienes Adviento que nos despiertas del letargo de la monotonía?
¿Qué tienes Adviento que levantas nuestra vista hacia el horizonte?
Tienes la luz que iluminará la noche más estrellada de la Navidad
Posees el despertador que espabila la fe dormida o amordazada
Tienes, más allá de la Navidad, la llegada de Aquel que de una vez por todas vendrá hasta nosotros
Escondes, en ti mismo, la fuerza que nos invita a pensar en un Dios que viene al encuentro del hombre
¿Qué nos das, Adviento, para que en ese dar, siempre siembres un poco de paz y de sosiego?
¿Qué secreto te traes entre manos, Adviento, para que se nos vayan desvelando tantos misterios?
¿Qué grandeza nos descubres, Adviento, para que el corazón vuelva del rencor al amor y el hombre de la violencia a la paz?
Fluyes en la Palabra que, según se había entretejido desde antiguo, por fin se cumple
Regalas la capacidad de asombrarnos ante un mundo que nos adormece
Presentas, entre otras cosas, la caricia de Dios que hace que desparezca la parte más negativa del ser humano.
Gracias, Adviento, porque haces de nuestra mente un pensamiento para Dios.
Gracias, Adviento, porque nos invitas a volvernos sobre nosotros mismos.
Gracias, Adviento, porque cuentas con nosotros como vigilantes de un gran amigo.
Gracias, Adviento, porque aún siendo hijos de Dios, sabemos que tenemos mil defectos que dejar en el camino, para poder entrar con libertad, sin dificultades y con amor en Belén.
TE SIGO, CRISTO MI REY
Porque me hablas desde el amor y con amor
cuando más te necesito.
Porque, ante la mentira que me confunde,
te muestras con la claridad de la verdad
con la justicia tendida de tu mano
con el cetro de tu autoridad.
TE QUIERO, CRISTO MI REY
Sin violencia, y con paciencia,
esperas mi retorno después de la traición.
Porque, en el palacio donde habitas,
no existe más castigo que el temor de no verte
ni más vacío que mi pereza por no encontrarte.
TE SIGO, CRISTO MI REY
Nadie sabe gobernar como Tú, Jesús;
tu nacimiento, fue felicidad para el mundo
tus palabras, fueron bálsamo para el pobre
porque tus gestos, hicieron que muchos –por fin-
no se sintieran definitivamente abandonados.
TE QUIERO, CRISTO MI REY
Porque amaste hasta extenuarte en una cruz
y, como Rey que sirve,
desde ese trono de madera
perdonaste con palabras de misericordia
TE SIGO, CRISTO MI REY
Porque, como gran Rey, venciste al gran enemigo,
al gran adversario del hombre:
a la muerte, a tu muerte, a nuestra muerte
TE QUIERO, CRISTO MI REY
Porque, ante tanto desaliento y dudas,
nos animas a formar parte de tu pueblo.
¿Me aceptas, Señor?
Soy mediocre, pero daré la cara por Ti
Tengo pocas fuerzas, pero todas serán tuyas
No estoy acostumbrado a luchar con las armas
que Tú me propones; el amor, el perdón, la mansedumbre,
la humildad, la pobreza de espíritu….
pero sé, mi Rey, que contigo al frente
podré llegar a ser un buen defensor de tu Reino.
Amén.
Xavie Leoz
EN EL DESIERTO DEL MUNDO
Donde la locura vuela más deprisa que la sensatez,
allá donde la pobreza ya no llama la atención
y se convierte en estandarte de un mundo infeliz
quiero, Señor, preparar tu camino.
En la soledad del que busca y no encuentra compañía
en la desesperanza de familias
que han perdido el horizonte de la alegría
en los egoísmos y soberbias
que me impiden verte cara a cara…
Quiero, Señor, preparar tu camino.
Luchando, por rebajar todas esas colinas de autosuficiencia
Avanzando, para llenar lo que la sociedad
caprichosa e insolidaria, mezquina y sin sentido
pretende dejar, lo más sagrado, vacío y sin contenido
Quiero, de verdad Señor, preparar tu camino
Despejar nuestras mentes embarulladas por lo efímero
y colmarlas con tu presencia, con tu Nacimiento
Denunciar falsedades o verdades a medias
y, con la trompeta de tu nuevo día,
pregonar a este mundo que todavía es posible la esperanza.
que Tú, Señor, estás por llegar
pero que, los caminos por donde avanzamos,
no son los auténticos para poderte alcanzar.
Tú Señor, puedes cambiar el ritmo de la historia
si somos capaces de dejar aquello que nos atenaza,
duerme, amordaza, esclaviza y nos impide caminar
Contigo, Señor. Para Ti, Señor. Por Ti, Señor.
Quiero preparar mis caminos: que sean los tuyos
Quiero andar por tus caminos: sal a mi encuentro
Quiero dejar los viejos: renuévame con tu gracia
¡Ven, Señor! ¡Apresura tu llegada!
¡¡Contigo, para siempre, por tus caminos!!
LUCES DE ADVIENTO
LA LUZ DE LA PALABRA. Acércate al pensamiento de Dios. La lectura de su Palabra te hará comprender y entender qué es lo que Dios quiere de ti y para ti. O, tal vez, lo sentirás más cerca, más vivo, más comprometido con tu existencia.
LA LUZ DE LA VERDAD. El Señor aparecerá desnudo en Belén. Esa es una gran realidad: DIOS se despoja de su grandeza para llegarse hasta nosotros con un objetivo: que sea la VERDAD frente a tantos dioses que invaden nuestra conciencia y nos convierten en esclavos del relativismo.
LA LUZ DEL AMOR. Las personas, además de medios económicos, necesitamos del cariño de aquellos que nos rodean. Sólo los corazones obstinados y duros son incapaces de reconocer la enfermedad que nos atenaza: somos calculadores y fríos. Jesús, con su nacimiento, remueve el cemento de nuestras entrañas para convertirlo en algodón que acoge y disfruta dándose a los demás.
LA LUZ DE LA ESPERANZA. Las noticias negras nos sacuden y condicionan nuestra felicidad. Los sucesos negativos nos llevan a una conclusión: el mundo va a la deriva. La esperanza cristiana no nace de los grandes regidores del mundo sino, por el contrario, de Jesús Salvador que nos trae otra óptica sobre nuestra humanidad.
LA LUZ DE LA FE. Si dejamos de mirar al cielo sólo nos quedará el suelo y, ese suelo, se agrieta frecuentemente. La fe es una lente por la que, aun sin ver, creemos que DIOS vive y se manifiesta de una forma extraordinaria y vertiginosa en Cristo. Lo podremos tocar, adorar y cantar. La fe nos hace tremendamente invencibles.
LA LUZ DE LA IGLESIA. Algunos quisieran una Iglesia recluida y sin luz interna. Es más; algunos sólo pretenden unos templos artísticamente bellos por fuera pero sin vida divina por dentro. El Adviento nutre a la Iglesia de aquello que la hace única, imperecedera y soñadora: Jesús es su energía y su razón de ser.
LA LUZ DEL OPTIMISMO. Un Niño nos va a nacer y, la casa de nuestro corazón, es traspasada por la alegría. Nadie nos puede robar el sentido más genuino de la Navidad. Tendremos que ser respetuosos con los que se quedan sólo con el celofán navideño pero, nosotros, tendremos que ser como Juan Bautista: anunciar que Alguien está por llegar. Eso produce una sensación de optimismo real y contagioso.
LA LUZ DE LA ORACIÓN. ¿Cómo será ese Niño? ¿Cómo vendrá? ¿Por qué Dios se presenta pequeño y silencioso? La oración es una luz que nos ayuda a prepararnos al acontecimiento de la Navidad. Un cristiano que no reza en adviento es un cristiano que puede ser seducido e inmovilizado por lo secundario o por lo artificial. Quien reza en adviento se convierte en un pesebre donde Dios nacerá con especial vigor.
LA LUZ DE LA SOBRIEDAD. Las circunstancias dolorosas de muchas personas reclaman de nosotros no sólo solidaridad sino caridad. El adviento, como Juan proclama, nos invita a despojarnos de aquello que puede estorbar a un Niño que merece la mejor habitación de la casa de nuestra persona. Si nos volcamos con los demás…Dios nacerá en toda su magnitud en nosotros.
LA LUZ DE LA EUCARISTÍA. La Iglesia es una gran familia que, cuando se reúne, pide perdón, escucha, reza, canta y hace presente el Memorial de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. La Eucaristía, en adviento, nos hace mejores centinelas, nos mantiene despiertos, nos llena del Espíritu de María y, sobre todo, nos centra en lo esencial: DIOS VIENE A NUESTRO ENCUENTRO.
COMPARTIENDO VIDA… LOS HILOS QUE ME MUEVEN
Las marionetas danzan en función del movimiento que realiza alguien desde arriba.
Quisiera que los hilos que me muevan fueran los mismos que los de aquellas personas que me dan ejemplo de amor, entrega, cariño, perdón, altruismo, solidaridad…
Hay hilos que pueden romperse y dar lugar a comportamientos erróneos por mi parte.
Cuando los hilos levantan mis brazos que sea para abrazar a los que tengo cerca y acoger su debilidad y su grandeza.
Cuando muevan mis piernas que sea siempre para caminar hacia el bien y haciendo el bien.
Cuando muevan mi boca que sirva para decir palabras de agradecimiento y esperanza.
Cuando muevan mi cabeza ladeándola horizontalmente que sea para decir NO a todo aquello que no hace bien a mi pequeño mundo y, cuando sea un movimiento vertical, que sirva para decir SI a la vida y al amor.
Cuando agache mi costado que sirva para venerar y adorar a Cristo vivo y presente en los hermanos más pequeños.
Y cuando adelante mis manos hacia lo alto que sirva mi vida como ofrenda por todo lo recibido del Artista que mueve mis hilos.
Que nadie más que Él maneje esos hilos.