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ORACION I
Virgen y Señora nuestra de la Merced,
a ti suplicamos que, mediante tu maternal intercesión ante tu hijo Jesucristo, nos alcances la verdadera libertad de los hijos de Dios y nos hagas libres de cualquier esclavitud, de modo que experimentemos en nosotros la alegría de la salvación. Amén

ORACION II
María, Merced de Dios, regalo de Cristo a los hombres. La Trinidad Santa te envió a Barcelona, mensajera de libertad y misericordia, para, por medio de Pedro Nolasco, mostrarte corredentora, mediadora, Madre de todos, ternura de Dios para los pobres.
Madre de la Merced, enséñanos a valorar nuestra fe cristiana, haznos capaces de amar con caridad mercedaria, conviértenos en portadores de paz.
Que tus besos derritan la violencia que nos envuelve, hasta que recuperemos, en tu regazo materno, la ilusión de familia, transformado el mundo en un hogar.
Bendice esta ciudad tuya, que te proclama patrona y princesa y gusta, enamorada, de llamarte madre.

ORACIÓN III
Santísima Virgen María de la Merced, madre de los pobres y modelo de los que sufren persecución por amor y fidelidad a la iglesia, escucha nuestras humildes súplicas por la iglesia perseguida y por nuestros hermanos pobres a fin de que no sólo no desmayen en la lucha, ni vacilen en la fe, sino que experimenten los consuelos que reservas a los que perseveran fieles a las enseñanzas del Evangelio.
Concédenos, madre, un corazón generosos para saber perdonar y para poder trabajar con firmeza y perseverancia en la construcción de una civilización nueva donde sea posible vivir con alegría sirviéndonos mutuamente y amándonos como Jesús nos amó.
Amén.

ORACIÓN IV
Padre Misericordioso, que enviaste al mundo
a tu Hijo Jesucristo, Redentor nuestro, con
la maternal cooperación de la Virgen María;
concede a cuantos la invocamos con el Título
de La Merced, gozar la libertad de hijos,
que Cristo nuestro Señor nos mereció con
su sacrificio y ofrecerla incansablemente
a todos los hombres. Por Jesucristo
Nuestro Señor.
Amén

ORACIÓN V
Virgen María de la Merced, bondadosa Madre de Dios, estrella resplandeciente del mar, luna purísima que recoges los rayos del Sol de Justicia, te nutres de ellos para reflejarlos de la mejor manera. Escucha Madre, nuestros ruegos; tú que benigna atendiste desde el cielo los tristes lamentos de los pobres cautivos que gemían sin consuelo en la dura opresión de los moros, y rompiste los grillos y cadenas que los aprisionaban, por medio de tu familia de redentores. Por tu ardiente caridad, por tus virginales entrañas en que se encarnó el Hijo de Dios para nuestro remedio, te pedimos, Madre querida, que rompas las cadenas de nuestro pecado, para que libres de ellas, podamos conformarnos con tu Hijo el Señor Jesús. Amén.

SALUTACIONES
– Saludemos a María, por ser la Madre de Dios,
Dios te salve, María…
– Saludemos a María, por ser nuestra Madre.
Dios te Salve, María…
– Saludemos a María, que incesantemente nos ofrece su maternal misericordia.
Dios te Salve, María…

ORACIÓN VI
Dulce es nombrarte, María, y no hay gozo en el mundo que pueda compararse al de tu amor maternal. Si nuestros amigos nos defraudan en ti encontramos a la Madre que nunca falla. Si caemos en pecado, en ti encontramos el refugio y el auxilio para levantarnos. Si la fortaleza del cuerpo se debilita, tú siempre nos sostienes con maternal amor. Si lloramos, nos acompañas en el dolor. Alegres, participas de nuestras alegrías. Siempre nos acoges porque somos tus hijos, hijos de tu inmaculado y doloroso corazón. ¿Qué haríamos sin ti, Madre nuestra? ¿Cómo responder dignamente a tu amor de Madre? Si quieres nuestros corazones, aquí los tienes, prontos a brindarte su amor filial y a manifestártelo en el seguimiento fiel a tu Hijo. Si te gusta una expresión de amor, acepta la que te tributamos en este día como signo de nuestra piedad filial.
Bendita Madre nuestra de la Merced, no nos dejes solos durante nuestro peregrinar en esta vida. No nos dejes entregados a nuestras débiles fuerzas, ya que sin tu maternal intercesión desfalleceríamos en el camino.
Madre del Señor y Madre nuestra, obtennos de tu Hijo la fuerza del Espíritu para que anime y fortalezca nuestros pasos.
Madre de la Merced, ayúdanos a dar valiente testimonio de vida cristiana y a ser generosos en el servicio de amor a los hermanos. Amén.

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