Oraciones a Nuestra Señora de Oropa

En el valle de Oropa en el Piamonte italiano, a 1.200 metros sobre el nivel del mar, se encuentra el majestuoso Santuario de Oropa. Allí San Eusebio introduce el culto de María en el siglo IV, llevando una estatua de leño de la Virgen negra con el Niño en brazos.

La tradición dice que el Santo trajo consigo a Oropa una estatua de leño de la Virgen, encontrada en Jerusalén y tallada por San Lucas.

Se cuentan cientos de milagros, protecciones e intercesiones de Nuestra Señora de Oropa. Su fiesta se celebra el 29 de octubre.

 

A MI QUERIDA MAMÁ CELESTIAL

Queridísima Mamá Celestial,
que quisiste venir entre los montes de Oropa
para estar más cerca de nosotros, acógenos en Tu casa
y haz que llevemos a nuestras casas
el perfume de tus virtudes.

Tenemos necesidad de refugiarnos en Tus brazos
para encontrar el coraje de la Fe,
para sentir el ardor de Tu Amor.

Tenemos necesidad de tus caricias,
que puedan deshacer
la dureza de nuestro corazón.
Puedan nuestros labios pronunciar
Tu dulce Nombre: Mamá.

Se que escucharás mis penas, mis gozos,
mis desilusiones y mis esperanzas.
Tómame de la mano y guíame
por las vías del mundo y llévame al final
al Corazón de Tu Amadísimo Hijo.

Permanece siempre en mi corazón y nada me entristecerá.
Te ofrezco a mí mismo.
Acepta esta ofrenda y permanece siempre conmigo.

Oración citada del Libro: «Sobre las huellas del Maestro»

 

ACTO DE CONSAGRACIÓN A MARÍA

¡Oh María, Virgen poderosa y Madre de Misericordia, Reina del cielo y refugio de los pecadores!, nosotros nos consagramos a tu Corazón Inmaculado. Te consagramos nuestro ser y toda nuestra vida, todo aquellos que somos. Tuyos sean nuestros cuerpos, nuestras almas, nuestros hogares, nuestras familias. Queremos que todo aquello que está a nuestro alrededor te pertenezca y sea partícipe de tus bendiciones maternales.

Y a fin de que esta consagración sea verdaderamente eficaz y duradera, renovamos hoy a tus pies, Oh María, las promesas del bautismo y de la confirmación. Nos proponemos profesar siempre y con valor las virtudes de la fe de vivir como verdaderos católicos. Nos proponemos observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia y en modo particular la santificación de las fiestas. Nos empeñaremos en recibir en nuestra vida, cuanto nos sea posible, la Santa Comunión.

Te prometemos, a fin de asegurar – mediante el amor a tu Corazón Inmaculado – el poder del Corazón adorable de Tu Hijo Jesús en nuestras almas y en nuestras familias, así en la Tierra como en el Cielo. Amén.

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