Oración de cada día
Cada día vamos agregando una oración para ese día, y además mantenemos las oraciones de la semana anterior.
¡QUIÉN SINO TÚ!
¡QUIÉN SINO TÚ, VIRGEN MARÍA!
Asciendes, y eso no te lo quita nadie,
porque el cielo te espera
por tantas cosas que hiciste por Dios en la tierra
¿Qué se siente, María?
¡Dínos! ¡Qué se siente!
Cuando, Dios, con ángeles e himnos celestes
te llama para mirarle frente a frente
para decirte: ¡Qué hermosa eres, María!
¡QUIEN SINO TÚ, MARÍA!
Fuiste apoyo en nuestra fe
Fuiste SI, silencioso pero limpio en Nazaret
Fuiste amor dando al AMOR en Belén
Fuiste entrega y servicio,
delicadeza y constancia,
oración y entrega
¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA, FUISTE TODO ESTO!
Y, Dios, que no permite
que ninguno de los suyos se pierda
menos, todavía, permitirá que tu cuerpo, María,
roce como lo hace la tierra con el grano de trigo.
Tus pies pisarán la Morada Santa
Tus labios seguirán cantando y proclamando
un cántico de alabanza a Dios
Tu corazón, una y otra vez,
como lo hiciste tantas veces entre nosotros
seguirá estando enamorado
de Aquel que, en Ti, se encarnó.
¡QUIÉN SINO TÚ, MARÍA!
Tú, al subir al cielo,
dejas huellas para que nosotros, tus hijos,
no nos perdamos en los pequeños infiernos.
Tú, al ascender victoriosa,
nos indicas los peldaños para que, los que creemos,
vayamos un día, tarde o temprano,
a tu encuentro.
¡Gracías, María!
¡Gracias, Dios, por llevarte a María!
¡Feliz encuentro, Virgen María, con el Padre!
Amén
TE CONFIESO, QUE NO LO SÉ, SEÑOR
Digo amarte
cuando, media hora en tu presencia,
me parece excesivo o demasiado
Presumo de conocerte
y, ¡cuántas veces!
el Espíritu me pilla fuera de juego
Te sigo y escucho
y miro, una y otra vez,
hacia senderos distantes de Ti.
Te confieso, Señor,
que no sé demasiado de Ti.
Que tu nombre me resulta complicado
pronunciarlo y defenderlo
en ciertos ambientes.
Que, tu señorío,
lo pongo con frecuencia
debajo de otros señores
ante los cuales doblo mi rodilla
Te confieso, Señor,
que mi voz no es para tus cosas
lo suficientemente recia ni fuerte
como lo es para las del mundo.
Te confieso, Señor,
que mis pies caminan más deprisa
por otros derroteros que el placer
las prisas, los encantos o el dinero me marcan.
Te confieso, Señor,
que, a pesar de todo,
sigo pensando, creyendo y confesando
que eres el Hijo de Dios.
Haz, Señor, que allá por donde yo camine
lleve conmigo la pancarta de “soy tu amigo”
Haz, Señor, que allá donde yo hable
se escuche una gran melodía: “Jesús es el Señor”
Haz, Señor, que allá donde yo trabaje
con mis manos o con mi mente
construya un lugar más habitable
en el que Tú puedas formar parte.
Amén
MANOS UNIDAS
Que seamos, Señor, manos unidas
en oración y en el don.
Unidas a tus Manos en las del Padre,
unidas a las alas fecundas del Espíritu,
unidas a las manos de los pobres.
Manos del Evangelio,
sembradoras de Vida,
lámparas de Esperanza,
vuelos de Paz.
Unidas a tus Manos solidarias,
partiendo el Pan de todos.
Unidas a tus Manos traspasadas
en las cruces del mundo.
Unidas a tus Manos ya gloriosas de Pascua.
Manos abiertas, sin fronteras,
hasta donde haya manos.
Capaces de estrechar el Mundo entero,
fieles al Tercer Mundo,
siendo fieles al Reino.
Tensas en la pasión por la Justicia,
tiernas en el Amor.
Manos que dan lo que reciben,
en la gratuidad multiplicada,
siempre más manos,
siempre más unidas.
Pedro Casaldáliga
POR LA EVANGELIZACIÓN DEL MUNDO
Espíritu Santo, que diriges la misión que Jesús dejó a su Iglesia:
Abre las mentes y los corazones de todos los bautizados a su deber de participar activa y decididamente en el anuncio del Evangelio, como hijos de la Iglesia, misionera por naturaleza.
Capacítanos para realizar una evangelización profunda, constante e integral, que lleve a la convicción y al compromiso; compartiendo unas naciones con otras y colaborando, desde nuestra pobreza y riqueza, con las demás iglesias del mundo entero .
Suscita en nuestras familias muchas vocaciones de misioneros y misioneras y concédenos que toda la acción pastoral esté impregnada del profundo espíritu de misión universal.
Te lo pedimos confiadamente unidos a María Madre de la Iglesia y Estrella de la evangelización bajo cuya protección maternal Tú mismo has querido colocarnos.
Santa María Madre de la iglesia. Ruega por ella
COMO TUS BRAZOS
Aquí estamos ya, junto a Ti,
hoy nos has llamado a esta ciudad,
y has querido Tú estar aquí porque nos amas
La esperanza que Tú nos das
dentro de nosotros fuego es,
nos ayudará a incendiar
y a dar amor a todos.
EL CAMINO NO LO HAREMOS SOLOS,
CON NOSOTROS CAMINARÁS.
JUNTO A TI SEREMOS
COMO TUS BRAZOS
ABIERTOS A LA HUMANIDAD.
Y CUANDO EL ANDAR
SE NOS HAGA DURO
CON NOSOTROS SIEMPRE ESTARÁS.
LLEVAREMOS A TODOS TU MENSAJE:
ANUNCIO DE PAZ Y DE AMOR.
Gran testigo de la verdad
Y de la justicia defensor,
vás como una luz y no te has de cansar de amar.
Eres Tú un amigo muy fiel
siempre vives por la humanidad
Tienes gran predilección por los que están lejanos.
JESÚS GUÍA NUESTROS PASOS
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de paz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de verdad
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de luz
Jesús guía nuestros pasos por tus caminos de vida.
Jesús enséñanos tus caminos de amor
Jesús enséñanos tus caminos de luz,
Jesús enséñanos tus caminos de verdad
Jesús enséñanos tus caminos de vida
Jesús enséñanos tus caminos de paz.
SEÑOR JESÚS, ENSÉÑAME LOS CAMINOS DE TU SABIDURÍA
Señor Jesús,
enséñame los caminos de tu sabiduría…
Señor enséñame tus caminos
Señor enséñame tus caminos sencillos y vulgares
Señor enséñame tus caminos de lo pequeño,
de lo simple, de lo normal.
Señor enséñame tus caminos de la humildad,
de la inapariencia, de lo escondido.
Señor enséñame tus caminos de la monotonía, de la rutina de cada día,
de la naturalidad de la vida.
Señor enséñame tus caminos de lo grande en lo pequeño,
del misterio de lo simple, de lo extraordinario en lo ordinario.
Señor enséñame tus caminos de la vida ordinaria, del amor y de la entrega a los demás.
Señor enséñame tus caminos del silencio y de la paz,
del hogar y del amor, de la luz y la verdad.
Señor enséñame los caminos de tu sabiduría.
Señor enséñame a recorrer tus caminos con pisadas de pobre.
Señor enséñame tus caminos.
Oraciones del domingo 3 al sábado 9 de agosto 2014
ESPÍRITU DIVINO
Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetras las almas; fuente del mayor consuelo.
Ven dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.
Entra en el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones según la fe de tus siervos.
Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse, y danos tu gozo eterno.
YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Y ascender, muy alto, al encuentro con el Señor
pero, sin olvidar, que los grandes rascacielos
están primeramente sujetos a la tierra.
Como Tú, María:
Sencilla, no quisiste más grandeza que tu pobreza
Como Tú, María:
limpia, tus ojos sólo brillaron para el Señor
Como Tú, María:
obediente, siempre tus caminos fueron para Dios
YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Dándome generosamente, como Dios mismo se ofrece
Entregándome sin tregua, como Tú misma te das
Mirando hacia el infinito,
y buscando, en ese aparente vacío, la grandeza del Salvador
YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Y disfrutar para siempre de la gloria eterna
Y correr, contigo, por las calles del cielo
Y poder abrazar a los que, antes que yo,
marcharon con tu protección desde este duro suelo
Y dejar de llorar, de sufrir y comprender entonces
lo que vale la fe y la perseverancia de mi ser cristiano
YO TAMBIÉN QUIERO SUBIR CONTIGO, MARÍA
Porque, este mundo nuestro, es un primer anuncio
es aperitivo de la gran cena que nos espera
es antesala del gran comedor que nos aguarda
es primer compás de la música celeste
es preámbulo de un umbral feliz y lleno de dicha
¡Felicidades, María!
¡Tu suerte, que sea la nuestra!
¡Ayúdanos a encontrar, esas escaleras,
por las que, Tú, has encontrado el cielo!
Amén
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi vida:
creer sin desfallecer
Un deseo para mi gente:
que te quieran como yo te quiero
Un deseo para mis enemigos:
que podamos darnos la mano
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi cuerpo,
que sea fuerte y con mi voz
y mi garganta, con mi corazón y mis manos
con mis pies y todo mi ser…
te pueda seguir dando gloria.
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi alma,
que el maligno no habite en ella
Un deseo para mis días,
que no busque lo que no me corresponda
Un deseo para mi Iglesia,
que nunca se canse de mirar hacia Ti
Un deseo para mis ojos,
que sepan descubrirte en todo y sobre todo
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
Un deseo para mi pobre oración,
que sea sincera y no interesada
Un deseo para mi caridad,
que sea grande y no una farsa
Un deseo para mi esperanza,
que espere y nunca te deje de lado
¿ME LO CONCEDES, SEÑOR?
JESÚS, AMIGO Y HERMANO NUESTRO
Jesús, amigo y hermano nuestro:
Tú que eres camino y luz,
guía mis pasos al caminar.
Abre mis ojos a la vida,
para que sienta en todas las cosas que tú me amas.
No es fácil ser persona.
A veces, no sé quién soy ni lo que quiero ser.
Y, sin embargo, desde mi libertad,
anhelo andar por mi pie.
¡Guía, tú, mis pasos al caminar!
Sé que no he nacido para estar triste,
sé que es mucho lo que me falta por andar,
sé que no hay camino,
sé que soy un bello proyecto.
¡Guía, tú, mis pasos para llegar a ser yo mismo!
Dame un corazón como el tuyo,
alegra y generoso.
Dame una voluntad como la tuya,
capaz de quebrar la rutina.
¡Enséñame a vivir!
Gracias por todos los talentos, gracias por la vida,
Gracias por la libertad y el riesgo,
gracias, sobre todo, por tu amistad.
Jesús, amigo y hermano nuestro,
guía, tú, nuestros pasos hacia la vida,
que es la gran puerta por abrir.
QUIERO SUMAR, NO RESTAR
Sumar, nunca restar,
para que otros, tengan algo
Sumar, nunca restar,
para que mis hermanos tengan pan
Sumar, y multiplicarme,
para que los de lejos o los de cerca
tengan agua si tienen sed
Sumar, y nunca restar,
para que niños negros o blancos
de arriba o de abajo
de cualquier continente,
puedan descubrir que, Cristo,
se hace presente en mi compartir
Quiero sumar, no restar
Quiero multiplicar, no dividir
Quiero añadir, no quitar
Para que el pan y el agua
el alimento y el vestido
la justicia y la paz
sean una realidad,
aquí y a la otra orilla del mar
Amén.
¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?
¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO?
Quiero multiplicarme,
y siento que mis fuerzas se debilitan
Quiero llegar lejos,
y me quedo agotado al volver la esquina.
Quiero, en tu nombre,
dar mucho de lo que presumo,
y miro, con egoísmo, las migajas
que de mi mesa caen al suelo.
¿YO, SEÑOR? ¿CÓMO LO HAGO?
¿Cómo hago para dar sin recibir nada a cambio?
¿Cómo hago para no volver mi espalda
ante tanto desgarro?
¿Cómo hago, Señor, para compadecerme
sin importarme el que me tomen por un engañado?
¡Díme, Señor! ¡Cómo lo hago!
Porque, Tú bien sabes, Señor,
que yo soy el primer necesitado:
necesitado de tu pan y de tu abrazo
necesitado de tu pan y de tu Palabra
necesitado de tu pan y de tu presencia
necesitado de tu pan y de tu aliento.
SEÑOR; ¿CÓMO LO HAGO?
Cómo multiplicarme sin riesgo
de quedar arruinado por el intento
Cómo llegar, donde los poderosos,
nunca soñaron con llegar hacerlo
Cómo compartir y repartir
lo que, en mí, sobra y no es necesario.
¡YA LO SÉ, MI SEÑOR!
Sólo, mirándote a Ti,
Sólo, siguiéndote a Ti,
Sólo, escuchándote a Ti,
encontraré la respuesta en mi camino:
Donde hay fe
Donde está Dios
Donde vive Cristo
Donde habla el Espíritu…
todo se multiplica por cien…o por mi
(Javier Leoz)
BUENOS DÍAS SEÑOR, A TI EL PRIMERO
Buenos días Señor, a ti el primero,
encuentra la mirada del corazón,
apenas nace el día:
Tú eres la luz y el sol de mi jornada.
Buenos días, Señor,
contigo quiero andar por la vereda:
tú mi camino, mi verdad, mi vida;
tú la esperanza firme que me queda.
Buenos días, Señor, a ti te busco,
Levanto a ti las manos y el corazón,
al despertar la aurora:
quiero encontrarte
siempre en mis hermanos.
Buenos días, Señor resucitado,
que traes la alegría al corazón
que va por tus caminos,
¡vencedor de tu muerte y de la mía!