Si toda oración cristiana es un diálogo de amor, un diálogo filial, también cada Rosario debe ser un dulce coloquio de los hijos con la Madre. Un diálogo de amor lleno de confianza y de abandono en el que hablamos como personas vivas con otra persona viva -mucho más «viva», ciertamente, que nosotros mortales- a quien no vemos con los ojos del cuerpo, pero sí con los ojos de la fe.
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Es un hablar con María, en el que le manifestamos nuestras esperanzas, le confiamos las penas, le abrimos el corazón, le prometemos fidelidad en toda circunstancia, y le declaramos la propia disponibilidad a aceptar los planes de Dios y todo lo que Ella, en nombre de su Hijo, nos solicite. Por eso al final de cada Rosario la principal pregunta que debemos hacernos es: pero yo, ¿he entrado o no he entrado en diálogo con Santa María?
No vaya a ser que recemos muchos Rosarios y, sin embargo, hablemos muy poco con María Santísima.
Este hablar filial con María no impide que hablemos a la vez filialmente con Dios nuestro Padre. Incluso el padrenuestro, que es una oración para gente como nosotros que vivimos en este mundo y cometemos pecados, y por eso es diferente de la oración que Nuestra Madre sin pecado hará en el cielo, lo podemos rezar con María.
Con Ella resulta más fácil vivir nuestra vida de hijos de Dios. Si alguna vez nos resulta difícil presentarnos solos ante Dios Padre, y siempre que queramos Ella nos presenta a Dios Padre como a sus hijos pequeños y el Padre nos mira con más amor si cabe.
¿Quién presentará al Padre al hijo pequeño mejor que su Madre? ¿Dónde estará mejor el hijo pequeño que en los brazos de su Madre?
Con María nos resulta más fácil decirle a Dios: hágase tu voluntad.
ORACIONES QUE FORMAN PARTE DEL ROSARIO
LA SEÑAL DE LA CRUZ
Por la señal de la santa cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor Dios nuestro.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.Amén.
ACTO DE CONTRICIÓN
Pésame, Dios mío, y me arrepiento de todo corazón de haberos ofendido.
Pésame por el Infierno que merecí y por el Cielo que perdí;
pero mucho más me pesa, porque pecando ofendí a un Dios tan bueno y tan grande como Vos.
Antes querría haber muerto que haberos ofendido, y propongo firmemente no pecar más, y evitar todas las ocasiones próximas de pecado. Amén
Otra Versión
¡Señor mío Jesucristo!, Dios y Hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido, y también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca mas pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me sea impuesta. Amén.
EL CREDO: Profesión de Fe
Creo en Dios Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió al cielo y está sentado a la derecha de Dios Padre todopoderoso.
Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna, Amén.
PADRENUESTRO
Es ésta la primera de todas las oraciones, porque nos la enseñó el mismo Dios, hecho Hombre por amor nuestro. La Iglesia hace continuamente uso de ella.
Padre nuestro que estás en el cielo. Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal, Amén.
AVEMARÍA
La primera parte de esta oración, llamada oración angelical, está formada de dos versículos de la Sagrada Escritura, y son las palabras que dijeron a María el ángel y Santa Isabel.
La segunda parte es de la Iglesia y constituye un acto de fe en la Divina Maternidad de María y una súplica dirigida a la misma celestial Señora por el pueblo cristiano.
Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita Tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
GLORIA
Son estas breves palabras un himno de gloria y alabanza que entona continuamente la Iglesia a la Santísima Trinidad. Bueno sería inclinar un poco la cabeza al pronunciarlas.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en un principio ahora y siempre y por los siglos de los siglos, Amén.
SALVE
Al final del rezo de todos los misterios se culmina con una Salve.
Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te Salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva, a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas.
Ea! pues Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús fruto bendito de tu vientre.
Oh Clementísima! Oh Piadosa! Oh Dulce Virgen María! Ruega por nosotros Santa Madre de Dios para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén
FINAL
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.
EL SANTO ROSARIO PARTE 1
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