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Revelaciones del Cielo realizadas a Santa Francisca Romana.

Es claramente perceptible que el mal se ha expandido en el mundo en las últimas décadas.

Y esto sucede porque los demonios han crecido en su capacidad de tentar a los seres humanos.

Se trata de una prueba especialmente para la Iglesia, porque según la visión que tuvo el Papa León XIII en 1884, Jesucristo aceptó el reto del demonio de que podía destruir la Iglesia fundada por Cristo, y le otorgó 100 años de más poder a él y sus secuaces. 

Y en tanto ahora tiene más capacidad para tentar y desviar a los seres humanos, es más urgente conocer cómo están organizados los demonios para hacer caer a los hombres.

Aquí hablaremos de las visiones que le fueron dadas a Santa Francisca Romana sobre cómo están organizados los demonios para llevar al mal a los hombres, donde residen estos ángeles caídos, y cómo se dividen las tareas para ser más eficaces para su objetivo.

Santa Francisca Romana, que vivió entre los siglos XIV y XV tuvo gran cantidad de dones sobrenaturales.

Y en éxtasis y por voluntad divina, fue conducida al Purgatorio y al Infierno.

Por ella conocemos cómo están organizados los demonios para atacarnos y cómo operan.

Contó a su confesor que se le mostraron los ángeles que habían de caer y los que habían de permanecer en el amor divino, en el momento de la rebelión de los ángeles liderados por Lucifer contra Dios.

Le fue revelado que cayeron un tercio de los ángeles.

De estos, un tercio está en el infierno, otro tercio está en el aire y el último tercio está con nosotros en este mundo.

Este último grupo es el que nos tienta y nos ataca.

Mientras menciona que hay un grupo de ángeles que no tomaron posición por Lucifer o el Arcángel Miguel, y están considerados dentro de los ángeles que técnicamente cayeron, pero no están en el infierno, y aún no han sido juzgados por Dios.

Son quienes permanecieron mudos y silenciosos cuando Lucifer se apartó del Señor y recibieron una región neutral entre Lucifer y el Señor para vivir.

Aquellos espíritus miserables que siguieron a Lucifer libre y absolutamente, están encerrados en el Infierno, y sólo salen por permiso divino al mundo, cuando deben producir una gran catástrofe.

Estos demonios son muy malos y dañinos.

El criterio es que cuanto más noble fue como ángel, peor será como diablo. 

Los 4 principales son los que rigen todo y están por encima de los demás demonios por voluntad divina.

Tres de estos príncipes están sujetos a Lucifer que es el jefe de todos los demonios.

Lucifer era parte del coro de los serafines. Coordina a todos los demonios y a todos los condenados. Su mayor vicio es la soberbia y la maldad.

El segundo de estos príncipes se llama Asmodeo, trata del innoble vicio de la carne.

Y se dice que se dedica especialmente a atacar a la familia. Era parte del coro de querubines.

El tercer príncipe se llama Mamón. Trata del vicio de la avaricia, del materialismo, del dinero. Formó parte del coro de los tronos.

Y el cuarto príncipe se llama Belcebú y formaba parte del coro de las dominaciones.

Trata del vicio de la idolatría y el esoterismo, es decir, de los adivinos y hechiceros, y es la cabeza de todas las tinieblas y de todas las regiones tenebrosas del infierno.

Ha sido encargado de esparcir las tinieblas sobre la razón de las criaturas.

Como Lucifer, estos tres príncipes nunca salen del infierno, salvo casos excepcionales.

La mayoría de las veces envían desde el Infierno a otros demonios, cuando es necesario que sucedan grandes males en el mundo, con el permiso de Dios.

Especialmente cuando los demonios que están en el aire o los que están entre nosotros no son suficientes para producir este mal.

Estos príncipes de los demonios se llevan muy bien entre sí y se ayudan mutuamente para destruir las almas desafortunadas.

Los 2 tercios de los ángeles caídos están fuera del infierno.

La mitad de estos están en lo que Santa Francisca Romana llama el aire, y la otra mitad entre nosotros en la Tierra.

Los espíritus malignos que están en el aire no tientan a los seres humanos sino que, muy a menudo, provocan granizos, tormentas, niebla, viento, y otras condiciones, para debilitar las almas de los hombres.

Hacen que se vuelvan como veletas y las espantan, y así, les hacen apartarse de la fe y desconfiar de la Divina Providencia.

Los demonios que están en el aire, es decir en el espacio intermedio entre el cielo y la Tierra, sufren las mayores penas y, en general, se golpean unos a otros.

Sufren las mayores torturas cuando ven el bien que hacen los hombres buenos en este mundo.

Y aunque los demonios del aire no perciben el fuego infernal directamente, sin embargo, dentro de ellos, este fuego les inflige un gran sufrimiento.

Cuando había tormentas muy fuertes en el aire, provocadas por espíritus malignos del aire, tormentas que Santa Francisca conocía bien, encendía velas benditas y rociaba su casa con agua bendita, afirmando que era el mejor remedio contra tales tempestades.

Y el otro tercio de demonios está entre nosotros.

En cuanto las almas están debilitadas por malos espíritus del aire, los demonios que están entre nosotros les hacen caer en el pecado de la soberbia, de la carne, la avaricia o la idolatría y esoterismo, con más facilidad y rapidez, porque ya los encuentran debilitados por los espíritus que están en el aire.

En general los demonios que están entre nosotros son los que cayeron del último coro angélico, y están actuando contra nosotros desde el vientre de nuestra madre.

Su función es atormentarnos constantemente para destruirnos.

Son la contracara de nuestros Ángeles de la Guarda, destinados a escoltarnos hacia el bien en toda nuestra existencia. 

Algunos de estos demonios del aire están sujetos al demonio príncipe Asmodeo, y tientan a las almas al pecado de la carne.

Otros le pertenecen a Lucifer y son tentados por el vicio de la soberbia, lo cual les hace caer tanto más rápidamente y enredarse en el pecado de la carne.

Otros están sujetos a Mamón, príncipe del vicio de la avaricia.

Y otros están aún sujetos a Belcebú que tienta con el esoterismo y la idolatría.

Lucifer ve a todos los demonios que están en el infierno, en el aire y entre nosotros en este mundo.

Y todos ellos se ven sin ningún obstáculo.

Y cada uno de ellos comprende la voluntad de Lucifer.

Cuando hay almas fuertes que, en lugar de dejarse dominar por las tentaciones de los demonios, las resisten enérgicamente, entonces, uno o más demonios, más astutos y engañosos, vienen como refuerzos.

Y enseñan a los demonios que se han introducido en nosotros para tentar y maltratar a las almas sólidas que resisten, ejerciendo la mayor presión sobre ellas.

Santa Francisca supo también que todo demonio introducido en un alma para tentarla, sólo puede tentar a esa alma.

Pone todas sus fuerzas en tentar y descarriar al alma en la que se encuentra, sin preocuparse de las otras.

Pero cuando esa alma se deja dominar por el demonio, la tienta para hacer cosas indebidas contra su prójimo.

De modo que en el momento oportuno logra hacer pecar a su prójimo y convertirlo en objeto de escándalo.

De esta manera, cada demonio tienta y daña a otras almas.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar, sobre la forma en que están organizados los demonios, y cómo es que operan para tentar a las personas y hacerlas caer, para que sepamos cuidarnos en este período de más poder demoníaco.  

Y me gustaría preguntarte qué has oído decir sobre los ángeles que no tomaron partido entre el Arcángel Miguel y Lucifer y cual es su trabajo. 

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