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Detrás de bambalinas en fuerte documento de la Conferencia Episcopal.
El 9 de mayo, la Conferencia Episcopal Argentina lanzó un documento enérgico que fue el más fuerte pronunciamiento desde la elección del papa Francisco. La Iglesia denunció que «la Argentina está enferma de violencia» y transmitió su preocupación por la creciente inseguridad.

Francisco y Giacobbe en Roma

Y han surgido trascendidos que ponen al Papa Francisco detrás de este documento, sobre la base de una encuesta que recibió tres días antes en Roma, para evaluar el estado de la opinión pública en su país.

Esta anécdota sirve para comprender que el Papa Francisco es un operador político, incluso en la interna de su país, lo que marca una diferencia con el pontificado de Benedicto XVI. En la Foto de los ve con Giacobbe.

Ver documento episcopal aquí.

EL ESPÍRITU DEL DOCUMENTO

El vocero de la Conferencia Episcopal, Jorge Oesterheld, al explayarse sobre el espíritu del texto, manifestó que en el país

«hay mucha mentira dando vuelta y eso genera mucha violencia».

«Hay un clima de violencia alarmante. Es cierto que todos somos responsables pero hay quienes son más responsables que otros y, cuanto más autoridad y poder se tiene, más responsable uno es de estas cosas», expresó.

Para la Iglesia, dijo,

«hay una clase dirigente que no está muchas veces a la altura de las circunstancias y las necesidades enormes (de la sociedad), porque no estamos hablando de cosas menores: hablamos de la vida de la gente, de la dignidad».

Resaltó que si bien en las sociedades,

«siempre hay confrontación, el tema es si a esa confrontación se la utiliza o si se la soluciona».

«Utilizar la confrontación con fines políticos o de otro tipo genera más desasosiego y más violencia. Sobre todo, si eso va unido a la mentira; cuando uno siente que le mienten todo el tiempo, la reacción es de violencia y de indefensión», afirmó.

TRASCENDIDOS SOBRE LA INTERVENCIÓN DEL PAPA FRANCISCO

Medios argentinos, entre ellos Infonews, detacaron dos cosas en forma de trascendido, la primera es que el Papa Francisco participó dando el visto bueno al documento, lo que era de alguna forma esperable, y aún más, que el tono fue el resultado de la lectura de una encuesta que se realizó en Argentina para tomar estas decisiones, y que recibió Francisco en Roma tres días antes.

Antes de darle el visto bueno al polémico documento episcopal, el Papa Francisco sondeó la opinión de los argentinos sobre temas calientes de la actualidad.

Pero no lo hizo, como podría suponerse, a través de los miles de punteros sacerdotales que la Iglesia católica posee a lo largo y ancho del país, sino mediante el método habitual de los dirigentes políticos: una encuesta.

El trabajo estuvo a cargo del politólogo duhaldista Jorge Giaccobe y fue entregado, en el Vaticano y en mano, el pasado 6 de mayo, es decir, tres días antes de que el Episcopado argentino diera a conocer el documento donde diagnosticó un país «enfermo de violencia». Como casi todo en esta historia, la cercanía entre ambas fechas no es casualidad.

Giaccobe viajó a Roma para entregar los resultados de su trabajo junto al legislador porteño Gustavo Vera, viejo amigo de Jorge Bergoglio y encargado de realizar la encomienda papal. La muestra fue de 600 casos, se recogió entre el 22 y el 30 de abril en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y el cuestionario cerrado incluyó consultas sobre la imagen de eventuales presidenciables hasta opiniones sobre cuestiones sensibles como despenalización de drogas e inseguridad. La encuesta, para empezar, le otorgaba al propio Francisco un 80% de imagen positiva –entre buena y muy buena–, varias veces por encima que la de cualquier otro dirigente local. «Con esa imagen usted es un referente político ineludible para Argentina», enfatizó Giaccobe, como si Bergoglio ya no lo supiera.

EL CONTENIDO DEL ESTUDIO

Es probable que el antikirchnerismo confeso del consultor haya influido en el tono de las preguntas, pero el contenido del cuestionario permite inferir por dónde pasan las inquietudes de Francisco cuándo observa el devenir político del país.

«Para usted, ¿el ciclo kirchnerista está agotado?» se despacha la encuesta, que ofrece un resultado rotundo: el 62,6% dice que sí. En la misma sintonía un 57,2% de los porteños consultados dice querer que «el kirchnerismo pierda» y un 52% asegura que el país estará mejor o mucho mejor «después de las elecciones de 2015». Por lo magro de la muestra, esos números apenas reflejan el sentimiento de un sector de clase media que habita en el distrito más anti K del país. Pero Bergoglio sabe que la Capital es una caja de resonancia política con influencia en el resto del territorio nacional, en especial porque ahí se editan los medios de alcance nacional.

La encuesta que le entregaron a Francisco incluye datos sobre la imagen de distintos dirigentes. Para beneplácito papal, en ese estudio Gabriela Michetti es la política mejor considerada, seguida por Sergio Massa, Fernando Solanas, Julio Cobos y Daniel Scioli completando top five.

Lo más interesante, sin embargo, estaba en las páginas finales del informe, donde se plasmó la opinión pública sobre drogas, narcotráfico y seguridad.

En el trabajo que recibió el Papa, el 57% de los entrevistados dijo estar «muy de acuerdo» con que «el narcotráfico es socio de una parte de la policía», mientras un 52,6% opinó que la connivencia también se da con «la política». Un 70% de los encuestados dijo sentirse inseguro «todo el tiempo» y un 66,6% opinó que «el avance del narcotráfico es la principal causa de la inseguridad».

EL TRASCENDIDO DE LO QUE BERGOGLIO HABRÍA HECHO CON LA INFORMACIÓN

Con estas cifras en la mano, Francisco mantuvo contacto con los obispos que, reunidos en El Cenáculo de Pilar, zurcieron el documento donde se habla de un país atravesado por la violencia y la inseguridad.

A diferencia de lo que muchos creen y pregonan, la preocupación de Francisco sobre lo que ocurre en su país de nacimiento está vinculada a su rol de líder global: un Papa no puede ser un profeta mundial si no lo es en su tierra. Por eso el Pontífice sigue el minuto a minuto de la política local como en sus días de Cardenal. Y por eso, cada vez que recibe a un dirigente argentino, lo despide con el mismo pedido: «Cuiden a Cristina.»

Pero la tregua no es absoluta, claro. Ese mismo 6 de mayo, antes de recibir la encuesta, el pontífice fue visitado por el juez federal Ariel Lijo, a cargo de causas sensibles para el gobierno, a quién instó a tener «prudencia, pero sin cobardía».

Fuentes: Infornews, Signos de estos Tiempos

 

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