Nuestra cultura los percibe como una violación de la libertad, como algo negativo, como prohibiciones que bloquean nuestra felicidad.
El hombre, por su arrogancia, no quiere que nadie, ni siquiera Dios, le prohíba nada.
A quien hable de que existe el pecado se le califica de «anticuado», «intolerante», «rígido», «inflexible» y «falto de misericordia».
Una película pornográfica se anuncia así: «deje sus escrúpulos en la casa».
Un joven que se mantiene casto es acusado de reprimido o poco hombre. Se trata del mismo engaño de la serpiente que contradice a Dios y busca ponerlo como mentiroso y enemigo de nuestra felicidad. ¡Que gran mentira! Es lo opuesto a la verdad.
Esta actitud es producto de una cultura que ha perdido contacto con la realidad.
El hombre, guiado por la serpiente, se ha puesto en lugar de Dios y por eso resiente la intervención divina.
No debemos minimizar la poderosa influencia del mundo sobre nuestra forma de ver las cosas. El mundo constantemente presenta la mentira como si fuese verdad en los medios de nuestra cultura. Así ocurre en los medios de comunicación, en los comentarios de la gente, etc.
Solo nos mantendremos fieles a la verdad si claramente refutamos la mentira de la cultura y reclamamos el lenguaje a la luz de la razón iluminada por la fe.
Para ello es necesario decidirse a ser un hombre nuevo en Cristo, guiado por el Espíritu Santo en el corazón de la Iglesia.
LOS MANDAMIENTOS SON PARA NUESTRO BIEN
Dios no necesita nada en absoluto de nosotros.
Los mandamientos no le añaden nada a Dios.
Son solo para nuestro bien y felicidad.
Dios nos da mandamientos porque:
1- Nos ama.
2- Son necesarios para vivir felices y evitar nuestra destrucción.
Dios nos creó para ser felices.
Como hijos suyos, nos dotó de inteligencia, voluntad y dones.
Nos hizo capaces de razonar y distinguir el bien y el mal
Los mandamientos nos dan a conocer los peligros que destruyen nuestra relación con Dios y con el prójimo y terminan con el amor y felicidad.
Pero cuando le desobedecimos y pecamos, nos cegamos.
Ceguera: ofuscación. Entorpece nuestro juicio; Nos lleva a la destrucción, a la muerte.
Ej.: El ratón ante la ratonera. Simplemente no ve sino su interés inmediato (el queso) y no todo el contorno (la ratonera).
Entonces se actúa no por razón sino por pasiones desordenadas y egoístas.
LOS MANDAMIENTOS Y LA ALIANZA
Los mandamientos se entienden en el contexto de Dios liberando a su pueblo.
Primero los liberó de la esclavitud física que sufrían en Egipto.
Exodo 6:7 «Yo os haré mi pueblo, y seré vuestro Dios; y sabréis que yo soy Yahveh, vuestro Dios, que os sacaré de la esclavitud de Egipto».
Pero la esclavitud peor no es la externa sino la que llevamos dentro, en el corazón.
El pueblo, salido de Egipto, continuamente se rebela. Hay maldad en los corazones y necesitan ser liberados interiormente.
Antes de entrar en la Tierra Prometida quiso comenzar la liberación interior.
Para eso, Dios quiso hacer una alianza que nos constituyera como Su pueblo.
Alianza es un compromiso entre dos, basado en acuerdos sobre como vivir la relación.
Como en el matrimonio.
Dios quiso hacernos su familia.
Llamó a Moisés en representación de todo el pueblo.
Dios se reveló a si mismo en su gloria en la montaña del Sinaí.
La montaña santa («el Señor os habló cara a cara en la montaña, en medio del fuego») Dt. 5:4
Le dio el Decálogo = «10 Palabras», 10 mandamientos.
Estos se encuentran en el libro de Exodo (20:1-17) y Deuteronomio.(5:6-22)
Estos son los compromisos necesarios para vivir la alianza como pueblo de Dios y así salir del dominio de pasiones egoístas que tiranizan al hombre y hacen imposible tanto la relación con Dios como la relación de paz y respeto entre los hombres.
Los mandamientos enseñan la forma de actuar digna de un hijo de Dios.
Dios da a conocer Su santa voluntad: que vivamos como hombres justos.
Dios los escribió «con su dedo«. (Ex. 31,18), es Palabra de Dios.
El pueblo entonces ratificó la alianza: (cf. Ex 24).
Ex 24:6-8 «Tomó Moisés la mitad de la sangre(de los novillos) y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre el altar. Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió: «Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahveh.» Entonces tomó Moisés la sangre, roció con ella al pueblo y dijo: «Esta es la sangre de la Alianza que Yahveh ha hecho con vosotros, según todas estas palabras.»
Las dos tablas con la Ley fueron depositadas en el «Arca de la Alianza»
LOS 10 MANDAMIENTOS NO SON ARBITRARIOS
Indican los fundamentos de una vida liberada de la esclavitud del pecado y unida a Dios.
Nos enseñan la verdadera humanidad, sobre Dios y nuestra relación «enuncian las exigencias del amor a Dios y al prójimo»
Los tres primeros mandamientos se refieren mas al amor a Dios.
Los otros 7 se refieren mas al amor al prójimo.
Los mandamientos son accesibles a la razón.
Los mandamientos son expresión de la ley natural inscrita en el corazón de todo hombre.
Ponen de relieve los deberes y los derechos inherentes en la naturaleza humana.
Cualquier persona de buena fe puede vencer sus pasiones, y, razonando, alcanzar a entender la validez de los mandamientos. Por eso decimos que los mandamientos son accesibles a la razón.
También son revelación divina.
Ya que por el pecado fácil se ciega la razón y con facilidad las pasiones nos arrastran a actuar sin razonar.
Dios nos revela los mandamientos para que tengamos la verdad con claridad ante nosotros.
Conocemos los mandamientos por la revelación dada a la Iglesia y por la voz de la conciencia moral.
Los mandamientos son nuestra protección contra el desastre.
Los mandamientos se entienden y estiman cuando los vemos en el contexto de la alianza de amor de Dios con los hombres.
Son un camino de vida
Dt 30:16 «Si amas a tu Dios, si sigues sus caminos y guardas sus mandamientos, sus preceptos y sus normas, vivirás y te multiplicarás»
«Si amas»; -la vida moral es un compromiso que responde al amor de la alianza, iniciativa de Dios.
Los mandamientos prohiben lo malo, lo que nos aparta del bien.
Son un don de Dios.
La violación de los mandamientos es grave, lleva a la muerte eterna.
Causa nuestra auto-destrucción.
En el principio Dios dijo a Adán y Eva: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieras, sin remedio morirás» -Génesis 2, 16
Ej.: Quien se cree «superman» y se tira de un edificio, pensaba que podía volar, que negarse la experiencia de tirarse sería una forma de represión. Pero al instante que se tira se pondrá de manifiesto su error con la realidad inviolable de la ley de gravedad.
Los mandamientos no se rompen; ¡somos nosotros los que nos rompemos al violarlos!.
Los mandamientos son inmutables: valen siempre, para todos y en todas partes.
Forman una unidad orgánica.
Se condicionan recíprocamente.
Al transgredir uno se quebrantan todos.
«Porque quien observa toda la Ley, pero falta en un solo precepto, se hace reo de todos.» -Sant. 2,10.
No se puede honrar a otro sin bendecir al Creador.
No se puede adorar a Dios sin amar a los hombres.
DIOS NOS DIO 10 MANDAMIENTOS Y NO 10 SUGERENCIAS
Las sugerencias son opcionales, no obligan.
Los mandamientos son requisitos. Si los violamos hay consecuencias graves.
Ej. «no fumar» en el hospital donde se administra oxigeno, en una planta de combustible…/ «Prohibido entrar» donde hay substancias radioactivas.
Tomarse los mandamientos como sugerencias es un error mortal.
Debemos evitar la arrogancia de pensar que nosotros sabemos mas que Dios.
Quien dice que Dios no impone mandamientos se está inventando un Dios falso, un Dios a su manera.
Sería un Dios que no le importa como actuamos.
Cuando Moisés subió a la montaña, el Pueblo se hizo un becerro de oro y se entregó al libertinaje. Así, veamos la condición del mundo hoy… cuanto sufrimiento.
LA CAUSA DE TODO MAL ES NUESTRA DESOBEDIENCIA A DIOS
Quisimos una sociedad «permisiva», libre de compromisos y mandamientos y lo que tenemos es alienación, violencia, desconfianza, caos y muerte.
Hoy, cada 21 minutos, una persona es asesinada solo en USA, sin contar los abortos, que son en ese país 4200 diarios. Muchos, muchos mas abusados, violados, robados, marginados en la miseria…. miles de divorcios se presentaran…
Detrás del mal está la serpiente que puso en nuestro corazón desconfianza hacia Dios.
«Pero la serpiente le dijo a la mujer: ¿Cómo es que Dios os ha dicho: No comáis de ninguno de los arboles del Jardín? Gen.3,1. La serpiente quiere hacer ver a Dios como enemigo que niega la felicidad. Entonces nos ofrece las cosas fáciles.
En casos de divorcio con niños, ocurre con frecuencia que un padre es el que enseña y corrige, mientras que el otro quiere ganarse al niño dejándole hacer lo que quiera. ¿Cuál de los dos verdaderamente ama?
Pero también nosotros somos responsables
Tenemos libertad y escogemos el mal por nuestro egoísmo.
Cuando rechazamos los mandamientos rechazamos libremente el amor.
OBJECIÓN: LOS MANDAMIENTOS QUITAN LA LIBERTAD
Los mandamientos no quitan la libertad. Somos libres para aceptarlos o rechazarlos.
Los mandamientos nos advierten las consecuencias de utilizar mal la libertad.
Cuando se habla de liberación debemos preguntar: ¿Liberarnos de qué; de quién?
Queremos ser libres de lo que percibimos como malo.
Nadie quiere liberarse de lo que ama.
Ej.: ¿Quién quiere liberarse de su dinero, de su salud…?
Si amamos a Dios, no queremos liberarnos de El. Confiaremos en su Palabra, que los mandamientos son para nuestro bien.
Quien ama, busca comprometerse con el amado.
Pensemos en el matrimonio. Esto es hacer alianza. Establecer las bases necesarias para una relación fiel. Con mutuo acuerdo sobre la naturaleza de la relación; lo que son el uno para el otro. Así también en toda relación santa.
¿POR QUÉ TE CUESTAN?
Te cuestan por una sencilla razón: porque por culpa del pecado original estás inclinado al mal, a lo más fácil, placentero, cómodo. Y los mandamientos ciertamente no estimulan a nada de esto. Los mandamientos apuntan a lo más noble que hay en ti: el superarte, el subir la montaña de la perfección y felicidad.
Los diez mandamientos nos marcan una vereda por la que debemos caminar para llegar a la felicidad verdadera, a la realización personal, y esta vereda es estrecha, por momentos fatigosa, y siempre cuesta arriba. ¿Te atreverás a subir por ella? Sólo los que aman y tienen voluntad se deciden a subir esta cuesta.
Además, cada mandamiento contrarresta tendencias desordenadas que todos llevamos dentro del corazón. Contrarresta y encauza dichas tendencias. Me explico.
Por ejemplo:
Primer Mandamiento: contrarresta ese deseo de curiosidad ante el futuro, de poseer las cosas materiales, nuestro descanso, nuestro gozo, nuestros dioses. Encauza nuestro deseo religioso para que no caigamos en supersticiones, magias, adivinaciones… y tengamos a Dios como Único Señor y Dios, en quien creer, en quien confiar y a quien amar.
Segundo Mandamiento: contrarresta esa tendencia que el hombre tiene a jurar sin necesidad, sin reflexionar, a tomarse a la ligera sus compromisos y promesas que libremente hizo al Señor, a pronunciar el nombre de Dios sin conciencia y respeto, a blasfemar y protestar contra Dios, cuando le salen mal las cosas o Dios le prueba.
Tercer Mandamiento: contrarresta la tendencia a la pereza, a la desidia, a la ingratitud con Dios, a olvidarnos de Dios… a ese querer dar culto a Dios a tu manera, sin necesidad de venir a misa, por no saber qué celebras en cada misa.
Cuarto Mandamiento: contrarresta la tendencia a la ingratitud con quienes nos han dado la vida o nos han formado, la tendencia a la soberbia para con la autoridad, la insumisión y falta de humildad. Esto, para los hijos. Y para los papás, esa tendencia o a dejar hacer todo a sus hijos, o por el contrario, a estar encima todo el tiempo, sin educarle a la verdadera libertad y elección.
Quinto Mandamiento: contrarresta la tendencia al odio, a la malquerencia, a la envidia, a la crítica, egoísmo, a la revancha y venganza, a la violencia.
Sexto Mandamiento: contrarresta la tendencia a disfrutar de la sexualidad sin norma, sin medida, sin la finalidad para la que Dios destinó el sexo. ¿Para qué nos dio Dios el sexo? Es un don de Dios para que los esposos, dentro de un matrimonio maduro, fiel y estable, crezcan en el amor y traigan hijos a este mundo.
Séptimo Mandamiento: contrarresta la tendencia a quedarnos con lo que no es nuestro, y a tomar la justicia por nuestra propia mano. Y al mismo tiempo nos ayuda a regular el derecho a la propiedad privada.
Octavo Mandamiento: contrarresta la tendencia a mentir, consciente o inconscientemente, para salir al paso, llamar la atención, para evitar males mayores, por respeto humano; esa tendencia a curiosear secretos, a meterse en la vida de otros, a hacer juicios precipitados de los demás.
Noveno Mandamiento: contrarresta la tendencia a pensar cosas impuras, hacer castillos en el aire con estas cosas, a mirar y desear a la mujer o al varón que no te pertenece.
Décimo Mandamiento: contrarresta la tendencia a la avaricia, a los apegos a las cosas terrenas, a la envidia por las cosas de los demás.
¿QUÉ FRUTOS EXPERIMENTARÁS AL CUMPLIRLOS?
¡Benditos mandamientos! Quienes los viven, experimentan estos frutos suculentos:
Te hacen libre y te liberan de tantas ataduras y esclavitudes.
Limpian tu corazón de deseos innobles.
Te permiten dar a Dios lo que es de Dios, y a los demás lo que es de ellos.
Quita fardo innecesario de tu mochila para caminar ágil hacia Dios.
Gracias a los mandamientos puedes crear la civilización del amor, de la fidelidad, del respeto, de la justicia.
Te llevan a la realización humana y cristiana.
Tanta paz proporcionan al alma.
Y te hacen vivir la fraternidad entre todos.
Pero sobre todo, pones contento a Dios tu Padre, tu Señor, tu Amigo.
El pecado no es, en absoluto, el centro de la religión cristiana. Es, para los creyentes, lo que las vallas para el corredor de obstáculos, lo que el trampolín para el saltador en piscina, algo que hay que conocer y superar. Nosotros no somos sólo gente que huye del mal y del infierno. Somos gente que sube y camina hacia Cristo. Es Él quien nos interesa. Es Él nuestro centro.
Por eso, al irte explicando los diez mandamientos me interesa, no tanto que no peques, sino que llegues a Cristo y que lo imites, que te realices como hombre y como cristiano, que llegues a la plenitud en tu vida, y que seas feliz. Cumpliendo los diez mandamientos, lograrás esto. Y además, vencerás el mal con el bien. Y los diez mandamientos son el bien que debes hacer en tu vida para vencer el mal que te invade, te acosa y te tienta.
¡Benditos mandamientos! Agradece a Dios el regalo de los diez mandamientos. Defiéndelos siempre en tu medio ambiente, entre tus amigos, en tu vida. Vive estos mandamientos con amor y cariño. Es la mejor manera de demostrar a Dios que lo amas.
Cúmplelos y llegarás a la vida eterna, donde Dios, tu Padre te espera con los brazos abiertos para darte el premio de su presencia, por haber cumplido su voluntad, manifestada en estos diez mandamientos.
Fuentes: Padre Jordi Rivero y Padre Antonio Rivero