Hace 8 décadas profetizó con precisión que iba a pasar en el mundo.
Uno de los grandes pensadores de finales del siglo XX es sin duda el arzobispo norteamericano Fulton Sheen.
Que tiene actualmente abierta su causa de beatificación en el Vaticano.
Fue uno de los más grandes comunicadores católicos de todos los tiempos.
Desde 1930 a 1968 tuvo programas de radio y televisión de muy alto rating, reflexionando sobre los evangelios.
Al punto que ganó dos veces el premio Emmy a la personalidad televisiva más destacada.
Se le recuerda sobre todo por su defensa del dogma católico.
Y sus exposiciones fueron sumamente relevantes no sólo por su ortodoxia doctrinal, sino tan importante como eso, por su relevancia profética.
Él profetizó en 1947 cuál sería el signo del Final de los Tiempos, hacia dónde se dirigirían las sociedades de nuestro tiempo.
Y el vaticinio se está cumpliendo plenamente.
Pero también profetizó el antídoto.
Aquí hablaremos sobre lo que profetizó Fulton Sheen hace casi 8 décadas de cuál sería el mal que degradaría al mundo.
Y qué es lo que recomendó para combatir esa degradación.
«Estamos al final de la cristiandad», dijo el Arzobispo Fulton Sheen durante una emisión radial el 26 de enero de 1947.
No se refería al cristianismo ni a la Iglesia, sino a la cristiandad como el sistema de “vida económica, política y social inspirada en los principios cristianos”.
“Eso está terminando, lo hemos visto morir».
“Mira los síntomas: la ruptura de la familia, el divorcio, el aborto, la inmoralidad, la deshonestidad general”, dijo el arzobispo que era terciario carmelita.
Y se preguntó: “¿Por qué tan pocos se dan cuenta de la gravedad de nuestra crisis actual?”.
Y respondió: porque “los hombres no quieren creer que sus propios tiempos son malos, en parte porque implica demasiada autoacusación.
Y principalmente porque no tienen estándares fuera de sí mismos para sopesar su tiempo”.
“Solo aquellos que viven por la fe, realmente saben lo que está pasando en el mundo.
Las grandes masas sin fe están inconscientes de los procesos destructivos que acontecen”.
Dijo que “los dogmas básicos del mundo moderno se disolvieron ante nuestros ojos”, reemplazados por criterios que provienen de la mente del hombre.
¿Y cuáles son esos criterios?
En primer lugar, que “no hay otra función en la vida que la de producir y adquirir riqueza”.
En segundo lugar “la idea de que el hombre es naturalmente bueno y no tiene necesidad de un Dios que le dé derechos, o un Redentor que lo salve de la culpa”.
“Porque piensan que el progreso es automático gracias a la educación y la evolución de la ciencia, que algún día hará del hombre una especie de dios».
Y en tercer lugar que la razón no está hecha para «descubrir el significado y objetivo de la vida, es decir, la salvación del alma, sino simplemente para idear nuevos avances técnicos”.
Y se preguntó: “¿No está la tecnología, avanzando a un ritmo vertiginoso, y exigiendo la obediencia de gran parte de la población?”.
Vaticinó que el futuro tendrá dos tipos de personas: aquellas seguidoras del Dios que se hizo hombre, y de seguidoras de otros hombres que “se hacen dios”.
¿Y cómo llegamos a esto se preguntó?
Por “la mediocridad y la falta de compromiso que caracterizan las vidas de muchos cristianos”.
Dijo: “Muchos leen las mismas novelas que los paganos modernos, educan a sus hijos de la misma manera impía, escuchan a los mismos comentaristas que tienen la misma forma de juzgar y permiten que prácticas paganas como el divorcio y el nuevo matrimonio se introduzcan en la familia”.
Y agregó que no faltan los llamados líderes católicos que recomiendan comunistas para el Congreso, o escritores católicos que los aceptan cómo líderes en cuestiones de enseñanza.
Reconoció que ya no existe el conflicto y la oposición que se supone que caracteriza a los católicos.
Y están «influyendo en el mundo menos de lo que el mundo les influye».
Entonces profetizó que el signo del final de los tiempos es la violencia.
Explicó que “el mundo está construido sobre el orden, hay un plan, por el que los científicos pueden descubrir las leyes del universo.
Y al descubrir las leyes del universo, los hombres encuentran la armonía y el orden que vienen de Dios”.
El orden de la ley, el orden de la moralidad, el orden de la religión, el orden de la ética, y en general el orden en todas las cosas.
Y en contraposición, ¿cuál es la esencia del satanismo? “es la destrucción de ese orden”.
Antes del diluvio, en el libro de Génesis leemos que: “en los días de Noé había violencia en la Tierra”.
Y toda la violencia que está sucediendo en nuestra civilización es la misma decadencia que hizo que Dios enviara el Diluvio.
Como estadounidense comparó a Thomas Jefferson, uno de los padres fundadores de su nación, con Louis de Saint-Just, el de la revolución francesa. Ambos fueron contemporáneos.
Según Sheen, Jefferson ideó la fundación de EE.UU. en base a los pilares del amor a Dios, al prójimo y a la patria.
Uno estaba ligado al otro y uno no podía existir sin el otro.
Pero en cambio su contemporáneo Louis Antoine de Saint-Just, introdujo una nueva fase en la Revolución Francesa.
Que llegó a conocerse como el Reinado del Terror.
Pensaba que un Estado debe basarse en el terror, en el miedo que se impone a los ciudadanos mediante la disciplina.
El Estado debe construirse sobre lo que Saint-Just definió como un montón de cadáveres.
Y entonces, Fulton Sheen profetizó en 1947, no bien terminada la 2da Guerra Mundial, que los EE.UU. del futuro y el mundo en general, ya no se basarían en el concepto de los tres amores de Jefferson.
Sino en el ideal político del terror de Saint-Just.
Y tuvo razón. Lentamente primero, y ahora rápidamente, toda la sociedad mundial se está moviendo en esa dirección.
Se está dirigiendo hacia una sociedad en la que los ciudadanos están controlados por el terror.
Y ese terror se ejerce por medios legales que se describen como implementados en interés del bien común y de la seguridad de la sociedad.
Una sociedad punitiva que se basa en el concepto de terror legal, promulgado en nombre de la seguridad pública.
Lo vimos claramente funcionar durante la pandemia.
Sin embargo, su profecía no conduce a la desesperación.
Porque dijo: “El mal debe venir a rechazarnos, a despreciarnos, a odiarnos, a perseguirnos, y entonces ahí definiremos nuestras lealtades, afirmaremos nuestras fidelidades y afirmaremos de qué lado estamos”.
Se preguntó “¿Cómo se manifestarán los árboles fuertes y débiles a menos que sople el viento?”
Nuestra cantidad disminuirá, pero nuestra calidad aumentará.
Fulton Sheen se mantuvo firme en la esperanza, dando recomendaciones prácticas que hoy son tan actuales como en 1947.
Primero, que los cristianos “deben darse cuenta de que un momento de crisis no es un momento de desesperación, sino de oportunidades”.
Y que “cuanto más podamos anticipar el destino, más podremos evitarlo”.
Sabemos que la mayoría de las profecías son condicionales a nuestra respuesta.
Y dijo también que: «Una de las sorpresas del Cielo será ver cuántos santos se hicieron en medio del caos, la guerra y la revolución».
Y por eso instó a orar: “Las fuerzas del mal están unidas mientras las fuerzas del bien están divididas.
Es posible que no podamos reunirnos en el mismo banco, pero podemos encontrarnos de rodillas», dijo.
Bueeeno, hasta aquí lo que queríamos hablar de la profecía de Fulton Sheen sobre el Final de los Tiempos, que establece que las sociedades serán gobernadas por la violencia.
Pero que si conocemos eso, sabemos que está mal y tenemos fe que Dios nos ayudará, lo podremos prevenir y combatir.
Y me gustaría preguntarte si efectivamente la violencia y el terror es el método que gana terreno en el gobierno del mundo, ¿qué crees tú que debieran hacer las personas de fe para combatirlo?
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