Que sucedió con quien infiltró más de 1000 comunistas en los seminarios católicos y trató con 4 cardenales que trabajaban para la URSS.
En las décadas de 1930 y 1940 se desplegó una estrategia de infiltración de comunistas en los Seminarios de formación sacerdotal de la Iglesia Católica.
Quien lideró la operación fue una abogada de nombre Bella Dodd, que había abdicado de su fe en la Universidad.
Pero llegó un momento en que abrió los ojos, descubrió los engaños sobre los que operaba el comunismo, se salió del Partido y reveló lo que ahí sucedía.
Y en este momento de especial fragilidad por la persecución comunista, llegó nuevamente a la fe.
Aquí hablaremos sobre la conversión de Bella Dodd y cómo fue guiada de nuevo a la Iglesia por el Arzobispo Fulton Sheen y por una misa de Nochebuena de 1950.
En la década de 1930 el Partido Comunista de la URSS ordenó la infiltración de la Iglesia Católica.
Esto lo explicamos en varios videos que te dejo en la descripción de este video.
Allí mencionamos varios testimonios de ex comunistas arrepentidos, de varios países, que declaran que sucedió efectivamente esa orden y la infiltración.
Y Bella Dodd, la testigo más famosa, dijo que tuvo a su cargo infiltrar más de 1100 jóvenes en los seminarios católicos, para que hicieran carrera en la estructura y llegaran a obispos y cardenales.
Y declaró además en la década de 1950, que había tenido contacto con no menos de 4 cardenales, que trabajaban para el Partido Comunista.
Obviamente los tiempos no dan para que algunos de estos seminaristas se hubieran convertido en cardenales en 20 años, de modo que la infiltración de los seminarios no fue la única que hubo.
Bella Dodd explicó, que de todas las religiones del mundo, la Iglesia Católica era la única temida por los comunistas, ya que era su único oponente efectivo.
La idea central del Partido Comunista era destruir, no la institución de la Iglesia, sino la fe del pueblo, y usar la institución eclesiástica para cambiar a la Iglesia desde adentro.
Se introduciría un complejo de culpa desde adentro, etiquetando a la “Iglesia del pasado” como opresiva, autoritaria, llena de prejuicios, responsable de las divisiones de los cuerpos religiosos a lo largo de los siglos, arrogante al pretender ser la única poseedora de la verdad.
Esto era necesario para avergonzar a los líderes de la Iglesia y lograr una «apertura al mundo» y una actitud más flexible hacia todas las religiones y filosofías.
¿Algo de esto te suena familiar?
A menos que hayas estado en coma desde el Vaticano II, te darás cuenta que Bella Dodd estaba describiendo el estado de la Iglesia Católica hoy.
Una fuerte tendencia posconciliar ha llevado a figuras importantes de la Iglesia a revolcarse en la culpa por el pasado «intolerante» de la Iglesia, disculparse públicamente por los pecados de los católicos muertos, aunque no por sus propios pecados contra los fieles vivos, incluido el encubrimiento de los abusos, que tanto daño hizo.
Y también a exaltar las virtudes de otras religiones, abandonando de hecho el dogma de que no hay salvación fuera de la Iglesia.
¿Y cómo sucedió la conversión de Bella Dodd?
Bella Dodd era hija de inmigrantes italianos, su nombre era María Assunta Isabella Visono.
De adulta rechazó su fe, se graduó de abogada, trabajó en el sindicato de profesores, y se casó con un colega profesor universitario de apellido Dodd.
Militó en el Partido hasta llegar a los puestos más altos, atraída por el amor a los pobres que declaraba el Partido.
Bella Dodd fue encargada de la infiltración comunista en los Seminarios de formación sacerdotal.
Luego rompió con el comunismo al darse cuenta que no había tal cosa como amor por los pobres.
Y denunció varias veces la infiltración ante el Comité de Actividades Anti Norteamericanas del Congreso de EE.UU. a finales de la década de 1940 y principios de la de 1950.
Y finalmente regresó a la Iglesia. Murió en 1969.
Los Drs. Paul Kengor y Mary Nicholas publicaron en el 2022 el libro “El diablo y Bella Dodd: la lucha de una mujer contra el comunismo y su redención”, que es una biografía sobre su vida.
Y allí reconstruyen cómo fue su conversión, a través de diversos testimonios.
Después de dedicar 21 años de su vida al enemigo, quedó tan destrozada, que cuando se le abrieron los ojos, quiso dedicar los años que le quedaban a la penitencia y entrar en la orden penitencial más severa.
Providencialmente llegó al arzobispo Fulton Sheen, se confesó y se puso bajo su guía como director espiritual.
Y éste le dio la orden de permanecer en el mundo y abrir los ojos de los estadounidenses al veneno mortal del comunismo, su ateísmo, su odio a Dios y a la Iglesia, a través de conferencias que daría por el resto de su vida en EE.UU.
A fines de la década de 1940 y principios de la de 1950, la vida de Bella era un caos, un campo de batalla contra la furia que los comunistas habían desatado contra ella por haberse retirado y haber denunciado sus estrategias y conspiraciones.
Ella le diría a Fulton Sheen “Dios me extendió Su mano repetidamente, pero yo estaba tan ciega que lo ignoré y continué en el patrón de mi propia desesperación, sin importarme si vivía o moría, temerosa de enfrentar cada día venidero, sin voluntad de devolver el golpe a aquellos que me golpeaban y degradaban. Estaba a la deriva como un barco sin timón”.
En el otoño de 1950, Bella fue a Washington para tratar un caso como abogada.
Y mientras caminaba hacia el Capitolio, se encontró con su viejo amigo, el congresista Christopher McGrath, fueron a su oficina y él le dijo, “Pareces perturbada, Bella. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?”.
McGrath le preguntó si quería protección del FBI. Y ella le contestó “no quiero más protección policial, los tengo siguiéndome todo el tiempo”.
En ese momento, Bella estaba siendo seguida tanto por el FBI como por la KGB.
Y luego McGrath le preguntó, “Bueno, ¿quieres ver a un sacerdote entonces?”.
Y de repente salió dentro de Bella salió un «¡Sí!» que la dejó atónita.
Entonces McGrath arregló que Bella se reuniera nada menos que con el arzobispo Fulton Sheen esa noche; era un personaje muy conocido por su programa de televisión donde predicaba.
En la conversación inicial cuenta Bella que Fulton Sheen la trató con dulzura y observó: “Dra. Dodd, pareces infeliz”, y ella comenzó a llorar.
Y entonces la llevó a una pequeña capilla en su casa a rezar y le dio un Rosario.
Ella recordó, «él solo me dejó llorar, y luego, sin darme cuenta, descubrí que ambos estábamos de rodillas ante la Santísima Madre en la pequeña capilla».
Este fue sin duda un punto de inflexión en la vida de Bella Dodd.
Desde allí permanecería profundamente devota a la Santísima Madre.
Dijo que por primera vez en su vida conoció la paz, que no había conocido durante muchos años.
Y luego Sheen le dijo: «Bella, si quieres proteger a las personas a las que dices que amas, entonces para hacer lo correcto, debes saber algo más sobre la Cristiandad”.
Y coordinaron verse para que Sheen la instruyera en la fe en su próxima visita a Nueva York.
Pero para esa época de la estancia de Monseñor Sheen en Nueva York Bella había entrado nuevamente a la oscuridad y pospuso su visita.
Se calmaba entrando en iglesias de la ciudad, que eran los únicos lugares donde la agitación interior se detenía y el miedo la abandonaba.
Pasó la cena de Nochebuena de 1950 con una pareja de amigos, leyeron la Biblia, comieron una cena sencilla y luego la acompañaron a la parada del autobús.
Dice que no recuerda haber bajado del autobús esa noche, pero se encontró en la iglesia de San Francisco de Asís en el West Side de Nueva York.
El coro cantaba himnos navideños y se dio cuenta de que esas eran las personas a las que amaba y quería servir, personas de todas las razas y edades.
Allí había una hermandad de hombres con significado para ella.
La misa de medianoche estaba repleta y ella rezaba una y otra vez: “Dios, ayúdame. Dios ayúdame».
Cuando terminó la misa, caminó sola por las calles durante horas, pero se sentía diferente; sintió un cálido resplandor de esperanza.
Sabía que viajaba cada vez más cerca de casa “guiada por la Estrella” como escribió más tarde.
Ella estaba en un camino diferente ahora. Nunca más volvería a la Oscuridad.
Finalmente regresó a la Iglesia bajo la guía del arzobispo Fulton Sheen en 1952.
Se hizo amiga de la célebre pareja de filósofos católicos Von Hildebrand.
Dietrich von Hildebrand estaba cada vez más preocupado por lo que se denominaba el espíritu del Vaticano II y le dijo una vez, “Bella, a veces me pregunto si la Iglesia no ha sido infiltrada”.
Y su esposa Alice testificó que Bella le contestó “Estimado profesor, usted lo teme, pero yo lo sé”.
Y entonces le cuenta detalles sobre la infiltración.
Le afirmó que ella fue la responsable de la infiltración de cientos de judas en los seminarios católicos, jóvenes que no tenían fe ni moral, que tenían el carnet de afiliados al partido comunista o eran simplemente jóvenes radicales.
Y le contó también que estuvo en estrecho contacto con cuatro cardenales del Vaticano que trabajaban para el Partido.
Dietrich saltó en su asiento y le dijo “mi sobrino es embajador alemán en la Santa Sede. ¿Quiénes son?»
Y Bella Dodd se negó a responder porque el obispo Sheen no le había permitido revelar sus nombres.
Bueno, hasta aquí lo que queríamoscontar sobre la conversión y vuelta a la Iglesia de Bella Dodd, quien había liderado la infiltración comunista en los seminarios de formación sacerdotal de la Iglesia Católica, en la década de 1930 y 40.
Y me gustaría preguntarte si crees que los sacerdotes y laicos que conoces creen que efectivamente sucedió esta infiltración o no.
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