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Homilías del 24 de julio.

 

En una multitudinaria misa ante 200.000 personas en el santuario de Aparecida Francisco dijo que: «seamos luces de esperanza. El cristiano no puede ser pesimista» en invitó a «mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría».

 

fransico en el hospital san francisco

 

Por la tarde-noche el papa visitó el Hospital de San Francisco invitando a «abrazar al que sufre», denunció a «los mercaderes de muerte» que siembran «la plaga del narcotráfico». «La lepra de nuestros días se llama droga. Pero no están solos».

LO QUE DIJO EN LA HOMILÍA EN APARECIDA POR LA MAÑANA

Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio que acabamos de escuchar. Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas

El Papa arrancó su homilía recordando la histórica V Conferencia General del Episcopado de América Latina y el Caribe, donde los obispos se sintieron «inspirados» por la voluntad de los fieles. Como en el Concilio Vaticano II. Como en todos los tiempos en que la Iglesia ha buscado reformarse a sí misma.

«El Documento de Aparecida nació precisamente de esta urdimbre entre el trabajo de los Pastores y la fe sencilla de los peregrinos», señaló el Papa, quien pidió a la Señora de Aparecida

«que nos ayude a todos nosotros, Pastores del Pueblo de Dios, padres y educadores, atransmitir a nuestros jóvenes los valores que los hagan artífices de una nación y de un mundo más justo, solidario y fraterno».

Una misión que precisa de tres actitudes:

«mantener la esperanza, dejarse sorprender por Dios y vivir con alegría».

Sobre la esperanza, Bergoglio recordó que, pese a las dificultades,

«Dios nunca deja que nos hundamos».

Ante el desaliento que podría haber en la vida, continuó,

«nunca perdamos la esperanza. Jamás la apaguemos en nuestro corazón».

Frente al dinero, el éxito, el poder o el placer, Francisco reivindicó que

«seamos luces de esperanza. Tengamos una visión positiva de la realidad. Demos aliento a la generosidad que caracteriza a los jóvenes, ayudémoslos a ser protagonistas de la construcción de un mundo mejor: son un motor poderoso para la Iglesia y para la sociedad».

«La segunda actitud: dejarse sorprender por Dios», afirmó el Papa, quien subrayó que

«Dios nunca deja de sorprender, como con el vino nuevo del Evangelio que acabamos de escuchar. Dios guarda lo mejor para nosotros. Pero pide que nos dejemos sorprender por su amor, que acojamos sus sorpresas. Confiemos en Dios», como hizo María en las bodas de Caná.

«La tercera actitud: vivir con alegría. Queridos amigos, si caminamos en la esperanza, dejándonos sorprender por el vino nuevo que nos ofrece Jesús, ya hay alegría en nuestro corazón y no podemos dejar de ser testigos de esta alegría», apuntó Francisco.

«El cristiano es alegre, nunca triste. Dios nos acompaña», volvió a reiterar, anunciando, como hizo Jesús, que «el pecado y la muerte han sido vencidos», por lo que «el cristiano no puede ser pesimista. No tiene el aspecto de quien parece estar de luto perpetuo».

LO QUE DIJO EN LA HOMILÍA EN EL HOSPITAL SAN FRANCISCO POR LA TARDE-NOCHE

Francisco bendijo por la tarde las nuevas instalaciones del hospital San Francisco de Asís de la Providencia, donde viven y se tratan miles de enfermos de la gran epidemia de nuestro siglo: la dependencia.

Esta institución recibe a personas con adicciones, en especial jóvenes, y dispone de 500 camas para dar asistencia quirúrgica a indigentes. Es obra de un franciscano, Fray Francisco Belotti, que la dirige aún hoy.

Esta Fraternidad de San Francisco de Asís en la Providencia de Dios, nació hace 27 años, 1985, como una institución caritativa y luego se convirtió en Fraternidad de vida consagrada, con reconocimiento de la Santa Sede. Sirve a jóvenes con problemas de drogodependencia en diferentes barriadas del Brasil y también en Haití.

Antes de arrancar el acto en sí, Francisco saludó, sin tiempo, empapándose literalmente, a todos y cada uno de los fieles -muchos de ellos enfermos- que quisieron encontrarse con él.

«No están solos», dijo el Papa ante la intensísima lluvia del invierno tropical.

«¡No dejen que les roben la esperanza! Y también quiero decir. ¡No robemos la esperanza!», dijo el Papa.

Francisco hizo especial hincapié en la necesidad de «abrazar al que sufre» como hizo en su día el santo de Asís, quien se dio cuenta de que debía abandonar sus riquezas y vivir entre los pobres, justamente al abrazar a un leproso.

«No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química. Es preciso afrontar los problemas que están en la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro», ha advertido.

Pero «abrazar no es suficiente. Extendamos la mano a quien vive en dificultad, a quien cayó en dificultad o en la dependencia».

Así, Francisco hizo un llamamiento

a «enfrentar los problemas que están en la raíz del uso de las drogas»,

y atacó a los «mercaderes de muerte, que siguen la lógica del dinero y el poder a toda costa. La plaga del narcotráfico requiere una muestra de valor» para posiconarse en su contra.

«Tú eres el protagonista de la subida, nadie puede subir por ti» indicó Francisco a los allí presentes, entre los que se encontraban varios drogodependientes que dieron su testimonio ante el Pontífice.

Un fuerte abrazo por parte de Francisco a cada uno de ellos cerraba cada intervención.

«Miren con confianza hacia adelante», dijo el Papa.

 «En este hospital se hace concreta la parábola del Buen Samaritano. Aquí no hay indiferencia, sino solicitud. No hay desinterés, sino amor».

Fuentes: Periodista Digital, Signos de estos Tiempos

 

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