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El proceso de alianza entre los cardenales.
Bergoglio era papable pero no estaba entre los favoritos. El favorito era Angelo Scola, preferido por los italianos y hasta para algunos cercanos a la cura romana, pero en conflicto con los principales de la curia, Bertone y Sodano. Esto debilitó a los italianos. Y luego ocurrieron otros incidentes.

 

 

Esto lo que emerge de las primeras reconstrucciones sobre lo ocurrido en la Capilla Sixtina, entre los cardenales reunidos para elegir al pontífice.

LOS FAVORITOS

Jorge Mario Bergoglio, si bien era mencionado como papable, especialmente por haber sido “finalista” contra Ratzinger en la elección del 2005, no estaba dentro de los favoritos para obtener el pontificado.

Previamente, los “grupos” de los purpurados parecían orientados en otra dirección. Odilo Scherer, Peter Erdo, Timothy Dolan, y Angelo Scola.

Angelo Scola, aparecía a priori como el gran favorito y por eso fue el gran derrotado, porque al final no contó con el apoyo de los partidarios de Bertone y Sodano,

En cambio el cardenal de Sao Paulo, Odilo Pedro Scherer, fue el gran rival de Bergoglio, representando los intereses de la curia romana según los comentaristas.

DOS CORRIENTES DE BASE

Desde el principio se enfrentaron dos corrientes en el cónclave:

– la extraeuropea (y sobre todo sudamericana) con la intención de sacar por primera vez el papado fuera del Viejo continente

y la curial y de los italianos, pero también del poderoso tándem de los enemigos y ahora aliados Bertone y Sodano, que eran irreductiblemente hostiles a Scola por antiguas envidias y rivalidades, y que buscaban un candidatio que pudiera reemplazar a Scola dentro de esa tendencia curial. 

Esto dio como resultado falta de unidad dentro de esta última corriente..

LOS PROBLEMAS CON SCOLA

Bertone no ha digerido nunca el consejo de Scola al Papa en un encuentro en Castel Gandolfo sobre su sustitución en la guía de la Secretaría de Estado, durante el vendaval por la gracia al obispo negacionista del holocausto Williamson

Por su parte, Sodano se ha encontrado en posiciones opuestas respecto a Scola en algunas partidas de poder por el control de instituciones católicas. Ruini mismo, incluso teniendo estima hacia Scola, no dio ninguna indicación de voto a su favor.

Ni siquiera entre los arzobispos residenciales italianos era total el consenso hacia Scola, y a ese punto no podía ser suficiente ni siquiera el consenso de numerosos electores europeos. Además entre los conclavistas cercanos a la Comunidad de Sant’ Egidio (por ejemplo, Sepe) no estaba bien vista la cercanía de Scola al un movimiento lejano de sus planteamientos como Comunión y Liberación.

Durante las últimas horas no habían faltado señales de que la candidatura fortísima de Scola fuera un gigante con pies de barro. De palabra, todos reconocían su excepcional estatura de obispo y de intelectual, pero luego, profundizando un poco, además de las frases de circunstancia, salían a flote distinciones y reservas.

Un creciente número de purpurados europeos y norteamericanos reprochaban a Scola sus relaciones políticas con dirigentes del grupo Comunión y Liberación, al cual estaba vinculado el arzobispo de Milán desde los tiempos del fundador don Giussani. Comunión y Liberación había presionado fuertemente sobre el Papa Ratzinger para que promoviera a Scola a la arquidiócesis más grande de Europa aunque era ya patriarca de Venecia. Lo lograron y fue todo dato en su momento de quien era indicado como eventual sucesor. Sin embargo, ahora se ve claro que estas maniobras terminaron desprestigiando la candidatura a Papa del cardenal.

DERROTA CURIAL

Todo parece confirmar una rotunda derrota del aparato curial, fruto de la división de los cardenales italianos, las luchas internas del pasado y los escándalos que motivaron la renuncia de Benedicto XVI.

Y sobre todo, en la medida que pasaba el tiempo, adquiría mayor fuerza la sugerencia a favor del “vuelo transoceánico” que hacía vacilar la oportunidad de replegarse sobre un pontificado italiano mientras gran parte del crecimiento de la Iglesia se está experimentando en Sudamérica, África y Asia.

“No puede estar siempre el pastor en el monte y el rebaño en el valle”, sintetizó un purpurado africano en una congregación.

Esta vez la progresión de votos hacia el purpurado argentino fue continua. A punto tal que en la segunda y tercera votación, el miércoles por la mañana, el apoyo de los cardenales norteamericanos fue lo que empujó las cotizaciones electorales de Jorge Bergoglio.

LOS ESTADOUNIDENSES

Poco antes de la puesta en marcha del cónclave, el «sodaniano» Lajolo había manifestado públicamente el fastidio de la Curia por el protagonismo de los cardenales estadounidenses.

Después de que los capos de la Curia obligaron a los norteamericanos a suspender sus conferencias de prensa cotidianas en el Colegio Americano de Roma antes del Cónclave, era inevitable que los once purpurados de la superpotencia consumaran una «vendetta».

En realidad, se supo después hubo un muy consistente lobby armado por Timothy Dolan, el arzobispo de Nueva York, para consumar la votación a favor de Francisco.

Esto fue arrastrando a la América Latina y a otros cardenales europeos, asiáticos y africanos.

EL PROCESO

La Stampa, maneja que ya desde el inicio Scola fue «traicionado» por sus compatriotas tras la primera ronda de votación, en la que, tal y como apunta Carlo Marroni en Il Sole 24 Ore, los votos estaban divididos entre Scola, el Cardenal canadiense Marc Ouellet y Bergoglio, levemente más atrás.

Sin embargo, al día siguiente el apoyo por Bergoglio creció, así como el de Scherer, una vez Scola vio cómo los votos que consideraban seguros -los más leales a Ratzinger- se dividían y, en su mayoría, apuntaban al hoy Papa Francisco.

LOS APOYOS DE BERGOGLIO

Así, Bergoglio habría comenzado a obtener apoyos desde la primera votación siendo el cardenal hondureño Oscar Andres Rodríguez Maradiaga su gran apoyo.

El cardenal de Tegucigalpa, quien ya fuera papable en 2005, fue junto al español Santos Abril, uno de los principales muñidores de votos a favor de Bergoglio, especialmente cuando los cardenales vieron que las pugnas entre los italianos iban a dejar a Scola fuera y, por tanto, era más que probable la elección de un Papa americano.

En ese momento, se intentó que no fuera cercano a la Curia, como podrían serlo Scherer o Ouellet.

EL DESINFLE DE SCHERER

Del otro lado, el partido de la Curia Romana fue centrado por la desconfianza y hostilidad de la mayoría de los cardenales. Fue decisiva, en la última congregación preparatoria de los cardenales antes del Cónclave, la reacción negativa que causó un informe del Secretario de Estado de Benedicto XVI, el cardenal Tarcisio Bertone, que defendió a la Curia y a la gestión del IOR, el banco del Papa envuelto en una sucesión de gravísimos escándalos.

Sólo cuatro purpurados salieron en defensa de Bertone. Uno de ellos fue otro favorito en los papeles, el arzobispo de San Pablo, el cardenal brasileño Odilio Scherer.

Ese testimonio en favor de la gestión del IOR, a despecho de las acusaciones reiteradas por maniobras de corrupción, incineraron ipso facto sus aspiraciones papales y Brasil se quedó sin lograr su sueño.

LA ABDICACIÓN DE SCOLA

¿Cuándo se introdujo el elemento de novedad que impuso otra dirección al Cónclave?

Parece que un momento decisivo fue la comida del miércoles 13 en la residencia de Santa Marta, después de los dos escrutinios de la mañana que habían producido una “fumata” negra.

Al fin de la mañana Scola, según lo que refieren algunas fuentes, podía contar con un paquete de unos 50 votos. No poco, pero tampoco suficientes para decir que las cosas estaban cocinadas, considerando que el quórum era de 77. El riesgo era de un bloqueo. La situación peor que los purpurados querían absolutamente evitar, también para no dar al mundo la imagen de una Iglesia que no logra encontrar el acuerdo y a elegir el propio pastor.

En ese almuerzo el propio Scola habría decidido sumarse al respaldo que el argentino venía teniendo desde el primer momento.

En este punto el mismo Scola habría hecho claramente saber, conversando con los otros cardenales durante la comida, de no quererse convertir en una “candidatura de división” y habría invitado a “trabajar por la unidad”.

Cuando Scola dio un paso atrás, la hipótesis de Bergoglio – un hombre no joven, capaz de seguir la tradición, pero con anticonformismo y novedad – logró inmediatamente capturar sobre sí los votos necesarios, acogida con gran entusiasmo también por los cardenales estadounidenses.

Angelo Scola entonces habría voluntariamente dado un paso atrás, aún después de haber totalizado un buen número de votos la mañana, recorriendo los mismos pasos que en el 2005, durante el precedente Cónclave, recorrió Jorge Bergoglio cuando se hizo a un lado para dejar el espacio a Joseph Ratzinger.

LA HIPOTESIS GEOPÓLITICA ACTUANDO

Vittorio Messori asegura que él ya había dado un nombre, y sólo uno, como candidato: Jorge Bergoglio, y que su amigo y compañero periodista Michelle Brambilla (con el que escribió «Razones para creer») es testigo de que dio sólo ese nombre.

¿Por qué estaba Messori tan seguro? Porque creía que los cardenales votarían por criterios geoestratégicos. Así, su artículo se titula «Decisión geopolítica, como Wojtyla«.

Una opción geopolítica habría sido China. Igual que un Papa polaco agilizó la caída soviética, un Papa chino (como el obispo de Hong Kong) habría hecho lo mismo en Pekín, «en la capital de la superpotencia del futuro».

«Pero la Iglesia nunca tiene prisa», señala, y «el turno de China vendrá probablemente en un próximo Cónclave cuando, como sucede en todos los régimenes totalitarios, el sistema comience su declive, se habrá debilitado y estará preparado para el golpe de gracia».

Así que en este Cónclave la otra gran emergencia venía de América, el continente católico por excelencia.

Messori lo maneja así:

Sudamérica abandona el catolicismo al ritmo de miles de hombres y mujeres cada día. Existen otras cifras que atormentan a los episcopados de aquellas tierras: desde el inicio de los años ochenta hasta hoy, América Latina ha perdido casi una cuarta parte de sus fieles.

¿Adónde van? Entran en las comunidades, sectas, iglesias de los evangelistas, los pentecostales que, enviados y sostenidos por los grandes financiadores americanos, están llevando a cabo el viejo sueño del protestantismo de los Estados Unidos: terminar con la superstición «papista» también en este continente. Hay que añadir que los grandes medios económicos de los que disponen los misioneros atraen a los muchos desheredados de aquellas tierras y les inducen a entrar en comunidad, donde todos son sostenidos económicamente también.

Pero también está el hecho de que las teologías políticas de los decenios pasados, predicadas por curas y monjes convertidos en activistas ideológicos, han alejado del catolicismo a aquellas masas deseosas de una religiosidad viva, colorida, cantada, danzada. Y precisamente en esta clave el pentecostalismo interpreta el cristianismo y atrae riadas de tránsfugas del catolicismo.

Por tanto, los padres del Cónclave probablemente habrían valorado la urgencia de una intervención, según un programa propuesto y gestionado por la misma Roma, tomando posesión como Papa uno de este Continente. Aunque la hemorragia viene sobre todo de Brasil y de la América andina: pero, si tenía que ser un Papa sudamericano, 

¿Por qué un argentino, un arzobispo de un país menos afectado tocado por la fuga a las sectas?: probablemente, ha jugado un papel el hecho de que el cardenal Bergoglio (aparte de la alta calidad del hombre, la preparación teológica, la experiencia) es al mismo tiempo iberoamericano y europeo. 

Además, para:

un reordenamiento de la Curia, era necesario un hombre que supiera afrontar ciertas situaciones vaticanas. En resumen, no ha sido la mía una predicción, sino simplemente un razonamiento.

Fuentes: Vatican Insider, La Stampa, Il Sole 24 Ore, Signos de estos Tiempos

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