La visión del mundo y la fe para nuestros tiempos.
Las apariciones de Fátima son un verdadero compendio de los elementos centrales de nuestra fe católica que debemos conservar.
Sin embargo esta no es la forma en que solemos analizar estas apariciones.
Dios ha querido valerse de la Virgen para recordarnos cómo debemos comportarnos como verdaderos cristianos en este momento de la historia.
Y también para alertarnos de un grave problema que vendría, y cómo podíamos superarlo y lograr una verdadera paz en la Tierra.
Dios no quiere que ningún hombre se pierda, quiere que se mantenga unido a Él, y por eso la Virgen de Fátima hace recomendaciones y advertencias muy importantes, que debemos retener bien.
Aquí hablaremos sobre los elementos centrales de nuestra fe católica que la Virgen de Fátima vino a reforzar y que habitualmente se pasan por alto o incluso están en discusión entre los católicos.
Nuestra Señora vino a Fátima al principio del siglo XX donde se abre el período más ateo de toda la historia.
El mundo se encuentra actualmente impregnado de un paganismo poscristiano, que es mucho peor que el paganismo precristiano.
Porque el paganismo precristiano no había oído hablar de Cristo.
Pero el paganismo poscristiano ha oído el mensaje de Cristo y lo ha rechazado. Es peor.
Y por esta razón las visitas de Nuestra Señora en Fátima fueron para proporcionarnos la base para una completa y verdadera visión del mundo y de la historia, según los ojos de Dios.
Nada de lo que ha sucedido desde ese momento en la historia puede superar en importancia al mensaje que Nuestra Señora dio en Fátima.
Su mensaje no es otra cosa sino una urgente reafirmación de la doctrina que dejó Nuestro Señor para la Iglesia, cuando caminó sobre la tierra.
Y una reafirmación de la urgente necesidad de reparación por todas las heridas que le hacemos a Dios.
En primer lugar, Dios hizo Su plan de salvación para que fuese la Santísima Virgen María quien trajese a Cristo al mundo.
Quiso, como tantos santos explican, que la cabeza de la serpiente infernal, satanás, fuera aplastada por Ella y su descendencia.
Le pidió que fuera Ella quien nos visite en la Tierra para informarnos de las próximas cosas que Dios hará, sobre los planes de satanás y sus secuaces, y para cobijarnos debajo de Su manto para darnos auxilio.
Y la hizo la llave para la época de paz que vendrá al mundo, que se abrirá con el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.
El mensaje de Fátima nos libera de slogans populares falsos que nos quieren vender.
Como la idea de las Naciones Unidas, de que son la última esperanza para la humanidad en un planeta que se está destruyendo.
O de que entraremos en una nueva primavera si nos adherimos bajo la tutela del estado y de un poder supranacional.
O que estaremos construyendo una civilización de amor cuando todas las religiones del mundo se unan en una sóla.
La Virgen no nos llamó a seguir estos slogans.
Sino a conseguir el triunfo de Su Inmaculado Corazón.
Nuestra Señora vino a Fátima con el mensaje de que «Dios quiere establecer en el mundo la devoción a Mi Inmaculado Corazón».
No habrá victoria, no habrá salvación del planeta, no habrá nueva primavera a no ser que un número suficiente de católicos cumpla fielmente los pedidos de Nuestra Señora de Fátima.
¿Y que nos pidió?
Que recitemos diariamente por lo menos cinco décadas del Rosario.
Que usemos el Escapulario marrón.
Que ofrezcamos a Dios nuestros deberes diarios como un acto de sacrificio.
Que hagamos la devoción a los Cinco Primeros Sábados en Reparación a Su Inmaculado Corazón.
Que el Papa, en unión con todos los obispos del mundo, consagre Rusia a Su Inmaculado Corazón, prometiendo con ello la conversión de Rusia, y así le será concedido al mundo un período de paz.
Y una de las cosas más importantes para la Iglesia Católica, sumida hoy en la confusión, es que confirmó las doctrinas fundamentales de la fe.
Y focalizó aquellos puntos de la doctrina que son esenciales y nos distinguen.
Ella no enseñó ninguna doctrina nueva, ni tampoco una comprensión modernizada del mensaje de Dios, que pudiese significar una reinterpretación de la doctrina católica, de una forma distinta de la que ha sido enseñada durante estos 2000 años.
Se centró en aquellas doctrinas que Dios ya sabía que iban a degradarse y hasta cuestionar.
El mensaje de Nuestra Señora afirmó la existencia del cielo, el infierno y el purgatorio.
El 13 de mayo de 1917 Lucía le preguntó a la Virgen de donde era, a lo que Ella respondió que era del cielo.
Y es que la Virgen está en el cielo en cuerpo y alma, y si está en el cielo significa que es un lugar real, no un lugar espiritual, o un estado.
Además la Virgen enseñó a los pastorcitos que el infierno existe y que hay muchas personas que van allí.
Contrario a lo que el teólogo progresista Hans Urs Von Balthasar dijo, que el infierno existe, pero está vacío, visión que hoy predomina entre los sacerdotes.
La Virgen les mostró el infierno el 13 de julio de 1917 y Lucía dijo que allí habían visto demonios y almas de personas.
Luego la Virgen les dijo: «Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón».
Así que esta visión, confirmada por las palabras de la Virgen, desmiente la idea de que el infierno está vacío.
Nuestra Señora también confirmó que el purgatorio existe, el 13 de mayo de 1917.
A la pregunta de Lucía si su amiga Amelia estaba en el cielo, la Virgen le dijo que estaría en el purgatorio hasta el fin del mundo.
También reafirmó los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia.
Todo nos lleva a pensar que la Virgen, al promover la devoción a los cinco primeros sábados, lo hizo también buscando que los fieles se confesaran.
De esta forma está recordando la importancia del sacramento y a la vez muestra que es falsa la doctrina protestante de que no es necesario confesarse.
Por otro lado nos dramatiza, de una manera extraordinaria, el amor que se le debe tener a la Santa Eucaristía.
Un año antes de las apariciones, en 1916, el Ángel de Portugal, se les apareció a los pastores tres veces.
Tenía en la mano izquierda el cáliz, y suspendida sobre esta una hostia que sangraba.
Se arrodilló con los pastorcitos y rezaron tres veces la oración de desagravio.
Al final el ángel le dio la Hostia en la lengua a Lucía y le dio a beber el cáliz a Jacinta y Francisco, que aún no habían tomado la comunión en la parroquia.
Luego volvió a postrarse en tierra y juntos repitieron la oración en desagravio tres veces más.
¿Esta no es una instrucción convincente de cómo se debe reverenciar y venerar la Sagrada Eucaristía?
El ángel se arrodilló con el rostro hacia el suelo, postrado.
Al hacer esto reconocía la majestad y divinidad de Jesucristo, presente verdaderamente en el Santo Sacramento.
De esta manera el ángel da un mensaje del cielo, diciendo claramente que allí está verdaderamente Jesucristo, y que no es un invento o apariencia.
Y no le dio la comunión en la mano a Lucía, sino en la boca, mientras estaban hincados.
Lo cual es un mensaje sobre cómo el cielo quiere que la recibamos.
El ángel recitó en sus apariciones, oraciones de reparación por las blasfemias y sacrilegios cometidos contra el Santísimo, como si estuviese previniendo los ultrajes que vendrían luego en nuestra época.
Y luego la Virgen siempre que se ha aparecido hace un énfasis en la penitencia.
Tanto en Lourdes, como en la Salette y otras, muestra la necesidad de reparar.
A varios videntes y místicos Jesucristo mostró su Corazón herido con dardos, que simbolizan cada acto que le lastima el Corazón.
Y también sabemos que el Padre Eterno está gravemente ofendido por esto.
Pero parece no ser escuchado, al ver el desprecio de los sacramentos, y el sacrilegio de malos sacerdotes y los malos fieles.
En definitiva, de la misma forma que el Milagro del Sol de 13 de octubre de 1917, con el Sol danzando en el cielo y lanzándose hacia la tierra, fue tan espectacular que se hizo imposible desviar la mirada, así también el propio Mensaje de Fátima es de tal importancia y de tal centralidad, que no debemos desviar nuestra mirada de él.
Ni desviar nuestros ojos de los de Nuestra Señora, ni permitir que nos separemos de Ella de ninguna forma.
Bueno, hasta aquí lo que te queríamos hablar sobre el mensaje central de Fátima, que a veces pasa desapercibido en esta época de apostasía, en que la novedad es un valor que buscan incluso los católicos.
La Virgen de Fátima bajó a decirnos en qué cosas debemos creer los cristianos, cosas que ya estaban decayendo, y cómo debemos honrar a Dios.
Y me gustaría preguntarte si crees que estas recomendaciones que vino a traer la Virgen de Fátima son atendidas por la mayoría de los católicos hoy o no.
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