Cómo quedaron impresas estas imágenes no hechas por manos humanas.  

Los rostros de santos que quedan impresos por el mero contacto de sus caras en un velo, para la posteridad, constituyen grandes milagros que la ciencia no puede explicar.

El más conocido y valorado es la Sábana Santa de Turín, que envolvió el cuerpo de Jesús en su tumba.

Y hay uno, casi desconocido, que muestra el rostro del Padre Pío de un lado y de Jesús del otro.

Que quedó impreso cuando el Padre Pío se secó la cara con él.

Y que dado vuelta muestre la cara de Jesús, reafirma lo que varias personas vieron en las misas y en el confesionario, que el Padre Pío a veces parecía tomar el aspecto físico de Jesús.  

Aquí hablaremos sobre los lienzos mas conocidos, en que han quedado impresos los rostros de figuras santas milagrosamente, y especialmente sobre el casi desconocido pañuelo que contiene la imagen del Padre Pío y la de Jesús, cómo sucedió y qué estudios se hicieron.

Los lienzos o velos que tocaron la cara de un santo son muy valorados por los cristianos, especialmente los que tocaron la cara de Jesús. 

Pero no solamente porque sean una reliquia santa, sino también por los milagros relacionados con muchos de ellos.

No bien Jesucristo fue bajado de la cruz, ya sin vida, le fue puesto un lienzo para tapar su cara, que se impregnó con manchas de sangre y sudor.

Se le conoce como el Santo Sudario y se conserva en la catedral de Oviedo.

Las manchas de ese lienzo coinciden exactamente con las manchas de la Sábana Santa, también conocido como Síndone de Turín, el que se conserva en la Catedral de San Juan Bautista de Turín, y le da credibilidad.

Es la mortaja que envolvió a Jesús en el Santo Sepulcro.

Esta tela de lino contuvo el cadáver de un hombre que fue azotado, crucificado con clavos, coronado con espinas en la cabeza y herido por una lanza en el costado.

Las manchas de sangre y de suero no son reproducibles por medios tecnológicos actuales y hasta hoy se desconoce cómo quedaron impresas, porque no se trata de un dibujo ni una pintura.

A estos dos lienzos hay que agregar el de la Verónica, que fue con el que ella limpió la cara de Jesús en la Vía Dolorosa.

Según la tradición, Verónica experimentó el dolor y la agonía Nuestro Señor cargando la cruz, se apartó de la multitud y le limpió la sangre y el sudor de su rostro con su velo.

Y Jesús hizo el milagro de dejar impreso su rostro en el velo.

Este pañuelo se conserva en Manoppello, en el Santuario de la Santa Faz.

La imagen muestra la cara en tamaño natural.

Muestra el rostro de un hombre cuya nariz ha sido destrozada, la mejilla derecha hinchada, y la barba arrancada en parte.

Su boca está medio abierta e incluso sus dientes son visibles.

Es transparente como una media de seda y no es como una pintura sino una gran diapositiva fotográfica.

La cara se vuelve invisible dependiendo de cómo le llega la luz; mirado a la luz, es transparente; en la sombra, sin luz, se vuelve casi gris pizarra; y a la luz de las bombillas eléctricas, es de color oro y miel.

En este santuario, que queda a 200 kmts de San Giovanni Rotondo, se vio al Padre Pío bilocado el día anterior a su muerte, adorando el rostro del velo.

Y precisamente hay dos velos relacionados con el Padre Pío.

Uno es el que le fue dado a la vidente Conchita de Garabandal. 

El 3 de marzo de 1962, en medio de las apariciones de Garabandal, Conchita recibió una carta del Padre Pío que le contaba un mensaje que había recibido de la Santísima Virgen para ellas, decía,

«¡Oh benditas niñas de San Sebastián de Garabandal!

Yo les prometo que estaré con ustedes hasta el fin de los siglos y que ustedes estarán conmigo durante el fin del mundo y después, unidas conmigo en la gloria del Paraíso».

En febrero de 1967, Conchita fue a Roma con su madre, porque había sido llamada por el Cardenal Ottaviani, prefecto del Santo Oficio.

Y de paso recalaron en San Giovanni Rotondo donde recibieron la bendición del Padre Pío.

Y cuando el Padre Pío murió en 1968, Conchita recibió un telegrama que le pedía ir a Lourdes para recibir un legado del Padre Pío.

Allí se encontró con el Padre Bernardino Cennamo y otros frailes, quienes le entregaron una carta y el velo que había cubierto la cara del Padre Pío una vez muerto, a pedido expreso de él mismo.

Y allí Conchita le preguntó al Padre Cennamo, «¿Por qué la Virgen me dijo que el Padre Pío iba a ver el Milagro y él ha muerto?»

Y el fraile le respondió, «Él vio el Milagro antes de morir. Me lo dijo él mismo».

Pero hay un segundo velo en que quedó impresa la cara del Padre Pío y que se le denomina el Síndone de Conegliano, por la ciudad en que se conservó.

Francesco Cavicchi visitó al Padre Pío en San Giovanni Rotondo por primera vez en junio de 1967 junto con su esposa. 

Allí se confesó con el Padre Pío, quien le dijo que lo estaba esperando, y para su sorpresa le contó cómo había estado al lado de él, en bilocación, en un bombardeo en Rímini durante la segunda guerra mundial.

En junio de 1968 Francesco regresó para pedirle un consejo sobre un problema que tenía.

Y como estaba nervioso sacó un pañuelo del bolsillo para secar su sudor de las manos, y el Padre Pío toma el pañuelo, se lo pasa por la cara, y luego lo dobla y se lo devuelve.

Cuando Francesco lo recibió no había ninguna marca inusual en el pañuelo, pero sintió que había recibido un gran regalo y lo comenzó a mostrar a mucha gente, por lo que quedó sucio por el manoseo.

Y un año después de la muerte del Padre Pío regresa a San Giovanni Rotondo en una peregrinación en su homenaje.

Se queda dormido en la iglesia y sueña con el Padre Pío y el pañuelo.

Y cuando se despierta sale afuera a lavarse la cara en la fuente, que se consideraba que tenía agua del Padre Pío.

Se seca con el famoso pañuelo y una señora le sugiere que lo lave en la fuente porque estaba muy sucio.

Él lo hace y enseguida la mujer grita «Padre Pio, Padre Pio, ahí, en el pañuelo», y él se va rápidamente para evitar el peligro de que le quiten el pañuelo.

Cuando llega al hotel despliega el pañuelo para ver si tenía alguna cosa extraña y vio unas marcas oscuras, qué podrían asemejarse a una cara, y que le hizo recordar lo que había visto en el sueño, y entonces lo puso a secar extendido.

Y a la mañana siguiente las manchas de la noche anterior se habían convertido en líneas que mostraban, de un lado una cara que parecía ser la de Jesús y del otro lado una cara que parecía ser la del Padre Pío.

Entonces Francesco habla con varios religiosos y con el obispo, quienes se sorprendieron al ver el pañuelo.

Y le aconsejaron que lo mantuviera oculto, para no generar una ola de fanatismo que podría entorpecer la causa de la beatificación del Padre Pío, que ya había comenzado.

De modo que los Cavicchi hicieron un pequeño santuario en su casa, poniendo como centro el pañuelo y sólo los íntimos de la familia estaban en conocimiento de lo que había sucedido.

Los Cavicchi guardaron silencio por 30 años, hasta que se anunció que iban a beatificar al Padre Pío, ceremonia qué realizó Juan Pablo II el 2 de mayo de 1999.

Y este anuncio era también el aviso para Francesco, de que debía divulgar la existencia de ese pañuelo milagroso.

Abrió su casa y muchas personas comenzaron a visitarla para ver el pañuelo y el escritor Renzo Allegri escribió un artículo muy detallado, sobre su visita a la casa de los Cavicchi.

Él cuenta que en el pañuelo se ve una cara ligeramente borrosa, que recuerda las líneas somáticas del rostro del Padre Pío.

Pero si te acercas la imagen casi se desvanece y si vas para atrás, toma contornos más precisos, como se ve la Sábana Santa.

Mientras que del otro lado se ve un rostro que revela un sorprendente parecido con el rostro tradicional de Jesús.

Francesco Cavicchi muere en el 2005 y su esposa en el 2009, y el pañuelo es entregado a una comunidad capuchina, que un tiempo después se contacta con el catedrático Giulio Fanti, experto en la Sábana Santa de Turín, para que analice la imagen.

Realizó los estudios del pañuelo con las técnicas más modernas de análisis y concluyó que es imposible que esa imágen sea obra humana.

No encontró rastros de que se haya pintado, ni se encuentran rastros de color u otras sustancias en la tela.

En el lugar de la imagen, las fibras parecen estar descoloridas, o sea que la imagen está dada por la pérdida de color de las fibras en ese punto preciso.

Pero además, las fibrillas, que son los filamentos de la tela, que tienen un diámetro de diez milésimas de milímetro, no están descoloridas en toda su longitud, sino sólo en algunos lugares, solamente en aquellos lugares útiles para formar la imagen.

Ninguna persona, de ninguna manera conocida hoy en día, podría realizar tal intervención en las fibrillas, concluyó el profesor Fanti.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre los milagros de rostros santos que quedan impresos en velos, y en especial quisimos contar uno casi desconocido, la Síndone de Conegliano, que contiene los rostros del Padre Pío y de Jesús impresos milagrosamente.

Y me gustaría preguntarte si crees que a veces el Padre Pío tomaba el aspecto físico de Jesús o piensas que es una exageración.

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