Cómo podemos cambiar la situación.
En el año 2020, cuando el mundo comenzó a experimentar su propia fragilidad y el engaño de la falsa libertad, Benedicto XVI señaló al mundo entero la estrategia del anticristo.
Describió en un libro-entrevista sus dos características fundamentales.
Aquí te queremos contar sobre la última profecía de Joseph Ratzinger, los males que describe para el mundo y cuál debería ser nuestra respuesta.
La última entrevista con Benedicto XVI, que su biógrafo Peter Seewald colocó al final de su sustancial biografía, sobre el pontífice alemán, trae la última profecía del Papa Benedicto sobre la estrategia utilizada por el anticristo y sus secuaces, y que está a la vista de todos.
En la última audiencia general del 27 de febrero de 2013, Benedicto XVI dijo que “en medio de todos los tormentos que afligen a la humanidad y la fuerza perturbadora y destructora del espíritu maligno, la Iglesia siempre podrá reconocer la fuerza silenciosa de la bondad de Dios”.
Por tanto, según el pontífice, el espíritu maligno trabaja a tiempo completo, para corromper la imagen de la bondad de Dios que tienen los hombres.
Y lo hace escondiéndose detrás de una «dictadura universal de ideologías aparentemente humanistas, contradictorias, que implican la exclusión del consenso básico de la sociedad».
Basada en un conjunto de grupos que cada uno reclama justicia para sus realidades individuales, reclamando misericordia humanista.
Es en nombre del nuevo humanismo sin Dios – es bueno recordarlo – que con la pandemia nos encierran en nuestros hogares, se nos priva de la posibilidad de trabajar de manera digna, y cada vez más nos vemos obligados a ser los conejillos de indias del mayor ensayo médico de la historia.
Y esto es central en los políticos. Por ejemplo, Giuseppe Conte, ex presidente del Consejo de Ministros de Italia dijo tras recibir el mandato del gobierno en el 2019, que el nuevo humanismo es el horizonte hacia el que se debe orientar el país.
Recordemos que el humanismo es un concepto masón, que implica la fraternidad de los hombres en la Tierra, independiente y de espaldas a Dios.
En mayo de 2020, cuando el primer encierro, que literalmente había paralizado al mundo entero estaba a punto de terminar en algunos países, se publicó en Alemania la biografía de Benedicto XVI.
En el último capítulo del libro, poco después de los pasajes anteriores, encontramos una afirmación decisiva:
“La sociedad moderna pretende formular un credo anticristiano y quien lo desafía es castigado con la excomunión social”.
Y agrega Ratzinger que “tener miedo de este poder espiritual del anticristo es demasiado natural y es realmente necesario que las oraciones de diócesis enteras y de la Iglesia mundial vengan al rescate para resistirlo».
De modo que el papa emérito creía que la oración estaba en el centro de la batalla espiritual.
Precisamente en el año 2020, año en el que el mundo comenzó a experimentar su propia fragilidad y el engaño de la falsa libertad, Benedicto XVI señaló al mundo la identidad del anticristo, describiendo sus dos características fundamentales: el falso humanismo y el socialismo.
Esta última será la característica que nos permitirá reconocer el humanismo del anticristo: todos, absolutamente todos, independientemente de su raza, religión y clase social, serán empujados a participar una hermandad mejor que la que Cristo mismo pudo realizar.
Pero los que se oponen, los que se niegan a recibir esa marca, no tendrán los favores de la sociedad.
El contenido de este falso humanismo ya había sido descrito en la conferencia impartida por el cardenal Ratzinger el 1 de abril de 2005 en Subiaco, en el monasterio de Santa Escolástica, al recibir el premio “San Benito por la promoción de la vida y de la familia en Europa”.
Ahí dijo que la seguridad, que necesitamos como requisito previo para nuestra libertad y dignidad, no puede provenir en última instancia de los sistemas de control, sino que debe surgir sólo de la fuerza moral del hombre.
“Dónde falta o no es suficiente, el poder que tiene el hombre se transformará cada vez más en poder de destrucción», afirmó.
Esta fuerza moral no tiene nada que ver con ese nuevo moralismo que se preocupa solamente de las necesidades materiales de las personas, de igualarlas y de resarcir las dificultades que han tenido en la vida aquí en la Tierra.
Identificar los valores deseables con las grandes consignas del moralismo político, y proclamarlos al mismo tiempo como síntesis de las religiones, es el gran error de nuestra época.
Dice Ratzinger que el cielo cerrado del falso humanismo sólo puede ser rasgado por «Jesucristo, Hijo de Dios, entregado por el Padre a la humanidad para restaurar la imagen desfigurada por el pecado.
Él es el hombre perfecto, sobre quien se mide el verdadero humanismo».
Y para hacer funcionar el falso humanismo es necesaria la corrupción satánica del amor.
¿Qué es el amor? Esa es la pregunta. El Catecismo define el amor como “querer el bien del otro” y desarrollar la virtud de la caridad.
Pero lamentablemente, la mayoría de las personas y la sociedad actual promueven la falsificación satánica del amor.
El amor no se entiende como una afirmación del pecado y la naturaleza pecaminosa, si las otras personas están incursas en él.
No es cerrar los ojos al pecado del otro porque lo queremos, eso es falsa misericordia.
Según la enseñanza infalible, amar es amar a Dios y querer que los demás amen a Dios.
Y a través de esto, las personas se amarán entre sí.
Esto, entonces, requiere que sepamos que Dios es Verdad y Amor.
Y Cristo lo revela en un lenguaje más hiperbólico cuando dice que para ser su discípulo uno debe abandonar a sus padres y hermanos.
Quiere decir, si tu familia y amigos es indulgente con el pecado, debes salir de ese pozo negro que te arrastra al infierno y abrazar a tu familia celestial en peregrinación para unirte con Dios.
Es por eso que se hace necesario orar para sanar los pecados de la familia, para cortar las cadenas pecaminosas.
Parte del problema con el amor cristiano de hoy es el universalismo implícito, que considera que Dios es tan bueno que perdona todo sin avisar que la persona debe reformarse.
Aquellos que se oponen al amor falso que domina la mente moderna y aún a la Iglesia, son los que aman genuinamente a los demás.
Porque los lobos llevan cruelmente a las almas que necesitan curación a la condenación en nombre del amor.
Y la comprensión católica tradicional de satanás es que él es el gran corruptor.
Satanás no es Dios, por lo que no puede crear, sanar, ni salvar.
En cambio, sólo puede deformar.
Satanás parodia a Dios y corrompe lo que Dios ha creado. Por tanto, Satanás corrompe nuestra comprensión del amor.
Si la Iglesia ha de ser un hospital de campaña, debe volver a la realidad de lo que es el verdadero amor, la verdadera medicina del alma.
Porque ninguna curación es completa sin la santificación del alma y la unión con Dios a través de Cristo.
Una vez que se admite que oración es simplemente la palabra que usamos para describir la forma en que permitimos que el amor de Dios entre en nuestras vidas, para cambiarnos y a través de nosotros a los demás, entonces se debe admitir que la oración es la práctica más importante para sintonizar con el amor de Dios.
Nada es más importante que el amor de Dios, porque sólo su amor puede cambiar a los seres humanos de manera decisiva y permanente para mejor.
Y esto queda claro en las tribulaciones, cuando los esfuerzos humanos son ineficientes para solucionar, por ejemplo, una crisis de salud masiva y la conspiración de los poderosos.
Y si la oración es la única forma en que podemos abrirnos radicalmente a ese amor, entonces hay que admitir que es simplemente lo más importante en nuestras vidas.
Ahora es el momento de crear espacio y tiempo en la vida diaria para recibir el único poder que puede cambiarlo de manera decisiva y permanente para mejor, antes de que sea demasiado tarde.
Lo que nos lleva a glorificar a Dios en nuestras vidas. Porque es hacer justicia con lo que la realidad nos está revelando.
Desafortunadamente, muchos creen que adorar a Dios de una manera sistemática es más difícil de lo que realmente es.
Nada de eso, basta con refugiarse en los dos grandes mandamientos, que son:
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas; Y amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Es el mismo mandamiento, no son diferentes.
Debemos servir a los demás por el verdadero amor a Dios.
Cuando vivimos de esta manera, damos gloria a Dios.
La gente verá que somos amables, generosos y que cuidamos de todos los seres vivos, y que Dios brilla a través de nosotros.
Como se decía de los primeros cristianos «miren como se aman»
El estado del mundo está haciendo que muchos cuestionen el plan de Dios. Pero él es simple.
Entregarse a Dios, glorificarlo ante los demás al tener más fe y confianza en sus planes y demostrarlo, para terminar con el falso humanismo que sólo se ocupa de las necesidades y caprichos cambiantes de las personas en la Tierra.
Bueno hasta aquí lo que te queríamos decir sobre cómo el falso humanismo se derrota cultivando el amor y glorificando a Dios en nuestras acciones y palabras para indicar el camino a los demás.
Y me gustaría preguntarte si tu crees que es fácil adorar a Dios o se te hace difícil.
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