Un paseo por el Jardín de Getsemaní o Monte de los Olivos en Tierra Santa

Jardin de Getsemaní

Getsemaní está cargado de historia de salvación y sufrimiento. Sufrimiento físico y moral. Los dos sufrimientos que llevó Jesús. Aquí Jesús sufrió por toda la humanidad; por ti, por mí, por todos. ¡Nosotros también sufrimos! Qué nuestro sufrimiento no caiga en el vacío.

 

Tumba de la Virgen María

Casi paralela con la entrada a la capilla del Prendimiento se halla la llamada Tumba de Maria, el lugar que de acuerdo a una tradición milenaria fue sepultada María en el momento de su muerte y de allí asciende a los cielos. La tradición e Jerusalén ha colocado siempre el sepulcro de María en el torrente Cedrón según nos lo narran los apócrifos “Dormitio Virginis” y “Transitus Mariae” de los siglos II y III El testimonio más antiguo que poseemos de esta tumba data del siglo V en un documento copto.

La tumba de María, excavada en la roca, fue transformada en Santuario por el emperador Teodosio el Grande. Construida la iglesia superior por el emperador Mauricio en el siglo VI, todo el complejo inferior se convierte en una cripta. Los persas destruyen el templo. A la llegada de los cruzados se reconstruye de nuevo edificando al mismo tiempo un Monasterio-Fortaleza, Santa María en el Valle de Josafat. En 1187 los soldados de Saladino destruyen el templo y el monasterio, pero respetarán la cripta. Posteriormente van a utilizar las piedras del monasterio adyacente para construir las murallas de Jerusalén. El acceso a la cripta y la fachada es cuanto queda del tiempo de los cruzados.

Iglesia Rusa Santa Maria Magdalena

Subiendo un poco en el monte de los Olivos nos encontramos con la Iglesia Rusa de Santa María Magdalena, cuyas cúpulas en la forma típica de cebolla de los templos ortodoxos, destaca en todo el Monte. Fue construida por el Zar Alejandro III de Rusia en el año de 1888 en honor de su madre, pero su interior nunca fue terminado. No recuerda ningún hecho importante mencionado en la Sagrada Escritura. Su belleza, especialmente en los atardeceres, la hacen única en Jerusalén. Cercana a la iglesia de María Magdalena se halla el templo que nos recuerda el llanto de Jesús sobre Jerusalén, el Dominus flevit.

Tanto Marcos como, sobre todo Lucas, nos recuerdan el lamento de Jesús sobre Jerusalén: “Cuando se fue acercando, al ver la ciudad, lloró por ella, y dijo: ¡Si en este día comprendieras tú también los caminos de la paz! Pero tus ojos siguen cerrados. Llegará un día en que tus enemigos te rodearán con trincheras, te cercarán y te atacarán por todas partes; te aplastarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán piedra sobre piedra en tu recinto por no haber reconocido el momento en que Dios ha venido a salvarte.” (Lucas 19, 41.44)

No existe un lugar concreto seguro relacionado con el llanto de Jesús sobre Jerusalén. Se sabe que en siglo XII ya había una capilla en la zona que conmemoraba el hecho. En el área se encuentra un cementerio judeocristiano, que data de los primeros momentos de la comunidad cristiana en Jerusalén. El templo actual fue construido en 1955 en el solar de la iglesia de un antiguo monasterio bizantino del que se conserva aún partes del mosaico original.

Torre de la Ascención del Señor

Siguiendo el camino del Monte de los Olivos nos encontramos con una torre que nos recuerda el lugar de la Ascensión de Jesús a los cielos, de acuerdo a lo narrado en el Nuevo Testamento. El único testimonio conservado en el evangelio que nos indica que la Ascensión tuvo lugar en el Monte de los Olivos nos lo presenta San Lucas, quien ubica el sitio junto al camino de Betania.

En la segunda mitad del siglo IV la noble romana Poemenia mandó construir en este lugar un edificio de planta circular a cielo descubierto y conocido con el nombre de IMBOMON, el cual fue posteriormente destruido por los persas en el siglo VII. Durante la época de los cruzados el conjunto sufrió una serie de alteraciones, levantándose un convento que fue encomendado a los Canónigos Regulares de San Agustín.

Todo fue destruido en el siglo XIII por los musulmanes a excepción de la parte central desde donde, según la Tradición, Jesús se eleva delante de sus discípulos y deja su huella marcada en la piedra. Los musulmanes convertirán la zona en una mezquita, la cual funciona hasta el día de hoy, permitiéndose la entrada a los cristianos para la veneración del lugar.

Monasterio de Pater Noster

Muy cercana a la torre de la Ascensión se encuentra la Iglesia del Padre Nuestro. El lugar que nos recuerda la enseñanza de Jesús a sus discípulos de la oración del Padre Nuestro se halla enclavado dentro de un monasterio de Carmelitas de Clausura fundado por la princesa de Tour d´Auvergne.

De acuerdo a una antigua tradición Jesús y sus discípulos estuvieron varias veces por la zona ya que se encuentra a mitad de camino entre Betfagé y Betania y Jerusalén. Allí les enseñó el Padre Nuestro. El recuerdo de tal enseñanza perduró largamente ya que cuando Elena, la madre de Constantino, llega a Tierra Santa todavía se hablaba de la enseñanza y manda construir una basílica a la cual le da el nombre de Eleona la cual fue destruida por los persas en el año 614. El culto continuó en la cripta, la cual con el tiempo se llegó a convertir en el cementerio de los obispos de Jerusalén.

En 1929 se comenzó a construir una iglesia en honor del Sagrado Corazón, la cual quedó inconclusa. A lo largo de las paredes del monasterio y de los patios interiores se han levantado unas lápidas en cerámica con la oración del Padre Nuestro en más de ciento treinta idiomas.

Y una vez recorrido el Monte de los Olivos entramos en la ciudad amurallada de Jerusalén, la que conserva la esencia y el recuerdo del rey David, los profetas, Jesús y sus discípulos, la gritería de los romanos, el llanto de sus habitantes al verla destruida.

A lo largo de sus más de tres mil años de historia la ciudad de David ha pasado por etapas de esplendor y de miseria, de gloria y de muerte, pero siempre se ha logrado levantar y sigue siendo la Ciudad de David, la Ciudad de la Paz, la Ciudad Eterna, paradigma de la Eternidad.

Para entrar en la ciudad vieja tenemos ocho puertas, siete de las cuales están abiertas y la octava se abrirá el día en que el Mesías venga, la Puerta Dorada, la de San Esteban o de los Leones, la Puerta de Herodes o de las Flores, La Puerta Nueva, la Puerta de Sión, la Puerta de Jaffa, la Puerta de las Basuras y la Puerta de Damasco.

La ciudad vieja está dividida en cuatro sectores, los cuales, a pesar de estar íntimamente ligados, conservan cada uno de ellos su propia personalidad.

Estos sectores lo son, en la zona Norte de la ciudad, el Barrio Árabe y el Barrio Cristiano, y en la zona Sur el Barrio Armenio y el Barrio Judío.

Según llegamos del Monte de los Olivos entramos en la ciudad a través de la Puerta de Los Leones o Puerta de San Esteban. Estos nombres le vienen por una serie de leones esculpidos en lo alto de la puerta. En tiempo de los cruzados se honró el martirio de San Esteban precisamente a la salida de esta puerta. Al poco de comenzar nuestro recorrido nos encontramos con la Iglesia de Santa Ana, la cual está edificada sobre la zona de la piscina probática del templo de Jerusalén. Entre los años 150 antes de nuestra era hasta el 70 de la era actual encontramos en la zona un lugar de curación. Se había edificado una cisterna y un serie de baños en unas grutas. Una multitud de enfermos buscaba allí la curación dado que no podían acercarse al templo a causa de sus enfermedades. Es allí, cerca de la puerta de las ovejas o Probática, donde Jesús va a llevar a cabo la curación de un paralítico de acuerdo a como lo vemos narrado en el evangelio de Juan:

Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén.

Estanque de Betesda

Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos.

En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?

Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.

Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.

Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.

Basílica de la Agonía o de las Naciones

Saliendo de la capilla del Dominus Flevit, se recorre una vereda empinada y estrecha y después de unos minutos de recorrido, se llega a Getsemaní. El recinto está amurallado. A la entrada, hay muchos vendedores palestinos.
Los franciscanos construyeron la actual basílica entre 1922 y 1924 sobre el emplazamiento de la primitiva bizantina que, en el año 614, destruyeron los persas y que reconstruyeron los cruzados en el siglo XII. Se llama basílica de la Agonía o basílica de las Naciones porque a su construcción contribuyeron, económicamente: España, Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Canadá, Estados Unidos, Francia, Chile, Inglaterra y Méjico. Cada una de estas naciones tiene dedicada una cúpula de la basílica.

En el tímpano hay un enorme mosaico, visible a gran distancia, que representa a Jesús postrado de rodillas en tierra en actitud de súplica al Padre y de ofrecimiento de sus sufrimientos y de los de toda la humanidad, representada a sus lados por dos grupos de mujeres, hombres y niños. Debajo, sobre los capiteles de las columnas que dan acceso a pórtico, están las estatuas de los cuatro evangelistas.

La basílica tiene tres naves. Columnas de mármol sustentan doce cúpulas. La del centro es donación de la Adoración Nocturna de España. La iluminación es escasa. Se percibe una tenue luz violácea producida por la luz exterior que se filtra por amplios ventanales de alabastro translúcidos. La parte central es la única que está iluminada con luz artificial. En el ábside central, un mosaico reproduce a Jesús postrado en una roca entre olivos. En los ábsides laterales se representa el beso de Judas y la prisión de Jesús. Estas representaciones y el ambiente tenebroso de las naves ayudan a evocar la tristeza y angustia que allí sufrió Jesús e invitan al recogimiento y a la oración.

En el muro de la derecha hay un bloque de piedra en el lugar donde la tradición sitúa a los tres discípulos predilectos cuando escuchaban las palabras de Jesús: Mi alma siente angustias de muerte; quedaos aquí y orad conmigo para no entrar en tentación.

Interior del Huerto de los Olivos

Se puede visitar el huerto donde Jesús pasó las horas más amargas, angustiosas y tristes de su vida. Contemplamos los olivos milenarios de troncos anchos, rugosos, retorcidos, atormentados. Son los retoños de los que vieron la agonía de Jesús. Tito, cuando cercó Jerusalén, cortó todos los árboles, pero el olivo rebrota de su propia cepa. Un olivo, más joven, tiene un letrero que dice: plantado por el papa Pablo VI en su viaje a Tierra Santa.

Los estudios científicos realizados con carbono 14 certifican una antigüedad de 20 siglos a estos olivos. ¡Son los de la época de Cristo, los que presenciaron su agonía y su prendimiento! Son los olivos que contempló Jesús, testigos mudos de tan tremendos acontecimientos. ¡Si pudieran hablar, si pudiéramos escuchar las historias de que fueron testigos! Sería terrible, pero a la vez consolador.

Generalmente hay peregrinos de muchas naciones en todos los lugares de Getsemaní. Para celebrar la Eucaristía hay que esperar a que termine cada grupo. Hay un pasillo entre el huerto de olivos y la Basílica de la Agonía donde continuamente pasa grupos de peregrinos.

Cuando Jesús terminó de celebrar la última cena en el Cenáculo, descendió por el torrente Cedrón y vino aquí a Getsemaní. Se retiró de sus apóstoles a un tiro de piedra. A unos 100 metros de aquí está la gruta donde se quedaron los apóstoles. Velad y orad para no caer en tentación, les dijo. El se retiró a la roca que hoy está dentro de la basílica. Vive la escena con tal fuerza, siente una soledad tan terrible y tremenda que necesita la compañía de los suyos y va a buscarlos y los encuentra dormidos. Velad y orad para no caer en la tentación, les dice. La escena se repite así hasta la tercera vez que les dice: ya podéis dormir, haced lo que queráis, porque ya viene el que me va a entregar.

Gruta del Prendimiento

Junto al Huerto de los Olivos se encuentra la pequeña capilla dentro de una gruta natural que nos recuerda el prendimiento de Jesús. Ya desde el siglo IV era venerado este lugar como el del Prendimiento.

Entonces Judas viene con los esbirros y le da el beso, aquí, a 100 metros, en la Gruta del Prendimiento. Este es el lugar de sufrimiento de aquella noche trágica del jueves al viernes santo. Jesús vive ya la tragedia en su corazón. Es uno de los lugares que el papa Pablo VI vivió con gran fuerza cuando vino aquí como peregrino. Al llegar a la roca se arrodilló y de alguna manera se echó sobre ella. Creyeron que se había desmayado o que le había pasado algo. Pero cuando el secretario iba a ayudarle, dijo: No. Dejadme que quiero experimentar el dolor que Nuestro Señor vivió en este lugar.

Altar de la Roca de la Agonía

Generalmente se celebra la Eucaristía en el altar de la roca de la Agonía.

La roca está cercada por una corona de espinas de bronce con cálices, golondrinas y palomas de alas abatidas. Es la roca sobre la que Jesús, postrado rostro en tierra, oró y suplicó, con fuerte clamor y con lágrimas, al Padre, y la que se empapó con las gotas de sangre y las lágrimas que le caían de su frente.

Fuente: P. Tomas del Valle-Reyes y otras



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