Dios quiere que nos movamos hacia adelante y no que estemos fijados en el pasado.
Es posible que aceptemos el perdón de Cristo, a través de la confesión de nuestros pecados a un sacerdote, por ejemplo, y todavía estemos luchando internamente contra esos errores y pecados del pasado.
Todos tenemos problemas cuando se trata de remordimientos porque a veces no hemos tomado las mejores decisiones para nuestro futuro y para otras personas. Pero si no conseguimos liberarnos del remordimiento, no podemos avanzar.
Sin embargo, sólo porque nos sentimos de cierta manera no significa que Dios es el que nos está haciendo recordar nuestro pasado pecaminoso. Es más, la casi totalidad de esos remordimientos presentes son consecuencia de ataques de los demonios, que buscan cortarnos las alas.
Dios, un ser todo amor, no nos castiga haciéndonos presentes permanentemente nuestros pecados del pasado y las consecuencias actuales de lo que hemos hecho mal. Pero lo cierto es que en algunas oportunidades permite que maligno nos tiente con ellos, para probar nuestra fortaleza, para darnos más dicernimiento sobre la fuente de estos mensajes, y a veces, para mostrarnos algún punto que todavía no tenemos resuelto, que es lo que se conoce con el dicho que “Dios escribe derecho en renglones torcidos”.
Pero esto no significa que debamos de dejar de considerarnos pecadores, sino que debemos considerarnos como pecadores salvados por la misericordia de Dios
Tenemos que recordar que siempre debemos movernos hacia adelante y no hacia atrás. Es hora de que caminamos en la fe y no en el remordimiento.
A continuación se presentan algunos versículos de la Biblia que pueden ayudarle a superar su pesar:
«No se aparte el libro de esta Ley de tus labios: medítalo día y noche; así procurarás obrar en todo conforme a lo que en él está escrito, y tendrás suerte y éxito en tus empresas». (Josué 1: 8).
«Mi pecado te reconocí, y no oculté mi culpa; dije: «Me confesaré a Yahveh de mis rebeldías.» Y tú absolviste mi culpa, perdonaste mi pecado» (Salmo 32: 5).
«Si, pues, el Hijo os da la libertad, seréis realmente libres.» (Juan 8:36).
«soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros» (Colosenses 3:13).
«Confesaos, pues, mutuamente vuestros pecados y orad los unos por los otros, para que seáis curados. La oración ferviente del justo tiene mucho poder.» (Santiago 5:16).
«Por tanto, hermanos santos, partícipes de una vocación celestial, considerad al apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe, a Jesús» (Hebreos 3: 1).
Fuentes: Christian Post, Signos de estos Tiempos