Cómo comprender cada palabra del Avemaría y cómo aumentar su eficacia.

El Avemaría es la oración dedicada a la Virgen María por excelencia.

Su forma es simple y corta, y además bíblica, porque su texto sale de los evangelios.

Y nos sorprende la riqueza y la potencia que tiene cuando es explicada por la propia Virgen María, que cada uno experimenta misteriosamente y sin saberlo, cuando lo reza.

Además hay formas populares en que se potencia aún más el rezo del Avemaría, algunas de las cuales surgieron en el Monasterio de Hefta en Alemania, por el 1200, por revelaciones a místicas de la talla de Gertrudis la Grande y Matilde de Hackeborn.

Aquí hablaremos sobre cómo la Santísima Virgen María y Jesucristo explicaron el contenido del Avemaría a Gertrudis la Grande, y también cómo Nuestra Señora dictó una variante del Avemaría que se llama Avemaría de Oro, sobre la cual hizo promesas a quien lo rece

Y además cómo le fue dictado a Matilde de Hackeborn la devoción a la Tres Avemarías, por la cual el orante recibirá el auxilio de la Virgen durante la vida y Su asistencia especial al momento de su muerte.  

Durante la segunda mitad del 1200 vivió en el Monasterio de Hefta en Alemania Santa Gertrudis la Grande.

Se discute si por esa época el monasterio era benedictino o cisterciense.

Y como ingresó de niña, quedó al cuidado de Matilde de Hackeborn, cuya hermana era la superiora, Gertrudis de Hackeborn.

Las tres fueron grandes místicas, y aunque se destaca más que nada Gertrudis la Grande, la obra de las tres tiende a confundirse.

Santa Gertrudis la Grande nunca fue canonizada, pero Inocencio XI introdujo su nombre en el Martirologio Romano en 1677 y Clemente XII ordenó que se celebrase su fiesta en toda la Iglesia de occidente, el 16 de noviembre.

Santa Gertrudis la Grande tuvo la experiencia mística del Sagrado Corazón de Jesús, aun antes que Nuestro Señor se apareciera a Santa Margarita María de Alacoque. 

Cuenta dos experiencias.

En la primera un rayo de luz salió de la herida del costado del Señor en un crucifijo. 

Y entonces, el corazón de Jesús se imprimió como un sello al alma de Gertrudis.

Y la segunda sucedió en la fiesta de San Juan Evangelista.

Santa Gertrudis tuvo una experiencia en la que Nuestro Señor le permitió descansar su cabeza en la llaga de Su costado.  

Y al escuchar el palpitar de Su Corazón, ella se volvió hacia San Juan y le preguntó si había escuchado lo mismo en la Última Cena, cuando se reclinó sobre el pecho del Señor, y si lo escuchó, por qué no lo relató en su Evangelio. 

Y San Juan contestó que la revelación del Sagrado Corazón de Jesús estaba reservada para tiempos posteriores, cuando el mundo necesitaría ser reavivado en el amor. 

Una de las visiones más célebres de Santa Gertrudis fue la de Jesús en el Cielo frente a una gran pila de monedas de oro, brillando.

Y observó cuando Jesús estaba justo depositando otra moneda de oro brillante encima de la pila de otras monedas y esta moneda de oro parecía brillar aún más que el resto.

Curiosa le preguntó por qué las monedas de oro, por qué la gran pila de monedas y, finalmente, por qué la última que depositaba Jesús tenía un brillo muy especial. 

Y Jesús le dijo, «Hija mía, cada vez que rezas un Ave María serena, fervorosa y amorosa a mi Madre, Yo deposito una moneda de Oro en el Tesoro del Cielo para ti».

Y después se le apareció Nuestra Señora, quien le explicó cómo sentía Ella la recitación del Avemaría, le dijo,

«Hija mía, quiero que sepas que nada puede agradarme más que digas el saludo que me envió la Santísima Trinidad, y por el cual me elevó a la dignidad de Madre de Dios.

Por la palabra Ave, he aprendido que Dios me ha preservado de todo pecado y la miseria a la que ha estado sujeta la primera mujer, por Su poder.

El nombre María, que significa ‘Señora de la Luz’, muestra que Dios me ha llenado de sabiduría y luz, como una estrella brillante, para iluminar el cielo y la tierra».

Y prosiguió,

«Las palabras llena eres de gracia, me recuerdan que el Espíritu Santo ha derramado tantas gracias sobre mí, que puedo dar estas gracias en abundancia a aquellos que las piden a través de mí.

Cuando las personas dicen el Señor es contigo, renuevas el gozo indescriptible que fue mío cuando el Verbo Eterno se encarnó en mi seno.

Cuando dices Bendita tú eres entre todas las mujeres, alabo la divina misericordia de Dios Todopoderoso que me ha elevado a este exaltado plano de felicidad.

Y a las palabras Bendito es el fruto de tu vientre, Jesús, todo el cielo se regocija conmigo al ver a mi Hijo Jesucristo adorado y glorificado por haber salvado a la humanidad».

Y al día siguiente se le apareció la Virgen María bajo la forma de un lirio de deslumbrante blancura, compuesto de tres hojas, una recta que se elevaba en medio y otras dos que estaban inclinadas a cada lado. 

Con esta visión comprendió cómo la Santísima Virgen era llamada con todo derecho Lirio blanco de la Trinidad. 

La hoja del medio representaba la omnipotencia del Padre, y las dos hojas inclinadas figuraban la sabiduría del Hijo y la bondad del Espíritu Santo, virtudes que la Virgen poseía en grado sumo.

Y le dijo que aquel que la proclamara «Lirio blanco de la Trinidad, Rosa resplandeciente que embellece el cielo», sentiría el poder que la omnipotencia del Padre le ha comunicado como Madre de Dios, admiraría la misericordia que la sabiduría del Hijo le ha inspirado para la salvación de los hombres, y contemplaría la ardiente caridad que el Espíritu Santo había encendido en Su corazón. 

Y le prometió,

«A las almas que en vida Me hayan saludado con esta Oración, Me apareceré con gran resplandor en la hora de la muerte. 

Además, cuando el alma se separe del cuerpo, Me manifestaré con una hermosura tan espléndida, que el alma sentirá un gran consuelo. 

Y en ese instante, experimentará algo semejante a las alegrías del Paraíso».

Desde este día, Santa Gertrudis decidió saludar a la Virgen María a través de la Oración Ave María de Oro, que dice así,

«Dios te salve, María, Lirio blanco de la Gloriosa y siempre serena Trinidad.

Salve Rosa brillante del Jardín de las delicias celestiales.

Oh tú, de quien Dios quiso nacer y de cuya leche quiso nutrirse el Rey del Cielo, nutre nuestras almas con efusiones de gracia divina.

Amén»

Y Matilde de Hackeborn, la íntima amiga de Santa Gertrudis la Grande, un día mientras pensaba en su propia muerte, rogó fervientemente a la Madre de Dios que la ayudara en los últimos momentos de su vida.

Y Ella se le apareció y le dijo,

«Sí lo haré, pero quiero que tú, por tu parte, me reces cada día tres Avemarías».

Y le agregó,

«Con la primera, pedirás que, así como Dios Padre me elevó a un trono de gloria sin igual, haciéndome la criatura más poderosa en el cielo y en la tierra, así también yo te asista en la tierra para fortalecerte e impulsarte, y aparte lejos de ti todo poder del enemigo. 

Con la segunda Avemaría me pedirás que así como el Hijo de Dios me llenó de sabiduría, en tal extremo que tengo más conocimiento de la Santísima Trinidad que todos los Santos, así te asista Yo en el trance de la muerte, para llenar tu alma de las luces de la fe y de la verdadera sabiduría, para que no la oscurezcan las tinieblas del error y la ignorancia.

Y con la tercera, pedirás que así como el Espíritu Santo me ha llenado de las dulzuras de su amor, y me ha hecho tan amable que después de Dios soy la más dulce y misericordiosa, así yo te asista en la muerte llenando tu alma de tal suavidad de amor divino, que toda pena y amargura de muerte se cambie para ti en delicias»

Y la oración es esta,

«En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, amén. 

María, Madre de Jesús y Madre mía, defiéndeme del mal en la vida y en la hora de la muerte, 

Por el Poder que el Padre Eterno te ha concedido, Dios te salve María… y se recita toda la oración.

Por la Sabiduría que el Divino Hijo te ha concedido, Dios te salve María… etc.

Por el Amor que te concedió el Espíritu Santo, Dios te salve María… etc.

Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo, como era en el principio, ahora y siempre por los siglos de los siglos. Amén».

Y a Santa Gertrudis, la Santísima Virgen María prometió lo siguiente respecto a esta oración dictada a Santa Matilde, 

«A cualquier alma que rece fielmente las Tres Avemarías, Yo me le apareceré en la hora de la muerte, con un esplendor de belleza tan extraordinaria, que llenará su alma con el consuelo celestial». 

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre cómo potenciar el rezo del Avemaría a través del Avemaría de Oro, cultivar la devoción de de las Tres Avemarías y la compresión del contenido de cada frase del Avemaría.

Y me gustaría preguntarte si conocías y has rezado algunas de las oraciones de las que hemos hablado.

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