El 7 de marzo de 1426 una hermosísima señora, tomándole con su mano del hombro derecho a la Vidente, la levantó del suelo.
Y le dijo:
«Yo soy la Virgen María, la Madre de Cristo muerto en la cruz para la salvación de los hombres.
Te ruego que vayas a decirle en mi nombre al pueblo vicentino que construya en este lugar una iglesia en honor mío, si quiere volver a tener salud.
Si no, la peste no tendrá fin».
La iglesia original de Monte Bérico (un oratorio gótico que aún sobrevive) fue construida en 1428, y la parte más moderna se inició en 1687 y fue terminada en 1703.
En la fiesta de la patrona de Vicenza, los peregrinos suben al santuario para cumplir el voto hecho en 1917, para librarse de la invasión de los austríacos.
Según la creencia popular, la primera iglesia dedicada a la Virgen de Monte Bérico surgió en el lugar donde, por dos veces, la Virgen María se había aparecido a Vincenza Pasini, en 1426 y 1428, durante la epidemia de peste.
1404: LA PESTE LLEGA A VICENZA
Un precioso documento, identificado como Códice 1430 y conservado en la Biblioteca Bertoliana de Vicenza, cuenta de manera detallada los hechos ocurridos en la ciudad desde 1426 hasta 1430.
El motivo del sumario queda claro en el documento ya en sus primeras líneas: presentar «la maravillosa y estupenda construcción de la iglesia de la gloriosa Madre de Dios, la Virgen María, en el monte, llamado “sagrado”, y los milagros y los demás hechos prodigiosos que ocurrieron allá arriba».
Milagros y hechos prodigiosos que ocurrieron tras un larguísimo período de sufrimientos, que también están documentados por el Códice:
«Desde el año del Señor de 1404 hasta entrado el 1428 esta desgraciada ciudad con su territorio fue aplastada y sacudida casi continuamente por gravísimas pestilencias y enfermedades.
.
De modo que esta provincia quedó despojada de su pueblo y de su gente.
.
Los habitantes morían por el contagio o, para escapar del morbo, dejaban durante años sus casas, no sin grandes gastos y sufrimientos».
MARÍA DETIENE LA PESTE EN MONTE BERICO
En aquellos terribles años vivía en Vicenza una mujer de casi setenta años, Vincenza Pasini, que cada mañana subía al monte Bérico para llevarle la comida a su marido, Francesco di Giovanni da Montemezzo.
Que allí cultivaba una pequeña viña, aunque su principal ocupación era la de marangone, carpintero.
El Códice refiere que Vincenza llevaba una vida sencilla y honesta, en la devoción al Señor y a su Santísima Madre, hacia la que sentía una excepcional devoción.
Sus días estaban llenos de mucha oración y obras de bien, y su asistencia a la iglesia y a las funciones litúrgicas, y especialmente su caridad por todos, hacían de ella una auténtica cristiana.
El 7 de marzo de 1426, hora quasi tertia –a las 9 de la mañana–, la mujer, como siempre, llegó a la cima del monte.
Tras llegar, vio frente a ella a una mujer, como cuenta el Códice, «in forma speciosissime regine perfulgide», con el aspecto de una hermosísima reina, con ropa más brillante que el sol, envuelta en una fragancia de mil perfumes.
Frente a tanta belleza, la pobre mujer perdió sus fuerzas, cayó de bruces al suelo, pero la comida de su marido, colocado en el saco, permaneció intacta.
Entonces la hermosísima señora, tomándola con su mano del hombro derecho, la levantó del suelo y le dijo:
«Yo soy la Virgen María, la Madre de Cristo muerto en la cruz para la salvación de los hombres.
.
Te ruego que vayas a decirle en mi nombre al pueblo vicentino que construya en este lugar una iglesia en honor mío, si quiere volver a tener salud, si no, la peste no tendrá fin».
Vincenza entonces, llorando de alegría y arrodillada delante de la Virgen, respondió:
«Pero el pueblo no me creerá. Y, Madre gloriosa, ¿dónde encontrar el dinero para hacer estas cosas?».
«Insistirás para que el pueblo siga mi deseo, de lo contrario nunca será liberado de la peste, y mientras no obedezcan verán a mi hijo enojado con ellos», respondió la Virgen.
Luego siguió diciendo:
«Como prueba de lo que digo, que excaven aquí, y de la árida roca brotará agua, y cuando comiencen la construcción no les faltará el dinero».
Diciendo esto, con una ramita de olivo en forma de cruz marcó en el suelo el lugar e incluso la forma de la iglesia que había de construirse.
Plantó luego la ramita en la tierra, precisamente en el lugar donde hoy está el altar mayor del santuario.
Pero esto no fue todo:
«Todos los que con devoción visiten esta iglesia en mis fiestas y en cada primer domingo del mes, tendrán como don la abundancia de las gracias y la misericordia de Dios y la bendición de mi propia mano maternal».
Con el gozo inefable del encuentro con la Virgen se alternaba en el corazón de Vincenza Pasini el terror de tener que afrontar su ciudad.
Bajó a Vicenza y contó todo a las personas que veía, pero la mujer se dio bien pronto cuenta de que nadie la creía.
Porque además, con todos aquellos muertos por la peste la gente tenía otras cosas en que pensar.
Fue también a ver al obispo, Pietro Emiliani, pero fue peor.
El alto prelado la dejó hablar al principio, luego de repente le dijo que se fuera, que había perdido el seso.
El tremendo contagio, mientras tanto, seguía segando vidas. Vincenza reemprendió su vida de siempre trabajando, rezando y haciendo obras de caridad.
Y los días de fiesta, subiendo al monte para rezar precisamente en el lugar donde había encontrado a la Virgen.
El documento, que recoge todas las actas de la investigación, sigue diciendo que al cabo de dos años hubo otra aparición de la Virgen a Vincenza Parisi, exactamente el 1 de agosto de 1428.
.
Sintiendo nuevamente piedad por una ciudad que estaba en las últimas, la Virgen repitió las mismas palabras, con la misma petición y la misma promesa a la anciana.
.
Ésta bajó a la ciudad y se puso a gritarles a todos, a la gente sencilla y a las autoridades de la ciudad, el deseo de la Madre celestial, y esta vez a Vincenza le creyeron.
La noticia de que la Virgen se había aparecido una segunda vez en el monte se difundió por la ciudad como un relámpago y mucha gente comenzó a salir por las murallas de Vicenza para subir a la colina.
Entonces las personalidades del Ayuntamiento, el Consejo de Ciento y el Consejo de Quinientos, reunidos en la gran Sala de la Razón, decidieron construir, en un tiempo brevísimo, la iglesia del monte Bérico.
Sigue diciendo el Códice:
«Una vez tomada la decisión, confiando solo en la esperanza de Dios y encomendándose a la Virgen gloriosa, la construcción de la iglesia se comenzó el 25 de agosto del mismo año de 1428».
Sólo veinticuatro días después de la segunda aparición.
La Virgen había hablado a Vincenza de una fuente de agua que surgiría de la roca en el lugar donde debería levantarse el santuario.
Y esto fue lo que ocurrió: durante las obras de excavación
«brotó como un manantial una maravillosa e increíble cantidad de agua… que rebosó como un río abundante que con gran ruido bajaba por el monte», informa el Códice.
Y según otra promesa de la Virgen, también el dinero llegó en grandes cantidades.
En el Archivo de Estado de Vicenza se encontraron una serie de testamentos, luego publicados por el padre Giocondo Maria Todescato, con fecha y nombre del testador que atestigua la gran generosidad de los vicentinos por la construcción del santuario.
En otro precioso documento del 15 de julio de 1434, la trascripción del texto de una lápida de mármol que fue destruida dice:
«Comenzada su construcción el 25 de agosto, la peste casi desapareció y, completada la iglesia en tres meses, toda esta provincia quedó libre completamente de tanta calamidad.
De modo que desde este día, por la ayuda de Dios, nadie más sufrió por aquella enfermedad«.
LA MATER MISERICORDIAE Y LA VIRGEN DEL MAGNIFICAT
Afortunadamente la estatua de la Virgen, que hoy está colocada en el altar mayor adosado a la pared meridional de la Basílica, única superviviente del antiguo templo gótico, es la misma que estaba expuesta en la iglesia de 1428.
Ya el Códice la describe como: «Imperiosa imagen de mármol… pintada con arte con varios y preciosos colores».
La hermosísima estatua de piedra tierna de los montes Béricos, que la tradición atribuye a Nicolò de Venecia, mide un metro con setenta y sigue el esquema clásico de la Mater misericordiae.
Está de pie, en posición frontal, y su rostro, abierto a la sonrisa, está coronado por cabellos rizados puestos de relieve por el velo con vuelos.
Su vestido es de arabescos dorados y por los hombros le baja el hermoso manto azul forrado de rojo, con los bordes de oro.
La Virgen extiende con las manos su manto para acoger, arrodillados a sus pies, cuatro a la derecha y otros cuatro a su izquierda, a los representantes del pueblo vicentino, de todas las clases sociales –se comprende por la calidad de la ropa–, que invocan su protección.
.
«Muéstrate Madre», se lee en la inscripción del basamento de la estatua.
En la cabeza la Virgen lleva una corona: el 25 de agosto de 1900 subió al monte el patriarca de Venecia, el cardenal Giuseppe Sarto, futuro papa san Pío X, precisamente para la coronación de la Virgen.
Pero hay otra imagen de la Virgen María, de aquellos años, encontrada en 1932: se trata del fresco de la Virgen del Magnificat de Battista de Vicenza.
Actualmente se encuentra en la pared derecha de la actual Penitenciaría, y apareció durante las obras para alicatar con mármol la zona que rodea la antigua estatua de María.
En este fresco la Virgen, con el vestido lila bajo el manto azul, está sentada en una preciosa silla de mármol y representada como si estuviera a punto de dar a luz: es con toda seguridad una pintura votiva, encargada para propiciar un nacimiento.
LOS SIERVOS DE MARÍA TOMAN POSESIÓN DEL SANTUARIO
Vicenza, libre por fin de la peste y con su santuario en la cima del monte, se había convertido en meta constante de gente procedente de todas las otras ciudades vénetas.
.
El Códice 1430 señala que una infinidad de milagros cayeron sobre los peregrinos.
.
Los cuales, sobre todo el primer domingo del mes, según la promesa de la Virgen, abarrotaban la pequeña iglesia.
En el intervalo desde la segunda aparición de la Virgen María hasta el comienzo del Processus comenzado por las autoridades ciudadanas sobre los hechos del monte Bérico moría Vincenza Pasini.
Convertida en objeto de gran afecto popular, la piadosa mujer fue enterrada en la iglesia de Todos los Santos, en las laderas del monte; sus huesos fueron trasladados al santuario en 1810, tras la demolición de la iglesia de Todos los Santos.
Hoy están en una urna de mármol blanco en la cripta de la Basílica.
Con todos estos acontecimientos que habían arrasado benéficamente el monte, fue necesario construir también un convento y por consiguiente llamar a una orden religiosa que pudiera asistir espiritualmente a toda aquella gente: los primeros en llegar, a finales de 1429, fueron los frailes de la Orden de santa Brígida.
Posteriormente, por voluntad del ayuntamiento de Vicenza, del nuevo obispo de Vicenza, Francesco Malipiero, y del papa Eugenio IV, llegaron los Siervos de María, que tomaron posesión del santuario y el convento el 31 de mayo de 1435.
EL SANTUARIO
El santuario de la Madonna del Monte Berico es hoy uno de los sitios de devoción mariana más importante de Europa.
.
Se recorta con su forma inconfundible, en la punta de la colina que domina el sudoeste de la ciudad de Vicenza.
El recorrido inicia a los pies de la colina y un largo conjunto de ‘pórticos’ acompaña al peregrino.
Quien viene de la parte este, puede llegar al Santuario subiendo las ‘escalerillas’, una pintoresca escalinata de 192 escalones que inicia a partir de la plaza de Fraccon con el paladiano arco triunfal.
Al inicio de la subida está señalado el Arco triunfal, ordenado en honor de la Bienaventurada Virgen, en 1595, por Giacomo Bragadin.
La escalinata termina en un descanso a mitad de la colina, de donde se puede disfrutar del magnífico panorama de la ciudad, como puesta bajo los pies.
Los pórticos enlazan la ciudad con el Santuario de la Virgen. La obra excepcional es de Francisco Muttoni y fue iniciada el 7 de marzo de 1746.
Se extiende a lo largo de 700 metros con 150 arcos, repartidos en grupos de 10, cada uno con un breve descanso dando lugar a una pequeña capilla.
El conjunto representa los 15 misterios y las Aves Marías del Rosario.
A quien desde la ciudad llega al descanso del ‘Cristo’ (a mitad del recorrido de los ‘pórticos’), el Santuario ofrece, a una sola vista al final del camino, su compleja arquitectura.
La monumental construcción comprende dos iglesias: la iglesia gótica de 1428 y la iglesia del s. XVII de Borella.
La iglesia gótica, en la parte poniente del conjunto, fue construida en 3 meses con la ayuda del pueblo, conmovido por la prodigiosa liberación de la peste que duraba desde casi un cuarto de siglo.
La iglesia del s. XVII es obra del arquitecto vicentino Carlos Borella. Fue iniciada en 1688 y terminada en 1703.
También esta imponente obra fue realizada por voluntad de la ciudad de Vicenza, como signo y expresión de la continua unión de fe entre los ciudadanos y la Virgen.
En la parte exterior, la arquitectura se repite idéntica en los tres lados, al oriente, al norte y al poniente.
Tres amplios conjuntos de escalinatas simétricas introducen a la iglesia, que, majestuosa e incisiva en sus masas y en sus numerosas estatuas, lanzan a lo alto a manera de corona la cúpula aérea como de tres fuentes, donando al edificio una particular esbeltez.
EL INTERIOR DE LA BASÍLICA
El interior de la basílica se traza sobre una cruz griega, inscrita dentro de un cuadrado, a cuyos lados se abren cuatro espacios menores cubiertos en forma de calota.
En la intersección de los brazos se eleva la cúpula, sostenida por cuatro grandes pilastras con columnas corintias.
En la base de la cúpula se encuentra una balaustrada con una elegante sucesión de estatuas todas de pié, de Marinali.
La cúpula y los arcos están decorados con pinturas de artistas locales y ornamentados con estucos dorados.
El altar y el nicho de la Virgen han sido realizados en 1926 y 1928, en ocasión del V Centenario de las apariciones.
El nuevo y monumental altar, de mármol de Carrara, fue solemnemente bendecido e inaugurado el 2 de agosto de 1928, remplazando así el altar antiguo de 1590, donación del conde Vincenzo Scroffa.
El nicho de la Virgen, enmarcado dentro de un delicado tabernáculo de 1400, despunta como fondo por encima del altar, en un conjunto polícromo de mármoles preciosos.
.
Y está puesto en alto para permitir que la estatua de la Virgen domine y sea visible desde cualquier punto del santuario.
1917: LA VIRGEN DEL MONTE BÉRICO SALVA, UNA VEZ MÁS A LA CIUDAD DE VICENZA
Hay un motivo especial de celebración que se remonta a los tiempos de la Primera Guerra Mundial.
El 25 de febrero de 1917 la ciudad de Vicenza, con la guerra a pocas decenas de quilómetros de distancia, pronunciaba un voto solemne a la Virgen del monte Bérico, en el que se prometía que:
«si nuestras tierras quedan incólumes, os hacemos voto de santificar perpetuamente el día de Vuestra Natividad teniéndolo como sagrado y festivo».
Desde entonces, el 8 de septiembre es fiesta en la ciudad porque, también en aquella ocasión, la Virgen respondió a la oración de los vicentinos, impidiendo que el fuego de la guerra destruyera Vicenza.
Durante aquel mismo 1917 el Boletín de los Siervos de María daba amplia resonancia a la carta apostólica de Benedicto XV, que deseaba el inmediato fin del terrible conflicto.
El santuario, pues, fue tachado de pacifista y derrotista y el gobierno ordenó el silencio de las campanas.
Todo ello explica el regalo al santuario en 1919, recién terminada la guerra, de una gigantesca bandera de Italia confeccionada por 100.000 mujeres católicas, en recuerdo de todos los caídos.
Y explica también la parada en el monte Bérico del cadáver del Soldado desconocido mientras era llevado desde Redipuglia a Roma, hasta el Altar de la patria.
Por si fuera necesario, hay otra fecha importante que tiene que ver con este lugar tan santo: el 11 de enero de 1978.
Cuando el papa Pablo VI declaró a la Virgen del monte Bérico la patrona principal de la ciudad de Vicenza con estas palabras:
«En Italia, en la diócesis de Vicenza, el clero y el pueblo veneran desde hace más de 500 años con culto ininterrumpido y con ardor a la gloriosa Madre del Divino Redentor con el título de Virgen del monte Bérico…
Nos decretamos que la Bienaventurada Virgen María, honorada con el nombre de “Virgen del monte Bérico”, sea declarada y sea verdaderamente de ahora en adelante la principal patrona ante Dios de la ciudad y la diócesis de Vicenza.
Esperamos grandemente que en aquel santuario a partir de ahora florezca cada vez más la devoción a la Madre de Dios, la oración frecuente y un renovado conocimiento e imitación de su Hijo».
INVOCACIÓN A LA VIRGEN DE MONTE BÉRICO
Virgen Santísima, Madre de Dios y Madre mía María,
Te doy las gracias porque te has dignado de aparecer en Monte Bérico y Te doy las gracias por todos los favores que aquí concedes a cuantos recurren a Ti.
Nunca alguien te ha invocado en vano.
También yo acudo a Ti y Te suplico por la Pasión y Muerte de Jesús y por tus dolores:
acógeme, Madre Piadosa, bajo Tu manto, que es manto materno;
concédeme la gracia particolar que Te pido
…
y protégeme de todo mal y especialmente del pecado que es el mal más grande.
Oh! María, Madre mía, haz que yo goce siempre de Tu amorosa protección en vida
y todavía más en la muerte y que yo vaya, después, a verte en cieloy a darte las gracias y bendecirte por siempre.
Virgen de Monte Bérico, ruega por nosotros.
Amen.
Fuentes:
- http://www.servidimaria.net/sitoosm/es/spiritualita/ispirazione_mariana/santuari/monte_berico/index.htm
- http://ladante.mx/viaggio/basilica-di-s-maria-di-monte-berico/
- http://mariamadrecelestial.blogspot.com/2014/03/08-de-marzo-nuestra-senora-de-monte.html
- http://en.wikipedia.org/wiki/Monte_Berico
- http://es.mariedenazareth.com/une-minute-avec-marie/maria-detiene-la-peste-en-monte-berico-ii
- http://it.wikipedia.org/wiki/Santuario_della_Madonna_di_Monte_Berico
- http://www.mariadinazareth.it/apparizione monte berico.htm
Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María
¿Te gustó este artículo? Entra tu email para recibir nuestra Newsletter, es un servicio gratis:
|