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Lo que está sucediendo con la Virgen del Rosario del Pozo en Sábana Grande, Puerto Rico, nos da una vez más la razón de que las decisiones de los obispos sobre las apariciones pueden cambiar, que no hay nada absolutamente rígido, y que también intervienen elementos políticos y no sólo técnicos en los juicios.

virgen del pozo de sabana grande

Este 22 de mayo, por primera vez en 6 décadas un obispo irá a celebrar misa en Sábana Grande, asociándose con el evento de los 63 años de la aparición de la Virgen del Pozo a tres niños. La misa está programada para el 22 de mayo de 2016 en la plaza pública de Sabana Grande.  

Esto es notoriamente una apertura y un acercamiento del obispo de Mayagüez, Álvaro Corrado del Río, y  la organización de la Virgen del Rosario del Pozo de Sabana Grande. Los signos muestran que recorre los pasos que varias otras apariciones han recorrido, en algunos casos pasando de una brutal persecución por obispos anteriores hasta la aprobación por otro obispo décadas más adelante, como sucedió recientemente con las apariciones de Lipa.

La disputa entre las autoridades de la iglesia católica y los devotos comenzó con la alegada ausencia de pruebas sobre la sobrenaturalidad de la aparición, caldeada por declaraciones y luego emprendimientos de la Misión del Pozo.

La Conferencia Episcopal Puertorriqueña emitió un enunciado de prensa del 1 de noviembre de 1997 en el que afirmaba lo siguiente:

“Es bueno indicar que en tres ocasiones, después de minuciosos estudios de distintas comisiones y grupos, la Iglesia declaró que no encontraba suficiente evidencia para declarar que allí había ocurrido algo sobrenatural. Por tanto, no se puede permitir esa advocación ni que se le dé culto a una imagen, por la relación que tiene con una aparición que no ha sido reconocida. Continuar una devoción contra la voluntad de la Iglesia es ir en contra de la unidad de sus enseñanzas y el espíritu de fe y caridad, lo cual tiene como resultado estár fuera de la comunión eclesial”.

Virgen del Pozo de pie

La devoción, sin embargo, nunca cesó y ahora esta misa del Obispo debe considerarse como un paso en el acercamiento, porque el Obispo hace un guiño a los devotos de la Virgen del Pozo yendo a su casa a pesar de la declaración de 1997.

Sin embargo no debe pensarse que ya se acabó la interdicción, sino que es parte de un proceso, porque como advirtió el Obispo Corrada, su medida es a petición de los devotos de celebrar la misa «para continuar el diálogo que les propuse en mi carta de septiembre de 2014». Y aclaró: «Voy a Sabana Grande como obispo de esta diócesis, respondiendo a mi deber pastoral para cuidar de un grupo de fieles católicos que solicitan la santa misa; no para celebrar su aniversario.»

También la carta recuerda a los fieles que no ha habido ningún cambio en la postura de la Iglesia respecto a la asociación y su misión y que el decreto de 1987 de disolución de la asociación se mantiene en vigor. El obispo también recordó a los sacerdotes diocesanos y religiosos las órdenes de no participar en actividades relacionadas con la aparición y que cualquier sacerdote que celebre misa será suspendido automáticamente del ministerio.

fiesta de la virgen del pozo fondo

Para quienes no conocen esta aparición, el sitio de la Virgen del Pozo hace el siguiente resumen histórico:

En el año 1953, la Santísima Virgen se les apareció a tres humildes niños en el Barrio Rincón de Sabana Grande, en Puerto Rico. Los niños Juan Ángel Collado, de ocho años de edad, y las hermanas Ramonita e Isidra Belén, de nueve y siete años, estudiaban en la pequeña escuela rural Lola Rodríguez de Tió, cerca del lugar en donde se dio el trascendental acontecimiento.

En aquel tiempo, no había sistema de agua potable en la pequeña población, por lo que debían buscar agua en un manantial natural (que ellos llamaban pozo) cercano a la escuela, para su consumo durante el almuerzo.

El 23 de abril de 1953 a las once de la mañana, doña Josefa, la maestra, tocó la campana y los estudiantes salieron al patio para almorzar. La encargada del comedor escolar mandó al niño Juan Ángel Collado y a un compañero de clases, de nueve años, a buscar el agua.

Se internaron en el cañaveral y llegaron al pozo que quedaba a los pies de un árbol de mango. Llevaban un cubo hecho de una lata grande, para cargar el agua y una lata pequeña, para sacar el agua del manantial. El compañero de Juan se adelantó a servir el agua y, repentinamente, algo sorprendente lo asustó y comenzó a llamarlo. El agua que vaciaba en la lata grande se había llenado de muchos colores, como si un arcoiris se derramara de la latita al cubo. Al salir corriendo dejó caer la lata y el agua se derramó, dejando todos aquellos colores sobre la tierra.

El niño Juan no pudo salir corriendo, pues todo su cuerpo estaba paralizado. Se hizo entonces un silencio tan profundo que él pensó que se había quedado sordo; pero al levantar su mirada hacia la lomita, contempló a la joven más hermosa que había visto en su vida, quien lo miró intensamente a los ojos, dándole una paz inmensa. El niño sintió como si estuviera entrando en otro mundo, donde no existía el tiempo.

La joven vestía túnica blanca, manto azul, correa, sandalias y traía un broche marrón, un rosario entre sus manos y, sobre su cabeza, una corona de siete estrellas. Le sorprendió ver que la joven se mantenía suspendida en el aire, sobre una nubecita blanca, aunque era tan sólida y palpable como cualquier persona. No sabe cuánto tiempo permaneció ante aquella presencia. De momento, la joven desapareció; Juan salió corriendo hacia la escuela y no se atrevió a contar lo que había visto.

Al otro día, a las once de la mañana, tuvo un deseo inmenso de volver al pocito donde había visto a aquella joven. Invitó a varios compañeritos de clase y sólo le acompañaron las hermanas Isidra y Ramonita Belén. Cuando llegaron al pozo, ocurrió exactamente lo mismo que el día anterior: un silencio profundo, una paz inmensa y allí, de nuevo, estaba aquella joven tan hermosa, con su corona de siete estrellas y su rosario entre sus manos.

El día 25 de abril era sábado y, aun cuando no había clases, de una manera inexplicable los tres niños regresaron al pozo, guiados por un deseo muy grande de volver a ver a aquella joven suspendida en el aire, que tanta paz les daba. A las once de la mañana, se repitió lo mismo que los dos días anteriores; pero esta vez, la hermosa joven comenzó a descender, se posó sobre la tierra y se acercó a los niños y, con la voz más dulce que habían escuchado, les dijo: “NO TENGAN MIEDO, SOY LA VIRGEN DEL ROSARIO”.

Identificada como la Virgen del Rosario, la Santísima Virgen continuó su visita a ese humilde rincón, por 33 días, desde el 23 de abril hasta el 25 de mayo. A partir del quinto día, se les prohibió a los niños acercarse al pocito; entonces, la Santísima Virgen comenzó a caminar del pocito a la escuelita. Ahí, Ella actuó como una formadora, pues su principal propósito era dejar la enseñanza para la formación de una Nueva Estirpe. Durante los días de la aparición, miles de personas se congregaron en aquella colina, siendo testigos de las manifestaciones de Nuestra Madre Santísima.

Muchos milagros y curaciones sucedieron en aquella época, como lo testifican los titulares de los periódicos de esos días, y siguen sucediendo hasta la actualidad, siendo fruto de la fe del pueblo en la presencia de la Virgen del Rosario del Pozo, todos ellos con el propósito de dar testimonio de su presencia sobrenatural. Sin embargo, lo más importante y el verdadero propósito de su visita es el mensaje que Ella nos trajo y que se resume en la formación de una Nueva Estirpe de cristianos verdaderos, comprometidos a poner a Dios como prioridad en sus vidas.

Fuentes: