Definirse “espiritual pero no religioso” es la moda del momento.
Fantasea con abrirse al mundo extra físico para no estar atado a los dolores de la vida diaria.
Pero no asume ningún compromiso que pueda devenir de las búsquedas espirituales.
Ni de reforma de la conducta de cada uno, ni la asistencia a las personas con problemas.
Es sólo hacer volar la imaginación.
Este fenómeno contemporáneo lo podemos ver desde tres puntos de vista complementarios:
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• como un exceso en la busca de la libertad individual;
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• como la consecuencia necesaria de la lógica que engendró el protestantismo; y
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• como una coartada de la New Age para que los cristianos abandonen los pedidos que vino hacer Jesucristo hace 2000 años.
LOS DATOS SON ELOCUENTES
Una encuesta reciente encontró que casi un tercio de los estadounidenses se describen a sí mismos como “espirituales pero no religiosos”, y seguramente en todo occidente sucede lo mismo.
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Eso es alrededor de 25 veces más que los que se identificaron como “ateos” o “agnósticos”.
Claramente es una cosa de moda.
Sólo unos pocos años antes, la encuesta había encontrado que cerca de un cuarto de los estadounidenses eran “espirituales pero no religiosos”.
De modo que si hubiera una Iglesia espiritual pero no religiosa, sería la denominación de más rápido crecimiento.
Ser “espiritual pero no religioso” significa que la persona es demasiado perezosa para mirar más allá de sus prejuicios adolescentes o para aprender lo que significa ser verdaderamente religioso.
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O demasiado petulante y superficial para considerar algo superior a sí mismo como más grande que ella misma.
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O demasiado atada a las modas que le impiden razonar en forma independiente.
Estas personas en general han rechazado la religión antes de incluso estudiarla.
La cultura occidental fomenta la pasividad, ser un espectador y tomador irreflexivo de las ideas que se divulgan por los grandes medios del sistema.
No es de extrañar que se rechace la religión porque la religión requiere autonomía de pensamiento y capacidad para salirse de la influencia del entorno.
También compromiso y trabajo duro, asombro y temor, auto sacrificio y coraje.
LAS RELIGIONES Y LA LIBERTAD
Los “espirituales pero no religiosos”, cuando rechazan lo que llaman religión organizada, suponen que están rechazando la idea de que alguien pueda decirles qué pensar.
La impresión que se tiene de la «religión» es que tienes que apagar tu mente para ser una parte de la religión, de la institución.
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Y ellos no quieren apagar sus mentes, quieren tener la ilusión de pensar por sí mismos.
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Que en la mayoría de los casos sin embargo quiere decir consumir el pseudo criticismo, a algunas instituciones, que les ‘venden’ los medios de comunicación.
Pensar por si mismo es legítimo, pero el problema es que no se puede pensar por sí mismo si no se tiene algo en que pensar.
Vemos esta verdad clara y fácilmente cuando hablamos de la ciencia.
Sólo unos pocos piensan que «la ciencia organizada», con sus métodos, títulos y controles es algo que te impide pensar por ti mismo.
La ciencia no cierra nuestro pensamiento, es lo que hace posible pensar en estas cosas.
Lo mismo es realmente verdad en la religión.
Tenemos que conocer los principios de partida del mundo espiritual.
Sólo entonces podremos hacer nuevos descubrimientos.
Sólo entonces podemos pensar por nosotros mismos, porque tendremos algo en que pensar.
Esta es la forma de todo tipo de avances de todo conocimiento.
Empezamos sin saber nada y nos basamos en lo que un cientos de generaciones anteriores nos han enseñado.
El Catecismo de la Iglesia Católica comienza por decirnos que todos deseamos conocer a Dios (véase el número 27).
Esto es por qué hay tantas más personas «espirituales pero no religiosas» que ateas.
El ateísmo es fácil, todo lo que requiere es apegarse a lo que podemos ver, y negarse a ir más allá de eso.
El simple hecho de que muy pocas personas miran el mundo de esa manera muestra la legitimidad de la Iglesia y el ordenamiento del Catecismo.
La fe es el gran obstáculo para el “espiritual pero no religioso”, ya que parece ser un abandono de esa libertad que fantasea preservar con tanto cuidado.
Pero la fe no es renunciar a la libertad, con la fe se está ganando la libertad.
El Papa Juan Pablo II explicó la relación entre la fe y la libertad de una manera sorprendentemente convincente:
“En la fe, pues, la libertad no sólo está presente, sino que es necesaria.
Más aún, la fe es la que permite a cada uno expresar mejor la propia libertad.
Dicho con otras palabras, la libertad no se realiza en las opciones contra Dios.
En efecto, ¿cómo podría considerarse un uso auténtico de la libertad la negación a abrirse hacia lo que permite la realización de sí mismo?
La persona al creer lleva a cabo el acto más significativo de la propia existencia.
En él, en efecto, la libertad alcanza la certeza de la verdad y decide vivir en la misma” (Fides et ratio, n°13).
Nuestra cultura popular admira a los “buscadores espirituales”, a las personas que están abiertas a nuevas ideas y posibilidades en el ámbito espiritual.
Pero no podemos olvidar que el objetivo de la búsqueda es encontrar.
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Vagar sin rumbo, después de todo, no es lo que admiramos, sino estar deliberadamente buscando la verdad.
En cierto punto, vamos a tener que admitir que la hemos encontrado, o admitir que no se puede encontrar.
De lo contrario ha sido solamente una pose.
Así como la ciencia es el método por el cual se busca la verdad en el reino físico, la religión es el método que utilizamos para explorar el reino espiritual.
Es por esto que la fe es la libertad: nos da la capacidad, la licencia, para investigar el reino espiritual que instintivamente sabemos que existe.
Somos naturalmente espirituales. Sabemos que hay algo por descubrir más allá de lo físico y la religión nos da la libertad de explorar esa realidad.
El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice que podemos conocer por la observación y la razón, no sólo que hay un Dios, sino que hay un Dios personal (véase el número 35).
San Pablo nos dijo la misma cosa siglos antes:
“Porque todo cuanto se puede conocer acerca de Dios está patente ante ellos:
Dios mismo se lo dio a conocer, ya que sus atributos invisibles -su poder eterno y su divinidad- se hacen visibles a los ojos de la inteligencia, desde la creación del mundo, por medio de sus obras”. (Romanos 1: 19-20).
Sabemos que este conocimiento es posible porque hemos visto que sucede: en todo el mundo, los filósofos han llegado a la misma conclusión.
Cuando seguimos las cosas vuelven a su primera causa y debemos reconocer que hay un Dios.
Este conocimiento no es suficiente, pero es un buen comienzo.
Es importante reconocer el papel de revelación en el conocimiento de Dios, pero es importante también reconocer que la razón, sin la revelación, puede saber que hay un Dios.
Es tan importante que el Catecismo pone el conocimiento de Dios por la razón, antes de siquiera mencionar la revelación.
Y es especialmente importante si la persona piensa que es “espiritual pero no religioso”.
Si piensa por si mismo y razona con cuidado, sabrá que hay un Dios. Sus instintos «espirituales» tienen razón.
Pero la razón por sí sola no nos dice toda la verdad acerca de nuestra relación con Dios: quién es Dios y cual el plan de Dios para nosotros.
Para eso necesitamos la revelación y para la revelación necesitamos fe.
Pero hay una segunda forma de ver el fenómeno de la espiritualidad sin religión.
LA CONCLUSIÓN LÓGICA DEL PROTESTANTISMO
“Espiritual sin religión” es el protestantismo subjetivo llevado a su punto lógico final.
Es el lugar donde los individuos de una cultura protestante van a terminar teniendo en cuenta el punto de partida.
Es común oír decir: “Yo puedo amar a Jesús sin tener que ir a la iglesia. La Iglesia no importa”.
Y de hecho tienen razón si sólo se trata acerca de mí y Jesús.
¿Si es sólo sobre mí y “mi relación personal con mi Señor” porqué ir a la iglesia?
“La espiritualidad sin religión” no es un producto lógico del ateísmo o el agnosticismo o el humanismo secular.
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Es el producto del protestantismo, por eso es la conclusión lógica subjetiva del protestantismo.
El protestantismo con su negación de la iglesia visible y la salvación por la fe sola (por lo tanto lo que haces, no importa), es a menudo la negación puritana de este mundo físico y todo lo que es ‘mundano’.
“Espiritual pero no religioso”, por tanto, es una negación de todo lo que es real y físico en la interacción de Dios con el mundo.
Es una negación de la importancia del mundo físico.
Es una negación de la iglesia, una negación de los sacramentos, la negación de la encarnación, y por lo tanto es una herejía nociva.
Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo unigénito del Padre, tomó carne humana y por tanto santificó el reino físico.
Porque él tomó carne humana Mi cuerpo importa ya que es el templo del Espíritu Santo.
Y los asuntos de Mi Iglesia importan desde el punto de vista material.
La Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana, la Iglesia Católica con todas sus instituciones y su historia, el papeleo y la burocracia, el derecho canónico y el dogma, todo importa.
El incienso y las velas y los libros y las campanas. Ellas son cosas materiales de este mundo e importan.
Pero hay una tercera forma de examinar esta tendencia de ser espiritual pero no religioso.
Y esto desemboca necesariamente en los postulados de la New Age.
LA GRAN COARTADA DE LA NEW AGE
La sociedad, y en particular la occidental, está dado un giro hacia una espiritualidad flexible dogmáticamente, esotérica, de poco compromiso y básicamente egocéntrica.
El concepto es que la espiritualidad es sinónimo de búsqueda de la felicidad sin asumir compromisos.
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Y esta espiritualidad es compatible con el poder temporal.
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No sólo porque incide en la conformación de su “menú a la carte” sino también porque es un fuerte sucedáneo de las religiones organizadas.
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Las que históricamente son contestatarias del poder político temporal.
Es por esto último que se dice que habrá una religión mundial impuesta por el anticristo que tendrá a la New Age como base.
La New Age se presenta como una falsa utopía para responder a la sed de felicidad del corazón humano, insatisfecho profundamente por la cultura y modo de vida actuales.
No es una secta religiosa ni propiamente un movimiento.
Se trata de una visión, de un deseo de cambio que agrupa distintas teorías.
En la New Age se han enganchado muchas ideas que no tienen una conexión explícita con el llamado “cambio de era” preconizado por los astrólogos.
Es un sincretismo de elementos esotéricos y seculares que se presentan como alternativa al cristianismo.
La matriz esencial del pensamiento New Age hay que buscarla en la tradición esotérico-teosófica que se puso de moda en círculos intelectuales europeos en los siglos XVIII y XIX.
Estuvo especialmente presente en la masonería y el ocultismo.
A esta visión se une una corriente de lo que alguien ha llamado “sacralización de la psicología”, inspirada en Jung, que ha dado lugar a confundir psicología con espiritualidad.
¿Por qué se da todo esto ahora?
Por la insatisfacción que produce vivir una vida tan materialista en la cultura occidental.
Por el rechazo de una visión racionalista.
Por el deseo de un cambio personal y social.
Por la existencia de un individualismo desenfrenado.
Porque el ser humano experimenta que su dimensión espiritual está arrinconada, está como aplastada.
Y por la prédica anti religiosa – especialmente anticristiana – de siglos.
La mayoría de los seguidores no tienen claros los principios sobre los que se basa la New Age.
Son más bien consumidores ocasionales de productos que llevan esta etiqueta.
Es un fenómeno global que se mantiene unido y que se alimenta a través de los medios de comunicación del sistema.
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Porque los horóscopos, las predicciones, los métodos de relajación, la comida sana, todos ellos venden.
Y es tan flexible que la New Age es un vago conjunto de creencias, terapias y prácticas elegidas y combinadas según el propio gusto.
Con independencia de las incompatibilidades o incongruencias que impliquen.
Lo cual no es relevante porque el consumidor entra sólo superficialmente en este universo.
En definitiva responde a la sed de felicidad del corazón humano que está insatisfecho con la cultura y con la incapacidad de la ciencia y la tecnología de cumplir las expectativas que se esperaba de ellas.
Por lo tanto la respuesta ha sido volcarse hacia el ámbito espiritual, buscando significado y liberación.
Se trata de algo difuso e informal que se encuentran en el cine, la música, en los libros de autoayuda, en el arte, y en las conversaciones normales de los occidentales.
Una de las cosas que calado más de la New Age es la autoayuda.
En la New Age se cree en el principio de la vibración, que significa que si uno piensa, siente y repite en voz alta un deseo, este se manifiesta en la realidad.
Porque todo el cosmos vibra con la energía que se transmite por ese deseo.
De esta forma el ser humano tendría el poder de crear su realidad como mejor le guste, atrayendo lo bueno y rechazando lo malo
Considera que el hombre es un creador como si fuera Dios, a través de sus visualizaciones y afirmaciones en voz alta.
Esto genera un agradecimiento al Cosmos para recibir más prosperidad, dinero, éxito, amor…
Y sostienen que la gratitud es una vibración muy alta que realiza la petición dondequiera que se envíe.
Esto lo operan en general sobre la base de mantras qué traen del hinduismo.
Y piensan que repetir mantras eleva los niveles de vibración de una persona y la une con los dioses.
Por lo tanto en la New Age encontramos la fantasía de un empoderamiento de los seres humanos que pretenden ser un Dios, dentro de un cosmos regido por una energía creadora impersonal.
Esta filosofía se opone al cristianismo al rechazar la cruz de Nuestro Señor Jesucristo y el sufrimiento como forma de reparación y de crecimiento.
Enseñan que se debe estudiar la sabiduría de los maestros ascendidos, abandonando la palabra de Dios en la sagrada escritura.
Y sustituyen la oración por mantras, afirmaciones, decretos y visualizaciones.
PERO LA ESPIRITUALIDAD ES UNA OPORTUNIDAD, NO UN PROBLEMA
Es así como debemos ver lo “espiritual pero no religioso” como una oportunidad, no un problema.
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Estas son personas que buscan la verdad, y tenemos un deber cristiano de ayudarles a encontrarla.
El final puede ser lo que les lleve de vuelta a casa, a la Iglesia.
Deben perder miedo a la búsqueda de Dios organizada.
Al cuerpo de hallazgos a los que han llegado cientos de generaciones anteriores en sus exploraciones.
Y comprender que hay una razón para todo lo que hace la Iglesia.
Una razón para cada parte de la liturgia, una razón para cada gesto del sacerdote, una razón detrás de cada enseñanza social católica, etc.
No podemos presentar estas cosas como hechos simples, tomarlos o dejarlos.
Sino enmarcarlos en el escenario más amplio de la búsqueda espiritual.
Se necesita una educación religiosa que explique las razones de las prácticas de la religión como puntos trascendentes en el camino de encontrar el objeto de nuestras búsquedas espirituales.
Al “espiritual pero no religioso” se le puede decir esto: tus instintos están en lo cierto.
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Hay más cosas que lo que simplemente ven tus ojos.
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Dios está feliz de que estés buscándolo y es más Él quiere desesperadamente encontrarte.
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De hecho, él lo quiere tanto que te ha estado buscando todo este tiempo.
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Pero debes abrirte con perseverancia y en los lugares adecuados para sintonizar con Él.
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De lo contrario tu búsqueda no te conducirá a ningún lado.
QUE NO ES LA ESPIRITUALIDAD
Si tu espiritualidad consiste en el desarrollo de tu «poder interior», entonces estás practicando la magia.
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Tú no vas a flotar, bilocarte o profetizar por considerarte espiritual.
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Es más importante que aprendas a amar a sus enemigos y a aquellos que lo necesitan.
A menos que estés realmente convertido en una persona más humilde y más compasiva, no estás realmente en la práctica de la espiritualidad.
Si te sientes superior en cualquier manera o forma, sólo te estás engañando a ti mismo.
A menos que estés movido para llevar a cabo activamente actos de misericordia, has sido engañado.
Tu espiritualidad debe desarrollar en tu interior un espíritu de absoluta humildad y compasión siempre en expansión.
La compasión no es lo mismo que «la bondad selectiva y manipuladora».
La espiritualidad no es el equivalente de orientación psicológica.
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El objetivo no es aprender más sobre tí mismo como si se tratara de la criatura más fascinante del universo.
Uno practica una espiritualidad porque reconoce el inmenso vacío en el interior de uno mismo, no con el fin de ser «bueno» o «diferente».
La espiritualidad y la religión están irrevocablemente unidas.
La palabra «religión» se deriva del latín que significa «atar».
Sin una base estructurada, y sin la unión a un sistema probado y verdadero, uno se pone a sí mismo como su propio maestro espiritual, el árbitro final en cuanto a cómo para mejorar tu mismo.
Nadie es tan inteligente o lo suficientemente bueno como para ser su propio maestro espiritual.
Encuentra un auténtico maestro espiritual.
Toma tus decisiones lentamente y con cuidado.
Y si alguien te pide que escriba un cheque en blanco para él, corre tan rápido como sea posible en la dirección opuesta.
LA ESPIRITUALIDAD SIN UN MARCO RELIGIOSO QUE LA ENCAUCE PUEDE SER PELIGROSA PARA LA SALUD
Un estudio inglés halló que las personas espirituales, pero que no pertenecen a una religión, son más propensas a trastornos mentales, que las que profesan una religión e incluso que los ateos o agnósticos.
Una explicación que parece manejar el investigador es que esta circunstancia sucede antes de la inclinación espiritual de estas personas.
Dice que los espirituales «están buscando algo porque se sienten afligidos de alguna manera».
Sin embargo se pueden agregar otras hipótesis.
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Quienes adhieren a una religión tienen un marco explicativo de la realidad, una doctrina, que les permite interpretar lo que sucede.
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En cambio el típico espiritual tiene que elaborar su propia explicación.
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Y muchas veces se encontrará sin suficientes herramientas explicativas sobre lo que ve y siente, llevándole a estados de incertidumbre y angustia.
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Cosa que probablemente no suceda con los fieles a una religión, porque “pueden echar mano” a siglos de reflexiones y doctrina de su religión, lo que les da mayor seguridad psicológica.
Vayamos a la investigación.
¿Puede la espiritualidad sin religión organizada en realidad ser perjudicial para la salud mental?
Un estudio indica que las personas que dicen ser «espirituales», pero que carecen de lealtad a una religión específica, son más propensas a sufrir de problemas de salud mental.
La investigación muestra que las personas que abrazan el espiritualismo sin construcciones religiosas, tienen un potencial de salud mental desventajosa frente a los que son más tradicionalmente religiosos (o incluso en comparación con aquellos que son ateos y agnósticos).
Además de contar con mayores problemas de salud mental, estas personas son también más propensas a tomar medicamentos para tratar los temas asociados, como lo informa The Telegraph.
La investigación, que levó a cabo el profesor Michael King, del University College de Londres, entre otros, fue publicada en el British Journal of Psychiatry.
El impactante estudio llegó a la siguiente conclusión:
«Hay cada vez más pruebas de que las personas que profesan creencias espirituales, en ausencia de un marco religioso, son más vulnerables a la enfermedad mental.»
Por supuesto, muchos se preguntan exactamente qué significa.
The Telegraph proporciona más información acerca de las opiniones teológicas de los sujetos que fueron consultados para el estudio, ofreciendo un poco de claridad al respecto:
De los participantes, 35 por ciento se describieron como «religiosos», es decir, que asistieron a una iglesia, mezquita, sinagoga o templo. Cinco de cada seis de este grupo eran cristianos.
Casi la mitad (46 por ciento) se describieron como ni religiosos ni espirituales, mientras que el 19 por ciento restante dijo que tenía creencias espirituales, pero no se adherían a una religión en particular.
Los miembros de este último grupo eran 77 por ciento más propensos que los demás a ser dependientes de las drogas, el 72 por ciento más propensos a sufrir de una fobia, y 50 por ciento más probabilida de tener un trastorno de ansiedad generalizada.
También tenían 40 por ciento más probabilidades de estar recibiendo tratamiento con fármacos psicotrópicos, y un 37 por ciento de mayor riesgo de desordenes neuróticos.
En una entrevista con la BBC, King señaló que las personas religiosas son similares a sus homólogos seculares, pero que tienden, por lo menos hasta cierto punto, a obtener mejores resultados en algunos indicadores.
«Tienen menos adicción a las drogas, menos problemas con el alcohol, y cosas como esas« dijo el profesor sobre los fieles.
La muestra total del estudio fue de 7.403 hombres y mujeres ingleses que fueron seleccionados al azar.
Fuentes:
- https://www.osv.com/todaysissues/otherbeliefs/article/tabid/744/artmid/13746/articleid/361/im-spiritual-but-not-religious.aspx?ref=hptopics
- http://www.patheos.com/blogs/standingonmyhead/2012/01/spiritual-but-not-religious.html
- http://www.pewresearch.org/fact-tank/2016/01/21/americans-spirituality/
- http://www.vatican.va/roman_curia/pontifical_councils/interelg/documents/rc_pc_interelg_doc_20030203_new-age_sp.html
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