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A mediados de Abril de 2016 hicimos un análisis de la visita del católico Papa Francisco, del patriarca de Constantinopla Bartolomé I y del arzobispo ortodoxo griego Ieronymos II, quienes convergieron en la pequeña isla griega de Lesbos, “para hacer una dura advertencia a Europa de que será juzgada por cómo trata a los cientos de miles de refugiados que van a estas costas griegas”.
El reclamo es que Europa está cerrando las puertas a los refugiados, y como gesto simbólico en contrario, el papa Francisco llevó en su avión a 12 refugiados a Roma, eso sí, con sus papeles de inmigrantes en regla, para no tener problemas con la autoridades europeas.
Sin embargo los líderes de la Iglesia, que están en el teatro de guerra, en la zona de donde huyen para refugiarse en Europa, piensan diferente a las tres denominaciones que se encontraron en Lesbos. No piden que occidente acoja a los refugiados sino que ayude a solucionar el conflicto para que los sirios no se refugien afuera.
De acuerdo con el Arzobispo de Alepo, en Siria, cuando los occidentales abren sus puertas a los refugiados sirios, duele, en lugar de ayudar a su causa. La solución no radica en dar la bienvenida a más refugiados, sino en ayudar a resolver la situación de vuelta a casa para que no tengan que salir.
El arzobispo Jean-Clément Jeanbart dijo que no es feliz con la noticia de que Canadá ha acogido a unos 25.000 refugiados sirios en los últimos meses, a pesar de sus buenas intenciones.
“No estamos contentos cuando vemos que el gobierno canadiense traslada a los refugiados y facilita su integración. Nos duele. Y mucho”, dijo.
Jeanbart – que ha servido como arzobispo de Alepo desde 1995 – declaró que su verdadero deseo es que la población siria, especialmente los cristianos, permanezcan en Siria.
Y aclaró que “más de la mitad de la población de la ciudad la dejó en los últimos cuatro o cinco años”.
Hablando sobre Canadá, pero de hecho refiriéndose a todo occidente, agregó, «tienen que ayudarlos a permanecer donde están, a solucionar las necesidades básicas, pero también a encontrar la paz. Y acabar de una vez con estos rebeldes, estos terroristas, y conducir a ambas partes a hablar. Para encontrar una solución política”.
El arzobispo Jean-Clément Jeanbart es griego melquita, denominación en plena comunión con el Vaticano, y sus palabras se hicieron eco de las de su homólogo de la iglesia caldea en Alepo, el obispo y jesuita Antoine Audo, quien informó recientemente que en sólo cinco años de conflicto y persecución, la población cristiana en Siria se ha reducido en dos tercios, de 1,5 millones a sólo 500 mil hoy, pero la situación en Alepo es incluso peor que en el resto de Siria, con sólo un cuarto de la población cristiana permaneciendo aún allí desde el comienzo de la guerra civil de Siria en 2011.
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