Todas las oraciones fueron escritas por el Padre José Kentenich, fundador del Movimiento Apostólico de Schoenstatt en el campo de concentración de Dachau.
ORACIÓN
Querida Madre y Reina: Vengo a tu Santuario a buscar el silencio que afuera en el mundo lleno de ruidos, no es fácil encontrar.
En mi ambiente muchas veces se vive la intranquilidad y en mi familia no siempre se vive la alegría, por eso a veces la vida se me hace difícil.
Hoy junto a Ti, quiero encontrar la paz; quisiera silenciar mi corazón ya que muchas veces no puedo rezar porque mi alma no puede descansar en Ti.
Ahora no sé que decirte pues mi corazón está lleno de tantas cosas…deseo renovarme interiormente en tu presencia, aquí ante tu trono, ante tu Hijo vivo y presente en el Sagrario. Con mucha esperanza he venido a tu Santuario, quisiera quedarme aquí espiritualmente para siempre y recibir con el corazón abierto todo lo que tú me tienes preparado.
Madre, al mirar tu imagen, descubro que tu me miras como si hubieras estado esperándome. Yo sé que quieres ser mi madre; Cristo tu Hijo te dio esta gran misión desde la cruz cuando dijo a Juan: «He aquí a tu Madre». Y Tú me aceptas tal cual soy; con todo lo que me preocupa y alegra, con mis deseos y necesidades, con mis talentos y miserias y en tu corazón encuentro hogar, seguridad y paz.
Allí me siento cobijado. Madre, escribe mi nombre en tu corazón y no lo borres jamás; desde allí enséñame el arte de descubrir el amor Misericordioso del Padre en todas las circunstancias de mi vida. Edúcame para que siempre pueda dar un sí dispuesto a la voluntad de Dios. Transforma mi pequeño corazón, dame la fortaleza en el dolor, paciencia y valor en las adversidades de la vida y dame la gracia que me impulse a colaborar en la construcción del Reino de Dios en mi ambiente.
Por eso hoy me entrego a Ti:
Oh Señora mía. Oh Madre mía, yo me ofrezco todo a Ti y en prueba de mi filial afecto te consagro en este día: mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en una palabra todo mi ser; ya que soy todo tuyo oh Madre de bondad, guárdame, defiéndeme y utilízame como instrumento y posesión tuya. Amén.
AGRADECIMIENTO
Gracias por todos tus regalos, gracias por la abundancia que hemos recibido y porque elegiste a Schoenstatt para que allí Cristo nazca de nuevo. Gracias porque desde allí quieres irradiar al mundo las glorias de nuestra Madre, inundando los corazones fríos con torrentes de amor.
PODER EN BLANCO
Usa de nosotros según tu voluntad, haz que por Schoenstatt vuelvan a llenarse los amplios atrios de la Santa Iglesia y que alabanzas circunden tu trono. Si deseas, puedes dedicarnos al trabajo, puedes mandarnos cruz, penas, dificultades. En el éxito o en el fracaso, anunciaremos siempre tu amor.
INSCRIPTIO
Padre, hágase en cada instante lo que para nosotros tienes previsto. Guíanos según tus sabios planes y se cumplirá nuestro único anhelo. El ideal para el cual tu amor nos creó, esté presente ante nuestros ojos y plasme íntegra nuestra vida, por él lucharemos con todas las fuerzas. Haznos arder como antorchas, marchar con alegría hacia los pueblos y combatiendo como testigos de la redención, guiarlos jubilosamente hacia la Trinidad.
CONFIANZA
Cuando consideramos nuestras propias fuerzas, decaen la esperanza y la confianza. Madre, a ti extendemos las manos e imploramos abundantes dones de tu amor. Aún en tormentas y en peligros, guardarás fidelidad perenne a la Alianza que sellaste con nosotros y que con tantas gracias bendijiste. Tú nos enviarás las vocaciones que se consagren al servicio de tu Reino; nos darás trabajo y copiosas bendiciones y a nuestra impotencia unirás tu inmenso poder.
OFRECIMIENTO
Cuanto llevo conmigo, lo que soporto, lo que hablo y lo que arriesgo, lo que siento y lo que amo, los méritos que obtengo, lo que voy guiando y luchando, lo que me hace sufrir y lo que me alegra; cuanto soy y cuanto tengo, te lo entrego como regalo de amor para la fuente de gracias, que desde el Santuario brota cristalina, para penetrar el alma de quienes en Schoenstatt han puesto su corazón; para conducir bondadosamente hasta allí, a los que, por misericordia, quieras escoger y para que fructifiquen las obras que consagramos a la Trinidad.
CONSAGRACION NOCTURNA
Tras el peso y el afán del día, junto a ti que nos guiaste y que nos escogiste como instrumento, Padre, buscamos el reposo.
AGRADECIMIENTO
Alabanza y gratitud a Ti, compañero de esta jornada. A Ti que realizaste con nosotros lo que te alegra y regocija. Con nuestras manos, fuiste agregándole a Schoenstatt piedra tras piedra, a esta Obra que escogió tu bondad para llevar salvación al mundo entero. Porque nos confiaste tu Obra a nosotros como, Esposa del Señor. María, la madre fiel que nunca nos deja solos, con fuerza nos tuvo en su mano. Todas las bendiciones de este día fluyeron desde el altar; como un inmenso mar de gracias majestuosamente nos mantuvieron y nos llevaron. Cuando una y otra vez, se nos manifestó el Señor en los hombres, tu amor nos saludó y puso dulzura en nuestras vidas. Solicitando nuestra compañía, por el dolor humano nos llamó una y otra vez; para asemejarnos a El , a menudo nos trajo la cruz. Lo que alegró tu mirada, retorne, Padre, a la fuente de gracias que brota desde nuestro Santuario para honra tuya del Hijo y del Espíritu Santo.
ARREPENTIMIENTO
Padre, por la expiación de su sangre preciosa, Jesús nos reconcilia con tu corazón entristecido por cuanto hicimos sin el debido amor. Considera a María como abogada nuestra y escucha su petición maternal; recibe con benignidad sus méritos y míranos paternalmente. Muchas veces cuando el mundo nos sedujo, nuestros corazones se endurecieron. A menudo no estábamos vigilando cuando nos expresaste tus deseos. Muchas reservas ocultas nos cansaron y enfriaron, muchas malas pasiones menguaron la fuerza del amor. A menudo las acciones con que te irritamos, destruyeron con hechos lo que, con palabras, habíamos predicado y anunciado. A menudo malgastamos el tiempo y dejamos pasar oportunidades. Las faltas de omisión, que nos privaron de tu benevolencia, Padre, nos oprimen pesadamente. Para pena tuya se oscureció nuestro gran ideal y la batalla del día fue débil porque nos faltó espíritu y acción (Examen de conciencia).
PETICION
Danos reposo en tu protección; sé para nosotros escudo y defensa potente en contra de los instintos y de los sentimientos y de las argucias del demonio. Con el amor que de ti nace, colma mi alma hasta lo hondo; así viva únicamente para la Obra que alza al mundo hacia ti. Que mañana nos levantemos sanos y renovados a la hora señalada, para consagrarte con generosa servicialidad nuestra fuerza y nuestro tiempo. Inscríbenos en tu corazón, Madre y llévanos contigo hacia el cielo. La Alianza que sellamos en una hora de consagración, la renovamos ahora con fidelidad.
RECIBE, SEÑOR…
Por manos de mi madre, recibe, Señor, la donación total de mi libertad soberana; toma mi memoria, los sentidos, la inteligencia; recíbelo todo como signo de amor. Toma el corazón entero y toda la voluntad y de este modo se sacie en mí el auténtico amor, realizando mi mayor felicidad, cuanto me diste lo devuelvo a ti sin ninguna reserva. Sobre todo esto dispón siempre a tu gusto, sólo una cosa te pido: ¡que te ame, Señor! Haz que cercano o lejano me sepa amado por ti como la cara pupila de tus propios ojos. Concédeme las gracias que me impulsen con vigor hacia aquello que no me atrevo a emprender; dame participar en la fecundidad que tu amor otorga a tu Esposa. Hazme ser fecundo para la tierra de Schoenstatt: mi vida sea una palabra, un Sí creador para cuanto bondadosamente has planeado con el Santuario de Schoenstatt para la salvación de las almas. Sólo entonces me considero dichoso, pleno, y nunca se me podrá dar una felicidad mayor; ya nada hay que continúe anhelando; lo que tú dispongas es mi querer y mi bien. Mi Señor y mi Dios, toma todo lo que me ata, cuanto disminuye mi fuerte amor por ti; dame todo lo que acreciente el amor por ti y si estorba el amor, quítame mi propio yo. Amén.
ORACION DEL PASTOR
Madre Tres Veces Admirable, Señora de Schoenstatt, mira a los míos a quienes te encomiendo. Cuando tengo que verlos librar solitarios el combate, sólo confiando en ti puedo continuar el camino. Ordena a las furiosas tempestades de los tiempos que no se ciernan con indomable rigor; aniquila el poder y el engaño del demonio, quita de los míos la maldición del pecado. Acalla en ellos los instintos malos y enfermos, que todo su ser se incline ante Dios; a El pertenezcan sus ardientes corazones y le consagren fielmente su sacrificado amor. Que con fuerza aparten de sí todo amor que insidiosamente quiera arrancarlos de tu lado, que pretenda empañar el resplandor de su pureza y marchitar sus coronas de vírgenes. Han sellado una alianza contigo: se conserve firme como fundida en metal: entonces los sé bajo un seguro y fiel amparo y no temo la furia salvaje del diluvio… Victoriosamente, conducirás a todos hacia el hogar, al Padre, para que entonen cánticos al Cordero. Creo firmemente que nunca perecerá quien permanece fiel a su alianza de amor. En ellos quieres bendecir la obra de Schoenstatt y anunciar a todos los que la conozcan, que tú la escogiste como instrumento tuyo y que la conduces a la altura de la Inscriptio. Por esto, a cuantos me son queridos los vuelvo a inscribir en tu corazón a sangre y fuego y recorro sin angustia el camino de la vida que la sabiduría del Padre ha previsto. Si quiere El escoger mi vida como prenda de rescate, la pongo alegremente a su disposición, para que con ello concedas estar eternamente junto a la Trinidad a quienes se consagren a ti y a la obra de Schoenstatt. Amén.
EN GRANDES DIFICULTADES
Cuando padecía grandes dificultades y amargos dolores, a pesar de mis faltas y culpas, con benevolencia escuchaste mi oración, mi súplica filial. En momentos de dolor y preocupación, cuando acechaban los hombres y el fuego se elevaba, me cobijaste con tu poder bondadoso y vigilante. En años tormentosos llenos de peligros, a todos los míos que se unen a tí, inconmovible los guardaste con solícita fidelidad. Recibe mi agradecimiento; por ello quiero proclamar tus alabanzas en cada instante sencilla y servicialmente a todos los hombres. Y lleno de confianza sólo procuraré cumplir fielmente la voluntad del Padre, aunque irrumpan las pruebas del fin de los tiempos. El me guiará a través de las oscuridades y pese a todas las confusiones que se presenten, me conducirá, Madre, de tu mano, hacia el hogar, la casa paterna. Para después de todo llanto, unirme allí con los que amo y que fueron fieles y juntos contemplar al Cordero, estar en la presencia de Dios. Amén.
TE ALABO, MADRE
Madre, te alabo filialmente por los obsequios que me han enviado fieles corazones; fuiste tú quien con tu propia bondad les impulsaste a cubrir con abundantes provisiones la mesa de los míos. Agradecido devuelvo los dones de amor a tus benignas manos de madre, y de corazón te pido: indícame la forma como el reparto te honre y te alegre. Medianera de los dones y de las gracias, acércate, sean tú y el Señor los invitados, ata estrechamente el vínculo familiar entre corazón y corazón, entre país y país. Serviremos con desprendimiento tu obra con el corazón fuerte y el rostro alegre, confiando a ti durante nuestro peregrinar el cuidado por la salud y el sustento. Fue eso lo que Jesús nos aconsejara: con palabras y con hechos busquen primero el reino de Dios, lo demás se los dará el Padre por añadidura y no dejen de importunarlo con peticiones filiales. Enséñanos a que estos dones nos lleven hacia lo alto y a que nos inclinemos reverentes ante el Amor, que cada día nos abre más y más su inagotable mar de misericordias. Implora copiosas bendiciones de Dios para todos los que se afanan por nuestro bien; otórgales en el duro camino de la vida con abundancia tu amor y tu gracia. Amén.
CANTICO DEL INSTRUMENTO
Madre Tres Veces Admirable, consérvanos siempre como instrumento tuyo; haz que con amor y todos los días nos pongamos a tu servicio. Según los deseos de Dios, usa de nosotros enteramente para tu Reino de Schoenstatt. Toma el corazón y la voluntad, te pertenecen por completo; ciegamente quieren doblegarse a tus indicaciones y a tu palabra. Ser total posesión tuya es, para el instrumento, su honra y su gloria. Está pronto a servir sin reservas a tu obra de Schoenstatt. Mándanos sufrimientos, guíanos a la lucha, danos ganar la victoria plena. Contra las argucias y la saña del demonio, danos luz, templa nuestro espíritu. Aseméjanos a ti y haznos caminar por la vida como tú lo hiciste: fuerte, digna, sencilla y bondadosa, repartiendo amor, paz y alegría. En nosotros recorre nuestro tiempo, preparándolo para Cristo Jesús. Aunque nos amenacen el mundo y el demonio o tempestades se ciernan sobre nosotros, tú vences todos los peligros y nos concedes tu inmenso poder. Tu corazón, puerta del cielo es siempre nuestro seguro amparo. Nunca pereceremos si somos fiel instrumento tuyo; nos ayudas en todo instante para que demos abundantes frutos. Con alegría caminemos de tu mano hacia el eterno Schoenstatt.
ORACION DE AGRADECIMIENTO
Por todo, Madre, por todo te agradezco de corazón y te ofrezco mi amor más íntimo; ¿que hubiese sido de nosotros sin ti, sin tu cuidado solícito y maternal? Gracias, porque nos salvaste en las grandes dificultades y porque con amor fiel nos encadenaste a ti. Te agradezco y quiero darte gracias eternamente y consagrarme a tí sin reservas. Amén.
CONFIANZA
Confío en tu bondad y en tu poder, en ellos espero filialmente. Madre Admirable en ti y en tu Hijo, en cada circunstancia, creo y confío ciegamente. Amén.
CANTICO DE GRATITUD
¡Cayeron las cadenas! Resuene en las voces de todos un cántico jubiloso de agradecimiento, que se eleve desde los santos atrios de Schoenstatt hacia lo alto. En el dificil camino de peregrinación, Dios se ha demostrado ante nuestra comunidad en su grandeza y sabiduría para gloria y alabanzas suyas. Cuanto el poder y la astucia de Satanás idearon como infortunio, lo transformó la mirada del Padre en nuestra suprema felicidad. Aquello que era terreno en el pensar o demasiado humano en la entrega, quiso Dios orientarlo hacia las alturas y sumergirlo enteramente en su corazón. Así formamos hoy una estrecha unidad fundidos en el amor de Dios y luchamos sin fatigarnos en contra de los engendros de Satanás, a fin de que nazcan hombres nuevos que siendo aquí en la tierra libres y fuertes se comporten como Cristo en las alegrías y dificultades y que sólo con Cristo entrelacen el afán de sus corazones, así como durante su vida se entregó María, la Madre y Esposa. En agradecimiento, nuestras almas escojan al Cordero de Dios, para desposarnos con El por la eternidad y ser contados entre los que permanezcan fieles. Y ahora cuando nos amenaza un súbito derrumbe ¿quieres Señor, morir nuevamente, buscas también con estos requerimientos de amor a herederos de tu santa transfiguración? Si es así, mira a la grey de los que son tuyos, a la porción de los pequeños y de los puros y por misericordia únelos a ti para aparecerte nuevamente al mundo. En ellos tú puedes sufrir, luchar, apacentar y a través suyo prepararte de nuevo las alegrías de la resurrección. A través suyo construye la ciudad celestial hacia la cual todo mire con entera confianza. Hasta los confines del mundo puedes enviar a quienes hoy se te consagran para completar tu reino en la tierra. María, recibe la ofrenda en tus fieles manos de madre y así hasta nuestro paso a la vida futura no cese este cántico de gratitud. Amén.