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Madre de Jesús y Madre nuestra, escucha nuestra oración.

Consagramos nuestros cuerpos y nuestros corazones a ti. Moldéanos, Santísima Madre, llénanos de tu amor.

Ponnos, como a Alexandrina, cerca del tabernáculo de Jesús para que nosotros también podamos servirle como lámpara mientras existamos en este mundo.

Bendícenos, santifícanos, ¡Oh, amorosa Madre del Cielo!, haznos a nosotros también prisioneros de amor.

Purifícanos de forma que deseemos hasta lo indeseable por amor a tu Hijo y Señor Nuestro, Jesucristo.

Amén

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