Teresa Sánchez de Cepeda y Ahumada es el nombre con que nació Santa Teresa de Jesús en 1515.

Conocida como Santa Teresa de Ávila para la posteridad, por el lugar en que transcurrió su vida.

Rosario de la Cueva le dedica el poema que publicamos.

Santa Teresa de Jesús de Benito Mercadé y Fábregas, en el Museo del Prado

Santa Teresa de Ávila fue una religiosa española que fundó la Orden de las Carmelitas Descalzas.
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Fue una de las grandes místicas de la Iglesia y es Doctora de la Iglesia.
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Puedes leer su biografía aquí

 

Ávila (Dedicado a Santa Teresa de Jesús)

 

La sinuosa silueta de tus murallas centenarias,
dibuja sus gráciles, almenas y merlones
bajo un celaje cárdeno y encendido.

Luz abrasada de crepúsculo mágico y medieval.

Aún resuena el eco, decidido, de las pisadas de la Santa.
Y su manto áspero y marfileño, flota un instante
roza la piedra del torreón y el puentecillo de Ajates.

Es, el espíritu de Teresa,
que se niega a abandonar por siempre, su hermosa ciudad.

Y corre, presurosa, a las vísperas que tañen
la entrañable campana de la Encarnación.

Suena en el portón la aldaba:
– Abrid, hijas mías, aquí estoy.
Nunca os he dejado.

En el locutorio de la Encarnación hay un aroma a incienso
y a pétalos de rosa.

Las religiosas, no se sorprenden.

Conocen bien la ausente presencia, que allí mora.

Rosario de la Cueva.


Rosario de la Cueva, de España, Poeta, Coordinadora del ciclo «La Rioja Poética» en el Centro Riojano de Madrid

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