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Las causas que la provocarían.

Las tensiones que hay en el mundo, la cuantiosa inversión en armamentos cada vez más destructivos y las luchas por el poder, están creando el clima para que una pequeña chispa provoque una conflagración mundial a gran escala.

Difícilmente haya algún ser humano que lo desee, pero el maligno estaría encantado de que sucediera y trabaja denodadamente para ello.

Pero ¿Podemos evitar que suceda o debemos considerarla como una profecía inmodificable?

¿Hay algo en nuestras manos para evitarla?

Aquí hablaremos sobre las causas de fondo que están acercando a la humanidad a esta conflagración, que consecuencias podría tener y que está a nuestro alcance para que no suceda.

Nuestra Señora dejó asentado en las apariciones de Fátima el criterio de que la guerra es consecuencia de los pecados de la humanidad, lo que luego ha sido retomado en otras apariciones.

De todos los pecados y no solo de los pecados relacionados con la violencia.

Es la consecuencia de apartarse de los mandamientos del Dios creador.

De vivir como si Él no existiera.

Quizás ninguna otra época ha tenido una vida tan pecaminosa como la nuestra.

Pero hay algo nuevo en los pecados actuales. 

El hombre de hoy, más pecador que los que le precedieron, ha perdido el sentido del pecado. 

Peca y hasta se jacta de su pecado, los muestra con orgullo.

Cree que cuando ignora a Dios, todo le es posible.   

Y este clima nos ha arrastrado a todos, hasta el punto que ya no nos oponemos, a pecados que en otras épocas horrorizarían.

Y este proceso y sus consecuencias se ven claros, en una visión que tuvo una anciana de 90 años, de Noruega, en 1968, que se reunió con el evangélico Emanuel Minos que hacía servicios en Valdres, la zona donde ella vivía, y se la contó.

Minos la escuchó, pensó que era un delirio y la guardó en un cajón; muy típico de los evangélicos que creen sólo en lo que ellos dicen y en lo que está textualmente en la Biblia.

Pero poco a poco los hechos fueron sucediendo tal como la visión de la anciana, y Minos la hizo pública casi 40 años después.

Ella vio el momento justo antes de la venida de Jesús y el estallido de la Tercera Guerra Mundial.

Con sus ojos naturales dice que vio al mundo como una especie de globo, y a Europa, lugar por lugar, a Escandinavia, a Noruega, etc.

Vio una calamidad como nunca experimentamos antes.

Y se la mostró como un proceso de degradación en etapas.

Antes que la Tercera Guerra Mundial estalle habrá una distensión como nunca hemos tenido antes.

Habrá paz entre las grandes potencias en el este y el oeste, una larga paz.

Recordemos que en 1968 la Guerra Fría estaba en el punto más alto y era difícil prever una época generalizada de paz. 

Habrá desarme en muchos países, también en Noruega, y no estarán preparados para cuando la guerra venga.

Y la Tercera Guerra Mundial comenzará en una forma que nadie habría anticipado y en un lugar inesperado.

Pero también en esa época dice la anciana de Valdres, que habrá una tibieza sin paralelo entre los cristianos, en el cristianismo habrá apostasía de verdad.

Los cristianos no estarán abiertos a la predicación.

No querrán oír hablar de pecado ni de la gracia, ni de arrepentimiento ni de salvación.

Y llegará un sustituto en su lugar, la prosperidad.

Lo importante será tener éxito, ser alguien, tener cosas materiales, cosas que Dios nunca nos ha prometido de esta manera. 

Y las iglesias estarán más y más vacías.

Los lugares de predicación que se han utilizado por generaciones para predicar y seguir a Jesús, serán invadidos por el entretenimiento, el arte y la cultura.

Y refiriéndose a Noruega dice que habrá una desintegración moral como nunca se ha experimentado.

Habrá mucha impureza antes del matrimonio, y la infidelidad en el matrimonio se convertirá en común, y se justificará desde todos los ángulos.

Entrará en los círculos cristianos e incluso aceptaremos el pecado contra natura.

Dijo que eso se verá en programas de televisión. 

La televisión estará llena de una violencia tan horrible que le enseñará a la gente a destruirse entre sí.

Habrá en la pantalla escenas de sexo y se mostrarán las cosas más íntimas que tienen lugar en un matrimonio. 

Y la gente copiará lo que ve. 

Y dijo que no habrá una sola estación de televisión, sino que habrá muchas. 

Y esto sucedió luego de fallecida la anciana, porque el canal estatal funcionó sin competencia desde 1960 a 1988.

Minos le dijo que eso era imposible porque las normas del país lo prohíben.

Y ella le respondió, 

«Sucederá, y lo verás. Todo lo que hemos tenido antes se derrumbará, y las cosas más indecentes pasarán ante nuestros ojos».

También en la visión, la anciana de Valdres le dijo que la gente de los países pobres se trasladaría a Europa en grandes cantidades.  

Habrá tantos de ellos que a la gente no le agradarán y se volverán duros con ellos. Serán tratados como los judíos antes de la Segunda Guerra Mundial.

En ese momento no existía la inmigración masiva, por lo que Minos le protestó y le dijo que la constitución del país lo hacía imposible.

Y las lágrimas brotaron de los ojos de la anciana que le contestó «Yo no lo veré, pero tú lo verás»

Y a partir de todos estos pecados entonces estalla la Tercera Guerra Mundial, que dice que será corta.

Y dijo que todo lo que se ha visto de la guerra antes, es un juego de niños comparado con ésta, y terminará con una bomba atómica nuclear. 

El aire estará tan contaminado que uno no podrá respirar. 

Cubrirá varios continentes. El agua se arruinará. Ya no podremos cultivar la tierra. 

Y el resultado será que sólo quedará un remanente.

Y dice que luego vendrá Jesús.

Y en el mismo sentido la Virgen María le mostró la Tercera Guerra Mundial a Josyp Tereyla, que pasó veinte años en un campo de trabajo forzados en la Unión Soviética. 

Afirmó que recibió mensajes marianos en 1987 que profetizaban que los sucesos de la guerra comenzarían en la zona de Ucrania luego del 2015, o sea en nuestra ventana de tiempo.

Dijo que se le mostró un mapa del país en llamas.

Y citó a María que le decía,

«Los pueblos se están quemando. El agua se está quemando.

El aire está en llamas. Todo está en llamas.

Si las personas no se convierten a Cristo, habrá guerra. Habrá una gran conflagración».

Y también sintió venir el hambre y terremotos.

Y se le explicó que Lucifer estaba perdiendo fuerza y preparando, en su desesperación, un gran caos para toda la Creación de Dios y sobre todo para el pueblo de Dios.

Hoy estamos en una guerra como ninguna otra. 

En que nuestros enemigos no son definibles como en la guerra tradicional, pero atractivos para nuestros sentidos.

La sociedad ha degenerado hasta el punto de que ya no nos oponemos y, de hecho, aceptamos cosas que deberían horrorizarnos.

Por la fuerza o por nuestra la voluntad, el mal ha avanzado y ahora domina. 

Pero por gracia de Dios será vencido y derrotado. 

Dios permite que el mal tenga su día, pero no permitirá que prevalezca el desorden. 

Por esto nunca aceptes la narrativa que la profecía es inalterable sobre las cosas malas que vendrán. 

Hacer eso no respeta la realidad de que Dios puede cambiar el camino de cualquier cosa, cuestiona Su misericordia y la eficacia de nuestros esfuerzos para lograrlo a través de la oración.

Cuando a Juan Pablo II se le preguntó en Fulda, Alemania, en 1981, sobre el tercer secreto de Fátima que no se reveló, dijo que 

«Es peligroso solo querer satisfacer la curiosidad, si uno está convencido de que no podemos hacer nada contra una catástrofe que ha sido predicha». 

Y luego levantó su rosario y dijo: 

«Aquí está el remedio contra este mal. Oren, oren y no pidan nada más. Pongan todo en manos de la Madre de Dios».

La oración y trabajar por la paz es nuestro deber como cristianos. 

Pero esto comienza por casa.

La verdadera paz solo existe en un corazón puro. 

Un corazón que anhela la justicia, busca la serenidad de la unión con Dios. 

Quienes oramos por la paz ¿estamos en paz? 

A veces parece que algunos católicos no están en paz, por la violencia de algunos comentarios que leemos en el canal.

Y eso es lo primero.

Bueno hasta aquí lo que te queríamos contar sobre la profecía de una tercera guerra mundial, sobre los pecados que nos llevarían a ella y donde podría comenzar la chispa.

Y que debemos recordar que estas profecías son condicionales a nuestra real conversión, a la paz en nuestros corazones y a nuestras oraciones.  

Y me gustaría preguntarte si tu crees que habrá conversión y suficiente paz en los corazones y oración, como para detener o aminorar las consecuencias de una tercera guerra mundial. 

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