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El intercambio de Favores mutuos con las Almas del Purgatorio.

Sabemos que las oraciones, los sacrificios y las misas son necesarios para que las almas del Purgatorio se eleven más rápidamente al Cielo.

Por eso ellas visitan asiduamente la Tierra para pedir oraciones.

Pero no pueden orar para ellas mismas.

Sin embargo sabemos que están más cercanas a Dios que nosotros, quienes estamos peregrinando en la Tierra.

Lo conocen porque se les reveló formalmente tal cual es, en el momento del juicio particular.

Y como son almas, no tienen las tentaciones propias de la carne que introducen sesgos.

Y además saben de las pruebas y sufrimientos que los seres humanos pasan en la Tierra, porque vivieron acá.

¡Si pudieran orar e interceder por nosotros serían una valiosa ayuda para nuestra vida!

¿Pero pueden hacerlo si se lo pedimos o no?

Aquí hablaremos sobre cómo viven las almas en el Purgatorio, qué pueden hacer y qué no, y cómo pueden rezar e interceder por nosotros, en un piadoso intercambio de favores.

Cuando morimos, pasamos por lo que se llama el juicio particular.

Somos juzgados instantáneamente y recibimos nuestra recompensa, para bien o para mal. 

Sabemos de inmediato cuál será nuestro destino final: Cielo o Infierno. 

Y al final de la historia, cuando las últimas personas hayan muerto, las almas se unirán a los cuerpos y vendrá el juicio final general. 

San Agustín dijo que los castigos temporales por los pecados algunos los sufren en esta vida solamente, otros después de la muerte solamente y otros en ambos lugares; pero todos los reciben antes de ese último juicio.

De modo que es entre los juicios particular y general que el alma destinada al Cielo expía sus pecados y se perfecciona.

A este estado y lugar se le llama Purgatorio y es bíblico.

Y se justifica en la medida que el alma pudo haber ganado la gracia necesaria para calificar para el Cielo, a través del arrepentimiento, pero eso no es suficiente, necesita ser limpiada completamente, porque nada manchado entra en el Cielo. 

¿Y qué pasa en el Purgatorio?

Santa Francisca Romana tuvo visiones del Purgatorio, del Cielo y del Infierno.

Se le reveló que el dolor principal que sufren las pobres almas del Purgatorio es el anhelo de estar con Dios.

Y ha dicho que el Purgatorio tiene tres niveles.

El nivel más bajo es un mar ardiente donde las personas tienen sufrimientos relacionados con los pecados que cometieron.

El nivel intermedio es menos riguroso, pero también tiene sus partes desagradables.

Y el más alto es un nivel de expectativa, porque está poblado por quienes están más cerca de ser liberados.

En este proceso de purificación, nuestras oraciones y sacrificios pueden ser de gran ayuda para esas personas que están en purificación.

Por su parte la vidente Mirjana de Medjugorje visitó el Purgatorio llevada por la Reina de la Paz y dijo también que hay varios niveles en él.

El nivel más bajo es el más cercano al infierno, donde el sufrimiento es el más intenso y el nivel más alto es el más cercano al Cielo, y allí el sufrimiento es el menor.

El nivel en el que se encuentre el alma depende del estado de pureza de su alma.

Cuanto más bajo es el nivel de las almas en el Purgatorio, menos pueden orar y más sufren, y cuanto más alto es el nivel que un alma tiene en el Purgatorio, más fácil le es orar, más disfruta de la oración y menos sufre.

Además Nuestra Señora le reveló que cuanto más ores en la Tierra, más alto será tu nivel en el Purgatorio luego.

Y pidió que oremos por las almas en el Purgatorio, porque ellos son incapaces de orar para sí mismas.

A través de la oración, nosotros en la Tierra podemos hacer mucho para ayudarlos.

Y cuando Jesús llevó a Sor Natalia Magdolna al Purgatorio se le acercaron innumerables monjas rogándole que rezara un rosario por ellas. 

Le preguntó al Señor «¿Por qué me piden un rosario?».

Y entonces Jesús le mostró un rosario, que tenía flores en lugar de cuentas, y una gota de Su sangre brillaba en cada flor. 

Cuando rezamos el rosario, las gotas de la sangre de Jesús caen sobre la persona por la que estamos rezando.

Y las almas del Purgatorio están constantemente mendigando esa sangre para purificarse y ser liberadas al Cielo.

De modo que podemos considerar a las almas del Purgatorio como mendigos que se alimentan de nuestra oración y están constantemente pidiéndola.

Y viene al caso esta revelación que indica que las almas del Purgatorio rezan para que nosotros recemos por ellas.

Un día, después del servicio de las Vísperas, el venerable Gracián Ponzoni, amigo de San Carlos Borromeo pasaba por el cementerio, acompañado por don Alfonso Sánchez, entonces gobernador de Arona.

Y se detuvo de repente, impresionado por una visión extraordinaria.  

Se dirigió a don Alfonso y le preguntó: «Señor, ¿está usted viendo el mismo espectáculo que tengo ante mis ojos?»

«Sí», dijo el gobernador. «Veo una procesión de difuntos que salen de sus tumbas hacia la Iglesia; y confieso que antes de que me lo preguntara ya me había percatado y apenas podía creer lo que veían mis ojos».

Y habiendo confirmado que la visión era real, el párroco añadió, «probablemente se trate de las recientes víctimas de la peste, quienes nos hacen saber que necesitan de nuestras oraciones».

E inmediatamente hizo sonar las campanas y convocó a los feligreses para el día siguiente, a un servicio solemne por los difuntos.

Y en el mismo sentido podemos mencionar otro hecho sobrenatural que lo confirma.

Pedro, Abad de Cluny, dice que había un sacerdote que cantaba todos los días una Misa de Réquiem para todas las almas cristianas.

Por eso fue acusado con el obispo y suspendido de su oficio.

Y cuando el obispo pasó un día de gran solemnidad por el cementerio, todos los muertos se levantaron contra él.

Decían, este obispo no nos hace misa, y además nos ha quitado a nuestro sacerdote, ahora a menos que lo modifique, morirá.

Entonces el obispo absolvió al sacerdote, y se recomenzó a cantar la Misa de Réquiem, por los que se fueron de este mundo.

De modo que las oraciones de los vivos son provechosas para los que se han marchado, para purificarlos y liberarlos del Purgatorio.

Y es por eso que Dios da permiso a algunas almas para visitar a algunas personas vivas para pedirles oraciones.

Son muy notorias las visitas que recibían María Simma y el Padre Pío por ejemplo, e incluso este último declaró que en su vida había conversado más con muertos que con vivos.

Pero también la Virgen ha hecho otras revelaciones de que en los mayores niveles, más cerca del Cielo, las almas del Purgatorio pueden orar por los vivos, y cuando partan para el Cielo orarán aún más por los que oraron por ellas.

Porque en todo momento saben quienes han orado para que salgan del Purgatorio.

Sus Ángeles de la Guarda, que permanecen al lado de cada una de ellas, para brindarles los consuelos que están a su alcance, les llevan ese consolador conocimiento de quienes están rezando ellas, o que oraciones de la Tierra Dios ha asignado para su purificación.

Y las almas del Purgatorio, aunque no pueden rezar para ellas mismas, obtienen grandes gracias para nosotros mediante sus súplicas.

Ellas saben, al menos de manera general, a qué peligros estamos expuestos y qué necesidad tenemos de la ayuda divina.

Santa Brígida oyó a varias de estas almas exclamar en voz alta: «Señor, Dios todopoderoso, otorga el ciento por uno a quienes nos asisten con sus oraciones y que te ofrecen sus buenas obras para que podamos gozar de la Luz de Tu Divinidad».

Santa Catalina de Bolonia, que tenía devoción por las almas del Purgatorio, y rezaba por ellas a menudo y con gran fervor, se encomendaba a ellas con gran confianza en sus necesidades espirituales, y exhortaba a otros a hacerlo, diciendo: 

«Cuando quiero obtener alguna gracia de parte de nuestro Padre del Cielo, recurro a las almas que están aún retenidas en el Purgatorio. 

Les ruego que presenten en su nombre mi petición ante la Divina Majestad, y yo siento que me es concedida por su intercesión».

San Juan María Vianney, predicaba que la verdadera forma de recurrir a las almas del Purgatorio era ayudarlas, para obtener a cambio sus oraciones y los efectos de su gratitud. 

Y San Alfonso María de Ligorio, decía que debemos creer piadosamente, que Dios manifiesta nuestra oración a esas almas santas para que puedan orar por nosotros, y para que se mantenga entre ellos y nosotros el caritativo intercambio de mutua oración.

O sea que debemos rezar por ellas y ellas a su turno rezarán por nosotros.

No es de ninguna manera contrario al espíritu de la Iglesia ni a la piedad cristiana, brindar auxilio a las almas del Purgatorio con la intención de obtener a cambio los favores que deseamos.

Por lo tanto, es piadoso ofrecer una Misa por los difuntos cuando tenemos necesidad de una gracia particular.

Y si las oraciones de estas almas son tan poderosas cuando aún se encuentran sufriendo en el Purgatorio, es fácil concebir que lo serán aún más, cuando habiendo alcanzado plena purificación, estén ante el Trono de Dios.

Y una oración corta de petición de favores a estas pobres almas es esta:

«Almas benditas del Purgatorio, intercedan por mi necesidad en este momento. Y ruego a Jesús, que pronto se abran las puertas del Cielo para ustedes. Amén»

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Bueno, hasta aquí lo que queríamos hablar sobre las oraciones que debemos realizar para liberar a las almas del Purgatorio y cómo podemos pedir su intercesión, porque después de todo están más cerca del Señor que nosotros.

Y me gustaría preguntarte si has pedido algún favor a las almas del Purgatorio y cómo lo has hecho.

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