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Cómo se debe interpretar cada frase del Padrenuestro.

Jean Philippe Marie es un laico que vive en el territorio de ultramar de Francia, en la isla La Réunion, que queda en el Océano Índico entre la isla de Madagascar y la Isla Mauricio.

Recibe mensajes del Cielo desde 1981 en forma de locuciones interiores, que han tenido el imprimatur de su Obispo.

Los cientos de mensajes que ha recibido hasta ahora son de Jesús, de la Virgen María, de santos célebres, y de otros santos desconocidos, a los que se les dio el nombre “nuestros hermanos del Cielo”.

Y en 1983 los santos del cielo le explicaron cómo debía rezar el Padrenuestro.

Aquí hablaremos sobre quién es Jean Philippe Marie, qué tipos de mensajes está recibiendo y qué instrucciones le dieron los santos sobre cómo rezar el Padrenuestro.

Jean Philippe Marie ha publicado los mensajes que recibe en varios tomos bajo el nombre «Mensajes del Cielo para el Mundo de Hoy», y han tenido el imprimatur de varios teólogos y de Monseñor Gilbert Aubry, obispo de Saint-Denis de La Réunion, lo cual indica que no contienen nada opuesto a la fe y la moral. 

Todos los mensajes son publicados en el sitio web «Mensajes del Cielo, Un suspiro que pasa», https://messages-du-ciel.com/  

Los mensajes recibidos han probado que tienen un conocimiento de cosas que no son terrenales, sino de carácter profético, con contenido que se ha verificado.

Por ejemplo, durante la misa dominical que precedió al atentado del 13 de mayo de 1981 a Juan Pablo II, tuvo una visión de las mismas imágenes del atentado, que luego fueron transmitidas por los canales de televisión después del atentado.

Y en 1995 recibió, como le había sido anunciado tiempo antes por el Cielo, el privilegio de reunirse con Juan Pablo II, a quien entregó los dos primeros volúmenes de sus mensajes.

En una muy resumida mirada de los mensajes que recibió en 2022, a razón de uno por mes, podemos leer que desde el Cielo le dicen que la verdadera fe está desapareciendo de la faz de la Tierra y, hasta en la cumbre misma de la Iglesia. 

Que el cerebro de la población está siendo lavado por los malvados y hay una operación de manipulación.

Que los prelados se deberían dar cuenta que hay muchas personas que se llaman a sí mismas «católicas», pero abrazan sólo parcialmente la fe de la Iglesia o se oponen deliberadamente a parte de ella.

Que la estrategia del maligno es atemorizar a los fieles.

Hay mensajes que hablan de las políticas globalistas totalitarias.

Y que muchas cosas que están pasando estaban ya registradas en Internet o en libros publicados hace varios años.

Que los católicos se deberían preocupar de buscar información en internet, y no solo quedarse con lo que le dicen los medios principales.

Que hay sacerdotes cegados por el espíritu de la época y otros fieles a la doctrina de Jesús, aunque son los menos.

Y llama a no tener miedo y confiar en la Divina Providencia.

Y el 6 de agosto de 1983 los llamados “nuestro hermanos del Cielo”, que son los santos que no son famosos, y que ya han llegado al Cielo, le explicaron el Padrenuestro.

Y este mensaje recibió el imprimatur de Monseñor Gilbert Aubry. 

 

                

Le dijeron que cuando recite “Padrenuestro, que estás en el cielo” debe imaginar el cielo abierto y una suave luz dorada.

El cielo sin nubes es la imagen de la morada divina, de la pureza y la fuente de la luz. 

Cuando recite “Santificado sea Tu Nombre” debe tomar conciencia que el Nombre del Padre es único y nunca debe ser mal usado. 

Es santo, puro, sagrado. Él es el Amor que une, pacifica y es la vida.

Incluso la criatura más pequeña tiene una chispa del Padre dentro de ella y no debe ser despreciado.

Cuando recite “venga a nosotros tu reino” debe considerar que Dios es Rey de todo el universo. 

Pero no es un tirano, sino un monarca de justicia y amor.

Pero, por desgracia, el Amor se encarnó en un mundo de egoísmo y de odio, y así probó su omnipotencia.

Y así los ciegos vieron morir solo a un hombre, pero los justos vieron al Amor derrotando a la Muerte en la Cruz. 

Luego lo vieron reaparecer más allá de la materia y penetrar sutilmente en las almas.

Fueron testigos de la transformación del ser humano por el efecto del amor de Cristo. 

Por lo que se vio a los mártires morir de amor o, más bien, vivir de amor. 

Y a otros hombres ofrecer toda su vida a Dios, por esta fuerza inconmensurable que tenían dentro de ellos, y hacerse dignos de ser llamados «santos».

Porque la santidad es la aceptación del Amor del Padre dentro de uno mismo y la transmisión de este Amor a todos los semejantes, y a la naturaleza.

Cuando recite “hágase tu voluntad en la Tierra como en el Cielo”, le dijeron que debe pensar tanto en la Tierra como en las Moradas Celestiales, cerca del Padre, donde reina supremo el Amor Total. 

Y por eso estas almas que ya llegaron al Cielo piden “haz la paz en ti, para que todos podamos encontrarnos en las Moradas de Amor” y así cumplamos la Palabra.

Le dijeron que haga resonar en su cabeza el pedido, “Escúchanos: sólo deseamos tu bien”.

“Haced la Voluntad del Padre, y grande será vuestro gozo en la Tierra, por el estado de paz que adquiriráis, y en el Cielo, por la Vida Eterna”.

Cuando recite “danos hoy nuestro pan de cada día”, debe pensar que se está pidiendo “Padre, procura la salud física y moral, y el sustento espiritual y material de todos los hombres”.

Demasiadas satisfacciones materiales llaman a los poderes de la oscuridad, la duda, la culpa, el tormento.

Por tanto, es el Pan Espiritual y la Palabra lo que los hombres necesitan en primer lugar, así como la fuerza que permita ponerlo en práctica.

Cuando recite “perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, debemos primero perdonarnos a nosotros mismos, y luego a los demás.

El perdón debe partir de una inmensa comprensión proveniente del Inconmensurable Amor del Padre.

Hay que comprender los errores de los demás, las debilidades, las reacciones, los malos espíritus que los atacan, que les hace actuar en contra de su voluntad a veces.

Y finalmente cuando recite “no nos dejes caer en tentación y líbranos del mal” debe crear en su alma un estado de receptividad a las cosas de arriba y aspirar al estado de Gracia, que nos arma contra las tentaciones, nos protege de los ataques del maligno y nos impide caer.

Que le pida a Dios que lo aleje de los peligrosos caminos de la tentación, y que no deje que satanás entre en él.

Y si no puede reunirse con un sacerdote inmediatamente después de una falta, que piense seriamente en el daño que el pecado hace a la bondad del Padre, y el daño que se hace al prójimo con una falta, palabra, una actitud despectiva, un silencio obstinado, una negativa desconsiderada o una incomprensión manifiesta.

Y luego, termina el Padrenuestro diciendo que se haga la voluntad de Dios.

Bueno hasta aquí lo que queríamos hablar sobre Jean Philippe Marie y la explicación que le dieron los santos que están en el Cielo sobre el Padrenuestro.

Y me gustaría preguntarte en que te focalizas para rezar el Padrenuestro con más devoción.  

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