Cómo nos debemos proteger en este proceso de autodestrucción civilizatoria.
En Hechos de los Apóstoles 2:17, San Pedro, citó en su discurso durante el día de Pentecostés, una profecía de Joel que habla del final de los tiempos: «en los postreros días, dice Dios, derramaré Mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños».
Esto es lo que explica la multiplicación de apariciones marianas en las últimas décadas.
Las que por supuesto, hay que conocer y discernir, separando la paja del trigo.
Pero es contrario a este movimiento del Espíritu Santo, la crítica que algunos ordenados hacen, de que son demasiadas las apariciones o que las apariciones que dicen tal o cual cosa son falsas.
Y para dar a conocer los frutos de esa profecía de San Pedro y podamos ejercer el discernimiento responsable, aquí hablaremos de los mensajes recibidos por la polaca Anna Dambska, que recibió mensajes de Jesús y María en nuestra época, sobre lo que vendrá al mundo y sobre lo que debemos hacer.
La polaca Anna Dambska nació en Varsovia en 1923, en el seno de una familia profundamente católica, y falleció en el año 2007.
Sirvió en el movimiento de resistencia en la Polonia ocupada por los alemanes, durante la segunda guerra mundial, como oficial de enlace y enfermera.
Y luego fue capturada por la policía secreta soviética y llevada a campos de trabajo forzado.
Recibió el don de escuchar la voz de Dios, quien le comunicó numerosos mensajes.
Y bajo el seudónimo de «Anna» publicó varios libros, bajo la guía espiritual del sacerdote jesuita Jan Sieg, que fue catedrático de ética social en la Facultad de Filosofía de la Compañía de Jesús y en la Pontificia Academia de Teología de Cracovia.
Los mensajes dados a Anna por la Santísima Virgen y Jesucristo, hablan de la apertura de un período histórico para la humanidad, marcado por una gran purificación; un tiempo de catástrofes, donde la protección efectiva será ponerse bajo el manto de María.
Entre la década de 1980 y 1990 recibió mensajes que dicen que los tiempos anunciados de purificación ya están sobre nosotros.
Y que la Virgen llama a que nos enfoquemos en hacer obras de misericordia y de paz.
Ella le dijo, “estas son mis últimas advertencias”.
Y además reveló algo que los que tienen los ojos abiertos ya perciben, la mayoría de la población del mundo no percibe lo que está sucediendo, está dormida, “hijitos, parece que aunque estéis en el ojo de la tormenta, no sabréis que estáis en ella”.
Jesús además le dijo, “el tiempo del caos mundial está cerca. Sé fuerte en Mí y cree en las palabras de Mi Madre.
No os dejéis provocar porque continuamente os llevan a la tentación”.
Y definió el momento en el que estamos, diciendo, “No es el día del Juicio Final, sino el tiempo en que se juzgará a naciones enteras”.
Es lo que hablamos desde hace tiempo, no estamos ante la irrupción del último y más fuerte anticristo, ni ante la venida inminente de Jesucristo en gloria, como creen algunos protestantes.
Sino ante una purificación de la Tierra, en que se nos concederá una época de paz, luego del triunfo del Inmaculado Corazón de María.
También el Señor sugiere que los acontecimientos serán vertiginosos, porque “satanás y su ejército tienen prisa y cometerán muchos errores en su prisa”.
Nos avisó además por medio de esta vidente, que “la lucha no tiene lugar sólo en el mundo de la materia, «ahora el enemigo está abierta y audazmente en contra de las leyes de Dios, queriendo destruir Sus santos planes.
La humanidad está a las puertas del infierno, satanás la considera su presa.
Pero mientras hay confianza en Dios, hay esperanza”.
Y ante estos acontecimientos el Señor le dijo “Yo seré tu escudo y tu roca. No tengáis miedo si Yo estoy con vosotros, nadie os asustará y os hará nada”.
Jesús también puso el foco en el auxilio de Su Madre María, “os he dado una Madre y quiero que Su amor sea conocido por todos.
En los tiempos presentes necesitáis como nunca la protección materna de María”.
«En esta amenaza que os espera, quiero que sintáis el poder de Su amor, Su cuidado por tu existencia, Su ternura, porque se basan en el poder de Dios, que es invencible, y con el cual te protege de los peligros, como Reina y al mismo tiempo como la Madre más solícita”.
También Jesús habló del rol de Su madre como corredentora, “acordaos que mi Madre es la Corredentora de la humanidad y realiza Mi obra en el mundo”.
“Esta obra le fue encomendada porque la humanidad necesita mucho amor e intercesión materna, nunca más que en la actualidad”.
Y definió Su papel como intercesora ante la justicia divina, “nadie os ama más que mi Madre, y nadie puede aplacar más eficazmente la justicia de Dios intercediendo por vosotros con tanto fervor y convicción que Ella”.
“Confiad en María y encomendaos vosotros mismos a Ella, porque nadie puede pedir con más confianza que Ella, la misericordia de Dios para con vosotros”.
“Ella hará que haya paz en la Tierra”.
En esta catequesis de Jesús podemos percatarnos de que Él habla de Su madre con un amor inconmensurable y que además elevó a su Madre para participar en la redención de la humanidad.
La presenta como la Reina del Cielo y de la Tierra, y como la Señora que gobierna el corazón de Dios, por su intercesión, dando gloria a la humanidad y siendo su esperanza.
Y llama también a confiar en sus métodos: en el silencio, en la humildad y en su guía.
Porque “solos no perseveraréis contra el mundo, pero con Ella y bajo su mano, nada podrá destruirte”.
Y dice, “entonces seréis intocables para el enemigo y Ella os protegerá de los cataclismos y los horrores”.
Y establece el camino por el cual el mal se destruirá, dice “no imitéis al mundo, no lo combatáis con sus armas: el orgullo, el odio, el desprecio y la mentira.
Estos medios traerán destrucción a los siervos y esclavos de satanás”.
Y agregó que, “el mundo se destruye a sí mismo y la antorcha de la ira y la ceguera ya enciende hogueras gigantescas, en las que será incinerada la civilización sin Dios, sin amor, sin piedad y sin vergüenza”.
Y sentenció, “sobreviviréis, pero sólo bajo el manto de María. La Reina del Cielo, tomará el control del campo de batalla y liberará a los esclavos. Ella dará libertad y paz a la Tierra”
“Así que no miréis con envidia a un mundo que se está hundiendo en la plenitud de sus pecados.
Mira con los ojos de María a la humanidad redimida».
«Mira con compasión y amor a tu prójimo. Encomienda a María todos aquellos que sufren por sus pecados. Encomienda a los esclavos de satanás a Su Corazón.
Deja de querer más y más para ti en vísperas de la tribulación de naciones enteras, de millones de tus semejantes».
“María va a luchar contra todos los poderes del infierno para salvarte de ellos.
Sin Su intervención, estaríais perdidos, y presa del príncipe de este mundo con sus falsas promesas”.
Por esto, dice Jesús, «quisiera que recurrierais a la protección de María, y que hagáis esto en nombre de todas las personas que te importan.
Y pedid también la protección de vuestros ángeles de la guarda, porque ellos os ayudarán en el fiel servicio de María”.
Y concluye la serie de mensajes sobre la intercesión de María diciendo, “María te pide que participes en Mi servicio. Juntos trabajaremos por el renacimiento del mundo”.
Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre los mensajes de Jesús y María recibidos por Anna Dambska sobre lo que sucederá en nuestro tiempo y qué deberíamos hacer.
Y me gustaría preguntarte si crees que lo que le fue dicho a Anna Dambska sobre nuestro tiempo ya está sucediendo o todavía no.
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