Está comenzando la hora del cumplimiento de la profecía del Cielo.
Con frecuencia oímos a gente distraída, o mal intencionada, decir que las profecías no se cumplen, que nunca pasa nada de lo que predicen.
Se olvidan que los tiempos de Dios no son los nuestros y que Él agota los procedimientos y sus advertencias, para que la gente se enderece y no tenga que aplicar Su dolorosa justicia.
Y como muestra, queremos hablar de las profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso, que fueron dadas a Sor Mariana de Jesús Torres entre el siglo XVI y XVII.
Donde Nuestra Señora profetiza lo que sucedería en el siglo XX, o sea nuestra época.
Y es exactamente lo que vemos suceder en nuestra época.
Tres siglos atrás describió la perversión que vendría al mundo y a la Iglesia.
Y que sucedería un castigo, a través de una guerra formidable, que conduciría a un mundo renovado, donde la fe y Dios prevalecerán.
Aquí hablaremos de estas profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso, para mostrar a los incrédulos que el Cielo nos advierte lo que va a pasar, y somos nosotros los que no le prestamos atención.
Las profecías de Nuestra Señora del Buen Suceso, dadas a la Madre Mariana de Jesús Torres entre el siglo XVI y XVII en Ecuador, profetizan la crisis mundial de la Iglesia y de la sociedad, que vendría en el siglo XX.
Allí vendría una corrupción casi total de las costumbres y reinaría una gran impureza.
En la Iglesia Católica los Sacramentos serían profanados y abusados, y la luz de la Fe se apagaría casi por completo en las almas.
Las almas verdaderamente religiosas serían un número bien reducido y muchas vocaciones perecerían.
Las almas que permanecerán fieles en esos tiempos difíciles necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y confianza en Dios.
La Virgen pidió que su mensaje fuera dado a conocer solamente en el siglo XX.
Y dijo que los que vivan al final del siglo XX serán los preferidos de Su Corazón, sobre todo porque en ese periodo el infierno se desencadenará y muchas almas se perderán.
Y llegará el momento en que todo parezca perdido, pero ahí vendrá el “feliz comienzo de la restauración completa”.
Dijo el Señor: “llegará mi hora, cuando Yo, de manera asombrosa, derribaré al orgulloso satán, aplastándolo bajo mis pies, encadenándolo en el abismo infernal, dejando a la Iglesia y a la Tierra libres de esta cruel tiranía”.
¿Que profetizaron Jesús y María para nuestro tiempo?
Una mañana de 1582 Jesús le avisó a Sor Mariana los castigos para el mundo del siglo XX.
Sor Mariana estaba orando ante el Sagrario, oyó un trueno aterrador y vio a la iglesia sumergirse en una terrible oscuridad.
La puerta del Sagrario se abrió y salió una grandísima luz que iluminó el altar mayor.
Y en medio de la luz, vio la agonía de Cristo crucificado y estaban a sus pies la Virgen, con lágrimas en los ojos, San Juan y María Magdalena.
Entonces la Madre Mariana oyó la voz solemne y severa del Padre Eterno: “¡Este castigo será para el siglo XX!”.
Y aparecieron sobre la cabeza del Cristo crucificado tres pesadas espadas.
Sobre la primera estaba escrito: “Castigaré la herejía”; sobre la segunda: “Castigaré la impiedad”; sobre la tercera: “Castigaré la impureza”.
La Virgen María entonces le preguntó a Mariana si quería sacrificarse por las personas del siglo XX y su respuesta fue sí.
Mariana se convirtió así en alma víctima por nuestros pecados de herejía, de impiedad y de impureza.
En 1588 recibió los estigmas de la crucifixión del Señor.
Y no le fue ahorrado ningún otro sufrimiento.
En 1610 Nuestra Señora le dijo que poco después de mediados del siglo XX estallarán las pasiones y habrá una total corrupción de costumbres, porque satanás reinará casi por completo a través de las sectas masónicas.
Atacarán principalmente a los niños, para mantener esta corrupción generalizada.
Será difícil obtener los Sacramentos, la Sagrada Comunión sería profanada y muchas personas morirán sin recibir la Extremaunción.
La masonería promulgará leyes inicuas para abolir el Sacramento del Matrimonio, facilitando a todos vivir en el pecado.
El espíritu católico decaerá rápidamente y la preciosa luz de la Fe se irá extinguiendo poco a poco, hasta llegar a una casi total oscuridad.
El 2 de febrero de 1634, en el 40° aniversario de la primera aparición de Nuestra Señora del Buen Suceso, la Madre Mariana estaba orando ante el Santísimo Sacramento, cuando se apagó la lámpara del Santuario.
Se le explicó que la extinción de la luz del Santuario significaba la situación desesperada en la que se encontraría el mundo y la Iglesia durante esta época futura.
Las herejías prevalecerían no sólo en el Ecuador, sino a nivel universal.
Una campaña mundial contra las virtudes de la castidad y la pureza logrará arruinar a la juventud. Nuestra Señora afirmó que: “Casi no habría almas vírgenes en el mundo”.
Las sectas masónicas y otras sectas secretas tendrían mucha influencia en la sociedad e incluso en la Iglesia.
Resultando que se perderán muchas vocaciones al sacerdocio, en una verdadera calamidad.
El maligno tratará de perseguir de todas las formas posibles a los ministros del Señor; trabajará con cruel y sutil astucia para desviarlos del espíritu de su vocación y corromperá a muchos de ellos.
Ciertos miembros del clero católico se convertirán en ladrones que roban la luz del Tabernáculo, ladrones que robarán la Fe.
Nos robarían la Doctrina, el Dogma y la Tradición, saqueando la Iglesia, como si nos dejaran en total oscuridad.
Muchos sacerdotes se volverán descuidados en sus deberes sagrados.
Y carentes de la brújula divina se desviarán del camino trazado por Dios para el ministerio sacerdotal.
Los sacerdotes depravados, que escandalizarán al pueblo cristiano, harán caer sobre todos los sacerdotes el odio de los malos católicos y de los enemigos de la Iglesia.
El Sacramento del Orden Sagrado será ridiculizado, oprimido y despreciado.
Y traerá enorme sufrimiento a los buenos pastores en este momento de suprema necesidad de la Iglesia.
Mientras el que debe hablar, permanecerá en silencio, refiriéndose a la jerarquía.
Las pobres almas sacerdotales que quedarán para sostener a la Iglesia sufrirán mucho.
Contra ellos los impíos librarán una guerra cruel, abrumándolos con vituperaciones, calumnias y vejaciones para impedirles cumplir su ministerio.
Pero dijo Nuestra Señora que: “ellos, como columnas firmes, permanecerán inquebrantables y afrontarán todo con espíritu de humildad”.
Nuestro Señor Jesucristo explicó que “la Justicia Divina manda castigos sobre naciones enteras, no sólo por los pecados de la gente, sino también por los de sacerdotes y religiosos.
Porque los consagrados son llamados, por la perfección de su estado, a ser la sal de la tierra, los maestros de la verdad y los que mantienen alejada la Ira Divina”.
Por eso Nuestra Señora del Buen Suceso imploró que la gente de este tiempo del siglo XX clamara insistentemente al Padre Celestial, por el fin de estos tiempos siniestros, enviando a la Iglesia un prelado que devuelva el espíritu a los sacerdotes.
Esta noche por la que pasará la Iglesia y el mundo será de lo más horrible porque, humanamente hablando, el mal parecerá triunfar.
Pero para disipar esta nube negra habrá una guerra formidable, dijo el Señor.
Y dijo: “Esto marcará la llegada de Mi hora, cuando de manera maravillosa destronaré al orgulloso y maldito satanás, pisoteándolo bajo mis pies y encadenándolo en el abismo infernal.
Así, la Iglesia y el mundo quedarán finalmente libres de su cruel tiranía”.
Nuestra Señora adelantó que es voluntad de Dios reservar esta advocación para este siglo XX, cuando la corrupción de las costumbres sea casi generalizada y la preciosa luz de la Fe esté casi extinguida
Y Ella obrará prodigios tanto en el ámbito espiritual como en el temporal.
Bueeeno hasta aquí queríamos mostrar cómo las profecías del Cielo se cumplen, para que los incrédulos las atiendan de otra manera.
Y me gustaría preguntarte si la mayoría de los católicos que conoces prestan atención a las profecías o no.
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