Cómo producir la intervención milagrosa de Nuestra Señora en un escenario de guerra.

La oración hecha con fe realiza milagros.

¡Cuántas veces Dios detiene el curso normal de las enfermedades y sana milagrosamente a quienes rezan con fe! 

Muchos lugares de la Tierra se salvan de graves peligros de guerras o catástrofes naturales por la oración de sus habitantes.  

Y en nuestro tiempo, cuando los tambores de guerra suenan por todos lados y las profecías sugieren que vendrá una gran guerra, con el agravante de que podría ser nuclear, hay que recordar que Nuestra Señora y Su hijo intervienen para finalizar las guerras y dar el triunfo a sus hijos que se lo merecen.

Y que para ello, debemos seguir sus consejos.

En una de las grandes apariciones aprobadas por la Iglesia, Pontmain, está retratado el auxilio que la Santísima Virgen puede darnos para terminar con las guerras.

Y también su consejo sobre donde debería estar nuestro esfuerzo para lograrlo.

Aquí contaremos los casos más notables en que Nuestra Señora intervino visiblemente para terminar con las guerras y derrotar a los enemigos.

Y hablaremos sobre cuál es el mensaje que nos dejó, que es válido para cualquier situación de conflicto bélico que se este por desatar o se haya desatado.

Nuestra certeza está en lo que cuenta la historia sobre cómo intervino Nuestra Señora para terminar con las guerras.  

Hay muchas intervenciones registradas que han sido visibles y otras que podemos inferir.

Recordemos la Batalla de Lepanto contra los turcos musulmanes invasores de la Europa cristiana, el 7 de octubre de 1571, cuyo éxito comenzó con el rezo del rosario en toda la cristiandad, por iniciativa de san Pío V.

Y luego los soldados de ambos bandos vieron a la propia Virgen interviniendo en el campo de batalla. 

Más tarde, entre 1675 y 1691 se produjeron otras batallas entre los polacos y los turcos mahometanos invasores.

La más importante fue la batalla de Viena.

Y en la batalla de Lwow todo el pueblo se había reunido en oración, y vio cómo el cielo se nubló de improviso y un extraño temporal se abalanzó contra el ejército enemigo con granizo, rayos, truenos y relámpagos, que los hizo huir despavoridos por la intercesión de María.

Durante la primera guerra mundial, entre 1914 y 1918, los ingleses relataron la intervención de la Santísima Virgen, de San Jorge y del Arcángel Miguel a su favor, contra las tropas alemanas.

En 1920, durante la Batalla de Varsovia, parecía que a los soviéticos les resultaría fácil derrotar a los polacos. 

Y el 15 de agosto, cuando el ejército ruso se acercaba al río Vístula, se vio una imagen de Nuestra Señora de Czestochowa en las nubes sobre el río, aterrorizando a los bolcheviques. 

El Ejército Rojo fue derrotado en lo que hoy se conoce como el «Milagro del Vístula», que detuvo la expansión del comunismo en Europa Occidental.

Algo similar sucedió en Austria en 1955.

Otro caso espectacular sucedió en 1986 en Filipinas, cuando los tanques del dictador Ferdinand Marcos avanzaron contra la multitud que rezaba el rosario.

Fue entonces cuando los soldados vieron entre las nubes la forma de una cruz y se les apareció una hermosa dama vestida de azul, y con ojos brillantes. 

Y les habló diciendo, “¡Queridos soldados, paren! ¡No continúen! ¡No hagáis daño a mis hijos!”. 

Y en América, Perú invadió las fronteras de Ecuador en 1941, debido a conflictos limítrofes.

A medida que las pérdidas aumentaban y no parecía haber una tregua a la vista, el Cardenal Carlos María de la Torre ordenó que se realizara un Triduo de misas y oraciones ante las imágenes de Nuestra Señora en todas las iglesias de Quito.

Y el 27 de julio, cuando el Triduo estaba llegando a su fin, Nuestra Señora del Buen Suceso realizó un milagro. 

La imagen comenzó a abrir y cerrar los ojos.

Y durante todo el milagro, la estatua estuvo impregnada de una luz sobrenatural, brillando con un aura celestial. 

Esto fue visto por muchos testigos a través de las horas. 

Y sorprendentemente el 28 de julio, se informó que se había llamado a un alto el fuego y la guerra había terminado.

Pero donde podemos encontrar el gran resumen de esta clase de intervenciones de Nuestra Señora en las guerras, es en la aparición de Pontmain, en Francia, una de las 8 grandes apariciones de la Virgen María aprobadas, en el continente europeo, antes de la 2ª Guerra Mundial.

El 17 de enero de 1871, la Santísima Virgen apareció durante tres horas, en el cielo del pequeño pueblo de Pontmain, situado en la frontera con Bretaña. 

Francia en ese momento llevaba varios meses en guerra contra Prusia y en enero de 1871 se produjo la derrota y debacle de los ejércitos franceses.

La situación era tan mala que el ejército francés comenzó a reclutar jóvenes sin experiencia militar.

Fueron reclutados 38 jóvenes de Pontmain.

El 17 de enero los ejércitos prusianos estaban arrasando Francia y se encontraban a un día de marcha de Pontmain, a las puertas del vecino Laval.

Entonces el cura del pueblo llamó a rezar a la Madre de la Esperanza.

Y ese día 7 niños, el más pequeño de solo 2 años, vieron la aparición de Nuestra Señora de la Esperanza de Pontmain en el cielo, por 3 horas.

Unas 80 personas se reunieron delante del granero de los Barbedette, a eso de las 6 de la tarde, mientras que los más jóvenes de la familia, Eugène y Joseph Barbedette, que tenían 12 y 10 años, contaban lo que veían a los vecinos, al cura y las monjas.

Nuestra Señora estaba en el aire, a unos 6 metros por encima de los techos.

Ella llevaba una larga capa azul adornada con estrellas doradas, un velo negro y una corona de oro de unos 20 centímetros de diámetro, con una lista roja en el medio.

También usaba zapatos azules y sus manos extendidas hacia los costados como en la imagen de la Medalla Milagrosa al principio, y luego llevando un crucifijo que decía Jesucristo, que más tarde sangrará.

Y en un momento, vieron que el rostro sonriente de la Señora se entristecía. 

Entonces el sacerdote se dio cuenta de que algunos adultos, que no veían nada, empezaron a burlarse. 

E impuso silencio, hizo arrodillarse a todos en la nieve, comenzó a rezar el rosario y volvió la sonrisa de la Señora. 

Al final del rosario, las monjas comenzaron a cantar el Magnificat.

Y entonces comenzó a aparecer a los pies de la Señora una leyenda dorada, letra a letra.

Y con el tiempo se formarían tres frases.

La primera, “Recen hijos míos”.

La segunda, “Dios pronto os concederá lo que piden”.

Y la tercera, “Mi Hijo se deja conmover por la compasión”.

Y durante el tiempo preciso de la aparición, el general pruso Von Schmidt, que estaba listo para arrasar con el pueblo de Laval en dirección a Pontmain, recibió órdenes del alto mando de no tomar la ciudad.

La invasión de la Bretaña nunca se efectuó, ya que ese mismo mes se firmó el armisticio entre Francia y Prusia.

La intercesión milagrosa de la Madre de la Esperanza de Pontmain trajo la paz. 

Y los 38 soldados del pueblo regresaron sin un rasguño.

El mensaje de Pontmain es claro para nosotros, recemos ante la guerra, que Dios está abierto a nuestras oraciones y nos concederá pronto nuestras peticiones. 

Bueno hasta aquí lo que queríamos contar sobre las intervenciones de la Santísima Virgen para prevenir las guerras, para provocar su terminación cuando comienzan, y para apoyar a sus hijos, cuando sus hijos rezan fervientemente.

Y me gustaría preguntarte si crees que podremos prevenir una tercera guerra mundial a través de las oraciones a Nuestra Señora, o crees que las cosas están ya muy avanzadas.

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