En el Monasterio de la Limpia Concepción de la ciudad de Quito se hallaba orando la abadesa Mariana de Jesús Torres.

Cuando repentinamente, Nuestra Señora hizo su aparición para anunciar terribles profecías y el triunfo final de la Santa Iglesia.

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Desde 1594 Mariana de Jesús recibió muchos mensajes de la Santísima Virgen, entre ellos la fecha de su muerte física…

La primera aparición de la Virgen fue el 2 de Febrero de 1594, cuando Mariana de Jesús Torres, se encuentra en oración, sola en la capilla.

De pronto una dulce voz la llama por su nombre.

Ella voltea y contempla un hermoso resplandor: una bellísima Señora con un precioso Niño apoyado en el brazo izquierdo, y un báculo en la mano derecha.

Mariana un tanto interrogante le pregunta por su identificación.

La respuesta no se hace esperar: «Soy María de El Buen Suceso, la Reina de cielos y tierra».

Y entre otras cosas le manifestó las pruebas que pasaría la comunidad.

La consuela y le dice que el báculo que llevaba en su mano derecha es,

«porque quiero yo gobernar éste mi Monasterio como Prelada y Madre.

Satanás quiere destruir la Obra de Dios.

Mas no lo conseguirá porque yo soy la Reina de las Victorias y la Madre del Buen Suceso, con cuya advocación quiero hacer en todos los siglos, prodigios… «

A esta se sucedieron muchas otras apariciones de la misma ‘Señora’ en las que recibía muchas luces para sí y los demás, y conocimiento de acontecimientos futuros tanto sobre su comunidad como sobre otras personas.

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MENSAJES RECIBIDOS POR LA MADRE MARIANA DE JESÚS

Mariana era un alma fiel al Señor desde su tierna edad.

No es de extrañar que fuera objeto de muchos regalos divinos, don de Profecía, visitas y comunicaciones de San José y apariciones de la Santísima Virgen.

En otra ocasión, mientras oraba en la capilla, a las 3 en punto de la madrugada, la Madre Mariana de Jesús Torres, vio la lámpara que ardía en el santuario cerca del Santísimo Sacramento parpadear y apagarse, dejando la iglesia en total oscuridad.

Sus sentidos se entumecieron, y vio una luz celestial que iluminaba toda la iglesia.

Era la Reina del Cielo quien, después de hacer a la mecha prenderse otra vez, dijo estas palabras a la Madre Mariana:

«Amada hija de mi corazón, Yo soy María del Buen Suceso, tu Madre y Protectora»

Y empezó a explicar los varios significados de que se hubiese apagado la lámpara.

 

LOS SIGLOS DE LAS HEREJÍAS

«En el siglo diecinueve, hacia su final, y a través de la mayor parte del siglo veinte, muchas herejías abundarán en esta tierra, que será entonces una república libre.

La luz de la Fe se extinguirá en las almas debido a la casi total corrupción de las costumbres.»

«Para entonces habrá grandes calamidades, físicas y morales, públicas y privadas.

Las pocas almas que preservarán en la Fe y las virtudes sufrirán cruel e indescriptible congoja, algo así como un prolongado martirio; muchos de ellos irán a la tumba debido a la violencia del sufrimiento y serán considerados mártires que se sacrificaron a sí mismos por la Iglesia y la Nación.»

«Para obtener la libertad de la esclavitud de esas herejías, aquellos a quienes el misericordioso amor de mi Santísimo Hijo haya destinado para tal restauración necesitarán gran fuerza de voluntad, constancia, valor y mucha confianza en Dios.

Para probar la Fe y Confianza del Justo, momentos vendrán en que todo parezca perdido y paralizado, pero ellos serán el feliz comienzo de la completa restauración».

«Recen con insistencia, pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin a tan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo.

Y para enviar a esta Iglesia al prelado, mi muy amado hijo, a quien mi Santísimo Hijo y yo amamos con amor de predilección, quien existe para revivir el espíritu de los sacerdotes, por lo que lo dotaremos con habilidades, humildad de corazón, docilidad hacia las inspiraciones divinas, fortaleza para defender los derechos de la Iglesia y un tierno y compasivo corazón.

Para que, como otro Cristo, pueda asistir al grande y al pequeño sin desdén por los más desgraciados que vengan, con dudas y amargura, a buscar la luz de su consejo.

Y así, con divina suavidad, Él podrá guiar a las almas consagradas al servicio divino en los claustros, sin hacer el yugo del Señor pesado para ellos, porque Él Mismo dijo: «Mi yugo es dulce y mi carga es liviana».

En sus manos será puesta la jerarquía del santuario para que todo pueda ser echo con peso y mesura, y así Dios será glorificado…»

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PREDICCIONES DE TERRIBLES CASTIGOS

«Todo tipo de castigos vendrán, entre los cuales habrán pestes, hambre, luchas entre las personas y los extranjeros, que guiarán a gran número de almas a la apostasía y la perdición.

Y para disipar estas negras nubes que ocultan el día claro de la libertad de la Iglesia, habrá una formidable y temible guerra en la que fluirá la sangre de nativos y extranjeros, de sacerdotes regulares y seculares y también de monjas.»

«Esa noche será la más horrible, porque parecerá a la humanidad que el mal ha triunfado.

Y entonces mi hora habrá llegado para destronar al orgulloso Satán en una sorprendente manera, aplastándolo bajo mi pie y encadenándolo en los abismos infernales, liberando así finalmente a la Iglesia y la Nación de su cruel tiranía».

 

ANUNCIO DE ESPERANZA

Las predicciones hechas por Nuestra Señora a sor Mariana fueron terribles. Cataclismos, pestes, hambrunas, guerras sangrientas, invasiones y blasfemias;

”…habrá una guerra formidable y espantosa en la que fluirá sangre de propios y ajenos, de sacerdotes seculares y regulares y también de religiosas”.

Sin embargo, sobre el final, palabras de esperanza inflamaron el ánimo de la religiosa:

“…entonces es llegada mi hora, en la que Yo, de una manera asombrosa destronaré al soberbio Satanás, poniéndolo bajo mi planta y encadenándolo en el abismo infernal, dejando por fin libre a la Iglesia y a la Patria de su cruel tiranía”.

Lo que la Madre de Dios anunció, al igual que en Fátima siglos más tarde aunque con otras palabras, fue el triunfo de su Inmaculado Corazón:

“Recen con insistencia pidiendo a nuestro Padre Celestial que ponga fin atan malvados tiempos, por el amor del Corazón Eucarístico de mi Santísimo Hijo…”.

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NUESTRA SEÑORA PIDE LA FABRICACIÓN DE SU IMAGEN

Una y otra vez la Madre Mariana escuchó sobre las terribles aberraciones morales del siglo veinte y del consecuente castigo por el que pasaría la humanidad.

El ardiente corazón de la fundadora no podía aceptar con indiferencia las diabólicas tentativas de destrucción de su trabajo y su Monasterio.

Ella incluso imploró a Dios por el milagro de que la mantuviera viva para luchar personalmente contra las fuerzas del mal en el siglo veinte.

Sin embargo, la misma Virgen Bendita quiso tomar el mando de la batalla.

En 1610 dijo a la abadesa:

«Te pido y te ordeno que tengas una imagen mía hecha para la consolación y soporte de mi monasterio y la fe de aquel tiempo (el siglo veinte).

El obispo debe darle el nombre de María del Buen Suceso de la Purificación o de Candelaria.

Yo tomaré completa posesión de ésta, mi casa, y pondré sobre mí la responsabilidad de mantenerla a salvo y libre de todo daño hasta el fin de los tiempos.»

«Gabriel, Miguel y Rafael, junto con todo el coro angélico, se harán cargo secretamente de la creación de mi estatua.

Para este propósito, tú debes llamar a Francisco del Castillo, que es un hábil escultor, y darle una breve descripción de mis medidas tal como me has visto hoy y siempre».

El 16 de enero de 1611, temprano en la mañana, las fervientes monjas se levantaron para rezar el Pequeño Oficio.

Una vez en el coro escucharon melodiosas armonías, se apresuraron a entrar y mirar. Oh! Prodigio!.

El coro brilló con una luz celestial y escuchó voces angelicales cantando la Salve Sancta Parens en una suave y encantadora armonía, al sonido de música celestial.

Y vieron que los arcángeles ya habían terminado la imagen sagrada, cuyo bello semblante envió brillantes rayos de luz al coro y a toda la iglesia.

El rostro, en medio de esa luz brillante que emanaba de la imagen, no era severo, sino majestuoso, sereno, dulce, amable y como invitando a sus hijas a acercarse a su madre con confianza.
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El Divino Niño era perfecto por sí mismo, y su expresión era de amor y ternura por las esposas tan favorecidas por Su Corazón.

La veracidad de este milagro está afirmada en un documento escrito a mano por los mismos artistas que habían estado comisionados para esculpir la imagen.

 

LA VIRGEN LE ANUNCIÓ SU MUERTE

El 2 de febrero de 1634, acababa la Madre Mariana Francisca su fervorosa oración a las 3 de la mañana, en el Coro Alto, cuando de pronto observó que la lámpara del Sagrario dejó de alumbrar.

En un movimiento casi instintivo, se dispuso a bajar a la Iglesia para reavivaría, pero una fuerza desconocida inmovilizó sus músculos y no pudo dar un solo paso.

En ese momento se le aparece la Santísima Virgen de El Buen Suceso portando al Divino Infante en su brazo izquierdo y sosteniendo el báculo en el derecho; y acercándosele lentamente le dice:

«Mi amada hija, hoy vengo a darte la grata nueva de tu muerte que ocurrirá de aquí a diez meses y días, cerrarás tus ojos a la luz material de este mundo para abrirlos a la claridad de la luz eterna.

Prepara tu alma que, purificada más y más, entre de lleno en el gozo de tu Señor.»

«Te hago saber que mi amor maternal velará sobre los Conventos de toda la Orden de mi Inmaculada Concepción, porque esta Orden me dará mucha gloria en santas hijas que tendrá.

Y con especialidad cuidaré de los Conventos fundados en estas tierras por mis hijas de esta Casa.»

sor mariana de jesus

 

LA MADRE MARIANA DE JESÚS TORRES

Nació en 1563 en Biscaya, España y murió el 16 de enero de1635 en Quito, Ecuador. Mariana fue la primogénita de D. Diego Torres Cádiz y de Doña María Berriochoa Álvaro, que también tuvieron dos hijos varones.

La familia vivía en un pueblo de la provincia de Vizcaya, junto a las dependencias de la parroquia.

Esta dichosa vecindad, a sus siete años, le daba lugar a ciertas fugas inocentes y frecuentes, con dirección segura y por todos conocida: ir a los pies del Sagrario, donde su corazón encontraba el amor de su vida.

Un día se produjo un gran incendio a causa de un descuido del sacristán, que consumió todo el templo, parroquias y sus dependencias, llegando el fuego hasta su casa, sus viñedos y pertenencias, reduciéndoles casi a la mendicidad.

Por estas y otras razones, con esfuerzo y sacrificio, la familia se vio obligada a salir a Santiago de Galicia.

En 1556, las piadosas mujeres de Quito, en comunión de ideales con su primer obispo, Don García Díaz Arias, habían elevado ferviente petición al Rey de España, Don Felipe II, para la fundación de un Monasterio de la Limpia Concepción.

Pasados algunos años, el Rey escogió personalmente en la provincia de Galicia, a cinco monjas Concepcionistas, que bajo la dirección de la Madre María de Jesús Taboada, llevasen a Quito el espíritu de la Orden de la Inmaculada Concepción.

Marianita contaba tan solo 8 años cuando lo supo. Creyó llegada la hora para dar expansión a sus ansias de amor sacrificado, correspondiendo a su Divino Esposo.

Rogó y obtuvo de su tía, la Madre Taboada, que la llevara consigo como aspirante a la vida religiosa.

Los razonamientos de su madre, peticiones de su padre y hermanos no fueron capaces para dar marcha atrás.

La precoz niña veía ser esa su vocación y le hacia mucha ilusión. Grande era el dolor de la separación de sus padres y de su patria, más grande era el fuego del amor Divino.

Después de pasar por grandes vicisitudes, al fin, al clarear el 30 de Diciembre de 1576, los clarines y tambores de la banda alegraban al pueblo por la llegada de las religiosas fundadoras.

Marianita, cuya entereza de ánimo no había flaqueado en la extremadamente dura prueba de la travesía; se convirtió en un núcleo de admiración y respeto.

La Madre Mariana era vista en Quito como la ‘madrecita’ que arreglaba los problemas y conflictos familiares.

También se da fe del don de bilocación de la Madre Mariana, para ayudar a los que se encomendaban a ella cuando hacían viajes en mulos ya que los caminos estaban llenos de ladrones.

La Navidad de 1534 fue una fiesta inolvidable para toda la comunidad, porque sabían que sus días se acortaban y todas querían unas palabras de la madre querida, que les decía entre otras cosas:

«Mirad hijas mías, que mi destierro se ha prolongado mucho, todas mis hermanas fundadoras gozan ya de la visión de Dios, dentro de un mes y medio también yo os dejaré, como nos han dejado ellas».

La llama su biógrafo la «Monja que muere tres veces» porque se comprueba histórica y documentalmente que esta bendita monja, murió realmente en el año 1582.
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Luego sigue viviendo y muere por segunda vez el 17 de septiembre de 1588.
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Para resucitar y volver a morir definitivamente el 16 de enero de 1635 a la edad de 72 años.

A las tres de la tarde dejó de latir el corazón de Madre Marianita. Todo el pueblo de Quito se volcó para ver por última vez a la «madrecita buena».

Entre el gentío había una pobre mujer, llamada Petra Martínez que deseaba llegar a las rejas del coro y suplicar curase a su niña ciega de nacimiento, que contaba con cinco años.

No cesaba de repetir:

“Madre Marianita, duélete de nosotras! ¿Qué será de esta niña, después de mi vida? ¿Quién le acariciará como lo hacía vuestra merced?».

Insistía la madre, «deje que la mire por primera y última vez mi niña», luego la madre metía la mano por las rejas con solo el deseo de coger una rosa que adornaba las andas, y al no conseguir lo deseado salió corriendo y trajo un palo y así obtuvo lo deseado, y con gran alegría cogiendo a la niña le frotaba los ojos pidiéndole a la madre Marianita le curase.

Y así entre llanto y súplicas se quedaron dormidas por un buen rato.

Al cabo, la madre se despertó y comenzó nuevamente con sus rezos que despertó a la niña, la cual se incorporó poco a poco en las faldas de su madre y luego dando un salto a las rejas exclamando:

«Madre Marianita qué bonita ha sido, pero no duerma ya más, despiértese y levántese, otra madrecita tan bonita también está durmiendo» a estas voces la madre no cabe en su asombro y el milagro se cumplía.”

Son muchos los prodigios obrados por la intercesión de esta sierva de Dios.

Su alma se recreaba y gozaba con los detalles para los actos litúrgicos y sobretodo la Eucaristía, cuando era sacristana; también como vicaria de coro formó jóvenes en el canto, y armoniun para la solemnización de la liturgia.

La ciudad de Quito le llegó a conocer por los consejos y ayudas que hacía con las personas que se acercaban al Monasterio, como la Madre.

Bajo el Altar de una capilla interior del Monasterio, se conservan 4 de los cuerpos incorruptos de las Madres Fundadoras.
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Uno de ellos es el de la Madre Mariana de Jesús Torres.

monjas concepcionistas fondo

 

ORACIÓN

Madre Santísima del BUEN SUCESO!
Tu que amasteis privilegiadamente a tu hija y confidente la Sierva de Dios madre MARIANA FRANCISCA DE JESUS TORRES, en los días de su vida mortal: alcánzanos de Jesucristo Nuestro Señor, que ese vuestro amor de preferencia lo podamos comprobar concediéndonos la gracia que ahora te pedimos; y la extraordinaria de verla elevada al honor de los altares en no lejano día, para que la Iglesia y la Patria ecuatorianas cuenten prontamente con una intercesora poderosa que nos salve de los males físicos, morales y sociales que acucian nuestras vidas y nos llevan al borde de la angustia. !Sálvenos sus ruegos y su antiguo amor a Quito y a todo el Ecuador!
Padre Nuestro, Ave Maria y Gloria.

 

EN ESPAÑA

virgen del buen suceso de madrid

Fue hallada milagrosamente en una serranía valenciana, presentada al papa por los hermanos “obregones“, y establecido su santuario en Madrid, con el favor de reyes y prelados.

Es particularmente emotiva la narración de los avatares sufridos por los hermanos obregones, con el final feliz -buen suceso- que determinó el título de esta advocación de Nuestra Señora, dado por el papa Paulo V a esta Virgen, que en nuestros días se venera en la Iglesia del Buen Suceso, antigua Iglesia del Hospital del Aire (nuevamente levantada).

 

LA DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA

María del Buen Suceso, Virgen del Buen Suceso o Nuestra Señora del Buen Suceso era una invocación bien conocida en España.
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Las huellas de esta invocación se remontan a la época de las guerras de liberación de los musulmanes.

Es al “Buen Suceso” que un magnífico altar fuera dedicado por la victoria de El Cid al entrar triunfante en la ciudad de Almenara.

El significado del término “Buen Suceso” o “buen éxito” es el milagro o la intervención sobrenatural de la Madre de Dios que intercede a favor de sus hijos.

Es el acontecimiento extraordinario que convierte una imagen de piedra o de madera, en una “puerta” a Dios o “puerta del Cielo”.

La Virgen del Buen Suceso era patrona de Sagunto-Valencia.

Es una estatua de mármol de 40 cm. de altura que se venera en el convento de las Religiosas (Siervas de María) de la ciudad.

La leyenda dice que la estatua apareció flotando en las aguas del mar, rodeada de 5 estrellas.

Con el tiempo, se transformaron otras invocaciones de la Virgen en la de “Buen Suceso”: en el ámbito de la Traiguera, Castellón, la gente venera, como la patrona de las tierras, la Virgen de la Fuente De Salud, que fué encontrada, según la tradición, por dos pastores: Anastasio y Jaime Sorli, en 1384.

Esta invocación se había transformado en la de Nuestra Señora del Buen Suceso.

En el área de Cabanes-Castellón, un día, a la madre de un niño gravemente enfermo, Francisco Gavaldá – el futuro Obispo de Segorbe – sucedió que, como ella estaba rezando ante la Virgen del Rosario, vió cómo la estatua comenzaba a sudar.

La madre secó la transpiración de la estatua con un paño que dejó debajo de la almohada de su hijo. A la mañana siguiente, el niño se despertó completamente curado.

Este “Buen Suceso”, el primero de muchos “logros,” que siguieron, dió lugar al cambio del nombre de la Estatua Sagrada.

Lo más importante, sin embargo, fué el sello de autoridad, puesto en la invocación de Nuestra Señora del Buen Suceso que ha sido crucial para el éxito.

La promoción de su devoción, se originó directamente de la voluntad de un Papa: (1065-1621, Pablo V).

 

EL HALLAZGO DE LA IMAGEN

Bernardino de Obregón (1540-1599) era un jóven Español, rico y orgulloso.

Un día, en 1567, sintió tanto la humildad de un pobre transeúnte, que cambió su vida y decidió dedicarse a servir a los pobres y a los enfermos.

Con la aprobación del Nuncio y el Rey Felipe II de España, fundó, en virtud de la Regla de la Orden Tercera de San Francisco de la Paola, la “Congregación religiosa de los Mínimos para la asistencia de enfermos” (que sirvió sobre todo en los hospitales).Los votos fueron castidad, pobreza, obediencia y hospitalidad.

En 1599, Obregón murió y fué enterrado en el Hospital General de Madrid, donde sus “Obregones” estaban trabajando.

En 1606, el sucesor, el Hermano Gabriel de Fontanet, con el Hermano Guillermo de Rigosa, fué a Roma para pedir al Papa la aprobación de la extension de su jurisdicción no solamente sobre la ciudad de Madrid sino sobre la de España entera.

Hicieron el viaje a pié. Habiendo pasado Valencia, cerca de la frontera con Cataluña, en el cruce de la sierra de Valdancha entre Traiguera y Castellón, los dos Hermanos perdieron su camino y una terrible tormenta vino sobre ellos durante la noche.

Cuando rezaban para encontrar un lugar seguro donde morir, ya que ambos temían que la furia de la tormenta podría causar su muerte, vieron una luz brillante en lo alto de la cordillera. Decidieron subir hacia la luz.

Al hacerlo, no sólo veían una hermosa luz dentro de una cueva, sino también un santuario a la Madre de Dios con bellas flores fragantes y raras que allí crecían.
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Al entrar en la cueva, descubrieron una estatua de una Virgen María sonriente, el Niño Jesús en el brazo izquierdo, un cetro en su mano derecha y una corona maravillosa en su cabeza.

La estatua era más bien pequeña, de sólo 53 cm de alto, con el Niño Jesús de 11 cm de altura. Ambos teníanel pelo castaño, los ojos negros, la piel encarnada. La estatua era de madera de ciprés.

¡No sólo había algo milagroso en este descubrimiento, sino que el asombro de los dos hermanos es que no podrían imaginar quién podría esculpir una obra de arte de tal belleza y perfección!

 

CON EL PAPA PABLO V

Colocaron la estatua en una canasta y continuaron su viaje a Roma. El Papa Pablo V recibió a los dos Hermanos y escuchó la historia del descubrimiento de la Estatua.

Comprendiendo la naturaleza sobrenatural del caso, se arrodilló, puso su cruz pectoral alrededor del cuello de la estatua, la abrazó y la besó y, exclamó:

«¡Mira,sonríe! ¿Por qué está sonriendo?

¡Qué buen éxito ha logrado con este viaje!

No hay duda que Nuestra Señora ha decidido protegerlo a usted y apoyarle en su trabajo.

Así que no soy yo quien vaya en contra Suya.

¡Que sus deseos tengan un Buen Suceso!».

Después, el Papa Pablo V bendijo la estatua, le concedió muchas indulgencias, le dió el nombre de “Nuestra Señora del Buen Suceso” y ordenó que su devoción fuera promovida.

En memoria de la cruz pectoral que Pablo V había colocado en Nuestra Señora del Buen Suceso, autorizó a que los hermanos, de la Orden, utilizaran una cruz de tela en su túnica de color negro.

Al final, Pablo V decretó que la Congregación: “Religiosos de los Mínimos para la asistencia de enfermos“ fuera establecida como una Orden Religiosa.

 

LOS HECHOS POSTERIORES

En su viaje de regreso, los dos hermanos, llegaron a Valencia, que estaba en las garras de la peste. Descubrieron que nueve de sus doce hermanos murieron por contagio.

Continuaron su camino a Madrid y pusieron la Estatua Sagrada en el altar de la iglesia del Hospital General, hasta que, el encargado del Hospital Real de la Corte, en la “Puerta del Sol” en Madrid, sustituyera la estatua de la enfermería.

Este hospital, fundado por el Rey Fernando e Isabel de Castilla para la asistencia y cuidado de soldados infectados, fué ampliado por el Emperador Carlos V en 1529.

El Rey Felipe II personalmente trazó el plan de de su pequeña iglesia, y el Hospital y la iglesia fueron declarados Patronato Real.

El 6 de Junio de 1611, el Rey Felipe II hizo la dedicación de la nueva iglesia y, en la presencia de la Reina y toda la Corte, puso la Estatua de Nuestra Señora del Buen Suceso en la iglesia, encima de la tercera capilla.

El 19 de septiembre de 1641, en una solemne ceremonia, la Estatua Sagrada, que dió su nombre al Hospitalde la Corte y su iglesia, fué colocada sobre el altar principal.

La iglesia recibió privilegios considerables: fué hecha una parroquia, según el Patriarca de las Indias, como la Capilla Mayor de los Reyes y del Vicario General de los ejércitos y de las Fuerzas Armadas.

La estatua se quedó, en esta iglesia de la “Puerta del Sol” de Madrid, durante unos doscientos años.

Se trasladó durante los horrores, las matanzas y la destrucción de la Guerra de Sucesión española, cuando los ejércitos extranjeros invadieron España y, en el patio del Hospital, fueron fusilados muchos héroes de Madrid.

A raíz de las ruinas causadas por la guerra, la estatua Sagrada fué colocada en un nicho de la iglesia del Buen Suceso, hasta que fué trasladada en 1832, en primer lugar, a la Real Colegio de Nuestra Señora de Loreto, y a continuación, en la Capilla del Palacio Real.

El área del Hospital de la Corte y de su iglesia fué asignado para otros usos, y así, en los últimos años, en esos lugares, nuevos y magníficos edificios se habían levantado.

Había un proyecto para reconstruir la iglesia del Hospital del Buen Suceso en una zona denominada Prado, enfrente del Jardín Botánico, pero la idea fué abandonada.

Fué la Reina Isabel II, quien insistió en que la idea de la reconstrucción de la iglesia dedicada al Buen Suceso no fuera abandonada, así que fué erigida en el barrio de Pozas, en 1868, frente al Hospital Central del Aire (el Hospital Militar), aunque no tan grande y magnífica como estaba previsto en el proyecto original de la reconstrucción.

El Rey Felipe III colocó allí la Estatua Sagrada con un privilegio sin precedente en España y en el mundo: era la única iglesia en el mundo donde la Misa se celebraba desde las 5 de la mañana hasta las 2 de la tarde. ¡Ni siquiera en Roma había una iglesia con tal privilegio!

Fuente:


Equipo de Colaboradores de Foros de la Virgen María

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