Visiones sobrenaturales del Gran Aviso dadas a por la Virgen a un sacerdote actual.
Antes del Aviso y la purificación de la Tierra, Dios está informando los sucesos que vendrán, para que sepamos lo que va a suceder, y nos preparemos.
Cumpliendo así el pasaje de Hechos de los Apóstoles 2:17, donde Dios dice que jóvenes y ancianos tendrán visiones en los últimos tiempos.
Son anticipos de lo que Él derramará sobre el mundo, para que oiga el que tenga oídos para oír.
Películas como el Gran Aviso y la incansable tarea de Foros de la Virgen María, entre otros, cumplen la misión de acercar al público estas visiones, que ahora se están multiplicando en toda la Tierra.
Aquí traemos las visiones que tuvo un sacerdote sobre el Gran Aviso y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María.
Quien, sin embargo, nunca había oído hablar de ello, como sucede con tantos.
¡Son maravillosas sus visiones!
Hace más de un año el teólogo Daniel O’Connor está en contacto con un sacerdote católico, que ha estado recibiendo visiones proféticas del Cielo.
Que según el discernimiento de O’Connor son auténticas.
Es un sacerdote católico estadounidense de buena reputación, santo, humilde y ortodoxo, que es profundamente fiel a su vocación y está bajo dirección espiritual.
Está muy dedicado a su ministerio sacerdotal y a su rebaño.
Y desea permanecer anónimo, por razones de seguridad, y porque no quiere que la exposición pública de sus visiones interfiera con su trabajo.
El padre John, como le llama O’Connor, recibió estas visiones mucho antes de haber oído hablar de “El Aviso” o iluminación de conciencia.
Recibió visiones sobre la tribulación, sobre las distintas respuestas al Aviso, sobre el Castigo y sobre cómo la Santísima Virgen llegaría al triunfo de Su Corazón Inmaculado.
John tuvo visiones, en varias oportunidades, de Nuestro Señor en Su Cruz en el cielo.
Era Cristo herido, vivo y en los momentos de Su agonía.
Aunque estaba a la distancia, en el cielo, era de alguna manera una realidad para sus sentidos.
El crucifijo viviente descendía rápidamente hacia él.
Mientras el cielo permanecía de un azul claro, y las nubes parecían disiparse en la estela de una extraordinaria luz dorada y plateada, que emanaba del Señor y de la Cruz.
Y la rapidez con la que descendía el Crucifijo parecía imprimirle la noción de que “Él estaba viniendo” y que mucho “se quemaría a su paso”.
Lo que luego Daniel O’Connor interpretó como un anuncio de la llegada inminente del Gran Aviso.
En una oportunidad tuvo una visión directa sobre el Gran Aviso y cómo respondería la gente hacia él.
Estaba de pie en un campo, de noche, todo estaba bañado por una tenue luz azulada.
A lo lejos se veía un pueblo inusualmente oscuro.
El mundo estaba completamente quieto, oscuro.
Había otras personas de pie cerca de él.
Todos miraban una cruz gigante hecha de luz blanca azulada, que se movía a través del cielo.
Mientras un estruendo constante provenía de la propia Cruz.
Que pasaba a través de todos los seres vivos, haciendo literalmente vibrar los huesos y cada célula.
De repente, el mundo entero sabía que Dios es real y que Jesucristo es el Señor.
Pero algunas de las personas, aparentemente llenas de absoluto terror ante tal revelación, cayeron muertas.
Como consecuencia de su anterior estrechez de miras, o de la conversión extrema que exigía una comprensión tan impactante.
Un segundo grupo reaccionaba ante la Cruz con rabia. Gritaban, mostraban los dientes y agitaban los puños contra ella.
Se les había dado el don de presenciar la realidad del Creador en toda su vida.
Y sin embargo se rebelaron contra Él y no se podía razonar con ellos.
Solo la rebelión y el orgullo habitaban en sus corazones retorcidos y ennegrecidos.
Y huían hacia los bosques circundantes, tratando de esconderse de la Cruz, desaparecían en la oscuridad.
Pero a medida que sus gritos se hacían más distantes, su sonido se volvía menos humano y cada vez más parecido a las bestias salvajes.
Y había un tercer grupo que permanecía en su lugar.
Que sentían que el estruendo de la Cruz era un bello acorde.
Y cada uno de ellos alzaba la voz en un canto de alegría, de risa, de alivio, de plenitud, de emoción y, sobre todo de alabanza.
Estaban en éxtasis, aunque permanecían completamente despiertos y conscientes.
Y sin apartar la mirada de la Cruz, al mismo tiempo podían ver sus propios pies despegando del suelo a unos cuantos centímetros, en levitación.
El sacerdote testifica que sólo fue más tarde cuando se familiarizó con revelaciones similares de Santa Faustina Kowalska, María Julia Jahenny, etc.
Sin embargo en esta visión se describieron las tres reacciones de las personas hacia el Gran Aviso, que fueron reveladas por Nuestra Señora en Garabandal: los que morirían por la impresión, y luego los que aceptarían el mensaje y lo que se rebelarían contra él.
También el Padre John tuvo una visión que se podría interpretar como la del triunfo del Inmaculado Corazón de María.
El se vio que estaba rezando el Rosario en una Gruta de Lourdes.
Y al salir de la gruta tuvo una visión de que la capilla adjunta estaba envuelta en llamas.
El techo y las ventanas del edificio habían desaparecido. Todo era un infierno rugiente.
Y de repente, en su corazón sintió estas palabras: “No te preocupes, esto es solo una señal de lo que vendrá”.
Fue arrastrado entonces al lado de Nuestra Señora.
Y Ella silenciosamente le hizo un gesto con su mano para que mirara hacia abajo, al globo terráqueo.
Vio multitudes que se desbocaban, gritaban y gruñían, mientras saqueaban, pillaban y quemaban.
El hollín de sus hogueras oscurecía sus rasgos humanos.
Solo podía ver sus dientes al descubierto y sus lenguas.
Parecía que todos estaban hundidos hasta el pecho en el infierno.
La única palabra que se le ocurrió para describirlos es rabia.
Entonces la voz de Nuestra Señora sonó de vuelta en su corazón: “Mira, ni siquiera les importa estar ardiendo en los mismos fuegos que ellos mismos están provocando”.
Y de repente fue elevado más, y ahora podía ver las llamas en todo el globo terráqueo que estaba debajo.
Era un fuego real, físico, provocado por la ira, la guerra y la rebelión que se había desatado.
Cree que esto sucedía sobre todo en Europa y los alborotadores no eran cristianos.
Imploró a Nuestra Señora que le diera instrucciones.
Y entonces, en medio de las llamas furiosas pudo ver grupos de personas, que estaban de pie, formando círculos, de espaldas al fuego.
Cada persona sostenía un rosario en sus manos y rezaba.
Y mientras rezaban, cada rosario emitía una luz dorada radiante.
La luz envolvía a todos estos grupos que rezaban y dondequiera que brillaba la luz, las llamas se detenían.
Eran como «islas» de hierba verde en un cielo azul, en medio de las llamas.
Y vio luego que ya no quedaban ciudades, ni figuras furiosas a la vista, en las llamas, todo había sido consumido.
Solo quedaban los que rezaban el rosario, de pie sobre la hierba, a salvo y en completa paz.
Y oyó de nuevo en su corazón la voz de Nuestra Señora: “Mira, así es como obtendré la victoria».
Esta visión muestra cómo será el triunfo del Inmaculado Corazón de María, que le ha sido reservado por Su Hijo.
El triunfo vendrá por la oración, la confianza y la fidelidad.
Por la paz de saber que, aunque todo alrededor esté en llamas y destruído, habrá un remanente fiel que pasará esta prueba con la protección de la Santísima Virgen y todo el Cielo.
Bueno hasta aquí las impresionantes visiones que tuvo el padre John, sobre el Gran Aviso y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María, aún antes de haberse familiarizado con esas profecías.
Y me gustaría preguntarte si tú u otras personas que conoces, han tenido visiones o sueños sobre el Gran Aviso y el Triunfo del Inmaculado Corazón de María, o no.
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