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La devoción a la Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt tiene su inicio en el Santuario original que está en Schoenstatt (que significa «lugar hermoso»), en un barrio del pueblo de Vallendar, próximo a Coblenza, a orillas del río Rhin en Alemania.

Su fundador fue el Padre José Kentenich el 18 de octubre de 1914. Su nombre deriva del lugar donde surgió, el «Santuario Original», una modesta capilla consagrada a la Santísima Virgen.

Su fiesta es el 18 de octubre. Puede verse la historia en NUESTRA SEÑORA DE SCHOENSTATT, ALEMANIA ( 18 DE OCTUBRE)

ORACIÓN INICIAL (PARA DECIRSE CADA DÍA DE LA NOVENA)

Querida Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt; vengo a Ti con ilimitada confianza a implorar tu ayuda para obtener de Dios lo que humildemente pido.

Tu Hijo Divino te entregó a mi como Madre. Sus palabras “He ahí a tu Madre” me las dijo a mi también, y a Ti te dijo “He ahí a tu hijo”, (Jn. 19, 26-27), una unión eterna. ¡Heme aquí pues arrodillado a tus pies! ¡Que consuelo tenerte como Madre! Por lo tanto acudo a Ti en mi angustia. Te ruego Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, pues ninguno de tus hijos que han acudido a Ti ha quedado sin protección o ayuda. Tú misma has llevado a cuestas grandes penas. Como Madre Dolorosa permaneciste al pie de la Cruz. Ahora que vengo a Ti con mi dolor, ¿Despreciarías esta humilde y angustiosa súplica? ¡No, Nunca! Tú eres la Salud de los enfermos, el Consuelo de los afligidos, el Auxilio de los cristianos. Lo que me llena de consuelo especial es el hecho de que Tu eres «Madre, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt», una advocación que quiere decir simplemente que eres mi Dulcísima Madre en todo momento y lugar.

Te suplico que obtengas para mi de tu Misericordioso Hijo, la respuesta a mi plegaria (…), y yo repetiré tu “Magnificat” (Lc 1, 46-55) y pregonaré la Misericordia de Nuestro Señor por toda la eternidad. Amén.

DIOS SALUDA A MARÍA SANTÍSIMA. PRIMER DÍA

“El ángel del Señor anuncio a María y Ella concibió del Espíritu Santo” (Lucas 1, 28-38)

A través de los siglos, las campanas de todas nuestras iglesias y capillas han proclamado en voz alta este misterio. Tres Veces al día nos quiere recordar el principio de nuestra redención.

Meditemos por un momento en la Anunciación. ¡Cuanta Luz ha de haber rodeado a la Santísima Virgen María! ¡Qué gran misterio confío el Señor a su Cuidado! ¡La Venida del Mesías se acercaba y aquella humilde doncella llegaría a ser su Madre! ¡Qué profunda emoción debe haber embargado a María cuando oyó lo increíble: que el Hijo de Dios quería hacerse uno de nosotros!

Preguntémonos sin embargo, si acaso este hecho trajo alegría y felicidad tan sólo a la Virgen María. Claro que no, pues bien sabemos, la hora aguardada por tan largo tiempo traía consigo una profecía de mucho sufrimiento. Seguramente que en el momento de la Anunciación, la Virgen Santísima no conocía a detalle todos los acontecimientos que se disponía a aceptar. Por otro lado, Ella estaba familiarizada con las Escrituras. Especialmente los pasajes referentes al Mesías quien, a un precio de extremadamente dolorosos sufrimientos, quería redimir a un mundo tan profundamente sumergido en la culpa y el pecado. Entonces, ¿No tendría también su Santísima Madre que prepararse para un mar de sufrimientos?
“El Ángel del Señor anunció a María” (Lc. 1,28) Dios saluda a María Santísima.

¿Dios nunca te ha enviado un ángel que te salude y te traiga un mensaje? Entonces, ¿Quién te trae sus mensajes? Tal vez sea el cartero quién trae noticias que pueden destruir todos tus sueños y tu felicidad. Noticias de que algunos de tus semejantes te calumnian y manchan tu honor, noticias de que has perdido tu casa y todas tus posesiones o de que tus acreedores te amenazan con una demanda. Tal vez te han llegado noticias del fallecimiento o la gravedad de algún ser querido o esperas con ansia saber con sigue el enfermo. Tal vez los problemas que te hacen la vida pesada no sólo son exteriores sino también interiores.

¡Ah no digas que Dios nunca te manda un mensajero o un mensaje! ¡Calla! Arrodíllate silenciosamente frente al Señor tu Dios como la Virgen María se arrodilló ante el ángel, y reflexiona.

Para aquellos que aman a Dios, nada es imposible. ¿Acaso tu cruz, cualquiera que ésta sea, no es un saludo del Padre celestial para ti, su hijo? ¿No es esto como si un ángel mensajero se parara delante de ti? Tal como sucedió a la Virgen María, Él espera también tu consentimiento.

Tu sufrimiento tiene un profundo significado. Desde que Cristo murió en el Gólgota, Él permite que aquellas personas a quienes Él Ama participen en su muerte, para que así mismo se hagan participes de su gloria. Junto con Cristo debemos sufrir por nuestra propia redención y al de los demás.

Inclina tu cabeza, pues, bajo la mano de Dios, y cree ciegamente que es Dios quien te saluda en tu dolor, que es un mensaje del Cielo. Cree firmemente que ahora, más que nunca, no estás abandonado de Dios, y confía implícitamente que Él te escuchará a través de la intercesión de María Santísima, Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt.

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, puesto que Tú has caminado siempre en la obediencia de la fe, sometida en todo momento a la Voluntad del Todopoderoso, ayúdame en mi cruz y mi calvario, a encontrar el Amor de mi Padre Celestial. Intercede por mi para que Dios me escuche y, si mi súplica tiene cabida en su plan divino, concédeme lo que te pido (…) . Amen.

Ejercicio. Pon atención cuidadosa a todo lo que pasa a tu alrededor y tómalo como un saludo de Dios.

RESPUESTA DE MARÍA SANTÍSIMA AL MENSAJERO DE DIOS. SEGUNDO DÍA

«He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc. 1, 37,38)

¿Acaso fue fácil para María dar esa respuesta? ¿O acaso respondió precipitadamente casualmente y sin reflexionar como nosotros lo sabemos hacer cuando rezamos el Ángelus?.

María indudablemente estaba atemorizada ante lo que vio y oyó; atemorizada seguramente ante la tarea sin precedente que Dios le asignaba puesto que Ella solo deseaba permanecer Virgen y ahora eso sería diferente . Pero no había mucho tiempo para reflexionar. La decisión tenia que ser tomada de inmediato. El Ángel permaneció ahí aguardando la respuesta que determinaría los futuros planes divinos. Era la respuesta de la que dependía la redención de todo el mundo. María nunca se revistió de falsa humildad pretendiendo no poder hacerlo. Nunca luchó con el Ángel como lo hizo Moisés cuando el Señor le ordenó ir ante el faraón y realizar actos milagrosos para que éste le permitiera partir a los hijos de Israel. La respuesta titubeante de Moisés fue: “Yo no puedo, soy torpe para expresarme, permite que Aarón hable por mi” (Ex. 4,10)

María Santísima actuó de otra manera cuando el Ángel le revelo que Ella podía llegar a ser Madre de Dios sin perder su virginidad, María no titubeó ni por un momento. Con una simplicidad de niño y depositando toda su confianza, pronuncio estas palabras: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38)

Ahora dime, ¿Cuál es tu respuesta al dolor que te agobia? ¿Cómo vas a contestar al mensaje de tu Padre Celestial? Seguramente estarás pensando ¿Cómo voy a poder contestar a las injusticias, a perder mi honor, mi hogar y mis posesiones? ¿Acaso hay quien pueda aceptar fácilmente la perdida de sus seres queridos, o el tormento de alguna enfermedad que amenaza su propia existencia?

¡Piénsalo detenidamente! Tu dolor por profundo que sea lo permite el Amor de Dios, y por lo tanto su Mirada está continuamente puesta en ti. Él tan sólo te desea el bien. Quiere que te acerques a Él ¡Esto lo debes de creer con todo tu corazón!

Aún cuando Él permite que vivas en una debilidad moral, seria y humillante, lo hace para tu beneficio. Recuerda que como dijo San Pablo “Para quienes aman a Dios, todas las cosas cooperan para su bien” (Rom 8,28) . Todo lo que necesitas es admitir con humildad tu miseria y elevar incesantemente tu corazón con tus plegarías a Él. Ofrécele toda tu voluntad y has el propósito de aceptar cuando menos el día de hoy esa cruz que cae tan pesadamente sobre tus hombros.

Cuando todo parezca sin sentido o sin razón repite con humildad junto a María: «He aquí la sierva del señor, hágase en mi según su palabra» (Lc 1, 37,38) . ¡Si Padre Celestial, hágase siempre tu Voluntad ya sea que me traiga pena, dolor o alegría!

Oración. Madre Santísima, Reina Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de pronunciar un sincero, humilde y resignado ¡Si! de corazón en mi gran sufrimiento. Amen.

Ejercicio. Confía en el Señor como tu Madre Celestial te enseña. Cuanto más confíes en el Señor, Él Será más bondadoso contigo. Hoy pronuncia un resignado ¡Si! a todo acontecimiento imprevisto que suceda.

EL ESPÍRITU SANTO ALABA A MARÍA SANTÍSIMA A TRAVÉS DE ISABEL. TERCER DÍA

«Bendita seas Tú por que has creído»

En el primer día de esta Novena aceptaste tu sufrimiento como un mensaje de Dios, en el segundo día trataste de someterte a Dios, tu Padre Celestial, como un niño. Con María, la Bienaventurada Madre de Dios, le has dado tu sí, con la ciega confianza de que la Voluntad de tu Padre ha planteado nada menos que lo mejor para ti, aún cuando Él permita penas amargas.

Hoy presenciamos el encuentro entre María Santísima y su prima Isabel. Nos maravillamos ante las palabras del Espíritu Santo que pronunció Isabel: “¿Y cómo es que he merecido que la Madre de mi Dios venga a mi?” “Bendita eres Tu que has creído” (Lc.1- 43)

¿Qué fue lo que creyó María? Creyó en el poder supremo de Dios y nunca dudó que para lograr sus planes Dios puede, incluso, romper las leyes de la naturaleza. Realmente Él había hecho cosas grandes e incomprensibles en María. Ella podía cargar al Hijo de Dios bajo su corazón y llegar a ser Madre sin perder su virginidad.

Recuerda que estas palabras del Espíritu Santo, en labios de Isabel, fueron pronunciadas también para ti. Sí, como María tu también puedes creer. El Buen Dios es Todopoderoso, y está listo, a petición de María, a ayudarte también, si es para tu salvación, aun si se requiere de un milagro. ¿Acaso no es Ella la Estrella de esperanza?

Que María sea tu Madre es un hecho maravilloso. Su más hermoso privilegio de Madre consiste en obtener de Dios favores para ti. “La Virgen María ha hecho el Milagro”, ha sido escrito miles de veces en los Santuarios y Basílicas de nuestra Santísima Madre, la “Salud de los enfermos” , el “Consuelo de los afligidos” la “Abogada de los cristianos”. Todos los Santuarios de la Madre de Dios son testimonio de su maravilloso y grande amor maternal.

¿Acaso no son testimonio viviente de su poder? María puede, desea hacerlo y obtendrá milagros para ti. El número de milagros obtenidos por su intercesión es incalculable. El mismo Cristo nos exhorta a creer fuerte y firmemente en el Poder de Dios y en su ayuda milagrosa cuando nos dice “Tengan fe en Dios. Yo les digo que cualquiera que diga a esa montaña: Levántate y arrójate al mar, sin dudar y creyendo firmemente en lo que dijo, lo conseguirá. Por lo tanto, Yo les digo que todo lo que pidieran en la oración, crean y lo recibirán” (Mc 11, 22,25)

Bendito eres si tienes fe que Dios, por intercesión de María te concederá lo que pidas, siempre que sea para tu bien, o te dará fuerzas para cargar tu cruz si acaso Dios, en su Misericordia infinita, decide que no es para tu bien y no te lo concede.

Oración. Madre Admirable, en tu poder y en tu bondad fundo mi vida. En ellos espero confiado como niño. Madre Admirable, en tu Hijo y en Ti en toda circunstancia creo y confío ciegamente.

Ejercicio: Practica la confianza de un niño todo el día

RESPUESTA JUBILOSA DE MARÍA SANTÍSIMA EN EL MAGNIFICAT. CUARTO DÍA

“Mi alma engrandece al Señor y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lc 1, 46-47)

¿Qué tiene que ver el himno de alabanza de María con tu Novena y el grito suplicante de tu corazón en busca de un respuesta a tu gran súplica? Ciertamente tú te entregarás en un fervoroso Magnificat tan pronto obtengas lo que has pedido, pero, ¿ahora? Es mucho pedir, ¿así piensas?.

Con el corazón lleno de alegría María proclamó las grandes Obras de Dios. Ella no pensaba que era la predilecta de Dios. Su alegría se desbordaba al mundo entero, cuya redención había llegado. “Por generaciones y generaciones es su Misericordia … Él ha exaltado a los humildes…ha saciado a los hambrientos con buenas cosas” (Lc 1, 50).

También en la vida práctica, María revela en su totalidad una actitud de sensibilidad para ayudar a los necesitados.

Tan pronto como el milagro de milagros sucedió y el Hijo de Dios se hizo hombre en su Vientre, Ella no permaneció recluida para adorar al Dios de su Corazón, al niño de su Vientre, sino que rápidamente se fue a casa de Isabel, donde puso manos a la obra.

¡En que forma tan humana se reveló la Santísima Virgen! Fue allí, al servicio de otra persona, que cantó su glorioso Magnificat.

Tú te acercas ahora con una gran súplica. Tal vez estés decepcionado de Dios y de los hombres, o te encuentras atormentado por un profundo conflicto interno. O tal vez haya muchos obstáculos frente a ti. ¿Cómo vas a tener tiempo de preocuparte por alguien más? Tienes bastantes problemas propios, demasiadas preocupaciones. Nadie se va a ocupar de resolver tus problemas. ¿No es ésta tu manera de pensar? Tal vez en ocasiones te has indignado, entristecido, o has envidiado la buena fortuna de otros.

Tal vez la Santísima Virgen te pueda dar alguna enseñanza en su Magnificat ¿Acaso no te habla de servir y ayudar desinteresadamente? ¿Porqué no tratar, a pesar de tus propias penas y preocupaciones, de llevar un poquito de felicidad a otros y de ser verdaderamente amable y caritativo con la mirada, con las palabras y con hechos? Ruega por otros. Haciendo esto hallarás profunda felicidad en medio de tu sufrimiento tal como lo ha escrito San Pablo: “Yo reboso de alegría en mis tribulaciones” (II Cor. 4,7)

Oración. Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, tu has cantado tu Magnificat por que el Señor te eligió como Madre, y por que por medio de tu maternidad te convertiste en sierva de todos. Obtén para mí la gracia de cargar mi sufrimiento con alegría y de servir siempre a otros con la esperanza de que Dios me conceda mi petición a través de tu poderosa intercesión, Oh Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt. Amén.

Ejercicio. Trata de ser alegre y amigable en tu trabajo hoy. Usa todas las oportunidades para servir a otros.

LA PREGUNTA DE MARÍA SANTÍSIMA A JESÚS. QUINTO DÍA

«Hijo Mío, ¿Por qué nos has hecho esto?…» (Lc 2, 48)

Tu llevas a cuesta una carga pesada. Apenas ayer, a pesar de todas tus preocupaciones, hiciste un gran esfuerzo para ser alegre y agradable. Tal vez trabajaste para otro hasta estar rendido. Ahora vuelves a ser el mismo con tu problemas. Hay algo muy dentro de ti que quisiera levantarse y exigir una respuesta a la eterna pregunta ¿Por qué?

Eso simplemente es humano, pero no debes amargarte tu vida. Además debe servirte de consuelo el saber que la misma Virgen María tuvo la misma duda: “¿Por qué nos has hecho esto?” (Lc 2, 48) Dime ¿Hay alguna cosa que pueda hacernos sentir más cercano a María, de esta manifestación humana de preocupación Maternal, o en todo caso, todos los incomprensibles hechos de su vida, aún al pie de la Cruz? Calladamente Ella estuvo al pie sin quejarse.

Ahora tu te preguntas ¿Por qué todo el terribles sufrimiento, las decepciones, el dolor? ¿Hay algún propósito en todo esto? . Hay Un verso que dice: «Cuando el dolor y el sufrimiento tus compañero son, el Padre Celestial te está diciendo: “Ven acércate a mi Corazón”

Es que el Amor de Dios hacia a ti es aún mayor ahora que ha permitido que sufras. Por medio de ese dolor ha querido purificarte, apartarte de las cosas mundanas y acercarte a Él. Se que has de decir: “Dios me esta castigando”, y has de creer que ya no está de tu lado. Sin embargo Él te ama, especialmente cuando sufres pacientemente, porque entonces es como si cargaras su propia Cruz.

Sin embargo, deberás aceptar tu sufrimiento con verdadero espíritu de penitencia, pues cada uno de nosotros tienen muchas razones para pagar por los pecados propios y por los de los demás. Por medio del sufrimiento y del dolor puedes borrar, aquí en la tierra parte del castigo temporal que te espera por tus pecados. Esto también es prueba del Amor de Dios. Por lo tanto, el sufrimiento y el dolor se convierten en peldaños de la escalera de tu salvación y santificación.

Pero hay aún un significado más profundo en tu dolor. El dolor, cuando se sufre resignadamente, amolda tu alma a la imagen y semejanza de tu Salvador Crucificado. Amando a Jesús, como seguramente tu lo haces, ¿No quisieras asemejarte un poquito más a Él?

Recuerda que a través del dolor y las penalidades de esta vida tienes una maravillosa oportunidad para adquirir preciados méritos para la eternidad. Algún día, a la hora de morir, te regocijarás por las ocasiones en que como el oro fuiste purificado con el fuego del sufrimiento, y por los momentos en que, como Cristo, caíste al suelo bajo el peso de la cruz. Los momentos de placer y de prosperidad no te darán ningún consuelo en este momento. Pero bendito eres tres veces, si has soportado las pruebas que la vida te ha puesto, en unión con Dios.

Tu sufrimiento también te ofrece la oportunidad de ser un apóstol y ayudar en la salvación de muchas almas. Podríamos decir que la Madre Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt te sale al encuentro y te dice: “Dame todos tus sacrificios, dolores, y penas para poder ofrecérselos a Dios. Ellos sería fructíferos en la salvación de almas y en la reconstrucción del mundo de acuerdo con los planes de Cristo” ¿Acaso puedes negarle esto a la Madre de Gracia de Schoenstatt? ¿No te gustaría llegar a ser una victima de amor, a través de tus esfuerzos y sacrificios, con objeto de ganar muchas gracias para las conversiones? Mira dentro de ti y fíjate si Dios y nuestra Madre Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt no están tratando de despertar en ti un espíritu de sacrificio y acción heroica.

Tal vez el significado del dolor te sea un poco más claro ahora. Sin embargo, puedes acudir a María con absoluta confianza. Puede ser que Dios haya permitido tu dolor para que conozcas el poder y la bondad de María Santísima ¡Confía en Ella como un niño! Cuanto más confíes, más lograrás. Ofrécele tu dolor y tus penas a María y Ella dará consuelo a quien en su Amor confía.

Oración. Madre Querida Reina Y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, en tu sufrimiento has buscado a tu Hijo y lo has encontrado. Todo tu dolor lo has resumido en la Frase: “Hijo mío, ¿Por qué nos has hecho esto?” . A Ti traigo todas mis preocupaciones, y te ruego con todo el fervor de mi corazón que obtengas para mi las gracias que te pido (…). Que la Voluntad de Dios se haga sobre todas las cosas, Amén

Ejercicio: Repite esta idea Hoy: “Mi sufrimiento tiene un profundo significado y Dios hará lo que sea mejor”

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA. SEXTO DÍA

«Su Hijo respondió: ¿No sabes que debo ocuparme de las cosas de Mi Padre?” (Lc, 2, 49)

María Santísima encuentra a su Hijo, pero al mismo tiempo se da cuenta que el Padre Celestial tiene primera potestad en el Corazón del Hijo y que su Corazón maternal tenía que tomar segundo lugar. Ella al unísono con Jesús dice: “Si” a la Voluntad del Padre. María no comprende de inmediato lo que Jesús dijo, pero guarda cuidadosamente aquellas palabras en su Corazón.

¿Acaso tú no te encuentras en una situación semejante? Tal vez tú también has perdido un hijo y la incertidumbre acerca de uno de tus seres queridos ha traído pesar a tu corazón. O tal vez has perdido tu hogar y posesiones o has visto el sol de tu felicidad ponerse detrás de la tumba. ¿Has perdido tu salud? ¿O tal vez has perdido la paz de tu corazón.?

Pero…¿No sabes que tú también debes ocuparte de las cosas de tu Padre? ¿Te das cuenta de que has perdido a Dios mismo a través del pecado mortal? Si es así, entonces ponte en marcha, recupera tu paz de conciencia por medio de una buena Confesión.

Pero si lo que has perdido son bienes terrenales, entonces entrégate completamente a la voluntad de Tu Padre Celestial.

Tal vez no hayas entendido lo que Dios te quiere enseñar por medio de este sufrimiento. Sin embargo, estás consciente de la presencia de Tu Padre Celestial sobre ti y tu alrededor, cuidándote. Así pues, haz lo mismo que María Santísima: reza y espera, confiando en la Divina Providencia. Los planes divinos son planes de Amor y Sabiduría.

María Santísima también te comprende, especialmente ahora que te hallas rodeado de dificultades. Mantente cerca de Dios y toma fuertemente la mano de tu Madre Celestial. En cualquier incertidumbre, ruégale a María: Madre yo no conozco el camino, Tú lo conoces bien. Eso me da paz y tranquilidad más allá de lo que puedo expresar. Nada en el mundo ha sido tan claro. El que confía en Ti, Madre Admirable, no confía en vano.

Oración. Querida Madre, Reina y Victoriosa tres Veces Admirable de Schoenstatt, obtén para mi la virtud de una profunda confianza en Dios y la gracia de aceptar su Voluntad como la mejor y más alta. Yo pongo toda mi confianza en Ti y te ruego fervientemente que nunca me abandones, y que obtengas de Dios lo que yo humildemente pido (…) Amén

Ejercicio. Hoy no te quejes de los sacrificios. Al contrario, recuerda que tu también debes ocuparte de las cosas de tu Padre, haciendo su sabia y Divina Voluntad.

LA ORACIÓN DE MARÍA SANTÍSIMA. SÉPTIMO DÍA

“Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

En una forma natural, sencilla y de confianza ilimitada, la Madre del señor dijo: “Ya no tienen vino”. Estas palabras las pronuncio durante las Bodas de Caná.

Por treinta años el hijo de Dios había vivido desconocido en Nazareth, siguiendo el oficio de San José. Ahora empieza a enseñar, “a hablar como alguien quien tiene poder”. Hasta ahora Él no había hecho ningún milagro.

Un día el Salvador y su Madre María fueron invitados a un casamiento y ellos aceptaron. Cuando durante la celebración se agotó el vino, María se dio cuenta y se levanto. ¿Acaso se iba a despedir para evitar que los anfitriones se sintieran apenados? No ésa no era la razón, sencillamente se dirigió a su hijo y le dijo al oído: “Ya no tienen vino” (Juan 2,3)

Estas Palabras implicaban algo más que la simple comunicación de una noticia. María esperaba un milagro del Señor, un milagro de agua y vino. Algo sin precedente a nuestra manera de ver. ¿No hubiera sido mejor decir “vamos a casa”? sin embargo Ella no pensó así. Al contrario, pidió ayuda para los recién casados.

Esta sería la hora, de acuerdo con sus deseos, cuando su Hijo haría su primer milagro, no en el templo o la sinagoga, como se hubiera esperado, sino en la celebración de un casamiento. Ah que típicamente humana era María!

Sus palabras. “Ya no tienen vino”, debe darte una tremenda confianza. Tú no estás pidiendo vino. No, tú necesitas algo más, te encuentras en una situación no sólo desagradable sino dolorosamente difícil. Un peso insoportable agobia tu alma. Tal vez toda tu existencia, el bienestar de tus seres queridos, o la salvación de tu alma están de por medio.

No dudes ni por un momento que María tal como lo hizo en Caná, se encuentra en este preciso momento al lado de nuestro Señor, murmurándole al oído para ti: “Están en dificultades y ellos necesitan Tu Ayuda Tienen un problema que Tu solo puedes resolver.»

Si Cristo a petición de María convirtió el agua en vino para ayudar a los novios en su apuro, ¿Crees que Él no va a escucharla cuando María interceda por ti, siendo que tu problema en mucho más grande?

Oración. Madre Santísima, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, ruega e intercede por mi con el mismo fervor con que pediste por los novios de Caná. Lleva mi gran petición ante el Señor y será escuchada. Él me librará de mi dolor o me dará fuerzas para sobrellevarlo. Amén

Ejercicio. Repite hoy con nuestra Madre Santísima “Ya no tienen vino” e incluye aquí tus peticiones (…). Practica la confianza y persevera en tus oraciones.

LA RESPUESTA DE JESÚS A MARÍA SANTÍSIMA EN CANA. OCTAVO DÍA

“Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

No sería raro que tu corazón todavía se halle cautivado por la bella imagen de la Virgen María en su papel de Madre verdaderamente humana y comprensiva. Su actitud fue arriesgada cuando pidió un Milagro. “Ya no tienen vino”. La respuesta de su Hijo, ahora ya investido de dignidad divida: “Qué quiere que hagas, Mujer?, Mi Hora aún no ha llegado” (Jn 2, 4-5)

Tal vez su Corazón se haya contraído momentáneamente ante la respuesta aparentemente un tanto ruda de su Hijo. Sin embargo, María no se da por ofendida ni se esconde en el silencio del resentimiento, como tal vez nosotros lo hubiéramos hecho. No, Ella es firme en su manera de pensar. Él vendrá al rescate de todas maneras. Ella no duda ni por un momento.

¿Cuál es la lección que la Santísima Virgen quiere enseñarte en tu angustia? Sencillamente que tú debes amoldar tu actitud a la manera de Ella. Persevera en oración ferviente. No te des por ofendido ni te escondas en el silencio del resentimiento por que rezaste una vez y tu plegaria no fue escuchada.

¿Acaso no es sorprendente ver a María, a pesar de la respuesta, empezar inmediatamente a dar instrucciones a los sirvientes? ¡Claro, Su Confianza no tenía limites!.

Así también tú, como María Santísima, debes esperarlo todo de nuestro Señor. Confía implícitamente hasta que llegue la respuesta de tu súplica.

Cristo mismo nos ha enseñado esta actitud: “Un hombre fue a casa de su amigo a media noche tocando la puerta, y pidiendo con insistencia que por favor le abriera y le prestara un poco de pan. Gracias a su insistencia, el amigo se levantó abrió y le dio pan, no tanto por la amistad sino por que no estuviera molestando” Lc 11, 5-13. Por medio de esta parábola nuestro Señor quiere comunicarte este pensamiento: Tú debes actuar como aquel amigo que perseveró en su súplica. No pierdas la fe, reza sin cesar, siempre esperando ayuda en tus necesidades, aunque tengas que esperar la respuesta.

Oración. Señor Jesús, Tú sabes el camino que debo seguir y eso es bastante para mi. En tus manos yo confiadamente pongo las mías. Tu plan es perfecto, nacido de Amor perfecto.

Oración. Madre Amada, Reina y Victoriosa Tres Veces Admirable de Schoenstatt, en las Bodas de Caná Tu hiciste tuya la angustia de los novios. No dejes de interceder con tu Hijo Divino también por mi. Oh Amantísima Madre de nuestro Señor yo pongo toda mi fe y mi confianza en Ti y en la fuerza irresistible de tu intercesión. Amén.

Ejercicio. Hoy practica la paciencia

EL CONSEJO QUE NOS DA MARÍA SANTÍSIMA. NOVENO DÍA

“Hagan todo lo que Él les diga” Jn 2, 5-16

María aún se encuentra al lado del Señor. Nunca se ha desanimado ante su palabra. Al contrario, su fe y confianza siguen firmes como roca. ¡Él puede ayudar! Ella reúne a los sirvientes y en una forma muy natural les dice “Hagan todo lo que Él les diga”, y de verdad que su fe fue recompensada con una completa Victoria. Cristo hace su primer Milagro.

“Hagan todo lo que Él les diga” ¡Qué magnífico Consejo de labios de María! Bueno y valido para todo tiempo y para todas las generaciones. Tal como hizo en Caná, así hoy siempre le prepara el camino a Cristo. ¿Cuál fue la respuesta del señor? María y los sirvientes se regocijan al oír sus palabras “Llenen las jarras con agua” (Jn 2, 7-8) Precipitadamente obedecen su orden. Asimismo tú quieres que haya respuesta a tu súplica. Es decir debes limpiar tu corazón de todo pecado por medio de una buena Confesión. Debes alejarte de las relaciones ilícitas y deshacerte de la envidia y los celos. Ofréceles la mano en señal de reconciliación a tus enemigos. Ama a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Ama a tu prójimo como a ti mismo, a aquellos que trabajan contigo en el mismo piso, en la misma oficina o taller, y llena los jarros de tu corazón con agua. Éstas simbolizan tus buenas obras y la pureza de tus intenciones. Pero sobre todo, llena tu alma hasta desbordarse con infinita confianza, así como la disposición de cargar tu cruz mientras Dios disponga que así lo hagas.

Por lo tanto, sigue el consejo de la Virgen María, “Has todo lo que Él te diga”. Hazlo hoy, hazlo ahora mismo y sin titubear y ten confianza que por intercesión de la Virgen Madre, Reina y Victoriosa tres veces Admirable de Schoenstatt, Él escuchará tu súplica.

Oración. Oh Madre, Reina y Victoriosa tres veces admirable de Schoenstatt, obtén para mi la gracia de la conversión y ayúdame a seguir fielmente los mandamientos de Dios, a hacer su Divina Voluntad. No permitas que mi vida sea un obstáculo para el cumplimiento de mi oración y los milagros de gracia que Tu desees obtener de mi. ¡Oh Clementísima! ¡Oh Amantísima! ¡Oh Dulce siempre Virgen María” ! Amén

Ejercicio. Prepárate hoy para una buena confesión.

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